martes, 30 de diciembre de 2014

Benidorm y las almadrabas.



Francisco Amillo


El interés de los lectores de este blog por el tema de la almadraba ha sido evidente: "El arte de la almadraba según el arráez de Benidorm Jaime Pérez Zaragoza" con algo más de 1.300 visitas ha sido la entrada más solicitada en los dos años que lleva en internet. Por tanto he creído que sería interesante para los lectores ampliar la información sobre la almadraba de Benidorm incluyendo algunos datos sobre su historia.

La almadraba de Benidorm, actualmente desaparecida, ha sido una actividad de gran relevancia social. Y no sólo en esta localidad sino en otras muchas del litoral español en las que se contrataba a los almadraberos de Benidorm por su buen hacer profesional.
A lo largo de los siglos esta actividad ha dado trabajo y sustento a un sector numérica y socialmente importante de sus habitantes, bien trabajando directamente en ella o bien en actividades auxiliares. En la toponimia de Benidorm han quedado nombres que nos recuerdan esa actividad: el edificio Almadraba en el Rincón de Loix, construido sobre el solar del almacén de la antigua almadraba; la cala del mismo nombre; la playa de la Chanca o Xanca, que nos recuerda que allí estaba la "chanca" o almacén donde se troceaba y salaba el atún; la calle del Pal, o lugar donde se elaboraban el cáñamo y el esparto para las cordelerías que necesitaban las redes y cuerdas de las almadrabas...

La almadraba de Benidorm fue una de las primeras en desaparecer pero desde entonces  han ido desapareciendo poco a poco la mayoría de las almadrabas españolas hasta quedar reducidas a cuatro en el momento actual. Ojalá este artículo ayude a mantener el recuerdo de una pesca tradicional, muy sacrificada por su gran dureza y por exigir una extrema habilidad a sus protagonistas, permitiendo que durante siglos muchísimas familias de Benidorm y de otras muchas localidades encontraran en ella su bien ganado sustento...







La actividad pesquera aparece documentada en Benidorm desde sus orígenes como villa cristiana a principios del siglo XIV. En su documento fundacional, la Carta Puebla otorgada por Bernat de Sarrià en 1325, se hace referencia a ella. En ese texto se cita también la piscaria o pesquería de Albalat, que probablemente fuese un lugar para pescar atunes, dado que estos animales se capturaban desde la antigüedad. 

En Benidorm la pesca de varias especies, incluido el atún, también aparece citada en otros documentos de los siglos XIV y XV pero su importancia y su proyección fuera de los límites de nuestra ciudad vienen a partir del siglo XVI con la introducción de una nueva técnica de pescar atunes, la almadraba.

Este aspecto de la historia de Benidorm está bien estudiado con muchos trabajos de excelente calidad. Destacan las aportaciones de Manuel Oliver Narbona, Julio Guillén Tato, Carlos Llorca Baus, Francesc X. Llorca Ibi y el interesante trabajo mecanografiado que con el título “La almadraba” redactó en 1987 Jaime Pérez Zaragoza, “El Besò”, que fue capitán de la almadraba de Cabo Espartel de 1953 a 1970.  Para conocer la vida diaria de la almadraba y de los almadravers son muy importantes las aportaciones de Miquel Soldevila Lloret, último arráez de la almadraba de Benidorm, y de Francesc Soldevila Sebastián.




Origen de la almadraba de Benidorm.

La pesca del atún se documenta en Benidorm desde el siglo XV. La referencia más antigua es una prohibición parcial de pescar fechada el 6 de marzo de 1403, lo cual permite suponer que ya se pescaba en años anteriores, como mínimo desde finales del siglo XIV. La conocemos gracias a su publicación y transcripción por Pere Maria Orts i Bosch. Nos explica que se autorizaba a los lugares de “Dénia, Exàbea, Calp, Altea e de Benidorm” para que pudieran “pescar ab tonnayres e altres qualsevols arts”  sólo durante la cuaresma de dicho año para aliviar la carestía de pescado que padecía la ciudad de Valencia. 
También transcribe otro documento del 2 de marzo de 1405, donde se indica que estaba prohibido pescar con “exàrcies de tonnayres en los mars dels lochs nostres de Exàbea, Calp, Altea e Benidorm” pero se permite pescar en aguas de Benidorm durante los meses de marzo, abril y mayo en el tramo comprendido entre la casa de la Sal y la cala de n’Aguiló (actual cala de Finestrat), la zona que los "atalladors" podían vigilar.

Según Quereda Sala en ese siglo las artes de pesca que se calaban eran propiedad de los Duques de Gandía, que también eran señores de Benidorm. Como hemos podido comprobar en los dos documentos citados se trataba de la técnica de la tonnayre o tonaire, nombre que derivada de la palabra valenciana tonyina, que significa atún. Como ya indicaba Sañez Reguart en el siglo XVIII, no era la almadraba propiamente dicha. 



Atún de 500 kg capturado el año 1952

La intensificación de la pesca del atún se producirá en el último tercio del siglo XVI gracias a una nueva técnica que algunos eruditos bautizaron como "cetaria" pero  que los pescadores denominaron almadraba y ese es el nombre que ha perdurado. 
Según Oliver Narbona, ante los beneficios tan grandes que obtenían los duques de Medina Sidonia de su privilegio de pesca en Andalucía, los duques de Gandía consiguieron de Felipe II el privilegio, para sí y sus descendientes, de "la peysca de les tonyines en els mars del present Regne", es decir del reino de Valencia. El documento que lo otorga data del 19 de junio de 1577 y se conserva en el Archivo del Reino de Valencia (Llibre Provincial 1190, fols. 276-278): “Privilegi Real fachendi en favor del Magnifich Hierony Salvador menor sobre la peysca de les tonyines en les mars del present Regne [...] en los meses de abril, mayo y junio [...] por espazio de diez años”. La condición era pagar a la Regia Corte medio diezmo de todos los atunes, reservándose también el tercio diezmo de la Iglesia. 

No se usa aún la palabra almadraba, apareciendo en su lugar las expresiones “nuevo artificio” y “artificio” o “ingenio” y se indica que fue introducido por pescadores sicilianos. Está claro que se trataba de un arte fijo para pescar atunes que incluía novedades técnicas por las que se le consideraba un arte no usado hasta esa época en los mares del Reino de Valencia.
Debía ser la almadraba que se deja calada toda la temporada, puesto que hasta aquel momento el “cóp” o copo se sacaba cada día a tierra. La comarca de la Marina se mostró como un lugar adecuado para el ingenio siciliano, tanto por la configuración de la costa como por la existencia de unos marineros que, al menos desde finales del siglo XIV, ya capturaban el atún con la técnica del tonaire. 


Sañez Reguart: Alegoría de la pesca con el mar Mediterráneo y el Atlántico a sus lados. 


En esta época tenemos el memorial de Pedro Gámir de Villaespesa del año 1589, citado por Oliver Narbona, que nos informa sobre los diez primeros años de la almadraba.
Según indica, la primera se caló el año 1579 en el puerto de Moraira con resultados decepcionante: “por ser mal platicos el Ray [arráez] Siciliano y marineros en estas costas y por hun pescado belmarino que huvo y por no sacar ningun bonitol de los quales huvo alli muchos, no se bolvio a piscar en dicho lugar por no ser siguro de moros”. 
Al año siguiente, 1580, calaban una almadraba en Benidorm y el resultado fue algo mejor pero tampoco el esperado: “se capturaron bastantes peces, aunque ningún bonito porque aún no sabían pescarlos los sicilianos”.

Un problema grave de esas primeras almadrabas era la inseguridad por el constante peligro de los piratas berberiscos. Por eso, cuando los sicilianos instalaron la almadraba de Moraira se les consideró unos suicidas. Y no les faltaba razón: la almadraba de Benidorm fue atacada por los turcos el 1581 y la de Calpe fue saqueada por tres naves berberiscas en 1589. Los pescadores, que faenaban con regularidad durante la temporada del atún, tenían que hacerlo con grandes precauciones y poniendo a buen recaudo personas, artes y embarcaciones una vez terminada la faena.

Pero el peligro no desanimó a los pescadores que, un año después de la captura de sus compañeros en Benidorm, volvían a calar la almadraba en la punta del Cocó (o del Alcocó) de Villajoyosa. Pedro Gámir decía que el beneficio que se podría obtener por esa almadraba de retorno era de 15.000 libras.

Fueron probablemente los pescadores de atunes, primero con tonaires y luego con almadraba, los que en el siglo XVI se instalaron en el recinto amurallado de Benidorm durante la temporada de pesca. Lo mantuvieron como lugar habitado durante los meses de la temporada pesquera porque el lugar había sido abandonado por sus habitantes y el municipio había sido absorbido por Polop como mínimo desde 1510. Hay numerosos testimonios de este hecho destacando el del virrey Vespasiano Gonzaga que en 1575 decía: "Havia dentro casas las quales agora estan derruidas todas. Y solo un meson ay para pescadores.

A partir de dicho siglo podemos seguir la trayectoria ascendente de la almadraba en la Marina Baja por las referencias explícitas de varios autores y por las quejas sobre ella del resto de pescadores. El ingenio de los almadraberos de Benidorm y la protección de la Corona hizo que tuviera una rápida evolución.

Buscando mayor rentabilidad los duques fueron sustituyendo los capitanes sicilianos por gentes de Benidorm y Villajoyosa por ser una mano de obra más barata. Los beneficios fueron tan altos que el rey Felipe III se interesó por esta técnica. Según señala Pere Maria Orts, en una visita que realizó el monarca a Jávea en 1599 visitó las almadrabas y concedió a su valido Francisco Gómez de Sandoval-Rojas, más conocido como el duque de Lerma, que también era marqués de Denia, el privilegio de explotar las diecisiete almadrabas del Reino de Valencia, figurando entre ellas la de Benidorm. A través de esta familia, a fines del siglo XVII, pasarían a la casa de Medinaceli.

En el siglo XVII disminuye la documentación referida a las almadrabas en general y a la de Benidorm en particular. Así Gaspar Escolano, que describe la isla y el castillo de Benidorm, no dice nada sobre su almadraba. Eso no significa que hubiese desaparecido y, aunque con menos intensidad, debió continuar. 
Es posible que la crisis económica que caracteriza a la primera mitad de esa centuria, propiciada por la despoblación de la comarca, influyera en este hecho: menos población implica menos demanda y por tanto menos interés en capturar atunes. 
Hay otro hecho a tener en cuenta. Según señala Sañez Reguart, en el siglo XVI se hicieron grandes capturas y después disminuyeron. Es posible que al factor demográfico  se sumara el de la escasez de atunes por sobrepesca. 

A mediados de siglo sí que hay una referencia a la almadraba en la toma de posesión del señorío de Benidorm por el procurador de Beatriu Fajardo de Mendoza. Sólo se alude a ella y no se la describe porque no pertenecía a los señores de Benidorm. Esta almadraba tenía una “xanca” o chanca, un almacén donde se troceaba y se salaba la porción del pescado que no se consumiría en fresco. Estaba situada en la playa de Levante, a unos cien metros de la plaza del Torrejó, una zona que entonces quedaba en las fueras de la población.
Conviene recordar que en aquella época, en la que no se disponía de técnicas de congelación o enlatado, una de las formas más usuales de conservar el atún para poder venderlo a las poblaciones del interior era precisamente conservarlo en sal. Con esta técnica se obtenían diversas piezas de salazón como ventrescas, lomos, solomillos, mojamas y huevas que podían exportarse a regiones muy alejadas. La cuaresma, con su prohibición de la carne, era una época de mayor consumo.

En 1666 se produjo un hecho decisivo para Benidorm: su repoblación por Beatriz Fajardo mediante su Carta Puebla y la intensificación de la economía agrícola gracias al regadío del Riego Mayor del Alfaz creado por dicha señora territorial. Este súbito renacer de la agricultura no disminuyó la importancia de este sector pesquero, sino que lo estimuló porque incrementó la demanda.



Fragmento del mapa del Reino de Valencia de 1693 "El Reyno de Valencia dividido en svs dos gobiernos que son Valencia y Orihvela y dos Tenencias, que son Xátiva y Castellón"  en el que figura el litoral de la Marina Baja. La isla de Benidorm aparece desproporcionada.



La almadraba de Benidorm en el siglo XVIII.

En el siglo XVIII la producción agrícola de Benidorm creció considerablemente, tanto que se roturaron todas las tierras aptas para el cultivo hasta que se agotaron. Se hicieron grandes esfuerzos para cultivar las laderas montañosas mediante sistemas de abancalamiento, pero sus rendimientos eran muy bajos. A partir de ese momento la agricultura no podía mantener una población que también estaba en continuado crecimiento. Por eso las actividades marítimas, y de forma especial las almadrabas, fueron el sustento de muchas personas.  

A lo largo de ese siglo la almadraba de Benidorm se convirtió en una de las más importantes del Reino de Valencia. En 1783 se escribía sobre Benidorm: “En su mar se pesca copia [cantidad] de pescado mui sabroso. Pero lo que le hace célebre y conocido en todo el reyno es su almadraba, en que se cogen muchos atunes”. Y poco después, en 1785 Josef Castelló reforzaba este concepto: “se coge crecido número de atunes particularmente en las almadrabas de Denia y Benidorme”.

También se produjo el dominio de la técnica de la almadraba por parte de los benidormenses. Un dominio que acabó extendiéndose a cincuenta y cuatro almadrabas situadas a lo largo de las costas atlántica y mediterránea hasta Sicilia, el último rincón del Mediterráneo donde llegaba el atún en cantidades comercialmente significativas.  
Benidorm había adquirido una indiscutible reputación como la localidad más experta en el arte de la almadraba, tanto que la casa de Medina-Sidonia tenía contratados almadraberos de Benidorm para sus almadrabas del sur de la Península. 

El dominio de este arte de pesca hizo destacar a los benidormenses sobre el resto de poblaciones mediterráneas, tal como señala Cavanilles: “tienen los de Benidorm una fuente de riqueza en el mar. Ocupados desde tiempo inmemorial en la pesca del atún, conocen á fondo las maniobras de tender las almadrabas ó redes para coger más atunes en un tiempo determinado: saben con preferencia á otros prácticos, y notan los atunes que van entrando en los sitios que les tienen preparados para que no se escapen. Y como tienen la reputación bien sentada de ser ellos los mas diestros de la costa, tambien son ellos los escogido para tender las ocho almadrabas que hay desde Tortosa a Cartagena. Salen regularmente a esta pesca 150 hombres, que en quatro meses ahorran cada uno 600 reales; y ademas otros ocho con el nombre de Arraez o Capitanes, que tienen el séptimo de lo que se pesca en la temporada; y un doblado número de subalternos, volviendo después todos bien recompensados.

Este excelente concepto en que se tenía a los almadraberos de Benidorm aparece recogido por otros muchos autores que con posterioridad se han ocupado del tema, como por ejemplo Madoz, Pérez Zaragoza, Oliver Narbona o Llorca Baus. En general todos los escritores que se refieren a la almadraba no han dejado de mencionar el absoluto señorío de los almadraberos de Benidorm en dicho arte de pesca.

En este siglo hay abundantes referencias a la almadraba que se calaba en Benidorm. Destaca la obra "Relaciones geograficas, topograficas e historicas del Reino de Valencia" del año 1775, cuyo autor es el famoso geógrafo Tomás López de Vargas Machuca. Se trata de la recopilación de las respuestas dadas por personas seleccionadas de diferentes poblaciones a un cuestionario sobre geografía e historia repartido en 1774, que sirvieron para elaborar el mapa del Reino de Valencia del año 1788.
En dichas "Relaciones..." se dice:  “A poca distancia, siguiendo la costa de Levante, se entra en la playa de Benidorm, muy arenosa, y a una milla de su Cierzo está la población y castillo de Benidorm, habitado oy de más de 400 vecinos, con algunas embarcaciones de tráfico y comercio y otras para diferentes pesqueros, que exercitan, no sólo en su playa, sí también en la isla de su nombre, que está a media legua de distancia dentro del mar, por la parte del Sur; y siguiendo la playa arenosa hasta el rincón nombrado de Oix, en cuya inmediación y sitio se planta almadrava, de avenida para la pesca de atún y otros pescados que en ella se cogen, la que pertenece por privilegio a la Casa de Medinaceli."

Muy importante es también el “Inventario de la almadraba de Benidorm de 1781” que se encuentra en los Protocolos Notariales de Benidorm y del que dio noticia Carlos Llorca Baus. Hay una detalladísima enumeración de sus elementos y del valor de cada uno. El sacerdote benidormí Joseph Orts era el arrendatario y encargaba al también benidormí Antonio Bayona que la dirigiera como arráez.




El erudito Francisco Pérez Bayer escribía en 1782 refiriéndose a Benidorm: “Junto a esta villa hay una almadraba, o pesca de atunes, que a la sazón que pasábamos descargaba los que acababa de coger en gran copia, y estaba mucha gente empleada y a la vista de esta maniobra.

Destaca también en este siglo la descripción minuciosa de la almadraba del Rincón de Loix realizada por Antonio Sáñez Reguart que estuvo en Benidorm el año 1786 como comisario real de Marina de Guerra. Gracias a la reseña y dibujos que hace en su “Diccionario Histórico de los artes de la pesca nacional” (1791) podemos saber con precisión cómo era este arte a finales del siglo XVIII. Señaló la pertenencia de la almadraba de Benidorm a los duques de Medinaceli, que se armaba a primeros de febrero y duraba hasta el 15 ó 20 de junio. Trabajaban de 38 a 40 hombres dirigidos por el arraix y el sotarraix, que tenían como salario el 7% del producto de la pesca indicando que si el año era malo los marineros no cobraban nada, habiéndose de conformar con el pan y el vino que les daban cada día.

En 1795 un 14% de la población trabajaba directamente en la almadraba, sin computar la que se dedicaba a labores de cordelería, redes y mantenimiento.



La almadraba en el siglo XIX.

A principios del siglo XIX  tenemos un informe del Comisario de Guerra Don Felipe Orbegozo para el Ministerio de Marina, con fecha del 9 de julio de 1803. En él se describen las principales almadrabas de la península figurando entre ellas la de Benidorm. 
Indica que el duque de Medinaceli subastaba al mejor postor el alquiler de la almadraba por cantidades que oscilaban entre los 8.000 y 9.000 pesos anuales. En esos años algunos particulares que se hicieron con el arriendo sólo obtuvieron lo justo para cubrir gastos. Esta baja rentabilidad contrasta, según Orbegozo, con los altos beneficios obtenidos en los años anteriores por el arrendador francés Labbedie: "Parece ser que escasamente ha producido su pesca en el tiempo que ellos la tienen, que será unos tres o cuatro años, para cubrir todos los gastos, y que los veinte años anteriores que un francés tuvo de su cuenta esta empresa, se hizo poderoso con más de 20.000 pesos que ganó en ella". 




En ese mismo año de 1803 el viajero alemán Christian August Fischer publicó el libro "Cuadro de Valencia" (Gemälde von Valencia) escrito después de haber recorrido nuestro país entre 1797 y 1798. Por tanto refleja la situación de Valencia a finales del siglo XVIII. En su entrada sobre Benidorm dice que los pescadores de esta localidad sobresalían por su singular habilidad en la pesca de los atunes y por eso se les escogía habitualmente para las almadrabas anuales desde Tortosa a Cartagena. También explica cómo se practicaba la pesca del atún en Benidorm: 
"Benidorm.
Pequeño lugar costero bien construido y densamente poblado, cuyos habitantes pueden considerarse fácilmente los mejores pescadores de toda la provincia de Valencia. Especialmente famosa es su habilidad en la gran pesca de atún, razón por la que se les suele buscar preferentemente en las almadrabas anuales desde Tortosa a Cartagena. 
El atún es conocido, al menos se encuentran ilustraciones y descripciones de ellos en todos los tratados. Recuérdese que es uno de los llamados peces migratorios que nada siempre en grandes bancos y que, especialmente en la época del desove, se mantiene cerca de la orilla. Este instinto migratorio de los atunes ha llevado a la invención de las almadrabas, en cuya disposición son nuestros expertos pescadores de Benidorm auténticos maestros.
Una almadraba consiste en un cerco de grandes redes que se suele hacer a unas doscientas brazas de la costa. La almadraba más pequeña debe tener como mínimo ciento treinta brazas de largo y de dieciocho a treinta brazas de ancho; debe, así mismo, estar hecha con las mejores y más fuertes redes de esparto. [En nota al pie dice: "Estas redes se hunden en el agua con grandes piedras a entre veinte y veinticinco brazas de profundidad, se anclan y se mantienen a flote mediante balsas de corcho].
A continuación se la subdivide en las llamadas cámaras que son cada vez más pequeñas y están unidas por aberturas apropiadas. De éstas es la postrera, la llamada cámara de la muerte, la más angosta e importante.
Se ve con facilidad que se trata de atraer los atunes a la trampa, algo que se puede hacer sencillamente con una así llamada pared. Ésta consiste en una red estrecha que se extiende desde la orilla hasta la entrada de la almadraba y se fuerza a los atunes a entrar en ella por medio de barcas estacionadas, cebos, etc.
Así entran, pues, los atunes, a menudo quinientos, seiscientos o más, primero en el paso y desde ahí en la almadraba, donde, estrechando progresivamente la trampa, se les lleva de una cámara a otra. Esto, sin embargo, ha de hacerse con gran cuidado, hasta que finalmente se los ha aprisionado por completo en la última cámara, la llamada cámara de la muerte, que también tiene el fondo cubierto con redes resistentes.
Ahora se les deja salir uno tras otro por una pequeña abertura y se los mata con habilidad de un golpe de manera que puedan aprovechar su propio impulso para saltar al barco.
Éstas son las almadrabas, un arte para el que se prefiere a nuestros pescadores de Benidorm antes que al resto de sus paisanos. Se les paga tan bien por ello que hasta el más simple peón tras cuatro o cinco meses de temporada [Nota al pie: "De abril a septiembre] se lleva a casa como mínimo seiscientos reales.
Es fácil encontrar ocasión de ver una pesca de este tipo. Depende sólo de una carta de recomendación del comisario de Marina o incluso de una propina de algunas piastras al arráez o capitán de un barco. Quien entonces se provea de media docena de botellas de vino y refrigerios similares, estará completamente satisfecho con sus días.
Y de hecho la vista de una almadraba es un espectáculo interesante y vivo. Todos los barcos se sitúan alrededor de la pared, todas las manos están ocupadas con las redes, de todos lados se oyen órdenes y gritos de alegría.
En vivos círculos, con saltos constantes van los grandes peces tumultuosamente hacia la almadraba y, cada vez más estrechos, llenan enseguida por completo el espacio interior con sus tremendas aletas.
Así saltan y nadan con exuberancia ligera entre ellos hasta que finalmente la almadraba se estrecha al máximo y llega el momento decisivo de la pesca.
Los barcos se sitúan en la parte posterior de la red, donde se ve a los peces nadando en círculos unos sobre otros. En este momento, el timonel da la señal, se abre la trampilla de la red, el arráez blande su hachuela y golpe a golpe, como elevados por una fuerza mágica, van saltando los peces uno tras otro al barco que se balancea.
El mar ondea refulgente bajo el sol y de las olas amables emana un suave frescor. Todo está vivo, todo está en movimiento, hasta donde llega la mirada se ve el mar cubierto de hombres. Pero, ¿qué sentido tiene hacer una descripción cuando el inmortal Vernet ya nos ha dado un grabado magnífico? [La pêche du thon]


 
El pintor Josef Vernet al que alude Fischer en este texto fue un gran paisajista especializado en marinas. Con el título "La pêche du thon" tiene este óleo y un grabado.

Aparte de esta pesca de atún, los habitantes de Benidorm se dedican también a la pesca de sardinas. También ésta tiene sus propios encantos y se hace aún más interesante con miles de pequeños detalles. Los forasteros amantes de estas tareas podrán entretenerse tres, cuatro días estupendamente en Benidorm.
Por lo demás, lo que merece algo de atención en el pueblo mismo es la laboriosidad de las mujeres que se encargan de las tareas del campo y son campesinas extremadamente lozanas."

Mas adelante en un artículo dedicado a las ermitas da una curiosa noticia sobre un ermitaño que vivía sobre una roca, sin especificar si era la algún punto de Sierra Helada o bien el Tossal de la Cala: "Una tercera ermita se encuentra junto a Benidorm, donde vive un viejo marinero irlandés que no ha bajado de la roca desde hace veinticinco años. Se le venera como un oráculo a causa de sus vastos conocimientos sobre los bancos de atunes y gracias a ello se le abastece con abundantes alimentos. Según sus observaciones, los atunes se desplazan en líneas paralelas hacia la costa, etc."






En este siglo XIX surgen en España varios diccionarios geográficos y estadísticos con datos de todas sus poblaciones. Eso nos permite conocer detalles interesantes sobre Benidorm. 
Uno de de ellos es el de Sebastián Miñano Bedoya autor del "Diccionario geografico-estadistico de España y Portugal" (1826-29). Su información sobre la almadraba es escueta pero al menos nos confirma su continuidad en el tiempo:  "Pesca de atun en una pequeña almadraba". Esta alusión a su pequeño tamaño es importante y nos indica que en los siglos XIX y XX en el Rincón de Loix no se calaba una verdadera almadraba sino lo que Llorca Baus califica de "almadrabilla"
Unos años más tarde Francisco de Paula Mellado en su "España geográfica, histórica, estadística y pintoresca", del año 1845 describe el pueblo y su producción agrícola acabando con una información que también resulta extremadamente escueta: "Sus habitantes se dedican a la pesca del atún".

Poco después, en el famoso Diccionario de Pascual Madoz (1846-1850), se da una información mucho más completa sobre Benidorm, tanto que se ha convertido en un clásico de la historiografía de esta población. Valora muy positivamente la importancia de las actividades marítimas de Benidorm  y sobre la pesca del atún dice: "se ejercitan principalmente los vecinos de esta villa en la pesca, de que es muy abundante su costa y el islote; por su grande inteligencia en las almadravas [sic] que se usan para cojer [sic] los atunes, son ellos los que arman cuasi todas las de la Península, y en la misma desembocadura del río Torres tienen calada una, que es bastante abundante en esta clase de pescado". 
Este autor señala también la exportación de piezas de esparto, es decir cordelería de ese material, imprescindible en las almadrabas ya que la mayor parte de las redes era de ese material. Así lo explicaba Sañez Reguar: "La Almadraba [...] es en su todo, como ya se ha insinuado, una crecida porcion de redes de esparto, y algunas de cáñamo". 
Con cáñamo se elaboraban las redes para las levantadas o levadas del atún y algunas cuerdas más delgadas. El recuerdo de esta práctica ha quedado fosilizado en la toponimia: la partida del Amerador nos indica el lugar donde el cáñamo se ponía a macerar en una especie de balsa o poza, amerador en valenciano, antes de poderse trabajar. Podía utilizarse agua dulce o del mar que debía cubrir completamente el cáñamo para lo cual se colocaban piedras entre los haces de dicha planta. Debía estar alejado del casco urbano porque sus vapores se consideraban malsanos. Por esa causa la partida del Amerador se encuentra muy próxima al Rincón de Loix. Pasqual Almiñana reproduce un fragmento de una reunión de la Junta Municipal de Sanidad del año 1910 en la que se deniega el permiso para construir otro "amerador" en la Cala por el peligro que suponía para la salud pública: "autorización para establecer en la playa de la Cala de este término municipal un amerador para esparto cocido [...] Enterados los Srs. de la Junta despues de la consiguiente deliberación y considerando entre otras causas perjudiciales á la salud pública que la amaceración del esparo produce al fermentar y descomponerse emanaciones pútridas é infecciosas que dan lugar afecciones palúdicas alcanzando su acción a grandes distancias, [...] se acordó por unanimidad no procede conceder la autorización solicitada". 
Tanto el esparto como el cáñamo se elaboraban en el almacén o "pal", cuyo nombre también ha perdurado hasta la actualidad en la calle homónima. 
En la elaboración de las redes la mano de obra femenina fue fundamental. Algunos tipos de redes podían elaborarse en las casas particulares (matador, corona y safina) pero otras, por sus grandes dimensiones, debían hacerse en el pal o en las calles que en aquella época no tenían tráfico rodado. Las materias primas podían venir de Villajoyosa (la piola de cáñamo) o de Altea (esparto). 
Las redes se enviaban a Alicante mediante "el Trenet" y de allí se embarcaban para llevarlas a su destino ya que Benidorm, más que atender a la demanda local, servía a otras almadrabas andaluzas o marroquíes. La almadraba valenciana de Tabarca también se suministraba de las redes de esparto y cáñamo de Benidorm y Villajoyosa.



Mujeres de Benidorm reparando las redes en la década de 1950


Gracias a una serie de documentos encontrados por Llorca Baus en el Archivo Álvaro Bazán tenemos algunas noticias sobre esta almadraba de Rincón de Loix.

En junio de 1858 Joaquín Barceló solicitaba el establecimiento de una almadraba como "sostén de algunos matriculados [marineros] con sus familias, que por su avanzada edad se ven privados de emplearse en la navegación, y servirá de estímulo y proporción de ocupar a sus hijos jóvenes que desde sus más tiernos años se dedican a esta clase de faenas de mar". 

En 1865 Vicente Soria solicitaba en una instancia a la reina continuar con el arriendo debido a "las pérdidas que ha sufrido en los dos últimos años de su calamento, tanto por la escasez de pescado como por los extraordinarios temporales que han ocurrido en dicha época [meses de mayo y junio], teniendo precisión de fabricar nuevo cuerpo de almadraba y otras redes que han sido muy costosas."

En 1870 hay varias licitaciones para la "madraveta" de Benidorm y gana el concurso Felipe Ortuño y Llorca pagando 251 pts y 50 céntimos por temporada. Continuó con el arrendamiento durante 15 años consecutivos.




En 1880 la comarca de la Marina atravesó una grave crisis por falta de cosechas a causa de una gran sequía que se prolongó varios años. Pedro María Orts Berdín escribía en 1880 que la citada sequía había afectado también a la almadraba de Benidorm, que había visto disminuir enormemente sus capturas. No indica la sobrepesca como una posible causa. Según ese autor:  "pero hoy la almadrava, que venía funcionando desde muchos siglos, ha desaparecido; los sardinales, las pesqueras de arrastre y otras muchas, cuasi no existen tampoco. Y cual es la causa? La explicación es sencilla: el pescado no se encuentra en esos mares. Algunas razones podrá haber para que haya disminuido tan notablemente la pesca en dicha costa; razones que no conocemos, pero sí debemos consignar aquí que cuando los ríos y arroyos llevan sus sobrantes al mar en años lluviosos, arrastrando despojos vegetales, el pescado se aumenta, se multiplica, siendo cogido con facilidad, y cuando falta el agua dulce y el despojo, desaparece de la costa.
De modo que bien podemos decir, si es que se nos permite, que esta población sufre los rigores de una sequía por tierra... y por mar."

En 1885 gana la subasta Pedro Soria y Barceló y la mantendrá mucho tiempo, hasta 1903. De él se conserva una descripción y un plano. "Se compone de una red de cáñamo de figura como cuadrilonga, toda de una pieza, teniendo tres clases de malla: la primera de cinco pulgadas, la segunda, el contra-matador, de 2 pulgadas y la tercera, el matador de 1 pulgada, siendo el largo total de 25 brazas y el de la rabera de 40 brazas, con mallas de seis en cana, o sea 10 pulgadas necesitando para formar dicho Arte tres embarcaciones". Las principales capturas eran las lisas y los mújoles y daba trabajo a ocho o nueve pescadores.

A finales del siglo XIX la almadraba seguía siendo una fuente importante de ingresos para Benidorm, aunque muchos de sus almadraberos continuaban ganándose el sustento en las almadrabas de toda la Península. 
En 1892 Orts Berdín aportaba una serie de datos que corroboran la importancia económica de esta actividad para una población que en la segunda mitad del siglo había experimentado un gran retroceso demográfico:  "En la temporada de invierno se ocupan unos doscientos hombres en la pesca de las almadrabas; de ellos diez y seis son jefes ó arraez, otros diez y seis sotarraez, é igual número de miradores que obtienen un beneficio los primeros, de diez mil reales, cinco mil los segundos, tres mil los terceros, y mil los últimos, que sumando todo pasa de cuatrocientos mil reales en la corta expedición."




La almadraba y su declive en el siglo XX.

Las dos primeras décadas del siglo XX fueron para la industria del atún un período de crecimiento. Junto a los tradicionales salazones y ahumados las nuevas técnicas del enlatado de conservas en aceite y escabeche, desde finales del siglo XIX, habían favorecido la actividad industrial y comercial en torno al atún. La producción pesquera fue especialmente demandada durante la Primera Guerra Mundial y siguió en los años posteriores. 
La almadraba de Benidorm, como todas las demás, se vio beneficiada por este proceso. Según Carlos Llorca Baus no se trataba de una auténtica almadraba ya que no capturaba atunes sino llobarros, lisas, mújoles, sardinas y otras especies.
En esos años tenía la concesión la empresa de Villajoyosa "Lloret y Llinares".



Una buena descripción de esta almadraba de Benidorm del siglo XX la ofrece Llorca Ibi en el "Diccionari de Benidorm". Su situación, nos explica el autor, continuaba siendo la punta de la Llisera, descubriendo la casa del “Ti Nadal”. En ella trabajaron, hasta 1952, unos veintiocho hombres por temporada, que duraba de septiembre hasta finales de junio, fiesta de San Pedro, patrón de los pescadores.
A primeros de septiembre comenzaba la preparación del arte en tierra. Una vez calada la almadraba, la jornada comenzaba a las cinco de la mañana cuando los "almadravers" salían del almacén del Rincón de Loix, situado exactamente donde ahora se alza el edificio La Almadraba. No había un horario definido, ya que dependía de cuando y cuantos peces entraban en el cóp. Sobre las cinco de la tarde “donaven de mà”, es decir acababan la tarea. Era un trabajo muy sacrificado, con muy poco tiempo para el ocio. 
Cuando no había una actividad determinada se dedicaban “a matar la rata”, que consistía en hacer trabajos auxiliares, pescar con “volantins” y “armes secretes” o "regoneixer la red", es decir repararla.
Durante los nueve meses que estaba la almadraba calada, las redes se renovaban tres veces. La primavera era la mejor época del atún y se llegaba a capturar unos cien cada día. Los marineros recibían una parte del pescado que se capturaba, un kilogramo como mínimo, lo que les aseguraba la alimentación. Otra obligación era la de vender en Benidorm al menos dos de los atunes pescados. 
Estas normas proteccionistas tenían como finalidad evitar el dejar sin alimentos las poblaciones que obtenían el pescado. El resto de capturas iba a Villajoyosa, sede de la empresa Lloret y Llinares. 

El final de la almadraba de Benidorm fue el día de San Pedro de 1952 cuando, según mandaba la tradición, se puso “el cóp en terra”, pero esta vez nunca más volvería a calarse.
Miguel Soldevila Lloret fue su último "arraix". Dos años después dejaban también de calarse las de Villajoyosa y Calpe. En los años siguientes las subastas para calar la almadraba de Benidorm quedaron desiertas.

Según Guillén Tato las causas de la decadencia almadrabera de la comarca fueron dos. La primera que el interés de los pescadores se volcó hacia las actividades turísticas, porque eran más lucrativas y con menos esfuerzo. Sin embargo la actividad turística de ese año 1952 aún no era importante. La segunda causa sí que parece más plausible: la Sociedad Almadrabera Española no quiso explotar las pesquerías de bajo rendimiento y dejó de calarlas desde el cabo de Gata al de San Antonio, dedicándose a las mejores, situadas en las costas de Cádiz, Huelva, Ceuta, Túnez y Marruecos. Es decir que la verdadera causa de la desaparición de la almadraba de Benidorm fue su baja rentabilidad por disminución de capturas.




La almadraba fue muy importante para Benidorm porque dio trabajo a muchas personas, generando unos ingresos más altos de los habituales en el sector pesquero. 
Una parte de esos ingresos se invirtieron en el desarrollo turístico de la localidad porque algunos almadraberos, que en la década de 1960 veían acercarse el declive de su actividad tradicional, decidieron crear hoteles, un negocio que se presagiaba rentable. Así surgieron los hoteles Agir, Aguazul, Atún, Joya, Mistral, Tanit, etc.

La almadraba influyó también en muchos aspectos de su vida cotidiana. Por ejemplo, los "almadravers" no podían celebrar el día de la Virgen del Sufragio ni el de Sant Jaume, patrón del pueblo, por estar en plena temporada del atún. Por ello en 1926 el Ayuntamiento obtuvo permiso del arzobispo de Valencia Prudencio Medo para que las Fiestas Mayores Patronales se trasladaran al segundo domingo de noviembre, fecha de arribada de los almadravers de Ceuta, los últimos en finalizar.

La desaparición de la almadraba de Benidorm en 1952 no supuso el final de sus almadraberos. Su predominio en el resto de almadrabas nacionales continuó como en siglos anteriores. Eso suscitó resentimiento entre los almadraberos andaluces según explica David Florido-Corral. Indica que era política del Consorcio Nacional Almadrabero contratar arráeces de otras localidades para romper las antiguas relaciones del arráez con sus subordinados. Los capitanes se convirtieron en peones de la empresa para evitar que las costumbres tradicionales del trabajo en la almadraba, las fidelidades personales, la confianza y prácticas de redistribución entre el arráez, sus técnicos y la marinería no pudieran arraigar. Según dicho autor:
"Se trataba de desencastrar las relaciones de dependencia personal entre capitanes y trabajadores. [...] Además, la empresa se destacó por imponer capitanes “foreños”: santanderinos pero especialmente benidormenses, que reprodujeron sagas familiares durante prácticamente todo el período (Vaello, Zaragoza, Llorca, Pérez, Palacios), lo que desplazó a las sagas de capitanes andaluces a Marruecos (los Columé, de Isla Cristina).
Lo habitual era que los familiares de los capitanes y técnicos de Benidorm ya asentados empezaran trabajando en labores de administración, como varillas –aquellos que cuentan las capturas a bordo-. Esta preponderancia de capitanes no andaluces era justificada por el hecho de que acreditaban un título superior, el de marino mercante.  
A ello se unía que los benidormenses usaban el secreto y la transmisión restringida de los conocimientos técnicos a sus parientes sobre la estructura y el montaje del arte para mantener los puestos de mando: 
«Antiguamente, los capitanes que había no enseñaban a nadie, esos te decían a ti, si iba uno de segundo, '¡ármame la puerta!’, no te decía ‘ármame la puerta, le das dos y medio a este, tres cuarenta al otro’, al otro paño. No te decía nada, no te daba el papel escrito, [sólo:] ‘ármame la puerta’» (José Fernández Ferrera, capitán de almadraba. Lepe)."  (Del artículo "Las almadrabas andaluzas bajo el Consorcio Nacional Almadrabero (1928-1971): aspectos socio-culturales, y políticos" http://personal.us.es/dflorido/uploads/Articulos/Las%20almadrabas_en%20el%20CNA_DFlorido_rev.pdf)

Ancla para mantener fija la red de la almadraba "El Príncipe" que se caló en Ceuta. Muchos de sus almadraberos eran de Benidorm.




La propiedad de las almadrabas.

Las almadrabas de buche y bordonal, por su gran tamaño, exigían inversiones fuertes y desde la Edad Media acabaron siendo un monopolio de grandes familias nobiliarias del Antiguo Régimen. En el caso de nuestra comarca fueron las casas ducales de Gandía, Denia y finalmente a la de Medinaceli hasta la desaparición del régimen señorial.

En el siglo XVIII el interés económico de esta actividad llevó a Luis Teixeiro, marqués de Albudeite y esposo de Josefa Rocafull, condesa de Montealegre y señora de Benidorm a pleitear para cobrar las rentas de la almadraba de Benidorm que pretendía el duque de Medinaceli y que se alquilaba en más de 4.000 pesos. Pero finalmente fueron los duques de Medinaceli sus propietarios.

En el siglo XIX, cuando las Cortes de Cádiz abolieron los privilegios señoriales, la titularidad de las artes pasó a los gremios y cofradías de pescadores como explica Guillén Tato: “Cuando las cortes de Cádiz abolieron los privilegios, las almadrabas andaluzas pasaron a los gremios y a las cofradías de pescadores que todos los años las subastaban; y entonces comenzó la verdadera hegemonía almadrabera de la gente de Benidorm por todas partes”.

En el siglo XX, durante la guerra civil la almadraba de Benidorm fue incautada , en octubre de 1936 por orden del Presidente de la República. La UGT se hizo cargo de ella y el nuevo reparto de los beneficios permitió que este sindicato pudiese prestar dinero al ayuntamiento para las obras de conducción del agua potable desde la Font de Carreres, en Liriet, hasta cuatro fuentes instaladas en el casco urbano. 
Sorprende esta actitud de los almadraberos de la UGT, ayudando a la Administración en vez de buscar sus subvenciones como acostumbran los actuales sindicatos mayoritarios. 
Sin dicho crédito del sindicato de la almadraba no se hubiesen podido comprar los materiales para el abastecimiento de agua. Y tenía una ventaja: se pagaba con pescado, no con moneda, que en aquellos momentos estaba devaluándose y además había incertidumbre por la existencia de dos pesetas, la nacional y la republicana. 
Al finalizar el conflicto el régimen franquista ordenó que todas las almadrabas fueran devueltas a sus antiguos propietarios. Lo mismo pasó con la Font de Carreres y Benidorm se quedó sin agua... 

viernes, 12 de diciembre de 2014

Intentos de traducir el texto ibérico de un fragmento cerámico del Tossal de la Cala de Benidorm



Francisco Amillo


En el Tossal de la Cala de Benidorm, durante las excavaciones que realizó el Padre Belda en la década de 1940, se encontró un fragmento de cerámica del tipo campaniense B, es decir romana y por tanto importada por los habitantes del Tossal, que entonces se creía que era un poblado ibérico. Pero desde el año 2012 sabemos que el Tossal de la Cala no fue un poblado sino un fortín romano del siglo I a. C., construido durante la guerra civil que enfrentó a Sertorio con el Senado romano. El fortín era sertoriano y fue destruido por el bando senatorial hacia el 73 a. C. Por tanto esa pieza fue utilizada por alguno o algunos de los soldados de la centuria o centurias que defendían este enclave.

Lo más interesante del fragmento es que presenta una inscripción realizada con un punzón o similar utilizando signos ibéricos. 
En principio llama la atención que en una cerámica romana y en un fortín romano la inscripción esté realizada con signos ibéricos. Pero si tenemos en cuenta que, tal como indican los escritores clásicos, en el bando sertoriano había muchos  soldados iberos que actuaban como auxiliares resulta más verosímil.


1. Fragmento de una pátera campaniense de tierra cocida y recubierta de un barniz negro. Fue hallado en el Tossal de la Cala de Benidorm. Es un tipo de cerámica romana típico de los siglos II y primera mitad del  I a.C.  Lo que convierte esta pieza en documento singular es la inscripción con signos ibéricos.


El MARQ describe la pieza de la siguiente manera: "Grafito en escritura ibérica oriental en fragmento cerámico [...] La pieza cerámica es una pátera campaniénse B. De borde recto y ligeramente entrante, su cuerpo tiene forma de casquete elipsoide vertical. La pieza se haya decorada con un grafito en escritura ibérica realizado mediante incisión, en el que se lee: Ku.l.es ti.l.e.is. [...] Cronología: Ibérico reciente (finales s. II–I aC.) [...] Dimensiones: Altura, 24 mm; diámetro del borde, 215-220 mm." (http://www.marqalicante.com/Paginas/es/INFORMACION-DE-LA-PIEZA-P483-M8.html)


Una pátera era un plato de poco fondo que se destinaba a ritos religiosos. La arqueología ibérica ha encontrado varias páteras fabricadas con metales preciosos (yacimientos de Tulcia, Periotito, etc.) pero en este caso del Tossal se trata de una pieza de barro, es decir un material pobre.  
Como ejemplo de pátera campaniense completa os pongo la fotografía de una procedente de un pecio hallado en aguas de San Pedro de Pinatar y conservada en el Museo Nacional de Arqueología Subacuática. Nos permite imaginar cómo sería la del Tossal.  

2. Pátera campaniense B Lamboglia 5 conservada en el Museo Nacional de Arqueología Subacuática. Es de arcilla fina, depurada, de color beige-amarillento recubierta con un barniz de color negro. Diámetro base 67 mm.  Diámetro boca  180 mm. Es por tanto algo más pequeña que la pátera del Tossal.


El fragmento con grafito del Tossal fue descrito primero por José Belda, primer director del Museo Arqueológico Provincial de Alicante y luego por Enrique Llobregat, su sucesor al frente de esa institución que actualmente se denomina MARQ. Gracias a ellos su inscripción ibérica fue conocida y estudiada por numerosos expertos.

La transcripción del grafito, según esos autores, sería "KU.L.E.S   TI.L.E.I.S". Tenemos dos palabras, algo que no es evidente porque no están separadas por un espacio, pero esa es la interpretación más usual. Los puntos de la transcripción indican separación de signos y observamos que aunque la mayoría son alfabéticos hay dos ("ku" y "ti") que son silábicos. Esta alternancia de signos alfabéticos y silábicos es una característica de la escritura ibérica. Y otra característica es también que podamos leerla pero no seamos capaces de entenderla. Por tanto no sabemos lo que significan estas dos palabras.

Un primer intento de traducción del texto lo realizó Jaime Siles en un trabajo titulado "Sobre un posible préstamo griego en ibérico". Fue publicado en 1976 por el Servicio de Investigación Prehistórica de la Diputación de Valencia. Está disponible en http://www.museuprehistoriavalencia.es/resources/files/TV/TV049_Siles.pdf

Daba una lectura similar a la del MARQ y a la que anteriormente habían hecho José Belda (1950) y Enrique Llobregat (1972). Sólo se diferencia en que pone un punto debajo del signo de la S  de KULEIS (que en ibero se escribía M) para indicar que su sonido corresponde al de una "S" sonora, parecido al de  "X". Es diferente de la "S" final de TILEIS que se pronunciaba como la S castellana y que en el signario ibérico se representaba también de forma similar a la actual:



3. Transcripción del grafito del Tossal de la Cala realizada por Jaime Siles. Se observa la existencia de dos "S" representadas con signos distintos porque para ellos correspondían a dos fonemas diferentes. El signo M correspondería a la "S" sonora según algunos autores aunque J. Siles afirma que equivalía a nuestro sonido "X"

Identificaba la palabra KULES como un préstamo de la lengua griega en la ibérica. Se trataría de un nominativo que designa un objeto y la palabra original griega sería "kylix". Esta palabra puede referirse a un tipo específico de recipiente cerámico utilizado por los griegos para beber vino pero también puede referirse a vaso cerámico en general, sea del tipo que sea. Y este segundo significado es el que le otorga el autor.
Por otra parte TILEIS sería una palabra ibérica y en este caso se trataría de un antropónimo, es decir un nombre de persona. Estaría en genitivo, denotando posesión por lo que el autor proponía la hipótesis de que designaba al propietario del recipiente cerámico, pudiendo éste ser tanto un humano como una divinidad. En ambos casos, dueño divino o humano, la traducción es la misma: "Este kylix es de Tileis". 
Más adelante este autor componía un pequeño poema en el que transformaba Tiles en Diles, basándose en que el signo ibérico "TI" también se puede leer "DI":

«Eimí he kylix... es dato
común en los vasos griegos;
mas los ibéricos, legos,
hablando en sentido lato,
llamaban kylix a un plato.
CULES TILEIS "Yo de Diles
soy la pátera", inscribían,
porque en cules convertían
kylix a través de *kyles.»

La traducción de "Eimí he kylix..." es "Soy el recipiente de..." Que KULES sea una palabra griega adoptada por los iberos juntamente con el objeto que lo designaba parece bastante lógico. También parece verosímil que la transformaran luego para adaptarse a su fonética.
Que TILEIS sea un nombre propio de persona o de divinidad parece también una propuesta interesante y digna de tenerse en cuenta. En el artículo "Idioma ibero" que publica Wikipedia se repite esta hipótesis y se asegura que formaba parte de los antropónimos ibéricos: 
"Gracias a la inscripción latina del bronce de Ascoli, que incluye un listado de jinetes íberos enrolados como tropas auxiliares romanas que recibieron la ciudadanía por méritos de guerra, se ha podido desentrañar la forma de los antropónimos ibéricos (de hecho, este conocimiento coadyuvó al desciframiento de la escritura ibérica). Los nombres íberos suelen formarse por dos elementos intercambiables, normalmente formados por dos sílabas, que se escriben juntos. [...] Este descubrimiento fue un paso de gigante, ya que a partir de ese momento se pudo indicar con cierta seguridad los nombres de persona en los textos.No obstante, la relación de componentes onomásticos de los antropónimos ibéricos varía en función de cada investigador. La relación básica procede de Jürgen Untermann (1990) que fue recientemente actualizada por Rodríguez Ramos (2002), datos complementarios y criterios alternativos se pueden encontrar en los trabajos de Faria (2007)." (http://es.wikipedia.org/wiki/Idioma_ibero#Antrop.C3.B3nimos).

El citado artículo presenta a continuación un listado de términos que se han interpretado como componentes de los antropónimos ibéricos. Entre ellos figura "TILEIS"  con lo que queda claro que para un grupo de investigadores es el nombre de algún personaje ibérico


También resulta interesante el trabajo de Javier Velaza Frías "Tras las huellas del femenino en ibérico: una hipótesis de trabajo" publicado en el año 2006 en Palaeohispanica 6, pp. 247-254  (http://ifc.dpz.es/recursos/publicaciones/25/20/13velaza.pdf). En él defiende que TILEIS es un antropónimo y que el prefijo T / TI se aplica en la lengua ibérica a los nombres femeninos, tanto de humanos como de divinidades. 
Por tanto TILEIS sería el femenino de LEIS. Como se encontró esta inscripción en un entorno militar es muy poco probable que su propietaria fuera una mujer, resultando más lógico suponer que se trataría de un vaso consagrado al culto de una diosa. Así que, de acuerdo con la hipótesis de este autor la traducción del grafito del Tossal de la Cala podría ser "vaso de la diosa TILEIS". Dado el carácter sagrado de las páteras esta traducción parece coherente con todo el contexto arqueológico en el que apareció el grafito que estamos analizando.


Posteriormente en el libro de J. Ramón Ribera "Tartesios, íberos y celtíberos: sus escrituras y su lengua"  (editorial Punto Rojo, 2013) se propone otro intento de traducción. En el apartado 5,3 de dicha obra, dedica las páginas 96 y 97 al análisis del grafito del Tossal y propone la lectura "KULESS TILEIS", diferenciando también los dos tipos de "S". 
La novedad que aporta este autor es defender que se trata de dos palabras similares a las de la lengua griega por tener ambos idiomas, ibérico y griego, un origen común dentro del indoeuropeo [1]. 
La primera palabra según él significa, como para los autores anteriores, "vaso" o "cerámica" en general, sin referirse específicamente a un kylix. 
La segunda palabra, para este autor, sería el equivalente a una forma del verbo griego "teleo", uno de cuyos significados es "iniciar en los misterios". Por eso propone como traducción: "Vaso de iniciación en los ritos sagrados". Se basa en que, según su opinión, el idioma ibérico "es una lengua emparentada con el griego. No eran igual pero se parecían mucho. El tartesio y el íbero son más antiguos que el griego koiné, por lo tanto más elementales, más arcaicos, más parecidos al griego de Homero y mucho más cercanos al griego micénico."
También esta posible traducción concuerda con el contexto histórico del Tossal, porque es bien sabido que entre los soldados romanos fueron muy frecuentes las denominadas "religiones de los misterios" para cuyo acceso era preciso superar unos ritos de iniciación. 


Como conclusión quedan claras varias cosas. En el Tossal de la Cala de Benidorm el Padre Belda halló un fragmento cerámico con una inscripción ibérica que ha despertado el interés de los investigadores. 
Su transcripción parece que está totalmente clara y hay un consenso generalizado al respecto desde la década de 1940 con algunas precisiones respecto a los dos tipos de S. 

Los intentos de traducción, en cambio, son muy posteriores y estamos lejos del consenso.
Que se trata de dos palabras y que la primera, KULES, designa un recipiente cerámico está admitido por todos. Las discrepancias vienen con la segunda, con TILEIS. Hay autores que sostienen que se trata de un antropónimo, de una persona o de una divinidad, precisando uno de ellos que se trata de un nombre femenino, lo que, por el contexto arqueológico, nos lleva a pensar en una diosa, no en una mujer.
Tanto en el fortín del Tossal como en sus inmediaciones se hallaron fragmentos de bustos de terracota de una diosa femenina que Belda denominó con el nombre cartaginés de Tanit y otros estudiosos identificaron con la griega Deméter. 



4. Pebetero en forma de busto de una divinidad ibérica cuyo nombre desconocemos por lo que se le denominó con el nombre cartaginés de Tanit o el griego de Deméter. 

En ambos casos sus autores ignoraban qué nombre había recibido esa divinidad entre los iberos. ¿Podría ser Tileis? Podría, sí, aunque sólo podemos afirmarlo como hipótesis. No hay ninguna prueba que avale dicha denominación salvo el hecho de encontrarse en el mismo yacimiento.  

La hipótesis de Ramón Ribera de que se trata de dos palabras ibéricas similares a formas griegas muy antiguas resulta novedosa y el tiempo dirá si esa es una vía de investigación correcta

Quedan patentes las grandezas y miserias de la Arqueología y la Lingüística que han permitido averiguar muchas cosas aunque sobre otras sólo pueden ofrecer hipótesis, a veces contradictorias. Pero eso es lo normal porque así es como van avanzando las distintas disciplinas científicas. Y en este campo aún queda mucho trabajo para las futuras generaciones... 

El Tossal de la Cala de Benidorm seguirá siendo objeto de estudio durante mucho tiempo. Y esta búsqueda del conocimiento es tan fascinante como el propio conocimiento cuando finalmente se obtiene...






Aunque el fragmento comentado en este artículo sea el más conocido del Tossal de la Cala, no es el único. Como ejemplo os pongo una parte de la lámina donde Enric Llobregat  presentaba las transcripciones de grafitos ibéricos sobre cerámica campaniense A y B de dicho yacimiento arqueológico. Está tomado de su obra "Los grafitos en escritura jónica e ibérica del este del Museo de Alicante". En las páginas 6 y 7 presenta los fragmentos del Tossal. 



NOTA
[1] La redacción inicial de este párrafo era otra.  J. Ramón Ribera me hizo llegar a través de Facebook la siguiente aclaración: "En primer lugar agradecerte la referencia a mi obra Paco y en segundo lugar aclarar que en ella no defiendo exactamente que KULESS y TILEIS sean "dos palabras griegas escritas con alfabeto ibérico" sino que el íbero es una lengua indoeuropea del grupo griego."
Así que el autor no defiende que sean palabras griegas sino iberas y que las semejanzas con el griego derivan de que ambas lenguas proceden de una rama común dentro del gran tronco que es el indoeuropeo.
A la vista de estos datos modifiqué la redacción original del blog porque su objetivo es difundir información veraz, rectificando el error humano siempre que sea posible.