miércoles, 19 de junio de 2019

El turismo en Benidorm en las primeras décadas del siglo XX: 2) de 1920 a 1930.



El turismo en Benidorm en las primeras décadas del siglo XX:  2) de 1920 a 1930.

Nueva entrada dedicada a los cien años (1850-1950) del turismo de Benidorm antes de ser ciudad turística. Analizaré los aspectos más relevantes de la decisiva década de 1920 cuando Benidorm entró con paso decidido por la vía del turismo. Su litoral, los espacios emblemáticos del pueblo, los nuevos hoteles y hasta la normativa municipal empezaron a adaptarse a la nueva actividad. La falta de agua potable seguía siendo el telón de Aquiles de su desarrollo. 



Playa de Levante en Benidorm en 1926 según una fotografía de Carlos Serthou Carreres. Sobre Canfali, frente a la iglesia, se destaca el palacete de los Payá con sus características torres gemelas (Fuente BIVALDI).


Al iniciarse la década de 1920 Benidorm ya era conocido como lugar de gran interés para el turismo y esa idea se fue incrementando, cada vez más, en los años sucesivos. Se destacaba el atractivo de sus playas y de su paisaje con campos de cultivo bien cuidados: “El silbido de la locomotora hace que nos llame la atención la pintoresca situación de Benidorm. Situada esta población sobre un peñón que se introduce en el mar, tiene dos hermosas playas de fina arena a un lado y otro de la población, visitada por muchos veraneantes” (“La Provincia: diario político de la mañana” 17-8-1918).
En 1923 ya se planteaba la posibilidad de que la comarca se orientara hacia el turismo aunque no se entendía como una actividad económica única sino compaginada con la agricultura.  Ya se usa la palabra “turismo” aplicada a la comarca de la Marina, aunque sin abandonar la antigua de “veraneante”. También es interesante que se citara al gran historiador Carlos Sarthou Carreres porque comparaba a Benidorm con Biarritz y San Sebastián, aunque de menor tamaño. Estuvo en Benidorm y como fotógrafo aficionado que era realizó algunas instantáneas de su playa. El artículo, firmado con el pseudónimo Nerto Rinaldo, decía: 
Las playas de «La Marina». 
El nombre de «La Marina» sirve para denominar a una región alicantina que a la orilla del mar se extiende, y nos deleita con sus bellezas naturales, con sus altos montes y sus pacíficas playas. Desgraciadamente para ella no se saca partido de tales privilegios […] El turismo sería seguramente, para esta región, una gran riqueza, y cuanto menos un poderoso auxilio que serviría a los labradores para contrarrestar el efecto de las sequías que tanto merman a la agricultura. […] 
En Benidorm. 
Su playa, inmensa y arenosa, se encuentra concurridísima cual ninguna: veraneantes de todas clases acuden a esta pequeña población. En las horas del baño, multitud de bañistas se sumergen y báñanse con encantador frenesí. Lindas muchachas dan con sus trajes, la indispensable nota de color, y bajo caprichosas sombrillas o anchos sombreros esconden su cutis, huyendo de los rayos solares. Con razón dió, el castizo cronista y pulcro historiador Sarthou Carreres, el epíteto de «petit Biarritz» a esta playa, y con más razón aún tildóla de copia, de plagio de San Sebastián”. 



A pesar de todo lo dicho para el redactor del artículo la mejor playa era la de Villajoyosa, aunque en otro escrito posterior reconocía que era de piedra, tenía menos bañistas que la de Benidorm y no se había bañado en ella. Su mérito era tener dos balnearios: “Tiene Villajoyosa más comodidades para el baño que las demás poblaciones de La Marina, pues dos balnearios bastante bien montados están dispuestos a servir al turista” (“Las Provincias” 5-9-1923). 
Una información posterior nos ofrece los nombres de dichos balnearios: “Los balnearios de Neptuno y La Cuba de Oro, de esta playa [de Villajoyosa], finalizan sus preparativos para recibir a los bañistas. También en el vecino pueblo de Benidorm se están acabando de colocar los establecimientos de baños” (“Las Provincias” 21-6-1925). Desgraciadamente la noticia no nos permite saber si “los establecimientos de baños” se referían a algún balneario como el “Virgen del Sufragio” del siglo anterior o, más probable, a las casetas de baño que aparecen en varias fotografías de la época.

En 1924 el mismo diario valenciano “Las Provincias” dedicaba dos columnas al turismo en Benidorm bajo el título “Poblaciones y paisajes. III BENIDORM”. Es un artículo que vale la pena analizar detenidamente; estaba firmado igualmente por Nerto Rinaldo. 
Comienza por sus playas indicando que “Es, sin duda lo más atrayente de este pueblecillo”. Sobre la de Levante decía “es, por decirlo de algún modo, la más aristocrática”. Debía referirse a los chalets que se empezaban a construir allí y que en 1924 todavía no eran muy numerosos. “Chalet” era una palabra que se había introducido en Benidorm hacía pocos años y la pone con letra cursiva: “Varios chalets la adornan con su elegante silueta, chalets éstos dignos del mayor gusto por lo acertado de su emplazamiento y lo distinguido de su arquitectura”. Como estos edificios sólo ocupaban la primera línea de playa detrás de ellos se extendían los campos de cultivo (olivos, almendros, etc.) que el articulista valoraba muy positivamente: “Orlando este paisaje delicioso un vergel de árboles de cultivo y unos jardincillos que dan marco a las casas, nos cusan una impresión gratísima”. Queda claro que el “Benidorm verde” ya era interesante en aquellos años.
Siguiendo con el artículo, al cronista le llamaron la atención las casetas de baño, imprescindibles en la época dado su estricto concepto de la moralidad: “Casetas de baño sobre aquella arena finísima, son palomas silvestres y albatros que miran al mar”. A continuación indica los servicios que se ofrecían a los visitantes, un casino y bares, palabra esta última que constituyó otro de los barbarismos que llenarían la actividad turística de los benidormenses de la época:   “Un casino, unos bars y un campo de futbol, completan este panorama y alegran esta playa, que tan animada se ve a las horas del baño y en las verbenas nocturnas”. Su resumen sobre la playa de Levante es el siguiente: “Lo que la vista encuentra en este lugar, puede sintetizarse en estas palabras: Mar y cielo. Un mar azul rabioso y un cielo bellísimo que se unen en el horizonte difuminándose sin percibir el límite…”. Sobre la playa de Poniente, prácticamente deshabitada en esa época, dice muy poco: “Al otro lado de la población una playa análoga, pero menos aislada, con la misma arena y el mismo sol”. Creo que lo de “menos aislada” se refiere a que una buena parte de dicha playa tenía al lado la carretera Alicante-Valencia mientras que en la de Levante no hubo carretera hasta 1934.
Sobre los elementos monumentales que podían interesar a los visitantes de Benidorm destacaba tres: la iglesia, el castillo y el chalet de Miguel Payá. Sobre la primera, cuyo patrono es Sant Jaume y no San Jorge como indica el articulista, destacaba que no le gustaba por ser nueva ya que había sido reformada en 1917: “En esos días –como digo- he podido ver algunas de las cosas que al turista interesan. La parroquial fué de lo primero que vi. Dedicada a San Jorge, está en la parte más alta de la población; a ella se llega por la calle del Horno [actualmente Metge Cosme Bayona] y sus paralelas. La impresión es de una iglesia nueva; restaurada en 1917, sólo un altar da la nota antigua y vieja. Es alta y capaz. Su campanario, situado al Levante, está dominando el pueblo. A mí no me gustan esas iglesias que parecen nuevas, tan pintaditas; son más de mi gusto esos altares antiguos, esas iglesias seculares, que perduran inconmovibles en la ruta de los siglos; Por eso la iglesia de Benidorm no me ha gustado”. Está claro que lo antiguo atrae al turismo, algo que Benidorm ha tardado en descubrir…
El segundo elemento que destaca es el castillo. Su descripción es interesante porque es anterior a las reformas que experimentó pocos años después por iniciativa del alcalde Vicente Llorca Alós. Su función militar había desaparecido en el siglo XIX y a mediados de ese siglo ya se había convertido en un lugar de paseo y verbenas:  “Nos han conducido a un lugar que unos llaman «el Paseo», y denominan otros «el Castell» […] Es una porción de terreno llano, planicie que corona la saliente peña. Allí está la Caseta de Carabineros y por sus contornos, circundados de pared, encuéntranse unos bancos de piedra, viéndose en el centro de aquel lugar un antiguo cañón. Según parece, esto que hoy es paseo, fue un tiempo el castillo de la población. Aún desde allí se ven, cayendo al mar, restos de sus muros…” También destacaba  sus vistas, un elemento que hoy día sigue haciendo del Castillo el lugar más visitado de Benidorm:  “Allí se goza de una vista inmensa; la playa, el poblado, el puerto, domínase todo… Los árboles, con su tono característico, dan al paisaje un fondo adecuado y las casas blancas resaltan sobre aquel tapiz, alfombrado vergel de sus campos”. 
El tercer edificio que destacaba, situado en el mismo entorno del Castell y la iglesia, era el chalet del alcalde de Alcoi Miguel Payá. Otros autores habían señalado que, visto desde la carretera de la playa de Poniente, su perfil se destacaba junto a la iglesia en lo alto de Canfali. Este autor nos muestra, además, el impacto que causaba: “No podemos terminar sin dedicar siquiera sea un recuerdo al bonito palacio del marqués de San Jorge. Es una obra bellísima que aristocratiza al pueblo, y que forma con su arte un motivo más para admirarlo”.
Otro elemento del artículo que me parece digno de reseñar es el de Benidorm como punto de partida para visitar otras localidades pintorescas del interior montañoso, algo que hoy día es habitual. Para ello sus comunicaciones, el ferrocarril de la Marina, la carretera nacional y la que entonces se denominaba Benidorm-Pego,  resultaban fundamentales: “Benidorm, por su situación, está llamado a ser base para las excursiones montaraces; de él parten carreteras que nos pueden llevar por sitios pintorescos y lugares altísimos”. 
Concluye el artículo con unas observaciones sobre el Benidorm de aquellos años que resultan interesantes. Destaca el puerto, sobre el que dice: “El puerto, refugio que acoge a los pescadores en días crudos, tiene ya una larga escollera. Verdad es que el trabajo –desconozco las causas- está paralizado lastimosamente”. La construcción del puerto se había iniciado en 1919, pero a causa de temporales y desacuerdos, los paros como el que cita el articulista hicieron que se terminara en 1929. Sin embargo el  aterramiento con arenas que provocó este puerto permitió que surgieran dos elementos muy importantes para el turismo: el Passeig de Colón y el Parc d’Elx.
También indica como cierre de su artículo que en 1924 Benidorm ya tenía un nombre como lugar de vacaciones estivales e indica las causas: “Benidorm es un pueblo pequeño muy apreciado por los veraneantes. Su playa deliciosa y las simpatías de sus vecinos hacen que el turista goce de pasar allí un rato. Prueba concluyente de lo que decimos es que los que van a veranear están tan a gusto allí, que, haciendo de lo provisional obra permanente, construyen bonitos chalets y edifican mansiones estivales” (“Las Provincias” 23-8-1924).
En octubre de ese mismo año un ciudadano de Benidorm, sin indicar su nombre, sólo el pseudónimo de Torreblanca, manifestaba el malestar de algunos vecinos porque el camino de Benidorm al Rincón de Loix no se iniciaba. Queda muy claro leyendo su artículo que ya se había apostado por el turismo como una actividad económica importante para la playa de Levante de Benidorm y que dicha infraestructura viaria se necesitaba urgentemente. Intentaba que todos los habitantes del pueblo se implicasen en el empeño porque Benidorm, por sus playas, debía ser el centro turístico de la Marina, comarca que entonces englobaba a la Alta y la Baja. Es decir que en 1924 ya se reclamaba la capitalidad turística de la comarca por la singularidad de sus playas. Respecto a la citada carretera al Rincón argumentaba que además de la utilidad estaba el atractivo que supondría para los visitantes si se plantaban árboles, ornamento que en aquellos momentos sólo tenía la calle Alameda: “tiempo ha que proyectado está el camino que a unir tiende el casco de la población con el Rincón de Loix [...] Desde la construcción de chalets que parece se tomó con calor el proyecto de unión, ésta es la hora que, aún habiendo levantado un plano el cual fue llevado a Madrid para su aprobación, todavía se espera que pase de proyecto a realidad y, mientras, la orilla del mar es el único camino. […] Es más, como complemento del caso bien se podría dejar ancho suficiente para plantío de árboles […] este asunto, aparte de ser hermoso, cómodo y útil sería para el forastero un atractivo más […] ¡Alerta benidormenses!, hora es ya que os preocupéis por vuestro hermosísimo pueblo que como pocos en la Marina debía ser el centro del turismo ya que, playas tan hermosas semejantes a pequeños oasis no las hay en todo el perímetro español.” (“Diario de Alicante” 4-10-1924)


El edificio más próximo al espectador era el chalet de la familia Domenech, Podemos observar que a partir de él no había camino. Esta carretera de Benidorm al Rincón de Loix se realizó en 1934. El agua que se aprecia en la playa era aportada por el Barranc de l'Aigüera tras lluvias de cierta consideración.


El día 16 de ese mismo mes y año aparecía otro artículo, firmado con el pseudónimo Arleovanes, en el que repetía los mismos argumentos pidiendo la movilización de todos los habitantes de Benidorm para agilizar los trámites burocráticos de dicha carretera. Está claro que había personas influyentes interesadas en el desarrollo turístico del pueblo.
Una de ellas fue Vicente Llorca Alós, que escribió algunos artículos sobre las posibilidades turísticas de Benidorm aunque en él hay que destacar sobre todo su labor como alcalde que adecuó al turismo tres espacios que entonces se convirtieron en lugares emblemáticos de Benidorm: la Plaça del Torrejó, la Plaça del Castell y el primer Parque de Elche. Como eso está explicado en el libro ya citado sobre el fotógrafo Mora Carbonell, no insistiré sobre este tema tan importante para la promoción turística de Benidorm.

En 1924 al informar sobre un banquete en Benidorm en honor al Cónsul de Cuba en Alicante se cita al hotel Miramar como lugar de su celebración. No sabemos si el título de hotel que se le da en el artículo correspondía con su categoría real de alojamiento turístico pero en las actas municipales aparece como tal durante la Guerra Civil. Sin embargo ignoramos dónde estaba ubicado. Debió cerrarse poco después de 1939 porque en 1948 se crea otro hotel Miramar en la calle San Pedro. 
Según el periodista “El banquete fue admirablemente servido por el hotel Miramar”. Se citan personas importantes de Benidorm como el médico Cosme Bayona, Francisco Martorell Timoner, Vicente Zaragoza, Jacinto Vaello Bayona, Miguel y Francisco Martorell Lloret y el párroco Juan N. Segarra Segarra  (Diario “El Luchador” 30-10-1924). 


Fotografía de 1930 o 1931. La playa de Poniente está sin urbanizar y los cultivos llegan hasta la carretera. Se observa que el terreno es más abrupto que en Levante. En la carretera ya se había construido la desviación que evitaba subir y bajar por la actual calle San Pedro. Dicha desviación, así como el parque de Elche y el paseo Colón fueron terrenos ganados al mar al colmatarse el puerto con arenas. Fotografía de Oriol.


En 1925 van apareciendo en la prensa más referencias a Benidorm y ya hay algunos periodistas que empiezan a escribir sobre el turismo resaltando las bellezas naturales de los distintos lugares de la provincia de Alicante, Benidorm entre ellos. También se informaba sobre actividades lúdicas organizadas para amenizar la estancia de los visitantes, la “colonia veraniega”, y en ese sentido destacó el diario valenciano “Las Provincias” que el 13-8-1925 publicaba una crónica que resulta interesante porque muestra que las fiestas se organizaban de forma bastante diferente a la actual: “En la pintoresca villa de Benidorm, uno de los lugares más hermosos de la Marina, se van a celebrar los días 14 a 23 de este mes [de agosto] varios festejos, organizados por la numerosa colonia veraniega que allí se reúne, y con la valiosa colaboración de valiosos elementos de la localidad. Según nuestras noticias, habrá la noche del 14 una gran verbena andaluza, durante la cual se premiará con objetos de arte a las señoritas que luzcan los mejores mantones de Manila. En días sucesivos se celebrarán carreras pedestres, cucañas marítimas y castillos de fuegos artificiales en la playa, Batalla de Flores y carreras de bicicletas en la Alameda de Emilio Ortuño”. Según indicaba el periodista estas actividades tendrían influencia fuera de Benidorm ya que  atraerían “a muchas de las familias que veranean en los cercanos pueblos de Villajoyosa, Altea y otros” lo que demuestra que el atractivo turístico de Benidorm no residía sólo en sus bellezas naturales sino también en la capacidad de ofrecer servicios complementarios.

En ese mismo año y en el mismo diario se publicó un artículo firmado por Juan Beneyto Pérez  que nos muestra su especialización en temas turísticos. Respecto a Benidorm no alaba sólo sus elementos naturales sino que añade sus lujosos chalets de la playa de Levante y el empeño de sus habitantes en organizar actividades lúdicas para estos veraneantes: “¿No he hablado aún de Benidorm en estos «Clichés»? Si en esta ocasión olvidé tan bello pueblecito, no se podrá atribuir la omisión a desidia o desdén. Otras veces, desde estas mismas columnas o las páginas de distintos periódicos, he dedicado cuando menos unas líneas a las playas de Benidorm pues su impresión imborrable persiste […] Su playa oriental poblada de aristocráticos –burgueses cuando menos− y lindos chalets, con sus casetas y su animación, es muestra graciosa del aprecio en que se tiene. Innúmeras familias alcoyanas pasan allí los meses calurosos, y el elemento de la población se desvive por hacerles agradable la temporada, amenizando las veladas con bailes y verbenas”. 
Tampoco dejó  indiferente al periodista “la magnífica visión que desde su castillo se domina, visión grande como pocas, digna de equipararse con las del cabo de San Antonio o el peñón de Ifach…”  (“Las Provincias” 4-10-1925).

Que Benidorm se había consolidado como lugar pintoresco para pasar las vacaciones disfrutando de sus vistas, calificadas como maravillosas, lo demuestra el “Diario de Alicante” (22-04-1926) donde un artículo sin firma proponía a la Diputación y al Ayuntamiento de Alicante un premio para guiones previos a la filmación de una película sobre paisajes alicantinos. En el texto no se cita Benidorm pero al lado aparece esta fotografía del pueblo indicando que forma parte de los “Paisajes provinciales para películas”. 




Ese mismo año se rodó un film basado en una obra de teatro cómica titulada “Los cuatro Robinsones”. Una parte del rodaje se hizo tomando como base Benidorm a donde, en el mes de agosto, se trasladaron el equipo técnico y los actores, unos en automóvil y otros en el “trenet”. El director fue Reinhardt Blothner (Bluthner en otras fuentes), la fotografía corrió a cargo de Arturo Beringola y el guión estaba basado en la comedia cómica de Enrique García Álvarez y  Pedro Muñoz Seca del mismo título (1916). Los actores fueron Ricardo Vargas, José Argüelles, Rosario Velázquez, Sofía Martos, Conchita Galeras, Elvira Rojas, Pilar Jiménez, Herminia Molina, Ricardo Alonso, Luis Vela del Castillo y Ramón Meca. 
El argumento refiere las peripecias de cuatro maridos que van a una finca privada con una señorita norteamericana aunque habían dicho a sus esposas que iban a las islas Columbretes. Pero se hunde el barco en el que habían dicho que viajaban y deben acudir a las islas y fingir que son náufragos.
Se filmaron vistas del litoral de Benidorm, de la finca “Villa Conchita” propiedad del doctor Lloret en Villajoyosa, además de otras fincas de Elche y San Juan y de la ciudad de Alicante. Según se indicaba “Se ha de hacer la pesca del bonitol y en esta operación intervendrán nuestras barcas pesqueras”. En la obra se habla de las islas Columbretes pero el rodaje se hizo íntegramente en el litoral alicantino, algo que molestó a algún periodista castellonense. Se estrenó en Alicante a principios de diciembre y luego se hizo en Madrid. Un artículo firmado por DON X valoraba positivamente el impacto del film para proyectar la buena imagen turística de la provincia de Alicante y reconocía que el cine era una excelente promoción incluso fuera de nuestras fronteras: “Como primer ensayo serio para hacer una película que divulgue las bellezas de Alicante, ha sido un acierto esta de «Los cuatro Robinsones» que el jueves va a ver todo el mundo en el Ideal. Pero es poco aún. […] cuantos amen Alicante están ya en el deber de hacer editar otra película que propague por el mundo entero todo lo bello que encierra esta ciudad y esta provincia” (“Diario de Alicante” 30-11-1926).  Otros críticos dijeron que la película no estuvo a la altura de las expectativas. Es lógico porque el humor de la obra de teatro se basaba en la palabra y en el film en la mímica ya que era una película muda. Por ello en 1939 se realizó una nueva versión sonora de la obra teatral. Pero para nosotros es más importante la de 1926 porque constituye, hasta ahora, la referencia más antigua de Benidorm como escenario cinematográfico.


El diario ABC del 3-10-1926 informaba sobre el rodaje de Los cuatro Robinsones que había tenido lugar en agosto. Enrique García afirmaba que el film tendría éxito internacional porque la obra de teatro que le daba el argumento se había traducido a varios idiomas y se había representado con éxito. 


En 1927 la necesidad de publicitar las playas de Benidorm aparece muy clara en un artículo del Diario de Alicante del 30-07-1927. Está firmado por un benidormense con el pseudónimo de Miguel Aixa Bras de Ferro “A la sombra de un pino, en la cumbre de Sierra Helada, fija la vista en mi playa desconocida. La Chanca, Playa de Benidorm”. Según este autor Benidorm necesitaba un poco de propaganda “suave, seria, pero constante” porque en cuanto acudan los visitantes “harán que surjan las comodidades en la localidad, las atracciones, las mejoras y todo eso que hace el complemento de una deliciosa estación veraniega”. Para el autor era una playa perfecta por sus condiciones físicas “y para su embellecimiento ornamental, bastaría tan solo la continuación en la edificación de chalets espléndidamente iniciada y de resultados maravillosos”.  En años sucesivos diferentes vecinos de Benidorm publicaron otros artículos con el mismo propósito. 
Continuando en esa línea en el Diario de Alicante del 3-9-1927 se daba cuenta de una verbena nocturna en la Avenida Virgen del Sufragio, actualmente “Plaça del Torrejó”. Era un espacio, años antes un tanto degradado, que se había acabado de acondicionar el año anterior con un muro, balaustrada, plantación de palmeras e instalación de luz eléctrica. Se convirtió en un espacio de paseo y por la noche añadió el atractivo de verbenas con el entonces casi obligatorio mantón de Manila. Lo más interesante son los apellidos que recoge porque nos muestra cuales eran las personas más prestigiosas de Benidorm y de su colonia veraniega. 
Estas verbenas son un ejemplo de cómo las autoridades municipales deseaban hacer agradable la estancia de los veraneantes. Hoy día se habla de la “customer experience” o sea buscar la satisfacción del cliente. Está claro que en Benidorm, en esta década de 1920, ya se trabaja en ese sentido aunque fuese de forma intuitiva. 
Pero no todo se hizo como era preciso. Los naturales de Benidorm en sus loas a playas y pueblo ocultaban su punto débil: la carencia de agua, algo que no hicieron desde la capital provincial. Ignacio Quilis Molina escribía: “carece de aguas potables […] y esta carencia […] se interpone a los deseos de las gentes que con su temporal permanencia avalorarían bien estas codiciadas arenas. Lástima que antiguos gobernantes […] lo mismo que discurrieron algunas mejoras ornamentales tan vistosas y ridículas como inútiles, no cayeron en la cuenta de que desde que el pueblo existe se padece en él una acentuada escasez de agua”. Este último párrafo es un ataque directo a las reformas del alcalde Llorca Alós. Tiene razón el periodista al indicar que no hizo nada por el suministro de agua potable pero era totalmente exagerado calificar sus reformas de ridículas e inútiles. Continua el articulista: “No obstante, ello no malogra el encanto natural de su playa decididamente hermosa y su fama, bastante extendida, bien la pregonan los asíduos veraneantes que a ella concurren” (“El Día” 3-10-1928)
Al año siguiente Juan Beneyto Pérez publicaba en el diario “Las Provincias” del 22 de septiembre de 1929 un artículo titulado “El veraneo en la Marina”. Este autor sí alababa una de las reformas de Llorca Alós: “El castillo de Benidorm […] ha sido estupendamente adaptado a las necesidades veraniegas, para constituir el éxito de la temporada. Los viejos tapiales desaparecieron para dejar lugar a artísticas balaustradas, y se encendió una luz sobre un antiguo aljibe y se deslizó una escalinata hacia un viejo peñasco, convertido en amable terracita”.
Para la playa de Poniente pedía “un buen albergue estival. Un gran hotel, no en plan lujo. Una cosa como la Font Rocha alcoyana; pisitos independientes, habitaciones sueltas, restorán…”. Pocos años después la construcción del hotel Marconi le daba la razón. 
Continuaba diciendo Beneyto que si Benidorm explotaba la Cala “tendría la Marina una gran base para la propaganda seria. Porque de otra forma el anuncio es contraproducente. No existen todas las comodidades que el hombre moderno cree necesarias”. Es decir que la propaganda turística no sería efectiva si el visitante comprobaba al llegar que no era cierta por falta de infraestructuras adecuadas. El turismo no se desarrollaría en la playa de Poniente de Benidorm hasta muchos años después pero la villa no perdió veraneantes en aquellos años por esa causa. 
Advertía de otro peligro para el turismo de Benidorm: “en mitad de la carretera de Altea a Villajoyosa –escasos diez minutos de cada una− podría ser el centro de la vida veraniega”.  Pero podría perder esa primacía del turismo estival de la comarca porque Altea empezaba también a tener veraneantes y porque Villajoyosa estaba “en vísperas de ser dotada de agua potable a domicilio, tiene derecho a esperar ser un  preferido lugar” a lo que se añadiría en pocos meses el asfaltado de la carretera Alicante Valencia que acortaría el tiempo de acceso a Villajoyosa desde esas capitales. En este punto Juan Beneyto tampoco acertó porque está claro que la diferente calidad de las playas de Benidorm le permitió seguir conservando su posición primera y el asfaltado de la carretera favoreció a las tres localidades, incluida Benidorm.


El turismo de Benidorm según la revista “Virgen del Sufragio”.
Finalizo este artículo indicando el contenido turístico de una fuente de información poco usual: una revista religiosa. En Benidorm desde diciembre de 1928 se publicaron 24 números de una revista mensual que tenía como objetivo preparar la celebración, en noviembre de 1930, del 2º centenario de la arribada a Benidorm de la Mare de Déu del Sofratge.
En el primer artículo del número 1 el sacerdote benidormense Enrique Pérez Thous, uno de los impulsores de la revista, explicaba los objetivos de la publicación y además de los específicamente religiosos cita la promoción del turismo de Benidorm: “Notas bien descritas y sentidas acerca de los encantos y hermosura de nuestro cielo, de nuestro castillo y  nuestra playa, deben aparecer mensualmente para recordar a los nuestros y anunciar a los extraños, las bellezas de nuestro amado pueblo. El fotograbado completará esta brillante misión, haciendo desfilar ante los lectores, las obras sublimes con que la próvida naturaleza ha enriquecido nuestra costa, y las que el arte ha creado con su cooperación valiosa” (Nº 1, pág.1).



El alcalde Vicente Llorca Alós escribió en la revista Virgen del Sufragio sobre la reforma del Castillo que él había impulsado: “siendo el asombro del turismo la magnífica terraza que tanto enaltece y embellece esta villa […] Desde la plataforma, a 20 metros de altura, parécese estar en la toldilla de un gran trasatlántico fondeado en la bahía” 

En enero de 1929 Miguel Orts Orts escribía en Barcelona un artículo hablando de la gastronomía tradicional de Benidorm como elemento turístico importante: “Yo puedo decir que he convencido a muchas gentes extrañas de la suculencia de nuestros platos […] Cuando el turismo sea una cosa seria en nuestro sin igual pueblo, que lo será pronto, no dudo que una de las atracciones de fuerza será la cocina” (Nº 2, pág. 5).

En el número siguiente, correspondiente al mes de marzo, en la sección de Notas de sociedad, se incluía una que afectaba al turismo, el arreglo del entonces llamado Paseo de Colón y hoy día Parc d’Èlx, uno de los espacios ganados al mar por el aterramiento del puerto: “Dentro de unos días se terminará la alcantarilla de la playa de poniente, para seguir la explanación del paseo proyectado, que tan al paso sale al turismo, y ha de favorecer al embellecimiento de esta población y sus intereses” (Nº 3 , pág. 6). En este espacio también se colmató de arena la base de Canfali y allí empezaron algunas construcciones para la pesca. Se formó una playa en la que convivieron durante muchos años las barcas de los pescadores y los bañistas.

En el número del mes de abril se informaba que el escritor y poeta Maximiliano Thous Orts había visitado Benidorm. 
Hoy día es recordado por ser el autor de la letra del himno de la Comunidad Valenciana pero también era cineasta y como tal  había acudido en 1928 para filmar un documental sobre paisajes alicantinos destinado a la Exposición Iberoamericana de Sevilla. En nuestra localidad filmó su litoral desde el mar y el Castillo para lo cual el ayuntamiento le facilitó una barca a motor y pagó su comida en el hotel Bilbaíno, el hotel de lujo de aquellos años: “Don Maximiliano Thous ha visitado esta población para impresionar los maravillosos panoramas de nuestras playas y cantiles sacando vistas, desde el mar, del Castillo y su Glorieta, con el fin de que figure Benidorm en la película que ha de llevar a la Exposición de Sevilla la provincia de Alicante de todas las más notables y sugestivas perspectivas que encierra […] Agradecemos al conocido escritor y poeta el interés demostrado por el pueblo que fue cuna de sus padres” (Nº 4, pág. 8). Está claro que en Benidorm se veía el cine como una magnífica promoción de su turismo.
Y que una parte del pueblo de Benidorm se sentía implicado en este propósito de mejorar la imagen de su pueblo lo demuestra otra noticia de ese mismo mes: para la construcción de lo que hoy es el parque de Elche algunos vecinos habían donado cuatro palmeras. Posteriormente regalaron otra más y de esa forma, con aportaciones públicas y privadas, plantaron un total de catorce palmeras.



Revista Virgen del Sufragio número 25, página 5. Fotograbado de las catorce palmeras recién plantadas en lo que entonces se denominó Paseo Colón que hoy corresponde con el principio del Parc d'Elx


En el ejemplar del mes de agosto Juan Fuster Pérez escribía el artículo titulado “El veraneo en Benidorm” en el que exponía cómo el número de turistas se incrementaba de año en año: “Benidorm es, dentro de la región valenciana, uno de los que tiene más atractivos para el turista, tanto por sus condiciones climatológicas, como por la belleza inimitable de sus poéticas playas. Una prueba bastante patente […] la constituye el hecho de ser, cada año más numerosa, la colonia veraniega. […] Es tal el bullicio que allí reina, que por todas partes se desborda el entusiasmo” (Nº 8, pág. 4).

Hay en la revista Virgen del Sufragio varios artículos más alabando las bellezas de Benidorm pero lo hacen con el estilo pomposo y recargado de aquellos años donde se repiten tópicos y la adjetivación exagerada oculta la escasez de ideas. Como no añaden nada nuevo a lo ya dicho he decidido no comentarlos.

En 1931 el advenimiento de la II República introdujo cambios importantes en la vida española pero el turismo en Benidorm siguió desarrollándose y ocupó un lugar importante. A ese tema dedico el capítulo 8 del libro “La II República y la Guerra Civil en Benidorm”.

miércoles, 12 de junio de 2019

El turismo de Benidorm en las primeras décadas del siglo XX: 1) La actividad turística de 1900 a 1920.




Como ya indiqué en la anterior entrada de este blog está claro que Benidorm se convirtió en localidad turística a partir de 1950 con el alcalde Pedro Zaragoza Orts. Pero eso no significa que partiese de cero: ya había unos precedentes en el siglo XIX que continuaron en el XX. 


Canfali y Plaça del Torrejó en una fotografía que debió tomarse entre 1920 y 1925. Veraneantes y pescadores conviven en la playa, un espacio sobre el que apenas se había actuado. Su acondicionamiento se produjo a partir de 1925.

El momento fundamental fue la década de 1920 cuando la playa de Levante empezó a llenarse de chalets. Coincidiendo con ese fenómeno se produce un interés por desarrollar el turismo de Benidorm. Este esfuerzo se vio estimulado por la política de la dictadura de Primo de Rivera, que tuvo fervientes partidarios en Benidorm comenzado por el alcalde Vicente Llorca Alós. En el año 1923 se documenta por primera vez el uso de la palabra "turismo" referida a Benidorm y también tenemos noticias sobre el primer hotel, el Miramar, en 1924. Hasta entonces la palabra habitual había sido veraneo y se siguió utilizando durante muchos años porque se trataba de un turismo estacional y además la palabra "turista" tenía en aquellos años una connotación elitista, de lujo y "glamour", ajena a la sencillez del pequeño pueblo de Benidorm. Por otra parte su actividad turística estaba muy poco o  nada profesionalizada y carente de formación teórica. Pero los benidormenses de aquella época suplieron la falta de formación con mucho entusiasmo, capacidad de innovación, adaptación a las cambiantes coyunturas políticas y económicas, trato amable y cordial al veraneante y por supuesto, sabiendo explotar las características físicas de su pueblo: clima templado, mar de aguas cristalinas y dilatadas playas doradas. Y sin olvidar las bellezas naturales de un paisaje que Gabriel Miró describió como una sinfonía de azules de cielo, mar y horizontes montañosos. En este sentido fue decisiva la actuación del alcalde Vicente Llorca Alós que empezó a adecuar algunas zonas del pueblo a la nueva actividad. Sin embargo este turismo tradicional tenía un punto débil que impedía su crecimiento: la secular escasez de agua, que no se solucionó hasta 1960.




Primera ordenanza municipal sobre los baños de mar en 1907.
Ya vimos en la entrada anterior que la costumbre de los baños en el mar se introdujo en nuestro país a lo largo del siglo XIX. A principios del XX continuaba la creencia en sus grandes propiedades curativas por los efectos beneficiosos del sol, el agua del mar y el aire puro: “Numerosos niños escrufulosos y raquíticos han conseguido este año en Alicante un gran alivio con los baños de mar. Se cuenta además que es infinito el número de forasteros que en los baños de mar han conseguido en nuestra población la curación de afecciones y dolencias” (La Correspondencia de Alicante, 5-9-1902). Otro ejemplo lo tenemos en la noticia siguiente en que una persona viaja a Benidorm por motivos de salud: “Ha marchado al vecino pueblo de Benidorm á reponerse de su enfermedad nuestro buen amigo Don Vicente Avila” (“El periódico para todos” 14 abril 1914). 
Pero la playa como lugar de descanso y actividades lúdicas durante los meses estivales fue ganando terreno y acabó siendo la predominante. El baño en el mar se convirtió en una práctica aceptada también por los vecinos y veraneantes de Benidorm. Llegó a ser tan habitual que en muchos municipios se sintió en la obligación de regularlo. En Benidorm ocurrió en el año 1907 cuando por impulso del alcalde Vicente Zaragoza Soria (1905-1908) se aprobó el "Proyecto de Ordenanzas de Policía Urbana y Rural de la Villa de Benidorm" en las que dedicó tres artículos a la regulación del baño en las playas de Levante y Poniente en las zonas más próximas a Canfali, es decir en lo que entonces era el casco urbano. Su objetivo era hacer compatible la rígida moralidad de la época con los beneficios para la salud de los baños de mar y del sol. Por eso se recordaba que durante el día debían utilizar prendas de baño, se separaban los espacios de hombres y mujeres y se prohibía pasear o detenerse en la zona donde hubiese bañistas del otro sexo. Además señalaba una zona, la más alejada, para las caballerías: 
"Artículo 146. Se señala para el baño de hombres, en la playa de Levante, la parte de mar comprendida desde las peñas del castillo hasta el frente de la casa de D. Vicente Llorca, y para el de mujeres desde este punto hasta el sitio denominado vulgarmente «Paretetes». Las caballerías se bañarán desde el último punto expresado hasta la Balsa Seca. En la playa de Poniente, los hombres podrán bañarse desde las rocas [aún no habían construido el Paseo Colón ni el puerto] enfrente de la casa de D. Francisco Zaragoza, y las mujeres desde este punto hasta el primer puente [actualmente cubierto frente al edificio Marina San Pedro]. Las caballerías, en esta playa, podrán bañarlas desde este último que se menciona hasta «Las Fontanellas».
Las personas de un sexo no podrán bañarse en los parajes que en este artículo se señalan, para los del otro sexo, ni pararse o pasear por la orilla del mar en la parte que les esté prohibido bañarse.
Artículo 147. Ninguna persona podrá bañarse de día sin cubrirse decentemente.
Artículo 148. Los que bañen caballerías en los espacios que quedan señalados deberán hacerlo durante el día y antes de las seis de la tarde [las 20 h, en horario actual]."


Fotografía de Mora Carbonell hacia 1930 en el libro "Retrato del primer turismo de Benidorm". El uso de grandes bañadores dentro del agua y de albornoces en la playa eran algo muy habitual en la primera década del siglo XX . La moralidad vigente imponía unas normas muy estrictas para la estancia en la playa y para los baños y por esa causa se dictaron “bandos de moralidad” y también ordenanzas como en el caso de Benidorm. Todas eran muy similares y su finalidad siempre la misma: “que en la presente temporada de baños de mar no se lastimen el decoro y la decencia públicos”.  

Para cambiarse de ropa en la playa no siempre se disponía de casetas de madera como se observa en algunas fotografías de Benidorm. A veces se improvisaba con toldos, tal como lo muestra esta fotografía de Francisco Mora Carbonell del mismo libro que la anterior. También pueden observarse los peculiares bañadores de la época.
En "La bata rosa" del año 1916 Sorolla reflejó una de esas casetas de baño improvisadas con toldos y cañizo. 



Para alojar a sus visitantes Benidorm disponía de hostales, como por ejemplo La Mayora junto a la parada de las diligencias, que podían acoger veraneantes. También hubo algunas personas que, como Leonor Canalejas Morayta, prefirieron comprar casas en el pueblo para residir los meses estivales. Otra posibilidad, iniciada en el siglo XIX, era que los veraneantes alquilasen casas a vecinos del pueblo por uno o más meses. Al comenzar el siglo XX siguieron con esa costumbre. Pero es importante constatar que también se construyeron casas destinadas al alquiler turístico y algunas se anunciaban en la prensa alicantina. En 1907 el Diario de Alicante publicaba: “Veraneo en Benidorm. Se alquilan dos viviendas de reciente y moderna construcción, en el sitio más pintoresco del pueblo, con agua fresca de algibe. –Hermoso panorama abarcando la vista desde Alicante hasta Peña-Calpe.  – Facilidades de amueblarlas. – Dirigirse á Doña Violante Orts, BENIDORM.”   (23-7-1907). Importante el dato del aljibe: el punto débil del turismo de Benidorm era el agua y aunque en verano se vendía por las calles, transportada en carros con toneles, poseer aljibe propio (con agua de lluvia o de Polop) era muy importante, casi un lujo.


Los primeros alojamientos turísticos.
El mismo “Diario de Alicante” publicaba años más tarde otro de esos anuncios que se repitió todos los meses de mayo hasta septiembre. Aquí el dato interesante es que promocionaban las casetas de baño en la playa porque las personas acudían correctamente vestidas hasta ellas, se ponían allí el bañador y al finalizar realizaban la operación inversa. En aquel entonces era impensable ir en bañador por la playa (sólo se permitía el albornoz) ni muchísimo menos por la calle. El anuncio decía: “Para veranear. En Benidorm y en el sitio más fresco y pintoresco y con vistas al mar, hay varias casas amuebladas. También se han instalado bonitas casetas de baños. Para más detalles, dirigirse a D. José Saval” (25-6-1917). Posteriormente se promocionaban incluyendo además la electricidad.

Propaganda sobre el alquiler de viviendas para turistas en el diario valenciano “Las Provincias” del 07-05-1926.El precio de los dos meses estivales estaba al alcance de la clase media pero no de la baja.




Los visitantes.
La prensa de la época indica en bastantes ocasiones nombres de veraneantes que acudían a Benidorm. Se trataba de abogados, ingenieros, funcionarios públicos de alto rango, etc. Destaco uno de ellos: el pintor alicantino Heliodoro Guillén Pedemonti tal como consta en el diario “La Correspondencia de Alicante”, del 12 de julio del año 1904. Sus veraneos hicieron que su segundo hijo, Julio Guillén Tato, se vinculara con el pueblo de Benidorm ya que años más tarde compró una casa en la calle Santa Faz y luego en l’Almafrà. El almirante Guillén Tato fue un estudioso de la tradición marinera de Benidorm y llevó a cabo muchas acciones para preservar el Benidorm tradicional de su niñez y hacerlo compatible con la nueva ciudad turística de Pedro Zaragoza Orts, un empeño que en aquella época no se entendió. 
El 1 de agosto de 1912 se cita otro veraneante importante que acude a Benidorm, Oscar Esplá, al que bastantes años después se le dedico el auditorio del Parc de l’Aigüera. Su estancia fue corta, de una semana.
En 1907 el “Diario de Alicante” publicaba un artículo indicando que en el verano habían tenido numerosos visitantes, la mayoría de localidades próximas y también algunos de Alicante. Por su parte “La Correspondencia de Alicante” del 12-9-1907 indicaba que en septiembre de ese año acudieron algunos madrileños, entre ellos Ana, la hermana mayor de Leonor Canalejas Morayta. Era viuda y vino acompañada por su hija Gloria Reus. 

Para amenizar la estancia de todos esos veraneantes se había contratado una compañía de zarzuela. El articulista alababa la excelencia del pueblo y sus playas y se lamentaba de dos cosas: a) sus habitantes no hacían bastante promoción del lugar y b) las malas comunicaciones. Ambos factores impedían que acudiera a la villa mayor número de veraneantes y se buscó remedio años después. El artículo, sin firma, dice: “Benidorm. En el presente año ha estado animado el veraneo en este pueblo. Nuestras hermosísimas playas, con pocas rivales en el mundo –modestia aparte- se han visto muy concurridas por veraneantes de los contornos. Alicante también ha tenido su representación […] Una notable compañía de zarzuela formada de artistas valencianos, que dirige el inteligente maestro Sr. Tormo […] ameniza las veladas con las obras más escogidas del repertorio moderno […]  Lástima que las difíciles vías de comunicación, reducidas á la incómoda y arcaica diligencia y a la indolencia de sus habitantes en la propaganda de las condiciones de Benidorm para un tranquilo, divertido, barato veraneo, hagan que sea poco conocido para residencia estival.” (Diario de Alicante, 10-09-1907).

Entre los visitantes estivales de Benidorm, conviene señalar unos muy especiales: los niños de las colonias escolares, un instrumento educativo y social típico de la época. En dichas colonias los niños de familias sin recursos pasaban la temporada estival en lugares de playa o montaña. Los organizadores buscaban alimentarlos adecuadamente (cosa difícil para sus familias) y los beneficios del sol y del aire puro. Al mismo tiempo fomentaban su educación en contacto con la naturaleza y les inculcaban hábitos de higiene personal. El ferrocarril de la Marina había permitido su traslado por lo que es a partir de 1915 cuando se detectan las primeras colonias escolares en nuestras playas.
El “Diario de Alicante” del 7 de julio de 1919 recogía la llegada a Benidorm de una colonia escolar de niñas de Albacete indicando que fueron muy bien recibidas por sus habitantes “Fue agasajadísima por el vecindario de todo Benidorm”. La colonia había sido organizada por las “cantinas escolares” de Albacete presididas por la “vizcondesa de San Germàn”. En esa época se denominaban “cantinas escolares” a los comedores escolares. Dirigidas por tres de sus maestras permanecieron en Benidorm los meses de julio y agosto y su estancia se valoró muy positivamente: “Al frente de la expedición llegaron las maestras de las escuelas graduadas de aquella capital, doña María Bellvé, doña Lucrecia López y doña Catalina Monera. Formaban la expedición 32 niñas, que regresaron alegres y satisfechas, fuertes y robustas, después de su estancia en las playas de Benidorm” (“El periódico para todos” 2-9-1919).
Pero la de Albacete no fue la única colonia escolar. En 1921 un grupo de 30 niños alicantinos al cargo de una profesora de la escuela Normal de Maestras de Alicante, Catalina García Trejo, también pasó aquí la temporada estival. “Los gastos que origine el mantenimiento de esta cantina fuera de Alicante serán costeados por el importe de la recaudación de la fiesta de la Flor” (“Diario de Valencia” 06/07/1921). El texto nos indica un hecho muy frecuente: se organizaban actividades festivas para recaudar fondos y cubrir así los gastos de estas instituciones benéficas.



Fotografía posterior a 1910 y anterior a 1920. Hay una veintena de niños con el mismo tipo de bañador y podrían ser de una colonia escolar



Los chalets de la playa de Levante.
A partir de 1913 además de alquilar casas para el verano se inició la construcción de chalets en la playa de Levante, lo que indica la voluntad de volver todos los años a este destino turístico. En aquella época la playa Levante era una zona sin urbanizar con campos de cultivos llegando hasta la arena. Es un tema que ya he tratado en el prólogo al libro “Retrato del primer turismo de Benidorm” así que no es necesario repetirlo aquí. Simplemente recordar que el proceso se inició en 1913 con un chalet en el Rincón de Loix, “Villa Lucía”. Su propietario, oficial de Carabineros, había estado destinado en Benidorm y tras su traslado a Alicante veraneó varias veces en ese pueblo hasta que decidió construir el primer chalet de Benidorm. 
Pero el desarrollo de este tipo de edificaciones se originó en 1920 primero dentro del pueblo con el chalet-palacete de Miguel Payá, Marqués de San Jorge, y luego cerca de él con los chalets de Amadeo Arañó, Antonio Boronat y la familia Domenech, todos ellos de Alcoy. Entre los valencianos destacaron Enrique Senabre y la familia Puchades. Entre los alicantinos se hizo famoso el chalet de la familia del médico Eduardo Mangada.
A partir de ahí se fue ocupando la playa en dirección hacia el Rincón. Sus primeros protagonistas fueron algunas familias alcoyanas enriquecidas con el suministro de productos textiles a los países beligerantes durante la Primera Guerra Mundial. Una parte de esos beneficios se utilizó en construir chalets en la playa de Levante. Algunos de ellos como el citado de Payá, el de Senabre o el de Doménech eran de tales dimensiones que se podía considerar como auténticos palacetes. Hoy día sobreviven los dos primeros convertidos en hoteles. El tercero fue derribado pero antes de eso su gran tamaño había permitido que también fuera hotel por algún tiempo. Eso supuso veraneantes de clase alta que convivían con los de clase media que seguían acudiendo a Benidorm.
Hay que hacer mención especial del chalet de Payà porque es el que más impactó en su época. Tuvo invitados ilustres entre los que destacó el valenciano Juan Bautista Benlloch y Vivó, arzobispo de Burgos y cardenal desde 1921. En noviembre  de 1922, según informaba el diario “La correspondencia de Valencia” (7-11-1922) participó en las fiestas patronales de Benidorm celebrando la misa del domingo día 12 por la mañana y presidiendo la procesión de la tarde. Su nombramiento como hijo adoptivo de Benidorm contribuyó a dar a conocer las posibilidades turísticas de la villa. Su carácter afable le hizo gozar de simpatías y la prensa daba cuenta de sus viajes a Benidorm. El “Diario de Burgos” (13-7-1922) había publicado una entrevista en la que citaba la población turística: “Sí, gracias á Dios, me encuentro ahora muy bien; -me contestó- he estado en las aguas de Onteniente y luego he pasado unos días en la playa de Benidorm con mis amigos los marqueses de San Jorge. Y con la encantadora espontaneidad de su carácter me habló de aquella playa de Benidorm, enclavada en la hermosa provincia de Alicante”.
Veranear en aquel pueblo de unos 3.000 habitantes tenía una ventaja importante para las familias: sus playas de arena fina presentaban muy poca pendiente y los niños o las personas que no supiesen nadar podían disfrutar del baño sin peligro si no se alejaban mucho de la orilla. También facilitaba introducir y sacar del agua sus barcas de recreo. Otras ventajas eran que se trataba de un pueblo tranquilo, rodeado de hermosas vistas y que permitía pasear por sus calles donde sus gentes les dispensaban un trato amable y simpático. La alimentación, que podían adquirir en tiendas, casas particulares y el mercadillo, era natural, de excelente calidad y a buen precio. Además en las noches estivales se solían organizar veladas musicales en la Plaça del Castell primero y más tarde en la del Torrejó y la prensa recoge la presencia en ellas de estos propietarios de chalets. 


Las comunicaciones.
En 1914 la llegada del “trenet” de la Marina, oficialmente “Ferrocarriles Estratégicos y Secundarios de Alicante”, FESA, dio nuevas facilidades al turismo de Benidorm. Tal como vimos en la anterior entrada de este blog en el siglo XIX los veraneantes madrileños que llegaban en ferrocarril a Alicante después de un largo viaje (entre 15 y 20 horas según épocas) tenían que utilizar la diligencia para llegar a Benidorm. La velocidad de este medio podía alcanzar en ocasiones los 30 km/h pero lo normal era de 9 a 12 km/h dependiendo de las paradas y de las condiciones de la carretera que al ser de macadán (piedra machacada) resultaban incómodas por los baches y el polvo. Según un periodista de la época en 1907 acababa el viajero con “quebrantamiento de huesos, dolores de cabeza y encogimiento de piernas”. Respecto a la duración del viaje tenemos por un lado que la diligencia que iba de Alicante a Alcoy tardaba 5 horas y media (“El Constitucional: diario liberal” 22-7-1873) y por otro lado que “Cuatro horas y media tarda en llegar á Villajoyosa la diligencia que sale de Alicante por la carretera del litoral.” (“Las Provincias” 24-10-1904). Por tanto podemos calcular que trasladarse de Alicante a Benidorm suponía cinco horas de viaje y que la velocidad media era inferior a 9 km/h. Y curiosamente esta velocidad no evitaba accidentes. El diario “La Correspondencia de Alicante” del 7-8-1911 informaba sobre la creación de un servicio de Ambulancias en la provincia de Alicante y daba cuenta de una intervención en Campello en la que aparece Vicente Llorca Alós: “La ambulancia del Campello prestó auxilio […] á los pasajeros del coche diligencia de Villajoyosa que volcó cerca del puente conduciendo a los heridos, que eran Vicente Roig Berenguer, de 58 años; Vicente Llorca Alós, de 37, y Antonia Sellés Domenech, de 72, hasta el Campello, donde fueron curados”.

Las diligencias no pudieron competir con la velocidad, el confort, la seguridad y el precio que ofrecía el ferrocarril que acabó imponiéndose. En 1917 el tren correo mixto tardaba 2 horas para el trayecto Alicante-Benidorm, lo cual suponía menos de la mitad de tiempo que la diligencia. Pero había otros trenes que realizaban ese trayecto en 1 hora y 45 minutos. Posteriormente se redujo la duración del trayecto a hora y media lo que provocaría que las diligencias desaparecieran de las líneas principales. Sobrevivieron algún tiempo más en líneas secundarias como la que iba desde la estación del ferrocarril de Benidorm a La Nucia y Polop y de la de Altea a Callosa aunque finalmente fueron sustituidas por líneas regulares de autobuses. En 1926 ya existía la “Callosina” que hacía el trayecto estación de Benidorm a Callosa d’En Sarrià.
El “trenet” se convirtió durante algunos años en el principal medio de comunicación utilizado por los veraneantes que querían acceder a Benidorm. El propio viaje resultaba un atractivo turístico más tal como se señaló en la inauguración de la línea Alicante-Altea: “el viaje es delicioso, desplegándose ante la mirada de viajeros, hermosísimos panoramas, siendo de extraordinaria belleza, los que se contemplan al cruzar los montes Gigi, Las cañadas, Barranco de Aguas, y Puig-Campana. El mar solo se pierde de vista á cortos intervalos y es encantador el paisaje que ofrecen los pueblos de Benidorm y Altea” (“El periódico para todos” 29-10-1914).

Los primeros en aprovechar el nuevo medio de transporte fueron los más próximos, es decir los alicantinos que vinieron individualmente pero también en grupo ya que se organizaron algunas visitas de ciudadanos de Alicante a Benidorm. Sirva de ejemplo la realizada por más de 230 socios de Tiro Nacional el 11 de abril de 1915, es decir a los pocos meses de estar inaugurado. Se contrató un tren especial que invirtió en el trayecto 1 hora y 30 minutos y cuyo billete costó 2 pesetas ida y vuelta. Los objetivos que indicaban los organizadores ya eran turísticos: bellezas naturales, playa y gastronomía y es evidente que Benidorm era conocido por esos aspectos. Según informaban “El periódico para todos” (22 y 24 de marzo 1915) y “La Lealtad (13-4-1915) una banda de música amenizó el viaje y llegados a Benidorm fueron recibidos en la estación de forma entusiasta por sus habitantes. “Precedidos por la Banda, entraron los excursionistas en el pueblo, dirigiéndose a la poética playa, donde formaron, por familias, numerosos corrillos para saborear los manjares de las meriendas y la «mona» clásica. Muchos alicantinos, aprovecharon su estancia en Benidorm, para visitar el Castillo, la Iglesia y otros lugares de suma belleza por los paisajes que desde ellos se admiran. En la Plaza Mayor [¿de la Constitución?] hizo la gente joven mayor gasto de alegría, bailando a los acordes de la Banda”.  


La gastronomía como elemento turístico de Benidorm estaba ya presente en 1915, tal como indicaba un periodista del alicantino “El periódico para todos” del 22-3-1915.

La visita a la isla de Benidorm es otro de los atractivos que se mencionan en la época. En “El periódico para todos” del 12-6-1915 Narciso Villa Caballero publicaba un artículo indicando que los visitantes viajaron en tren hasta Villajoyosa donde alquilaron una barca que a la madrugada siguiente les llevó a la isla y luego a Benidorm: “favorecidos por la brisa reinante, enfilamos la proa a la isla de Benidorm. El espectáculo que disfrutamos era realmente encantador, pues hacía una noche de luna magnífica […] La incomparable hermosura del amanecer y salida del sol, en pleno mar, y la agradable brisa de la mañana nos hizo volver a la realidad al poco tiempo. A las cuatro y media [las 6:30 hoy día] fondeamos en la isla, saltando a tierra para visitarla, lo que hicimos, quedando gratamente impresionados de ello. Armamos luego la tienda de campaña, cobijándonos bajo ella para guarecernos del sol; pescamos a ratos y pasamos, en fin, la mañana, lo mejor posible. A las once [las 13], después que hubimos reparado las fuerzas con un suculento desayuno, embarcamos nuevamente, llegando a Benidorm a las doce”.

También es interesante constatar la visita que hizo a Benidorm, utilizando el “trenet”, la familia del marqués de Comillas (“Diario de Valencia” 8-10-1915). Como propietario de la Compañía Trasatlántica había dado trabajo a numerosos benidormenses como capitanes, oficiales, radiotelegrafistas, etc. Estas personas, agradecidas, consiguieron que el Ayuntamiento pusiera su nombre a la principal calle del pueblo, la travesía de la carretera Alicante-Valencia. La noticia, publicada en varios diarios, suponía una interesante promoción de Benidorm.
A partir de 1930 el transporte ferroviario sufrió la competencia del transporte por carretera porque se crearon algunas líneas de autobuses y se impuso el automóvil. El asfaltado de la carretera Alicante-Valencia aceleró el proceso. No insisto en este tema porque ya hablé de él en el libro “La II República y la Guerra Civil en Benidorm”.