jueves, 2 de junio de 2016

La plaza del Castillo y el arco de la plaza Castelar de Benidorm, dos testigos de la historia de esta población.



Hace algún tiempo publiqué en este blog una entrada sobre la historia del castillo de Benidorm hasta su destrucción a principios del siglo XIX. Desaparecido el castillo, sólo el nombre, Plaza del Castillo, nos remite a sus orígenes bélicos. Después, a lo largo del siglo XIX y sobre todo del XX, se convirtió en un enclave de gran valor turístico por la magnífica visión que ofrecía de las dos playas y del entorno de su paisaje montañoso en una época en la que, excluyendo el casco urbano, apenas había edificaciones que alterasen su aspecto natural. También fue atractivo para los residentes, organizándose verbenas y actividades culturales, sobre todo en los meses estivales. Este fue el Benidorm de horizontes de azul cielo, de azul mar y de playas doradas que describió Gabriel Miró.

Benidorm se transformó de una manera intensa a partir de 1950 y esas transformaciones también afectaron a la plaza del Castillo. Pero la belleza luminosa y azul de la propia plaza y de su entorno continua siendo atractiva y recibe la visita diaria de miles de turistas. Y, como antaño, también sigue siendo un centro de atracción para los residentes de Benidorm que continúan celebrando allí actos lúdicos y culturales. 


Francisco Amillo 







Plaza de Castelar e iglesia de Sant Jaume de Benidorm en la primera mitad del siglo XX. El arco comunica la plaza de Castelar con la de Sant Jaume.


La fotografía que encabeza este artículo reproduce parte de la Iglesia de Sant Jaume de Benidorm y de la Plaza Castelar antes de la remodelación actual [1]. El pavimento de la plaza es de tierra y los edificios muestran el aspecto típico de la población a principios del siglo XX. En la iglesia destaca la capilla de la Virgen del Sufragio con un aspecto diferente al actual: la cúpula es un poco más baja y tiene tejas normales en vez de las azules que hoy día la caracterizan. En la fachada de la casa adosada a la iglesia se observan cables eléctricos. La electrificación de Benidorm se produjo a partir de 1910 pero el arco que comunica las plazas de Sant Jaume y Castelar es algo posterior, de 1914. El arco se construyó en 1914 derribando parte de una casa, así que es un acceso a la plaza del castillo relativamente reciente. Tal vez la entrada anterior estaba en en la plaza de Santa Ana. El Castillo ha sufrido tantos cambios con el paso de los siglos que resulta complicado de saber cómo era en un momento dado.

Hay en el casco antiguo de Benidorm otros arcos que son muy posteriores ya que datan de la década de 1950 cuando la ciudad estaba adaptándose a la actividad turística y estos elementos arcaizantes pretendían dar mayor encanto a su casco urbano. No se trata por tanto de vestigios del pasado sino de una recreación urbanística. Como ejemplo tenemos uno de esos arcos contemporáneos en el "Carreró dels Gats y otro, desaparecido, en la "Costera del Barco". En su diseño tuvo que ver el famoso almirante y escritor Julio Guillén Tato, partidario de mantener el sabor de pueblo antiguo en el casco histórico, algo que no consiguió. Respecto a la Costera del Barco se dice en Benidorm que fue Guillén Tato el que donó el barco que dio nombre a esa calle. Este nombre data de 1957 porque anteriormente se denominaba calle del Horno de Ruzafa o simplemente Ruzafa y desde 1905 calle de la Paz. En 1956 se colocó una placa que, como la miniatura del barco, era un homenaje a los marineros de Benidorm [2].


La calle dels Gats remodelada en 1956. Su arco data de la década de 1960 y tiene carácter decorativo.



Calle de la Costera del Barco con la miniatura de la embarcación que le dio nombre. Actualmente han desaparecido la placa conmemorativa y el barco.


Calle de la Costera del Barco antes de su transformación. La mujer con el cántaro nos muestra otro aspecto de la vida en el antiguo casco urbano: problemas para abastecerse de agua.


Volvamos al arco de la plaza Castelar. Saliendo por él desde el antiguo recinto militar se accede al pueblo, cuyas casas y calles ocupaban el plano inclinado de Canfali hasta llegar a la parte llana, donde antiguamente había una muralla que rodeaba el pueblo de Benidorm. Había una puerta de acceso que en mi opinión podría estar al final de la calle Mayor que de esta forma comunicaba directamente la entrada de la villa con la entrada del castillo y con la iglesia. Por eso era la calle más importante de la población.
Sin embargo Pasqual Almiñana sitúa la entrada de la villa en la calle Alicante: "el carrer d'Alacant, efectivament, es troba dins del castell i l'any 1781 ha traspassat la muralla perquè ha començat a urbanitzar-se tot seguint el trajecte calle del camino que va a Alicante, segons la cita de 1808. Seria, per tant, la porta d'entrada al Castell". [3]

Como no tenemos pruebas documentales que avalen una u otra hipótesis, de momento las dos son dignas de tenerse en cuenta. Una excavación arqueológica en esta zona podría aportar luz a este tema dando datos concretos. Por tanto, mientras llega ese día, hemos de conformarnos con hipótesis. Lo que parece muy poco probable, de acuerdo con descripciones y dibujos de los siglos XVI y XVIII, es que la muralla de la villa tuviera dos entradas.


Esta antigua fotografía nos muestra la calle Mayor todavía sin asfaltar y con casas de no más de dos plantas por lo que era una calle ancha y luminosa, dos características que ha perdido en la actualidad. Se observa perfectamente el arco de las plazas de Sant Jaume y Castelar. Es una calle en pendiente porque el recinto militar estaba en la parte alta y plana de Canfali y las casas del pueblo se edificaron en el plano inclinado del lado norte. El que esta calle se denomine Mayor, es decir principal (nombre documentado desde 1803) y que condujera directamente a la entrada del recinto militar es lo que me hace suponer que estuviera aquí la puerta de acceso. 


Fotografía  de Patty Stratton, año 1957 titulada "El trapero". Muestra el final de la calle Mayor y el principio de la calle Alameda. Aunque no está claramente documentado, observando planos de Benidorm del siglo XVIII parece probable que las murallas de la villa se derribaron en la segunda mitad de dicho siglo. El "fósil lingüístico" de Plaza del Torreón, situada muy cerca de este punto, es un indicio de que la muralla del pueblo pasaba por esta zona.

Volviendo a la plaza del Castillo encontramos en ella el segundo elemento a analizar. En este caso es un "fósil lingüístico": su propio nombre. Éste nos recuerda que desde la Edad Media en el extremo sur de Canfali, junto al mar, había un castillo del cual sólo se conserva el nombre ya que fue destruido a principios del siglo XIX [4]. 
En dicha plaza del Castillo podemos ver un pozo, en realidad un aljibe. La memoria de los actuales benidormenses recuerda su uso por los carabineros y la iglesia. Pero la documentación del siglo XVI nos recuerda también que en esa zona estaba el aljibe de la fortaleza así que es probable que se trate del mismo. En 1525 se decía "Item, alimpiar el aljub o cisterna que está muy susio. [...] ltem, en el dicho lugar hay una fortaleza la cual está todo derribada, sino un apartamento que es torre de I'Homenatge, que está cubierta y de esta fortalesa los terrados d'ella estando como havia de estar venian las aguas e sus manganillas a I'aljub, lo que agora por estar todo derribado no puede venir ninguna agua." [5].  


En el siglo XIX la plaza del Castillo fue acondicionada porque resultaba muy atractiva para veraneantes y benidormenses como lugar de paseo. En 1928 siendo alcalde Vicente Llorca Alós se construyó la barandilla, obra del albañil local "el Ti Santonja", y se decoró el antiguo aljibe. En tiempos de Pedro Zaragoza se construyó la actual pérgola.

La parte superior de la plaza del Castillo, el espacio del antiguo castillo, fue rodeada por la balaustrada del "ti Santonja" quien también realizó las dos puertas de acceso (aquí sólo vemos una) y sus escaleras. El resto, plazas del Castillo y Castelar, se urbanizó más tarde.

El desnivel entre el espacio del antiguo castillo y la plaza se resolvió con el muro que vemos en la imagen y dos escaleras, una a cada extremo. El cañón sobre el que se sienta el niño pertenecía al antiguo castillo.


A continuación del castillo se extendía un espacio libre que en algunos documentos del siglo XVI se denomina "plaza de armas". El conjunto castillo y plaza estaba amurallado y esa muralla tenía una sola puerta de acceso al pueblo, que a su vez también tenía antiguamente otras murallas. 
Esa puerta es el arco de la plaza Castelar. En la documentación del siglo XVII se alude a ella y se nos habla de su llave, de un foso con un puente levadizo y cañones sobre las murallas.
En el siglo XVIII se construyó una nueva iglesia que es la actual de Sant Jaume. La anterior, de origen medieval, estaba en la plaza de la Señoría. La iglesia de Sant Jaume, posiblemente por falta de espacio dentro del pueblo de Benidorm, se construyó sobre una parte de la muralla del recinto militar pero conservando el arco de acceso y permitiendo el paso entre las dos plazas. 
Más tarde, en fecha indeterminada, se edificó una casa, muy probablemente la que aparece en la fotografía que encabeza este artículo. Dicha casa ocupó el resto de la muralla que cerraba el recinto militar del castillo y lo separaba del pueblo. También se respetó en esta ocasión el acceso al castillo aunque edificando encima del arco. Teniendo en cuenta que la unión de la plaza de la Señoría con la de Castelar se realizó en la época de Pedro Zaragoza, parece claro que este arco que estamos comentando fue durante muchos años el único punto por donde se podía acceder al castillo dado que por los otros lados era inexpugnable. Así lo indicaba un navegante francés en 1805, es decir muy pocos años antes de la guerra de la independencia:  "Le mont Benidorme est une grosse pointe avancée à la mer, qui est fort haute et escarpée du côté de la mer; elle semble de loin isolée, particulierement lorsqu'on range la côte d'un côté et d'autre, parce qu'elle est presqu'isle, n'y ayant qu'une langue de terre fort basse, qui la joint à la côte, sur le haut du mont; il y a une tour de garde et une autre au pied." [6]

El castillo y su recinto tuvieron un uso militar hasta el siglo XIX, siendo la "Guerra del Francés" su último período de utilidad bélica con una guarnición francesa instalada allí durante aproximadamente un año, de marzo de 1812 a marzo de 1813 [7]. Al finalizar el conflicto fue parcialmente destruido por los ingleses y así continuaba a mediados del siglo XIX ya que en el diccionario de Madoz, de 1846, se dice que estaba "medio arruinado". No parece que hubiera interés en restaurarlo porque los avances en la tecnología bélica de ese siglo fueron tan rápidos e importantes que lo habían dejado completamente obsoleto. Por otra parte la piratería musulmana desapareció de nuestro litoral a partir de 1830 porque los franceses habían conquistado Argel. Desde ese momento tampoco tenía sentido su antigua misión de torre vigía. 

Debió ser en esta época, a partir de 1830, cuando se construyeron nuevas casas dentro del antiguo recinto militar. También fue en este siglo XIX cuando, a causa del intenso contrabando que había en Benidorm, se instaló allí un cuartel de carabineros para combatirlo. No conozco la fecha exacta en que se instaron, probablemente el año 1829 o 1830. Su trabajo no debió ser fácil a tenor de lo que decía un diputado en las Cortes del año 1841: "siendo gefe político de Alicante, el capitán de carabineros D. José Piñeiro, hoy intendente de Tarragona, fue á perseguir el contrabando al pueblo de Benidorm: el pueblo se amotinó y el Sr. Piñeiro quedó tendido en las calles, perdió un muslo, y hoy cojo está" [8].
Durante algunos años la sede de la 3ª Compañía de Carabineros estuvo en Benidorm hasta que fue trasladada a Alicante. Según indicaba el historiador Figueras Pacheco: "La comandancia está dividida en cuatro compañías, residiendo en Torrevieja el capitán de la primera; en Alicante el de la segunda; en Benidorm el de la tercera; y en Jávea el de la cuarta."  […] La 3ª compañía  está dividida en 4 secciones y estas en puestos.
1ª sección: Carrichol [Carrichal], Paraíso, Villajoyosa, Río Torres
2ª sección: Tozal [Tossal o del Pino], Benidorm, Caletas, Seguro
3ª sección Albir, Altea, Olla, Collado
4ª sección Calpe, Fosa, Cabo Blanco, Rada de Altea." [9] 

En la década de 1930 había un cuartel de carabineros en el Rincón de l'Oix, según se indicaba en un acta municipal de 1933: "el puesto denominado Rincón de Loix donde existe enclavado el caserío de varios pescadores, casilla de carabineros y el real de la almadraba" [10]

La presencia del cuartel de carabineros en lo alto de Canfali está registrada en un plano de 1876. Por su profesionalidad y espíritu de servicio a la sociedad se ganaron el respeto y la simpatía de población y autoridades de Benidorm. En 1935 el ayuntamiento pagó de su presupuesto un teléfono para este cuartel. Allí estuvieron hasta que, tras la disolución del Cuerpo por Francisco Franco en 1940, pasó a ser cuartel de la Guardia Civil. El delito del cuerpo de carabineros, castigado con su disolución, había sido el mantenerse fiel al gobierno de la II República que había sido elegido democráticamente y al que habían jurado fidelidad. 

  
Hacia 1829 o 1830 los carabineros se instalan en Benidorm dado el intenso contrabando que se practicaba en esta y otras localidades costeras de la Marina. La sede de la 3ª Compañía estuvo un tiempo en este cuartel al mando de un capitán. Desde 1940 estuvo ocupado por la Guardia Civil hasta su traslado al actual cuartel de la avenida de Beniardá. 



En la segunda mitad del siglo XIX la plaza del Castillo empezó a tener una utilidad lúdica, siendo lugar de paseo y reuniones. El recinto militar había pasado a ser propiedad de la villa en algún momento de mediados de ese siglo. En las actas de los plenos municipales se dice que el pueblo había hecho "sacrificios de consideración" para obtenerlo. No se especifica más pero parece probable que se trate de su compra al Estado, dado que al ser un recinto militar constituía una propiedad estatal.

Al convertirse en responsable de su mantenimiento la corporación municipal se vio obligada a hacer reparaciones en la plaza del Castillo por su deterioro. En 1864 el alcalde Joaquín Thous y Carrera, indicaba al pleno de la corporación "que el hermoso paseo público, titulado del Castillo y que constituye las delicias de la población, estaba próximo a convertirse en ruinas si no se aplicaba con la urgencia que el caso requería un pronto y eficaz remedio pues un lienzo del paredón, que mira a la playa de levante, minado sin duda por la humedad, á causa de las frecuentes lluvias, se había desmoronado, causando además algunos descalabros, y amenazaba venirse abajo en otros puntos si se demoraba un instante su reparación; y que, para evitar mayores gastos y el disgusto que ocasionaría al vecindario, verse privado de poder concurrir á un sitio tan ameno, cuando por el mismo se habían hecho sacrificios de consideración para obtenerle, estaba en el caso de proponer á la corporación, se deliberara sobre un asunto de tan conocido interés y de tanta utilidad para la población […] después de discutirse largo rato sobre el particular, acordaron por unanimidad, aplicar á tan importante servicio, la partida [...] que figura con el nombre de imprevistos y que asciende á quinientos reales vellón" [11]

Tres años después, en 1867 el pleno municipal decidía hacer mejoras "vista la imperiosa necesidad de atender a la recomposición del paseo denominado del Castillo de esta villa". Se decidió reparar los muros "derruidos en parte por efecto del último aluvión" así como "la escalinata que conduce al mar". Es probable que esta escalinata se refiera a la que baja hasta el mirador o plazoleta del extremo sur de Canfali. También se estimó necesario "dejar en estado servible el Algibe [sic] que existe en medio de la plazoleta del Castillo". Por seguridad se decidió "poner un enrejado que impida la libre entrada de los muchachos en el paseo del Castillo" porque no había una barandilla que protegiera la zona. Y para embellecer el lugar la corporación presupuestó la construcción de un parterre "plantando árboles y flores por ser el puesto más concurrido de la población". Por la misma razón se aprobaba "la construcción y recomposición de los bancos que circundan el paseo público"[12].

El proceso culminó en 1928, en tiempos del alcalde Vicente Llorca Alós, cuando se mejoró el acondicionamiento para usos lúdicos y se creó la balaustrada que aún hoy es uno de los elementos característicos de la plaza. Así lo recogía el "Diario de Alicante" del 25-7-1929 en un artículo titulado "Pueblos que progresan": "La cumbre del castillo y cumbre del pueblo, verdadero mirador de insospechada espectacularidad, asombroso balcón del Mediterráneo, un día en estado deplorable, casi ruinoso, ha quedado convertido en un punto ideal gracias a la seguridad que ofrece artística verja y a la acogedora invitación de unos bien distribuidos bancos.
Por la parte sur del castillo, en sus profundidades, emerje [sic] de las aguas una diminuta península que semeja la cabeza de un náufrago gigante. La superficie de esa peña, creo que denominada “El Canfalí”, (digamos de paso que es de una belleza cautivadora que ni soñada) estaba completamente abandonada e inexplicablemente incomunicada. Eso también lo vio el señor Llorca Alós, y, hombre con alma de artista comprendiendo el mérito de aquella maravilla, dotó a ésta de comunicación con el pueblo mediante amplia sólida y artística escalinata que arrancando desde la plaza del castillo viene a posarse en las rocas que son como guardias fieles de la deliciosa y pintoresca península “El Canfalí”. Una gran mejora, práctica y bellamente hablando." [13]. El periodista parece atribuir todo el mérito del embellecimiento de la plaza del Castillo a Vicente Llorca Alós pero ya hemos visto que su actuación contaba con algunos elementos que venían de bastantes años antes. Pero sí resulta indudable que él dio un gran impulso a su adecuación y que creó una fisonomía para este entorno que aún perdura. Su balaustrada fue construida, según se dice en Benidorm, por el maestro de obras "Ti Santonja". No he encontrado en el archivo municipal ningún documento que avale esta información pero aún así debe tenerse en cuenta. Lo que está muy claro es que desde entonces constituye uno de sus rasgos más peculiares.
Antes de 1928 la plaza del castillo no tenía las actuales balaustradas y por tanto el tránsito por ella resultaba peligroso. Tampoco existía la actual comunicación entre esta plaza y la de la Señoría 


Plaza del Castillo. El aljibe estaría en el centro del antiguo castillo al que le seguía (y sigue en la actualidad) una plaza en un nivel más bajo por lo que tras su remodelación se accedía  mediante unas escaleras. En ésta fotografía vemos el edificio de una planta del cuartel de Carabineros, convertido posteriormente en biblioteca municipal y finalmente derribado. La casa de dos plantas que vemos a su derecha, la "casa de les Blanquites", anteriormente propiedad de Juan Thous, fue también derribada y en su lugar se construyó un enorme y discutido edificio que rompió la estética de este lugar, un emblema de Benidorm por su belleza natural y su historia.

Para finalizar conviene recordar que desde 1902 un tramo  de la plaza del Castillo, el que está junto a la iglesia y la casa del arco, fue bautizado como plaza de Castelar. El motivo, según se indicaba en el pleno municipal, era conmemorar la estancia en Benidorm de este importante personaje del siglo XIX: "recordar que allí escribió el Ylustre [sic] y Gran Tribuno de la Democracia Don Emilio Castelar algunas de las obras que le han hecho inmortal, durante los cinco años que veraneó en esta población". [14]

Emilio Castelar y Ripoll (1832-1899) fue un notable político, historiador, periodista y escritor, famoso por la elegancia de su oratoria parlamentaria. Pasó su infancia en Elda y estudió el bachillerato en Alicante, trasladándose  a Madrid en 1848 para cursar los estudios de Derecho. Ya antes de finalizar su carrera se había iniciado en la política y el periodismo. A los 23 años se hizo famoso con una intervención en una reunión en el Teatro de Oriente del partido demócrata. Tal fue su éxito que le lanzó a la vida parlamentaria. Es el denominado "Discurso sobre la Democracia": "¿Queréis saber lo que es la democracia? […] Voy a defender las ideas democráticas si deseáis oírlas. Estas ideas no pertenecen ni a los partidos ni a los hombres; pertenecen a la humanidad. Basadas en la razón, son como la verdad, absolutas, y como las leyes de Dios, universales" (25-9-1854). 
En 1857 consiguió la Cátedra de Historia Crítica y Filosófica de España en la Universidad Central de Madrid. Elegido parlamentario, fue presidente de las Cortes de la I República y presidente de la misma  unos meses, entre 1873 y 1874. Como escritor fue autor de varias novelas como La Hermana de la Caridad (1862), Historia de un corazón (1874), Fra Filippo Lippi (1878), etc. También es importante su  Vida de lord Byron (1873). 
Su primera estancia en Benidorm la describió él mismo en el artículo titulado  “Benidorm, 1º de setiembre de 1859”, publicado en “Ensayos literarios…” [15] Había acudido porque era amigo de la infancia (¿del Instituto de Alicante?) del alcalde Francisco de Paula Orts y Llorca y entonces conoció a Juan Thous y Carrera, en cuya casa acabaría alojándose varias veces. Según indica Castelar en dicho artículo: "Juan Thous, hombre de una grande y rica fantasía, al cual debo un plácido retiro en este pueblo, pues me ha abierto las puertas de su casa y me ha ofrecido en ella una hospitalidad tan franca, tan dulce, tan fina, que difícilmente podría encarecer cual se merece".
En el artículo describe sus impresiones sobre Benidorm, subrayando sobre todo sus aspectos marineros. Sobre la Serra Gelada, vista desde el mar, realiza la siguiente  descripción: "A la luz de la luna, entre la indecisión de las sombras, sus peñascos desgajados, medio cubiertos por el agua, parecían columnas rotas, estatuas mutiladas, ruinas de templos, aras hechas mil pedazos, altares antiguos heridos y destrozados, dioses que el mar estaba devorando; en una palabra, el naufragio de un pueblo, de una civilización." Es un buen ejemplo de su prosa prolija, profusa, de hipérboles y con alusión a antiguas ruinas clásicas, muy al gusto del romanticismo. Un estilo que hoy día nos resulta lento y pesado pero que en su época era muy apreciado. Seguramente Gabriel Miró debió aludir a este texto cuando escribió en "Años y leguas": "Algunos imaginativos veían en Benidorm un pueblo con pórticos, aras y dioses de mármoles blancos. Sigüenza no veía en Benidorm más que Benidorm, sin mármoles, sin nada clásico. Benidorm sumergido entre azules perfectos mediterráneos."

Sin embargo cuando Castelar alude al dolor de los marineros reclutados por la Armada para ir a Cuba o Puerto Rico, entonces colonias españolas, muestra el dolor de sus familias y en este caso su descripción, liberada de los excesos retóricos del párrafo anterior, es muy acertada. Además narra algo que oyó mientras estaba en la plaza que más tarde llevaría su nombre: "Algunos días después, hallándome en el castillo al anochecer, oí unos grandes lamentos que venían de la playa. Eran voces de mujeres, que herían los aires; voces impregnadas de ese dolor infinito, que solo puede expresar el llanto de la mujer […] Sucedía que los jóvenes […] se iban a servir, como aquí se dice, al rey, tal vez a morir en el clima ardiente de América. Entre ellos se iban nuestros doce remeros. ¡Infelices! Dejaban su pueblo, su casa, sus playas tranquilas, su hermoso y celeste mar, su cielo purísimo, sus encantadores campos, su barca, sus redes, para ir forzados al clima ardiente de los trópicos a sacrificar su libertad […] Y todos aquellos jóvenes tenían seres queridos […] mi único consuelo era pensar que con mi palabra y con mi pluma había protestado siempre contra tamañas injusticias."

Invitado por Juan Thous, Castelar acudió cuatro años más a veranear en Benidorm. En teoría eran días para escribir pero en realidad eran sobre todo días de descanso, de paseos por tierra y por mar, de charlas con las gentes… y de buena gastronomía, porque fue un devorador casi insaciable de la alimentación, sencilla pero exquisita, de aquel pueblecito mediterráneo. 

Para completar la visión sobre Castelar creo que también resulta muy adecuado reproducir íntegramente un artículo que escribió Pedro Zaragoza Orts en 1991 y que se tituló “Don Emilio” [16]:  
Castelar a quien me refiero, pasó alguna temporada en Benidorm invitado por su gran amigo benidormero y Senador del Reino, D. Joan Thous. D. Joan, prestigioso político en estas tierras, donde era “el amo” de la finca Bassa de Thous y otras heredades, vivía en su casona familiar, sita en la actual Plaza de Castelar, detrás de la Iglesia de San Jaime, conocida por “Casa de Les Blanquites” donde hoy están construyendo unos apartamentos de lujo, que han levantado abundantes críticas por parte de las gentes del pueblo, al derruir el antiguo edificio. 
De su estancia aquí, se cuentan muchas anécdotas. Yo trataré de espigar algunas entre las que conozco. 
El primer día, y al levantarse de la cama, D. Emilio intentó salir de su habitación  pero se encontró con la puerta cerrada. Entonces abrió el balcón y, con agradable sorpresa, se encontró una rústica escalera de madera alfombrada y adornada con flores que le conducía hasta la placita donde el pueblo, con su Ayuntamiento a la cabeza, le vitoreó y el alcalde le entregó su “vara” en señal de respetuosa bienvenida. 


Retrato de Emilio Castelar Ripoll, por Joaquín Sorolla. 1901, Congreso de los Diputados de España (Fuente Wikipedia).

Por  lo que me han contado, a D. Emilio le gustaban mucho los higos y una buena mañana, acompañado de otro buen amigo suyo y republicano federalista de Pí y Margall, que fue D. José Roig, a quien debo esta información, visitaron la finca “La Cala”, propiedad de sus parientes Los Lanuzas, en donde en el bancal en que hoy está situado el Hotel Delfín, de mi buen amigo D. Felipe Pastor, había una higuera verdal de frutos dulces como la miel. Les acompañó en la caminata el sobrino de D. José Roig, que era un niño y que de mayor fue alcalde de Benidorm: D. Emilio Ruzafa. Castelar y acompañantes terminaron con los higos al alcance de la mano y D. José Roig le rogó al niño Emiliet que trepara a la higuera para coger la fruta madura de las ramas más altas y se la ofreciese a D. Emilio. Muchos fueron los higos que le fue “tirando” el niño al tribuno, hasta que ya cansado y dirigiéndose a su tío le soltó: “¡Tío Pep, tírali figues a D. Emilio!”. Esta frase se repite por aquí siempre que a alguien le cunde la comida o cualquier actividad. 

Aspecto que ofrecía la Cala en la época de Emilio Castelar: los cultivos llegaban casi hasta el mar y entre ellos la higuera de los Lanuza a la que alude el texto de Pedro Zaragoza.

En otra ocasión vino a visitarle su editor desde Madrid, para recogerle, con urgencia, unas pruebas de su último libro, que debía corregir D. Emilio, quien con tranquilidad le contestó que a pesar de las semanas pasadas en Benidorm, no había tenido tiempo más que para descansar y dormir. El editor regresó a la capital con las manos vacías. 
Según D. José Roig, Castelar era aficionado a la buena mesa y, entre sus platos preferidos, contaba “la coca farsida” a nuestro estilo, “els raorets” fritos muy frescos y los buenos arroces que, con tanto acierto, se condimentaban en nuestro pueblo y que le preparaba la cocinera de D. Joan Thous, que se llamaba Tona”.

Creo que con estos testimonios queda muy claro por qué Castelar vino a pasar cinco veranos en Benidorm y por qué, tres años después de su muerte, el ayuntamiento puso su nombre a una plaza, precisamente a un sector de la plaza del Castillo. 

Espero que cuando los lectores de este blog visiten la plaza del Castillo tengan una mejor visión de cómo su fisonomía actual es fruto de los cambios que generación tras generación han ido introduciendo los habitantes de Benidorm y que sepan entender el mensaje que nos brindan los “fósiles culturales” y otros elementos que en ella se pueden encontrar. 
La plaza del Castillo cuando aún se conservaba la casa de Juan Thous o de “les Blanquites” y el cuartel de carabineros había sido sustituido por un edificio destinado a biblioteca Municipal "Gregorio Marañón". Tampoco se había reformado la cúpula de la capilla de la Virgen del Sufragio.


Aspecto actual de la plaza del Castillo. La pérgola central fue construida en tiempos del alcalde pedro Zaragoza con un estilo similar al de la remodelación de 1928. Los cañones pretenden evocar el origen militar de este bello rincón de Benidorm. Al derribarse la biblioteca municipal la plaza ganó más espacio. Las actuales normas de accesibilidad obligaron a construir la rampa de acceso que no existía en la reforma de 1928.

El promontorio de Canfali visto desde el mar. En primer plano, a la izquierda, el mirador con su escalera, construidos ambos antes de 1867 ya que se citan en un acta de dicho año; fueron remodelados en 1928. Su construcción sólo tuvo sentido a partir del momento en que Canfali dejó de tener función defensiva. A la derecha el discutible edificio cuya construcción no se debería haber efectuado porque rompe la estética de esta emblemática zona del Benidorm turístico. 



Como el cerro de Canfali estaba inclinado hacia Poniente ya desde la Edad media hubo que rellenar ese sector y reforzarlo con un muro para crear un espacio plano en el que construir el castillo.



NOTAS

[1] publicada en el grupo de Facebook "Benidorm en fotos"
[2] Pascual Almiñana Orozco "Els topònims de Benidorm (1321-1955)". Ajuntament de Benidorm, 2001. Pág. 76
[3] Ib. pág. 51.
[4] Pedro María Orts Berdín: "Apuntes históricos de Benidorm", 1892. Pág.136-138.
[5] Memorial de las obras que tiene necesidat el lugar e fortaleza de Benidorm. ARV,
Bailia, Manaments i Empares, 1.228, primera mano de 1525, folio 56v.
[6] Michelot, Henry:  "Portulan de la mer Méditerranée  ou Guide des pilotes côtiers". MDCCCV, L'an II de l'Empire. Pág. 48.
[7] http://histobenidorm.blogspot.com.es/2013/02/benidorm1812-2012-apuntes-para-un.html
[8] Diario de las sesiones de Cortes, Congreso de Diputados, sesión del día 29 de junio de 1841, pág. 248)
[9] Francisco Figueras Pacheco: "Provincia de Alicante" tomo IV de la Geografía General del Reino de Valencia. 1914, pág. 308-310.
[10] AMB AP 3-9-1933
[11] AMB AP 28-2-1864
[12] AMB AP 10-11-1867
[13] Disponible en http://prensahistorica.mcu.es/es/publicaciones/numeros_por_mes.cmd?anyo=1929&idPublicacion=8070
[14] AMB AP 25-5-1902
[15] nas Castelar, Emilio: “Ensayos literarios, Miscelánea de historia, de religión, de arte y de política” Editorial A. de San Martín. Madrid, 1874. Pági189-219. Disponible en http://cdigital.dgb.uanl.mx/la/1020027243/1020027243.PDF
[16] En la sección “La Cara del Moro” del diario ABC Alicante, 28-8-1991