miércoles, 18 de julio de 2018

 El siglo XIX y el primer turismo de Benidorm.



En el mes de diciembre de 1950 el gobernador civil de Alicante nombraba alcalde de Benidorm a Pedro Zaragoza Orts (1922-2008). Fue el que impulsó el Plan General Ordenación Urbana de 1956 que, tras su modificación en 1963, permitió el desarrollo de la Ciudad Vertical. Por ello es considerado unánimemente como el creador del Benidorm turístico. 
Se le ha definido en la prensa como "El hombre que creó Benidorm", un titular impactante que si se toma al pie de la letra puede inducir a error. Porque Don Pedro, como todos le llamaban, no empezó de cero. Pudo apoyarse en una gran tradición turística que en Benidorm tenía casi cien años puesto que se desarrolló en la segunda mitad del siglo XIX. Él tuvo la habilidad de entusiasmar  a sus convecinos con su nuevo Plan que suponía concentrar los esfuerzos de todos en ese sector de los servicios en vez de considerarlo una actividad complementaria. Sus vecinos también habían visto desde niños que el turismo era rentable y colaboraron con gran devoción en ese empeño. Así que dicho pasado turístico (preturismo, prototurismo o como se le quiera etiquetar) fue el punto de arranque del nuevo Benidorm. Por eso un blog como este, dedicado a la historia de Benidorm, no puede ignorar el turismo anterior a 1950. En esta entrada se analiza el del siglo XIX quedando pendientes para otras entradas la primera mitad del siglo XX. 

Francisco Amillo.


Antigua fotografía de principios del siglo XX que muestra una de las primeras residencias estivales en la playa de Levante y con un Rincón de Loix muy poco poblado, alejado del casco urbano y muy mal comunicado con él. Fuente: Archivo Municipal de Benidorm.






Un veraneo para la salud: las teorías higienistas.
La actividad turística en Benidorm había empezado en la segunda mitad del siglo XIX, propiciada por las teorías higienistas. Éstas surgieron cuando los profesionales de la medicina constataron que las enfermedades infecciosas (tuberculosis, fiebre amarilla, cólera, etc.) se agravaban por el hacinamiento en viviendas insalubres, agua sin garantías de potabilidad, saneamiento defectuoso, etc. Por esa causa preconizaron la necesidad de viviendas soleadas y bien aireadas, juntamente con la higiene personal. De acuerdo con estas teorías se abandonaron las antiguas prevenciones contra el baño (basadas en consideraciones de tipo moral) y se recomendaron los baños de mar. Éstos reunían todos los elementos que la medicina de la época consideraba necesarios para la salud: aire puro, tiempo soleado, efectos saludables del agua marina, ejercicio moderado, vida sencilla de las poblaciones de playa, agua pura, alimentos naturales, etc.

Un ejemplo de esta doctrina higienista la tenemos en el médico Aureliano Maestre de San Juan que en su “Nueva Guía del Bañista en España”, publicada en 1852, escribía:
Por esta razon es en estremo útil á las personas que viven en las ciudades populosas pasar algunas semanas, principalmente en los grandes calores del estío, separadas de la influencia de las exhalaciones perniciosas y putrefaccibles que son el patrimonio en esta estación […] La buena sociedad en que se vive en los pueblos destinados á tomar baños, y las continuas y sencillas diversiones que tienen lugar en ellos, y de las que son igualmente partícipes los bañistas de todas clases y condiciones, contribuyen poderosamente á los efectos beneficiosos del baño. Un convaleciente se encontrará siempre mejor residiendo en un lugar donde tenga ocasión de entregarse á inocentes pasatiempos.
Por eso desde el reinado de Isabel II (1833-1868) se generalizó el veraneo en las playas del Cantábrico, sobre todo en San Sebastián, el lugar preferido por la Corte y las clases adineradas. Se acudía allí por salud y porque era un símbolo de distinción social. Aún no se utilizaba la palabra turismo.

Otro aspecto que preocupó a los higienistas fue la relación del clima con la salud. La climatoterapia quería demostrar las virtudes de algunas zonas, especialmente las del mar y la montaña, para residencias que tratasen determinadas enfermedades. Se preferían las zonas soleadas y desarrollaron la helioterapia o cura mediante el sol.
El médico E. Sánchez Santana analizó en 1869 las variables atmosféricas de la ciudad de Alicante y concluyó que eran excelentes para paliar diversas enfermedades por su clima soleado, sus temperaturas suaves, su humedad y su presión atmosférica. Unas condiciones que en Benidorm eran idénticas y mucho más favorables que las del Cantábrico.  Por ello la ciencia de la época avalaba la visita de los veraneantes a nuestra localidad.  



La importancia de las comunicaciones.
Sin embargo, para que los visitantes pudiesen llegar a las playas de Benidorm de forma  regular en la temporada estival era necesario superar el escollo del secular  aislamiento de Benidorm y la Marina Baixa causado por las deficientes comunicaciones terrestres. El carácter montañoso y abrupto del relieve de la comarca era difícil de superar con la tecnología preindustrial. 

Desde época ibérica y romana existía una ruta de Alicante a Valencia por la costa. Siguió en época islámica, donde, en el término de Altea, se alzaba la población de Albalat, que en árabe significa "el camino", por estar situada junto a dicha ruta. En época cristiana se denominó Camino Real y tenía algunos trayectos muy duros. A partir de Villajoyosa se apartaba del mar a causa del relieve. Vadeaba el barranco de Finestrat, peligroso en temporada de lluvias, y entraba a Benidorm por lo que hoy se denomina Avenida de Villajoyosa. Al llegar junto al mar algunos viajeros del siglo XVIII señalaban que el camino era penoso e incómodo porque iba por la arena. Pasado el pueblo de Benidorm volvía a alejarse de la playa y seguía hacia el este por la Avenida de l'Almirall Bernat de Sarrià hasta llegar al Albir y luego hasta Altea, teniendo que vadear el río Algar muy cerca de su desembocadura. Pero la principal dificultad estaba en el barranco del Mascarat donde el camino se convertía en una senda que escalaba su escarpada pendiente.  Los viajeros describieron la dureza en el ascenso y el peligro de que las caballerías se despeñasen.  Eso explica que tradicionalmente las gentes de la Marina Alta tuviesen más relación con Valencia (por estudios, comercio, salud, etc.) que con Alicante.
Sobre esta ruta escribió Madoz en su conocido Diccionario: "Es también quizá uno de los mejores [caminos] el que viniendo desde Denia va ladeando la costa por Benisa, Calpe,Altea hasta Alicante. Todos estos, sin embargo, son de herradura, y de desear fuera que se llevase á efecto la carretera tantas veces proyectada desde Alicante á Valencia por la marina, en cuyo caso ganaría muchísimo este territorio". 

El primer paso para acabar con el aislamiento de la Marina Baixa no fue la carretera que demandaba Madoz sino el ferrocarril Madrid-Alicante, que entró en servicio en 1858 y estaba explotado por la empresa M.Z.A. Fue importante desde el punto de vista turístico porque gracias a él la clase media madrileña podía acudir a las playas de Alicante y su provincia. 

Tras conectarse con Madrid, el segundo paso era conectarse con Valencia. Se inició en 1868 con la construcción  de la carretera, tan esperada y demandada, que entonces se denominó Alicante-Silla. El proyecto era mucho más antiguo y resultó menos ambicioso que su enunciado porque no llegó a Valencia. El objetivo prioritario en esta primera fase fue comunicar la Marina  Baixa con Alicante y su ferrocarril. Por eso las obras se detuvieron en Altea tras construir el puente sobre el río Algar. No fue hasta la década de 1880 cuando por fin se abrió el túnel del Mascarat que permitió la conexión con la Marina Alta y con Valencia. Por esta causa los veraneantes valencianos no pudieron acudir a Benidorm de forma significativa hasta el siglo XX. 
La carretera Alicante-Valencia en 1898. La diligencia de Villajoyosa a Alicante en el Barranco de Aigües. Fuente: Archivo Municipal de Alicante.



Detalle del mapa de Alicante del año 1859 realizado por el "Coronel, Teniente Coronel de Ingenieros D. Francisco Coello". vemos el Camino Real con dos líneas continuas y el proyecto de carretera Valencia Murcia con dos líneas de puntos; dicho trazado en proyecto finaliza en Altea; la comunicación directa con Valencia tardaría más tiempo en ser realidad, a partir de 1880.
El tardío desarrollo de la carretera a Valencia en el tramo de Mascarat, a causa de la complicada orografía, explica que  en Benidorm el turismo valenciano apenas tenga importancia en el siglo XIX. 




Para Benidorm y la Marina Baixa otra vía de comunicación importante del siglo XIX  fue la carretera que entonces se denominó Benidorm-Pego y actualmente CV-70 y CV-715. Entró en funcionamiento en 1890 y facilitó la salida al mar a personas y productos del interior montañoso de Alicante. Como dato curioso se puede señalar que su diseño y supervisión correspondió a un alcoyano, el ingeniero de Obras Públicas Juan Miró Moltó, padre del escritor Gabriel Miró que por esta causa conoció Polop y quedó profundamente vinculado a él y también a las otras poblaciones de la Marina. Esta carretera acabaría siendo una de las rutas Benidorm-Alcoi. La otra posibilidad era ir de Alcoi a Alicante y de Alicante a Benidorm. A finales del siglo XIX y principios del XX los veraneantes alcoyanos acabaron siendo muy importantes en Benidorm.


Visitantes ilustres de Benidorm.
Benidorm tuvo algunos veraneantes muy ilustres como Emilio Castelar y Ripoll (1832-1899). Fue un notable político, historiador, periodista y escritor, famoso por la elegancia de su oratoria parlamentaria. Pasó su infancia en Elda y estudió el bachillerato en Alicante, trasladándose a Madrid en 1848 para cursar los estudios de Derecho. Ya antes de finalizar su carrera se había iniciado en la política y el periodismo. En 1857 consiguió la Cátedra de Historia Crítica y Filosófica de España en la Universidad Central de Madrid. Elegido parlamentario, fue presidente de las Cortes de la I República y presidente de la misma  unos meses, entre 1873 y 1874. 
Su primera estancia en Benidorm la describió él mismo en el artículo titulado  “Benidorm, 1º de setiembre de 1859”, publicado en “Ensayos literarios…” Había acudido porque era amigo de la infancia del alcalde Francisco de Paula Orts y Llorca. Gracias a él conoció al senador Juan Thous y Carrera, en cuya casa acabaría alojándose durante cuatro veranos más. En teoría el objetivo de su  estancia en Benidorm era tener un lugar tranquilo para escribir. La realidad fueron unos días muy agradables de descanso, de contacto con las gentes, de paseos por tierra y por mar y sobre todo de buena gastronomía, porque Don Emilio fue un entusiasta de la alimentación, sencilla pero exquisita, de aquel pueblecito mediterráneo. 
Según escribió Pedro Zaragoza "En otra ocasión vino a visitarle su editor desde Madrid, para recogerle, con urgencia, unas pruebas de su último libro, que debía corregir D. Emilio, quien con tranquilidad le contestó que a pesar de las semanas pasadas en Benidorm, no había tenido tiempo más que para descansar y dormir. El editor regresó a la capital con las manos vacías". 
Castelar dejó buen recuerdo en Benidorm y tres años después de su muerte, el ayuntamiento puso su nombre a una plaza. Para ello tuvo que recortar la parte de la plaza del Castillo que daba a la iglesia y a la casa de Juan Thous. Fue en 1899 y el motivo, según consta en el acta municipal, era que durante su estancia en Benidorm escribió “algunas de las obras que le han hecho inmortal, durante los cinco años que veraneó en esta población.

Un homenaje merecido porque Emilio Castelar dio a conocer con sus escritos las posibilidades de Benidorm como lugar de veraneo. Como muestra sirve un artículo fechado el 1-9-1859 y publicado en el periódico “La Discusión” que constituyó una buena promoción para Benidorm, acercando a los madrileños aquel pequeño pueblo perdido en el azul Mediterráneo. Describía cómo había compartido una jornada veraniega con pescadores de Benidorm: "Preciso es confesar que si he ido buscando la naturaleza, la he encontrado en este pueblo; la naturaleza, cuyo esplendor no puede conocerse en ese árido y empolvado Madrid. Una tarde estábamos varios amigos bañándonos, y pasaron en una lancha algunos pescadores. Los detuvimos, y les rogamos que nos consintieran auxiliarles en su pesca. Subimos a la lancha, dimos fuerza a los remos, bogamos, tendimos las redes con cuidado, tornamos a tierra, cogimos la cuerda como todos hacían, tiramos con esfuerzo pero con alegría, porque el gran peso de la red nos aseguraba gran pesca, y después de algún esfuerzo vimos con un placer sin igual a nuestras plantas saliendo vivos, como si estuvieran aún en su propia atmósfera, peces de todos tamaños, de mil varios matices, que eran recibidos por los pescadores con grandes gritos de entusiasmo: sencillo, pero tierno cuadro; la barca en el mar, las redes en la arena, los pescados saltando, la alegría pintada en todos los semblantes” 
Castelar describe perfectamente los elementos que según las teorías higienistas de la época hacían saludable la estancia veraniega en los pueblos del litoral. Era la combinación del efecto benéfico del sol, del mar, del aire puro y de la alimentación sencilla pero natural junto con una población volcada en el visitante. Esos elementos del siglo XIX crearon las bases de una incipiente actividad turística que Benidorm nunca abandonó. 

Según Pedro María Orts Berdín "acudían en verano muchas familias de Madrid, Toledo, Ávila, Albacete y otras provincias del interior á tomar baños de mar, que son excelentes por sus cristalinas aguas y finas arenas, entre ellas la del eminente tribuno D. Emilio Castelar, general Salcedo, inspector general de ingenieros Sr. Pino, el célebre químico Muñoz Luna y otra porción de personas ilustres" (Apuntes históricos de Benidorm, pág. 247) 

También veraneó en Benidorm Francisco de Paula Canalejas Casas, catedrático de Literatura de la Universidad de Madrid y tío de José Canalejas Méndez (1854-1912), que llegó a ser Presidente del Consejo de Ministros. 
Francisco de Paula acudió a Benidorm por amistad con Emilio Castelar y le acompañó su hija Leonor Canalejas Morayta. Francisco de Paula murió en 1883 y su hija Leonor  continuó veraneando en Benidorm donde compró una casa que daba por un lado a la actual Plaça del Torrejó y por otro a la actual calle Metge Cosme Bayona, donde tenía su entrada. 
En 1912 Benidorm, igual que el resto de España, quedó conmocionado cuando conoció el asesinato del Presidente del Gobierno y primo de Leonor Canalejas. Cayó abatido a tiros por el anarquista Manuel Pardiñas Serrano cuando miraba el escaparate de una librería en la madrileña Puerta del Sol. Cuatro días después el municipio de Benidorm puso el nombre de Canalejas a la plaza en que la que estaba ubicada la casa de Leonor: "El Ayuntamiento por espontaneo y unanime acuerdo expresó su deseo de honrar la memoria del malogrado hombre publico Excmo. Sr. Don José Canalejas y Mendez, dando el nombre de "Plaza Canalejas" la que hoy figura con el de "Plaza de Cazorla", entre cuyos edificios que la circundan está enclavada la casa que en esta población adquirió Dª Leonor Canalejas, de la familia del nunca bastante llorado Presidente del Consejo de Ministros". 
Posteriormente, en 1924, Leonor donó su casa al municipio para que se dedicase a escuela pública de niños y niñas. El edificio se transformó en escuela en 1931, con la II República. Aunque le pusieron su nombre, no cumplieron completamente su voluntad ya que fue escuela de niños, no mixta. Cuando a principios de la década de 1960 se construyó el primer grupo escolar de Benidorm se  le puso de nombre "Leonor Canalejas" y aún hoy sigue como escuela pública. La casa y escuela de niños fue derribada y sobre su solar se construyó el edificio del Ayuntamiento; sigue siendo propiedad municipal y hoy lo ocupan la oficina de turismo y otras dependencias. Se cambió el nombre de Plaza de Canalejas por el de Plaza del Ayuntamiento y tras la creación del actual Ayuntamiento por el de Plaça del Torrejó. 
Leonor Canalejas, que nunca se casó, se distinguió por su labor filantrópica en Barcelona a favor de los niños de las clases bajas juntamente con su prima Leonor Canalejas Fustegueras de Farga. Destacó colaborando en la lucha contra la tuberculosis y fue la instigadora de premios a "madres pobres" entregando ayudas en metálico a aquellas mujeres que, con mayor índice de pobreza y mayor número de hijos, los tuvieran más aseados y mejor alimentados.


Las teorías higienistas preconizaron la estancia en los pueblos costeros a causa de los efectos saludables del sol, el agua del mar y la vida del campo. A esa motivación se unió posteriormente el ocio y el prestigio social que implicaba poder veranear. En la imagen veraneantes en la playa de Levante con Serra Gelada al fondo. A la derecha una caseta de baño.




Las primeras instalaciones turísticas.
Ya hemos visto que el ferrocarril Madrid-Alicante permitía que las clases medias pudiesen acceder al veraneo en el Mediterráneo. Muchos se quedaban en Alicante pero algunos se atrevieron a tomar un coche-diligencia y llegar a Benidorm en unas 5 horas y media. Había tres servicios diarios: por la mañana, a mediodía y a medianoche. Así fue como llegaron muchos visitantes madrileños a Benidorm. En su honor se puso más tarde el nombre de Avenida de Madrid a una importante calle que va paralela a la playa de Levante. 
Para esos veraneantes se construyó en el año 1865 el “Hostal la Mayora”. Estaba situado en la calle actualmente denominada Passeig de la Carretera, esquina calle la Palma, donde paraban las diligencias y se hacía el cambio de caballerías. 

Como había muy pocos hoteles también era habitual alquilar casas particulares. Según Tomás Mazón “en el periodo estival, los habitantes de Benidorm abandonaban sus casas del pueblo y se trasladaban a la huerta con el fin de alquilárselas a los turistas que comenzaban a desplazarse a este bello rincón del Mar Mediterráneo. Así, estas familias conseguían unas rentas complementarias para mejorar sus magras economías domésticas.

También se creó para ellos el “Grande Establecimiento de Baños de Mar de la Virgen del Sufragio en el pueblo de Benidorm  propiedad de Don Francisco Ronda y Galindo".  Fue inaugurado en 1870  según escribió Juan Díaz ("Benidorm", Generalitat Valenciana, 2011). De este establecimiento se ha conservado un folleto informativo que según dicho autor es del año 1880 pero que según el boletín municipal de 1993 es posterior, del año 1893. El problema surge porque dicho escrito no lleva fecha así que se ha recurrido a las tradiciones orales que a veces no se ponen de acuerdo. Está claro que debe ser posterior a 1880 porque se cita la ruta en diligencia Vergel-Benidorm que sólo fue posible tras la apertura del túnel del Mascarat. También está muy claro que se trata de "la primera publicidad turística documentada" sobre Benidorm.

El folleto nació porque la crisis económica había hecho disminuir la llegada de visitantes. Así lo exponía en 1880 una carta enviada desde Benidorm al director de "El Correo" en la que se indican como causas el olvido de la promoción hecha por Emilio Castelar, la crisis económica y la preferencia por las playas más frescas del Cantábrico.  El artículo nos indica que la disminución de visitantes preocupaba en Benidorm desde varios años antes y que se intentaba recuperar su promoción:
Benidorm 18 de Setiembre de 1880
Señor director de El Correo.
Aunque todo este término está sembrado de cómodas alquerías y bonitas fincas de recreo, no es de los puntos favorecidos por la moda ni frecuentados por los forasteros. Hubo un tiempo en que venían aquí á pasar el verano muchas familias de Madrid, atraídas por la pluma de Castelar, á quien se debe una serie de artículos descriptivos de estas bellísimas comarcas. El elocuente orador era aquí objeto de grandes simpatías y demostraciones de afecto. Antes de su paso por el poder, y en la época de propaganda, solía pasar el estío en los pueblos de la Marina y especialmente en Benidorm, residencia del Sr. Thous, uno de sus más íntimos amigos.
Con el transcurso de los años aquellos artículos se han olvidado, y sea porque el país se halla en decadencia y nadie se interesa por su prosperidad, sea por la preocupación de que las costas del Mediterráneo son las más cálidas de la Península, ello es lo cierto que pocos conocen las inmensas ventajas y comodidades que ofrecen estas playas para tomar los baños y son muy contadas las familias que pasan tranquila y sosegadamente en medio de estas frescas arboledas la temporada de verano.

 Creo que el citado folleto es un documento que vale la pena examinar con detalle porque, como afirmó Roc Gregori Aznar en una charla en AGORABEN, a pesar de su antigüedad de 125 años, contiene en germen muchos elementos del turismo actual. 
De todas formas es hijo de su tiempo: aún no había surgido la cultura de la imagen y la publicidad es todo texto, sin dibujos ni logos que captasen de golpe el interés del posible lector. Para hacer atractivo un texto tan extenso sólo utiliza recursos de tipografía: mayúsculas que alternan sus diferentes tamaños y distintos tipos de letras.


Fragmento del texto publicitario del balneario Virgen del Sufragio. La imagen completa fue publicada en 1993 en el boletín municipal de Benidorm indicando que se cumplía su centenario.


El texto comienza indicando que Francisco Ronda había detectado la presencia en Benidorm de familias madrileñas y alcoyanas que querían beneficiarse de las propiedades saludables de los baños de mar. Por eso había construido un balneario cómodo y económico en el principio de la playa  desde donde se podían disfrutar también de las vistas del mar, la isla y el promontorio de Canfali: "Visto por el dueño de este establecimiento las muchas familias que de Madrid, Alcoy y otras poblaciones del interior de España acuden á este pueblo á tomar los baños de mar, ha creido necesaria la construccion de un balneario que reuniese condiciones de comodidad y recreo, al par que economía; y al efecto, ha levantado una hermosa casa de baños situada á la misma orilla de este mar tranquilo, y al extremo de una extensísima playa, donde con toda comodidad pueda solazarse el bañista, y al mismo tiempo que se aproveche de tan saludables aguas, recree su ánimo en la contemplacion del grandioso panorama que desde este sitio se distingue".

La familia Ronda mostró iniciativa empresarial porque además de este balneario disponía de un casino junto a la entonces carretera, frente al puerto, y de un local para teatro en la calle Condestable Zaragoza que, tras el advenimiento del cine, también se dedicó a la proyección de films. Para asegurarse el suministro eléctrico del cine, que en aquella época se interrumpía muy a menudo, creó su propia empresa de electricidad y en 1931 aparece un Francisco Ronda, ya muy mayor, negociando el contrato de suministro eléctrico del Ayuntamiento de Benidorm. Una familia emprendedora, los Ronda.

 
Fotografía del principio de la playa de Levante donde estaba situado el balneario Virgen del Sufragio. Su fecha corresponde con la primera década del siglo XX.


Otra imagen del principio de la playa de Levante, similar a la anterior pero con una casa más grande y moderna en lo alto de Canfali. Es anterior a 1920 pero exceptuando dicha gran casa, sigue siendo el paisaje que se vería desde el balneario Virgen del Sufragio.


A continuación el folleto alude a una caída del número de visitantes estivales en Benidorm y desgraciadamente no nos indica las causas. El objetivo de este escrito es recuperar esos visitantes: "No dudamos, pues, que muchas de las familias que desde hace algunos años han dejado de favorecernos con su visita veraniega, acudirán otra vez á este hermoso pueblo, cuyas playas es sabido de todos, rivalizan con las mejores de España".

Para que vuelvan los visitantes se insiste en la bondad de las instalaciones del balneario: "D. Francisco Ronda no ha omitido gasto ni sacrificio alguno para montar este establecimiento  á la altura de los más modernos adelantos, para que los que concurran á esta poblacion en la época del calor, hallen en este centro cuantas comodidades puedan apetecer." 

Y tal como exigían las costumbres de la época caballeros y señoras tenían instalaciones separadas, todas ellas convenientemente dotadas de elementos para la higiene personal: "Los baños para caballeros, se hallan convenientemente separados de los de señoras, y en ambos hay habitaciones para varias personas y para una sola; dichos cuartos están convenientemente alhajados con sillas, lavabo, toallas, peines y todo cuanto el aseo y la limpieza requiere. Se sirven además trajes para baños, tanto de caballero como de señora, á precios sumamente módicos."

El párrafo siguiente es muy interesante porque muestra las dos motivaciones que tenían nuestros antepasados para ir a veranear. Habla de la salud pero pone en primer lugar el simple ocio "buscar las delicias [...] de las poblaciones marítimas". Significa que estamos ante lo que hoy entendemos por turismo que según la definición de la Organización Mundial del Turismo es el conjunto de "las actividades que realizan las personas durante sus viajes y estancias en lugares distintos a su entorno habitual por un período de tiempo consecutivo inferior a un año, con fines de ocio, negocios u otros". Francisco Ronda no habla de negocios pero la finalidad de la salud cabe en "otros". 
Según Francisco Ronda el visitante encontraría en Benidorm unas magníficas condiciones de clima, playa, alimentación y, por supuesto, su balneario: "Aseguramos, pues, á todas aquellas familias que hayan de abandonar su residencia habitual en la época de calor, bien para buscar las delicias que en esta estación del año proporcionan las poblaciones marítimas, bien por indicación ó dictámen facultativo, que en ninguna otra parte encontrarán clima más benigno, playas más deliciosas, alimentación más sana y barata y establecimiento balneario que reuna mejores condiciones para el bañista, que el que tienen el gusto de ofrecer al público don Francisco Ronda, en el pueblo de BENIDORM (PROVINCIA DE ALICANTE)".

El escrito finaliza con tres notas que añaden elementos destinados a atraer el interés del visitante y facilitarle que pueda materializarlo con facilidad. La primera nota establece lo que hoy denominamos un servicio de lanzaderas es decir de enlace entre las principales estaciones de ferrocarril y Benidorm. Según la Gran Enciclopedia del Turismo Español lanzadera es "Servicio de transporte de un punto a otro en sucesión permanente". Y eso es lo que indicaba Francisco Ronda, que informaba sobre el lugar y hora donde tomar, en Alicante y en Vergel, la diligencia hasta Benidorm. Desgraciadamente se ha borrado el texto donde se indica la primera salida desde Alicante; debería ser las 8 o las 9 horas: "NOTA.─ Todas aquellas personas que deseen venir á esta población pasando por Alicante ó Vergel, encontrarán en Alicante en la posada de la Balseta, coches-diligencias diarios que salen directamente para esta villa, a las [?] de la mañana, 1 de la tarde y 12 de la noche. Y en Vergel, á la hora de la llegada del tren". 

Junto a ese servicio estándar cabía el personalizado si se escribía con antelación suficiente al Sr. Ronda que se encargaría de hacer llegar un coche de caballos al punto elegido por el cliente: "Además, todos los que quieran coches particulares, pueden dirigirse anticipadamente á D. Francisco Ronda, que los mandará servir en el sitio y hora que tengan por conveniente". 

La segunda nota nos muestra un complemento de la oferta del balneario: el de agencia inmobiliaria que suministraba el servicio de alquiler de viviendas para el alojamiento estival. Habla también de pupilaje que según el diccionario RAE significa casa donde se reciben huéspedes, indicando que Francisco Ronda también tenía su propio alojamiento para los veraneantes: "OTRA.─ Se proporcionan por el mismo dueño, casas con todo su menaje para una familia, desde el módico precio de 3 pesetas diarias en adelante. ─ Pupilajes desde 3 pesetas".

La tercera y última nota es también muy interesante porque nos informa de los precios de los alimentos más frecuentes que los veraneantes podían adquirir en Benidorm. Falta el precio de la ternera que está borrado. Llama la atención que entre los diversos tipos de carne la gallina tenga el precio más alto seguido del pollo. Le siguen en precio los pescados mientras que las frutas y verduras tienen precios muy bajos en relación a los anteriores: "OTRA.─ Precios de comestibles, gran baratura. ─ Carne de carnero, 1 peseta kilo. ─ Id. de ternera, [ilegible] id. ─ Pollos, 1,50 uno. ─ Gallinas, 3 id. ─ Salmonetes y merluza, 1 peseta kilo. ─ Frutas como uva, melones, peras, [ilegible]as, melocotones, higos, etc., etc., á 10 céntimos kilo. ─ Verduras baratísimas". 

La conclusión del escrito no podía ser otra, pues esa era su finalidad: "CON QUE A VERANEAR, A VERANEAR".




Publicado en "El alicantino: diario católico" del 4 de julio de 1889




El tren-botijo y el turismo madrileño.
A finales del siglo XIX la costumbre de veranear fue calando entre la clase media-baja de Madrid. Para este público el periodista Ramiro Mestre Martínez creó lo que algunos han denominado la primera agencia de viajes al organizar de 1893 a 1917 un servicio especial de trenes a Alicante. 
Los medios económicos de esos viajeros no estaban a la altura de los que veraneaban en el Cantábrico pero lo tomaron con humor: Ramiro Mestre bautizó como  "botijo expreso" a sus trenes y a sus viajeros los nombró miembros de la "orden botijil". Su éxito se produjo porque proporcionó vacaciones económicas a los madrileños de clase media-baja. 
Como redactor del diario La Correspondencia, narró en sus crónicas las incidencias del viaje Madrid-Alicante que era largo e incómodo. Aunque más adelante hubo trenes-botijo con destino a distintas ciudades, el primero y el que dio nombre a todos los demás fue el de Alicante.
El ambiente en esos trenes era de humor y camaradería con lo que el viaje se convertía en un atractivo más de las vacaciones. Tanto que la expresión “tren-botijo” al final significó la alegría de las vacaciones según otro periodista de aquellos años: "Y ya es sabido, que decir tren botijo, es sinónimo de tren de alegría, de bulla, de gresca continuada" (El Adelanto de Salmanca 28-5-1909).

Ramiro Mestre escribió sobre la segunda expedición de 1893 un divertido relato publicado el 5 de septiembre en "La Correspondencia". Ese segundo viaje había durado 20 horas. El tren llegó a Alicante sobre las 9,30 de la mañana del día 4 de septiembre después de haber salido de Madrid a las 13,30 del día anterior. En viajes posteriores se fue acortando el tiempo y el tren recorría los 400 km en unas catorce horas que finalmente se redujeron a 12. A pesar de tal reducción los viajeros se veían obligados a seguir llevando comida y agua en los botijos; de ahí el nombre de "tren-botijo". Para hacer llevadero el trayecto intentaban adaptar el vagón a sus necesidades, según el periodista:  "La animación crece. Varios individuos, provistos de unas piedras y algunos clavos, se preparan para hacer perchas donde colocar las americanas y demás prendas, mientras que otros colocan pañuelos en las ventanillas". Los empleados de la compañía lo impidieron pero con poco éxito; aquí emplea ya la palabra "turistas" pero en sentido irónico por la clase social de los viajeros ya que en aquellos tiempos ser "turista" tenía connotación elitistas: "No habíamos llegado aún a la estación de Villaverde, cuando entre los touristas que ocupaban el coche número 313 se desarrolló verdadero entusiasmo por continuar la obra emprendida poco antes de partir el tren de Madrid y evitada por los empleados de la empresa, y que consistía en colocar clavos en los testeros del carruaje para improvisar perchas. En efecto, diez minutos después el coche estaba convertido en una prendería. Se colgaron pañuelos, cazadoras, camisolas, botijos, botas con vino, botellas, cajas y todos los efectos que pudieran tener fácil adaptación".

Crónica sobre el viaje del segundo tren botijo publicada el 7 de septiembre de 1893 en "La Correspondencia de España"

La satisfacción de los clientes tras la vuelta del veraneo hizo que recomendaran el producto y así se extendió el deseo de viajar al litoral alicantino: "El entusiasmo de las gentes por trasladarse a la playa alicantina, ha subido de punto, desde que los viajeros que constituyeron la primera hornada que se coció el 20 del mes último, regresaron hace tres días a Madrid, y han expuesto a sus convecinos sus impresiones de viaje, hablándoles de ¡la mar!

En 1915 la organización de los viajes había mejorado. El diario "Alicante obrero" del 24 de junio de ese año publicaba la siguiente noticia que informaba del servicio de trenes especiales que se organizaba para los veraneantes. Habían aumentado el número de 6 a 10 saliendo desde la segunda quincena de julio hasta la primera de septiembre, ambas inclusive. La duración del viaje era de 12 horas, desde las 18 hasta las 6 del día siguiente: 
"Los botijos. El Patriarca de la órden Botijil y redactor de la «Correspondencia de España» don Ramiro Mestre Martínez, ha escrito una carta al señor alcalde, dándole cuenta de que los trenes especiales que este año visitarán nuestra población con motivo de la estación veraniega, serán diez en vez de los seis que hasta el pasado año venían. Dichos trenes se confeccionarán con material nuevo y llevarán tres coches de segunda y diez y nueve de tercera todos corridos como los del correo y saldrán de la Corte á las seis de la tarde de los días 12 19 y 26 de Julio: 2  9  16  23 y 30 de agosto y 6 y 13 de septiembre, llegando á esta capital á las seis de la mañana".

No todos los veraneantes del tren botijo eran madrileños. También las poblaciones cercanas a la línea Madrid-Alicante utilizaban el servicio. Ramiro Mestre citaba Alpera, Almansa, Caudete, Villena, Sax, Monovar y Novelda. Indicaba también que había hablado con los dueños de balnearios los cuales le informaron que ese año había descendido el número de bañistas, un descenso que como hemos visto también detectó el benidormí Francisco Ronda y le impulsó a hacer publicidad de su establecimiento. 


"La Correspondencia de España", 7-9-1893.


No todos los viajeros se quedaban en Alicante. Como señaló Ramiro Mestre "Gran número de los botijeristas llegados ayer, no se han quedado en Alicante, sino que han marchado a los pueblos inmediatos". Es decir que algunos tomaron la diligencia para llegar hasta Benidorm. Los viajes en trenes botijo se promocionaban como asequibles a todo el mundo y Francisco Ronda defendía la baratura de precios de Benidorm, en contraste con los precios más altos de los balnearios de Alicante. Así que en el siglo XIX Benidorm no fue destino para las clases altas. Eso vendría en el siglo siguiente, tras la Primera Guerra Mundial. 


Como conclusión sobre el turismo del siglo XIX en Benidorm queda claro que aunque esta incipiente actividad no se puede calificar de turística stricto sensu, no por ello deja de ser importante. Este turismo no fue capaz de transformar la vida y la economía de Benidorm de manera significativa. Fue considerado como un complemento de la tradicional economía agrícola y pesquera. Pero algunas de sus iniciativas constituyeron el punto de partida para el despegue de la actividad turística en la primera mitad del siglo XX. Ya había un conocimiento de las posibilidades naturales que ofrecía Benidorm: de sus playas de arenas finas y doradas, de sus aguas cristalinas, de su clima beneficioso, soleado e incomparable y de sus hermosísimas vistas. Se supieron aprovechas las facilidades abiertas por las nuevas vías de comunicación. Y también se constata que entre los benidormenses había una capacidad de iniciativa capaz de generar publicidad, servicios de lanzadera, de agencia inmobiliaria, etc.  Estamos en la antesala del turismo.  

miércoles, 28 de febrero de 2018

Plaza de la Constitución, importante enclave del Benidorm tradicional, dibujado por Sylvia Plath y descrito por Ted Hughes, denominada también plaza del Hostal, del Mesón, del Mercado, Mayor y del Calpí.




La plaza de la Constitución, a pesar de su reducido tamaño, es un espacio de ocio muy concurrido en el actual Benidorm. Predominan las actividades de "bares  y tapeo" por lo que algunos la denominan "la calle de los vinos". Comparte esta función con las calles próximas, especialmente con las de Santo Domingo y Passeig de la Carretera, por lo que esta zona también se denomina popularmente "zona de los vascos" ya que es una de las preferidas por los visitantes de Euzkadi.
Sin embargo no ha sido siempre así: en el siglo XIX y la primera mitad del XX era la plaza de mayor tamaño de la población y en ella se desarrollaban dos actividades económicas muy importantes para la época: alojaba viajeros en el hostal y suministraba alimentos a la población mediante su mercadillo. Hacia la década de 1930 se inició, tímidamente, la actividad que hoy resulta tan característica. Cuenta Vicente Llorca que en esos años los domingos y festivos, al finalizar la misa, los jóvenes solían invitar a las muchachas casaderas "a un vermut, bebida entonces muy de moda, ya en el Bar del Corrillo, recién abierto en la Plaza de la Constitución, frente al Hostal, o ya en el de La Marina". 
A la historia de este peculiar espacio del Benidorm tradicional dedico esta entrada de HISTOBENIDORM.


Francisco Amillo.





En el siglo XIX y primera mitad del XXS la Plaza de la Constitución estaba situada en el centro de Benidorm, lo que explica la importancia económica que adquirió en esos años.


En la Plaza de la Constitución confluyen las calles de Quatre Cantons, Santísima Trinidad, Martínez Oriola, Costera del Barco y Carmela Martínez. Es un espacio desde el cual se puede acceder tanto a lo alto del Castillo como a la parte llana del casco antiguo y por ello históricamente sirvió de nexo entre ambas zonas ya que estaba en su centro. La primera era la más antigua, de origen medieval, y la segunda fue desarrollándose a sus pies desde finales del siglo XVIII entre la calle de la Alameda y el Passeig de la Carretera. 

Esta situación central y la proximidad a la carretera propiciaron que se ubicaran en la plaza de la Constitución un mesón y el mercadillo, dos elementos que en algunos momentos le dieron su nombre. En 1914 era la mayor de las dos plazas de Benidorm según el historiador Francisco Figueras Pacheco: "Hay dos plazas: la Constitución y San Jaime; la primera es la mayor, y la segunda la que luce mejores edificios" [1]. 

No sabemos cuando se creó esta plaza ni si estuvo dentro del Benidorm amurallado de la Edad Media y de los siglos XVI y XVII. La muralla arrancaba en la Plaça del Torrejó, seguía por la calle Carmela Martínez y continuaba por la calle Quatre Cantons. La puerta de la villa, protegida por un foso con puente levadizo y con una torre encima, debía estar en la Calle Mayor.
Sí está claro que esta plaza de la Constitución se cita con posterioridad al derribo de las murallas. Entonces se empezó a edificar en el llano y surgieron nuevas calles entre las que destacó muy pronto la Alameda. 

Desconocemos la fecha del derribo de los muros defensivos pero todo indica que ya había concluido en 1782. Lo sabemos porque ese año se publicó un "Plano del fondeadero de Benidorm" y la muralla de la población no aparece pero sí la del Castillo. Lo mismo se observa en el "Plano de la rada de Benidorme" del año 1807 y en otro de 1813. Los tres planos son cartas náuticas por lo que en ellos prima la exactitud de los detalles que eran útiles para la navegación. El trazado de las calles del pueblo y de todos los puntos de tierra adentro es poco preciso pero aún así parece claro que la villa de Benidorm ya había perdido las murallas a fines del siglo XVIII.


"Plano de la Rada de Benidorme comprendida entre la Punta de Aguilo y la de Escaleta en las Peñas de Araví." Publicado en Madrid por la Dirección de Hidrografía, año 1813.  Aunque fue realizado mientras Benidorm estaba ocupado por las tropas napoleónicas utiliza el meridiano de Cádiz para las coordenadas y la braza de Burgos para las profundidades.


Derribadas las murallas el pueblo se extendió ocupando todo el plano inclinado de Canfali hasta llegar al Camino Real (carretera Alicante-Valencia a partir de 1868) y también el llano, surgiendo la calle de la Alameda, citada en 1803. El casco urbano siguió extendiéndose por el espacio comprendido entre esta calle y el Camino Real. En esos momentos de finales del siglo XVIII o muy a principios del XIX es cuando debió surgir la plaza de la Constitución que ya existía durante la Guerra de la Independencia.



El nombre de plaza de la Constitución.
A lo largo del tiempo esta plaza ha recibido varios nombres [2]. El actual de Plaza de la Constitución ha sido el más utilizado a lo largo del tiempo pero no es el más antiguo ya que la primera vez que se denomina así es en el Registro Civil del año 1842; antes había sido plaza del Mesón (1812, repetido en 1842). También se denominó del Mercado, así citada por vez primera en 1813 y también repetido en 1842. Es decir que en un mismo año la plaza se denominaba de tres formas distintas. Hay que suponer que la denominación oficial sería Plaza de la Constitución y las otras dos eran formas coloquiales que perpetuaban nombres más antiguos. En 1848 aparece denominada como Plaza Mayor, pero este nombre sólo lo recibe en el siglo XIX, mientras que los anteriores se repiten también en el XX. A partir del desarrollo turístico ha recibido la denominación  popular (no oficial) de plaza del Calpí porque durante muchos años hubo allí un bar de ese nombre.

¿A cuál de las Constituciones españolas alude el nombre actual? Para Pasqual Almiñana era la aprobada por las Cortes de Cádiz de 1812: "El topónim de la Constitució, tot i no disposar de l'Acta Municipal que ho acredita, és per conmemorar la Constitució de 1812." En apoyo de esta tesis estaría el decreto de las Cortes de Cádiz del 14 de agosto de ese año 1812 en el que se mandaba "Que la plaza principal de todos los pueblos de las Españas [...] sea denominada en lo sucesivo Plaza de la Constitución" [3]. 



"Colección de los decretos y órdenes que han expedido las Cortes Generales y Extraordinarias desde 24 de mayo de 1812 hasta 24 de febrero de 1813. Tomo III, pág. 52 y 53












Pero hay un inconveniente para esta hipótesis. En Benidorm era imposible cumplir esa orden ya que cuando se publicó estaba ocupado por una guarnición francesa. Las tropas napoleónicas estuvieron en el pueblo desde marzo de 1812 hasta el mismo mes de 1813. Fortificaron el Castillo y pusieron una batería de artillería en tierra. Este contingente estaba formado por ochenta genoveses y doscientos franceses.

A partir de marzo de 1813, tras la retirada francesa, ya se podría haber cumplido la orden de las Cortes de Cádiz, pero es algo de lo que no tenemos pruebas. De todas formas, este cambio de nombre de la plaza, si se hubiese producido, habría durado muy poco ya que Fernando VII, que había vuelto a España el 22 de marzo de 1814, promulgó el 4 de mayo de dicho año un decreto que restablecía la monarquía absoluta y declaraba nula y sin efecto toda la obra de las Cortes de Cádiz: "mi real ánimo es [...] declarar aquella Constitución  [de 1812] y aquellos decretos [de las Cortes de Cádiz] nulos y de ningún valor ni efecto, ahora ni en tiempo alguno, como si no hubiesen pasado jamás tales actos y se quitasen de en medio del tiempo, y sin obligación en mis pueblos y súbditos de cualquiera clase y condición a cumplirlos ni guardarlos" [4].

Por todo ello no se puede descartar que en realidad el nombre de Plaza de la Constitución se refiera a otra posterior, la de de 1837, promulgada tras la eliminación del absolutismo monárquico. Esta Constitución pretendía aunar las ideas de las dos ideologías liberales de la época (progresistas y conservadores), ambas unidas en la lucha contra el carlismo. Buscaba consolidar el régimen constitucional en España limitando el poder de los gobernantes y garantizando algunos de los derechos ciudadanos recientemente conseguidos. 
Este nombre perduró hasta la época de Pedro Zaragoza que en 1960 lo cambió por el de plaza del Mercado. Sin embargo tras la democracia se volvió a recuperar el de Constitución que sigue vigente.



Plaza del Mesón o de l'Hostal.
Otro de los nombres de la plaza fue del Mesón, citado por vez primera a principios del siglo XIX, en 1812, es decir en plena Guerra de la Independencia. Hace referencia a un elemento característico del Antiguo Régimen: l'hostal en valenciano, el mesón o la venta en castellano. En la literatura del Siglo de Oro, y especialmente en Cervantes, es un elemento que aparece con frecuencia. Los viajes en aquellos siglos eran lentos y era preciso pasar la noche en ellos a lo largo de las muchas jornadas que duraban. Por eso en la mayoría de los pueblos había hostales para alojar viajeros, caballerías y carros.


El hostal de la Plaza de la Constitución hacia 1960. La gran puerta central estaba habilitada para el paso de carruajes. Debía tener un establo para las caballerías de arrieros y viajeros.

En Benidorm se cita la existencia de un hostal en el informe que el virrey Vespasiano Gonzaga envió a Felipe II en 1575. Indica que el pueblo estaba deshabitado y que sólo lo ocupaban pescadores, suponemos que en la temporada de pesca. Se alojaban en el hostal que era de propiedad del señor territorial: "Havia dentro casas las quales agora estan destruydas todas. Y solo un meson hay para Pescadores. Tiene agua de Algive" [5]. 
En el siglo XVII cuando Beatriz Fajardo repobló Benidorm cargó sus señoríos con un "censal" (una especie de préstamo hipotecario) porque necesitaba construir algunas infraestructuras, entre ellas dos hostales: "en Benidorm i la Nunsia [Nucia] se han de fer un forn i un hostal" [6] . El hostal era un monopolio señorial, es decir un negocio que sólo podía instalar el señor territorial aunque no lo explotaba directamente: cada año lo alquilaba al mejor postor. Lógicamente este hostal del siglo XVII tenía que estar dentro de las murallas pues en esos momentos la inseguridad por causa de los ataques corsarios era muy grande. El hostal que aún existía en la década de 1950 se construyó en un espacio que estaba fuera de ellas y por tanto podemos pensar que data de finales del siglo XVIII o de principios del XIX

Como ya he dicho no conocemos la fecha exacta de la creación de la plaza de la Constitución pero en 1812 ésta ya  existía y albergaba el hostal. Tras la abolición definitiva del Régimen Señorial en 1837 la nobleza perdió sus monopolios, entre ellos los hostales, la inmensa mayoría de los cuales fueron vendidos por los antiguos señores. Eso es lo que pasó en Benidorm aunque desconocemos la fecha en que se produjo.


"La Casera es única", fotografía de Patty Stratton. La autora no indica la fecha, que debió ser hacia 1957 o 1958. Vemos los últimos vendedores y clientes del mercadillo y el hostal al fondo. Este hostal, al estar situado fuera de las antiguas murallas, debió se construido a finales del siglo XVIII o principios de XIX.


El hostal tradicional dejó de tener sentido a partir de 1914 con el "Trenet" y mucho más a partir de 1930 con el incremento del parque automovilístico. Los desplazamientos ganaron en rapidez y no se hacían con caballerías por lo que los hostales se convirtieron en establecimientos sólo para personas, es decir con el concepto actual de hostal. Cuando en 1950 el alcalde Pedro Zaragoza encaminó Benidorm por la senda del desarrollo turístico era un negocio poco rentable porque sólo podía acoger un número reducido de turistas. Se pensó en derribarlo y el almirante Julio Guillén Tato salió en su defensa. El 7 de  julio de 1962 dirigía una carta al Ayuntamiento de Benidorm  que fue publicada en el Boletín municipal nº 35 de dicho mes y año:
"Entre los pocos edificios interesantes que van quedando con marcado carácter, figura el hostal de la plaza de la Constitución, número 14, tan importante en la historia local que dio nombre a la calle trasera en donde está enclavado.
Pocas son las antiguas posadas que van quedando en la provincia y este hostal es de lo más característico con sus dos zaguanes de arcos de piedra tosca y su aspecto gracioso.
La conservación de lo más característico es deber del Ayuntamiento que ya exige en sus Ordenanzas de la construcción el que los edificios de la Villa vieja conserven el carácter local.
En meritos [sic] de lo expuesto, el Cronista que suscribe tiene el honor de proponer a V.S. que los porches y patio del referido hostal sean declarados monumento de interés histórico local, al amparo de la legislación que protege el patrimonio histórico-artístico de las provincias y municipios.
Lo que obliga, no sólo a respetar lo anunciado, sino asimismo, con arreglo a la ordenanza de construcción a que el proyecto de su posible modificación o reconstrucción sea cuidadosamente criticado e informado con miras a que no desaparezcan sus elementos más adjetivos y sujestivos [sic]."

No hicieron caso a Don Julio y el antiguo hostal fue derribado. Primaron más los intereses económicos a corto plazo que la preservación de tan interesante elemento patrimonial, testimonio del pasado.
Guillén Tato había defendido también rehabilitar el casco histórico de Benidorm manteniendo su aspecto de pueblo tradicional, agrícola y marinero. No era partidario de la edificación en altura sino de conservar las alturas tradicionales que iban de una a tres. Eso permitía calles con mucha luz y una baja densidad de ocupación que hacía agradable la vida de unos vecinos que se conocían todos. Tampoco le hicieron caso y se edificó en altura y las calles se convirtieron en estrechas, oscuras y con una alta densidad de ocupación. Las plantas bajas se llenaron de locales de ocio que aumentaron la masificación del barrio y lo volvieron ruidoso. Los actuales vecinos se quejan de esos inconvenientes, que son reales, pero también son la herencia de unas decisiones tomadas por sus antecesores teniendo presente sólo el corto plazo, algo de lo que no se pudo acusar a Julio Guillén Tato.



Fotografía de Simeón de la calle Costera del Barco antes de su adecuación según las directrices de Guillén Tato. Se observa el pavimento de tierra y el mercadillo de la Plaza de la Constitución.



Fotografía de Quico mostrando el nuevo pavimento de aspecto tradicional y la incorporación de un arco para darle una apariencia de casco histórico. En 1956 se cambió el nombre de calle de la Paz por el de Costera del Barco para aludir a la tradición marinera de Benidorm.



Plaza del Mercado.
Otro nombre que ha recibido la plaza de la Constitución a lo largo de los siglos XIX y XX fue la del Mercado porque en ella se vendían los productos típicos de los mercadillos, sobre todo alimentos. 
En la documentación se observa que los días de celebración de este mercadillo varían según épocas. En 1914 Figueras Pacheco indicaba que se celebraba un solo día a la semana, los miércoles, siendo esta una tradición que perdura en nuestros días: "El mercado se celebra los miércoles en la plaza de la Constitución y calle de la Alameda" [7].
En 1937 en las actas municipales se indicaba que con el fin de facilitar la adquisición de alimentos el alcalde proponía que el mercadillo que se celebraba un día por semana en la Plaza de la Constitución se pudiese celebrar todos los días del verano durante una hora, de 7 a 8 de la mañana: "una hora reglamentaria durante el verano para dar principio a la venta de mercancías en la plaza de Abastos de esta villa" [8]. 
También había en esta plaza una pescadería de propiedad municipal que complementaba la oferta de productos agrícolas. En las actas municipales se recoge cómo el Ayuntamiento se preocupaba por su adecuación y limpieza, ya que si se descuidaban producían malos olores y una mala imagen de cara al turismo.

Este mercado era una fuente de ingresos para el municipio y por eso el Ayuntamiento pagaba por la limpieza de la plaza de la Constitución y de la pescadería. En la contabilidad municipal de 1928 y 1929 figuran pagos a Miguel Soler Llinares por ese concepto. Era una excepción ya que durante muchos años las amas de casa de Benidorm se encargaron de limpiar el tramo de calle frente a su domicilio y como eran de tierra lo regaban cuando era necesario para evitar el polvo.

Parece ser que posteriormente se aumentó el número de días a la semana en los que se celebraba el mercadillo. Vicente Llorca Zaragoza habla de miércoles, sábados y domingos como más importantes: «Normalizada la vida diaria, la gente acudía a la plaza o mercado sito en la Plaza de la Constitución, así como a la pescadería cercana, ampliándose este servicio los miércoles y domingos, días en los que aumentaba el número de proveedores bajados de Callosa, Finestrat y Polop, destacándose la jornada del sábado en la que María la Cuerda, trasladábase desde La Nucia para ofrecer al público "refinado" las excelentes "botífarres i blanquets" que constituían una delicia para el paladar» [9].

Cuando a partir de 1950 empezó a desarrollarse la actividad turística la vida no cambió de golpe sino que hubo una transición suave del modelo tradicional al actual. Eso se notó por la persistencia del mercadillo diario en la plaza de la Constitución aunque extendiéndose también por algunas calles adyacentes como Santo Domingo, Martínez Oriola o San Miguel. Su final vendría a principios de la década de 1970 con la construcción del Mercado Municipal en la calle Tomás Ortuño.
Para este período contamos con bastantes fotografías, destacando las de la norteamericana Patty Stratton y el alemán Albert Becker. 


El mercado de la plaza de la Constitución según una fotografía del alemán Albert Becker. Para los turistas extranjeros de la década de 1950 constituía un espectáculo muy peculiar que les recordaba la Edad Media.


Para este período resulta también muy interesante el testimonio de la gran escritora Sylvia Plath que tras casarse en junio de 1956 con el poeta inglés Ted Hughes pasó una parte de su luna de miel en Benidorm. Según dejó escrito: 
Después de un duro invierno británico, buscamos el calor del sol en un pequeño pueblo de pescadores, Benidorm, al borde del Mediterráneo, para un verano de estudio y dibujo.
Aquí, a pesar de los hoteles turísticos a lo largo de la orilla, los nativos viven de una manera tan sencilla y pacífica como lo han hecho durante siglos, pescando, cultivando la tierra y atendiendo a sus pollos, conejos y cabras.
Todas las mañanas nos levantamos temprano para oír el repique de la esquilas de las cabras cuando el pastor cruza la calle conduciendo a su hato de cabras negras hacia los pastos…
El mercado al aire libre comienza a la salida del sol. Los nativos despliegan sus artículos sobre mesas de madera o esteras de juncos en los cruces entre pueblos blancos que refulgen al sol como cristales de sal.
Mujeres campesinas vestidas de negro regatean con los vendedores por las sandías, higos envueltos en sus propias hojas, ciruelas amarillas, pimientos verdes, coronas de ajos, higos chumbos. Dos cestas de paja que cuelgan de una balanza sirven de báscula y piedras corrientes se usan como pesas.
Una mujer sostiene un pollo negro que aletea y chilla mientras ella continúa haciendo la compra tranquilamente…
Por la mañana, en los mostradores se apilan sardinas plateadas junto a algunos cangrejos y almejas. Peces extraños de todas las formas y tamaños yacen unos junto a otros, moteados o estriados, con el brillo del arcoíris en sus aletas.
Hay peces pequeños con franjas negras en básculas relucientes azul pálido, pescado destellante rosa y rojo, y una morena de ojos negros con el dorso surcado por un espléndido brocado amarillo.
Nunca tuvimos ánimo suficiente para elegir nuestra cena de entre la pila de pulpos, con sus largas patas enredadas y enroscadas como una pila de gusanos resbaladizos.
Toda nuestra comida y bebida proviene de las granjas de los alrededores" [10]. 

Sylvia Plath fue también una excelente dibujante que solía ilustrar sus escritos con dibujos a pluma. Ted Hugues, en el libro "Cartas de aniversario" incluye el poema "Drawing" ambientado en el mercadillo de la plaza de la Constitución: 
"EI tiempo se abría 
cuando dibujabas en el mercado
de Benidorm.
[...] Pasaban las horas. La gente de las paradas
venía a mirar si les habías dibujado bien.
[...] Todos te rodeaban para aplaudir tu dibujo.
Tu seguías dibujando tenazmente, sin perder detalle,
hasta que lograbas captar la escena entera.
 [...] La paciencia,
las cejas arrugadas, mordiéndote los labios,
hizo realidad el dibujo
de un mercado que dormía aún
en la Edad Media" [11].



La Festa de la Carxofa: recuperación de una celebración tradicional en la Plaza de la Constitución.
El tercer sábado de noviembre, una semana después de las fiestas patronales, tiene lugar en esta plaza la fiesta de la Carxofa (Alcachofa) que dura dos días: sábado y domingo. El nombre alude al tradicional mercadillo donde la venta de frutas y verduras ocupaba un lugar muy importante. 
Se ha escrito en algunos medios que es una fiesta "milenaria" algo de todo punto imposible; si se dijera centenaria podría ser cierto. También se dice que es su fiesta más ancestral, algo indemostrable porque esta fiesta no tiene referencias escritas anteriores al siglo XX. Es una situación muy distinta a la de la Virgen del Sufragio, de la que hay documentos indicando que se celebraba ya a mediados del siglo XIX.


Se trata de una festividad rescatada por los vecinos. Yo no he encontrado nada en la documentación pero se afirma en Benidorm que antiguamente muchas calles celebraban alguna fiesta sólo para ella, generalmente de tipo religioso. La "festa de la carxofa" se había celebrado, según dicha tradición, hasta la Guerra Civil y tras la paz ya no se reanudó. Se volvió a instaurar a partir de la democracia. Miguel Rosera, Juan “El Calpí” y Miguel “Corrillo” junto con otros amigos la refundaron el 18 de noviembre de 1978. Su emplazamiento fue de nuevo la citada plaza de la Constitución y volvieron a construir la gran alcachofa de cartón que es su símbolo característico. 
De ese año 1978 datan muchas costumbres actuales. Situaron una barraca delante de la calle del Barco y crearon la tradición de degustar los bollos de "farina de dacsa y peix" típicos de Benidorm, las sardinas asadas y las alcachofas, actividad que hoy día se celebra el viernes por la noche. También crearon la tradición de la "Penjà de la Carxofa"; se efectúa el sábado en el centro de la plaza para marcar el inicio de la fiesta. El mismo origen tienen algunas actividades que aún continúan como el concurso de dibujo infantil, el consumo de embutido con vino de la tierra, banda de música para el pasacalles, concurso de cucañas y chocolatada, además de partidas de pelota "a llargues", verbena nocturna, etc.  
Las actividades del domingo se inician desde entonces con una ofrenda de flores a la Mare Déu del Sofratge que arranca su recorrido desde la plaza de la Constitución y a continuación  se celebra una misa en la parroquia de Sant Jaume i Santa Anna.
El final de la fiesta llega esa noche con los fuegos artificiales y la "cremà de la carxofa" que la había presidido.


Fuegos artificiales y "cremà de la carxofa" ponen punto final a la fiesta.




NOTAS:

[1] FIGUERAS PACHECO, Francisco: "Provincia de Alicante", vol. IV de Geografía General del Reino de Valencia, dirigida por Carrerras Candi, Francisco, 1914. Pág. 1127
[2] Pasqual Almiñana "Els topònims de Benidorm", una obra imprescindible para el estudio de las calles del Benidorm anterior a 1960.
[3] Publicado en Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.
[4] Decreto de Valencia de Fernando VII (4-V-1814) en https://www.edu.xunta.gal/centros/iessanrosendo/aulavirtual2/mod/book/view.php?id=464&chapterid=71
[5] Archivo General de Simancas: "Copia de lo que informa Vespasiano Gonzaga a su magestad por carta de ultimo de setiembre de 1575 sobre el castillo de Benidorm." AGS GYM LEG 0079. 
[6] Archivo del Reino de Valencia, Procesos, parte III, n. 3499. “Decret de les baronies de Poplop i Benidorm”  (1668-1669). 
[7] FIGUERAS PACHECO, Francisco: "Provincia de Alicante", 1914. página 1130.
[8] Archivo Municipal de Benidorm,  Actas Plenos 6-7-1937.
[9] LLORCA ZARAGOZA, Vicente: "Algunos aspectos de la vida histórica de Benidorm, durante los siglos XIX y primer tercio del XX". Texto mecanografiado.
[10] Citado en  (http://quefluyalainformacion.blogspot.com.es/2014/11/una-estancia-en-benidorm-sylvia-plath.html
[11] Citado en valenciano y traducido por el autor en (http://www.raco.cat/index.php/Sarria/article/viewFile/282155/370018).