miércoles, 12 de junio de 2019

El turismo de Benidorm en las primeras décadas del siglo XX: 1) La actividad turística de 1900 a 1920.




Como ya indiqué en la anterior entrada de este blog está claro que Benidorm se convirtió en localidad turística a partir de 1950 con el alcalde Pedro Zaragoza Orts. Pero eso no significa que partiese de cero: ya había unos precedentes en el siglo XIX que continuaron en el XX. 


Canfali y Plaça del Torrejó en una fotografía que debió tomarse entre 1920 y 1925. Veraneantes y pescadores conviven en la playa, un espacio sobre el que apenas se había actuado. Su acondicionamiento se produjo a partir de 1925.

El momento fundamental fue la década de 1920 cuando la playa de Levante empezó a llenarse de chalets. Coincidiendo con ese fenómeno se produce un interés por desarrollar el turismo de Benidorm. Este esfuerzo se vio estimulado por la política de la dictadura de Primo de Rivera, que tuvo fervientes partidarios en Benidorm comenzado por el alcalde Vicente Llorca Alós. En el año 1923 se documenta por primera vez el uso de la palabra "turismo" referida a Benidorm y también tenemos noticias sobre el primer hotel, el Miramar, en 1924. Hasta entonces la palabra habitual había sido veraneo y se siguió utilizando durante muchos años porque se trataba de un turismo estacional y además la palabra "turista" tenía en aquellos años una connotación elitista, de lujo y "glamour", ajena a la sencillez del pequeño pueblo de Benidorm. Por otra parte su actividad turística estaba muy poco o  nada profesionalizada y carente de formación teórica. Pero los benidormenses de aquella época suplieron la falta de formación con mucho entusiasmo, capacidad de innovación, adaptación a las cambiantes coyunturas políticas y económicas, trato amable y cordial al veraneante y por supuesto, sabiendo explotar las características físicas de su pueblo: clima templado, mar de aguas cristalinas y dilatadas playas doradas. Y sin olvidar las bellezas naturales de un paisaje que Gabriel Miró describió como una sinfonía de azules de cielo, mar y horizontes montañosos. En este sentido fue decisiva la actuación del alcalde Vicente Llorca Alós que empezó a adecuar algunas zonas del pueblo a la nueva actividad. Sin embargo este turismo tradicional tenía un punto débil que impedía su crecimiento: la secular escasez de agua, que no se solucionó hasta 1960.




Primera ordenanza municipal sobre los baños de mar en 1907.
Ya vimos en la entrada anterior que la costumbre de los baños en el mar se introdujo en nuestro país a lo largo del siglo XIX. A principios del XX continuaba la creencia en sus grandes propiedades curativas por los efectos beneficiosos del sol, el agua del mar y el aire puro: “Numerosos niños escrufulosos y raquíticos han conseguido este año en Alicante un gran alivio con los baños de mar. Se cuenta además que es infinito el número de forasteros que en los baños de mar han conseguido en nuestra población la curación de afecciones y dolencias” (La Correspondencia de Alicante, 5-9-1902). Otro ejemplo lo tenemos en la noticia siguiente en que una persona viaja a Benidorm por motivos de salud: “Ha marchado al vecino pueblo de Benidorm á reponerse de su enfermedad nuestro buen amigo Don Vicente Avila” (“El periódico para todos” 14 abril 1914). 
Pero la playa como lugar de descanso y actividades lúdicas durante los meses estivales fue ganando terreno y acabó siendo la predominante. El baño en el mar se convirtió en una práctica aceptada también por los vecinos y veraneantes de Benidorm. Llegó a ser tan habitual que en muchos municipios se sintió en la obligación de regularlo. En Benidorm ocurrió en el año 1907 cuando por impulso del alcalde Vicente Zaragoza Soria (1905-1908) se aprobó el "Proyecto de Ordenanzas de Policía Urbana y Rural de la Villa de Benidorm" en las que dedicó tres artículos a la regulación del baño en las playas de Levante y Poniente en las zonas más próximas a Canfali, es decir en lo que entonces era el casco urbano. Su objetivo era hacer compatible la rígida moralidad de la época con los beneficios para la salud de los baños de mar y del sol. Por eso se recordaba que durante el día debían utilizar prendas de baño, se separaban los espacios de hombres y mujeres y se prohibía pasear o detenerse en la zona donde hubiese bañistas del otro sexo. Además señalaba una zona, la más alejada, para las caballerías: 
"Artículo 146. Se señala para el baño de hombres, en la playa de Levante, la parte de mar comprendida desde las peñas del castillo hasta el frente de la casa de D. Vicente Llorca, y para el de mujeres desde este punto hasta el sitio denominado vulgarmente «Paretetes». Las caballerías se bañarán desde el último punto expresado hasta la Balsa Seca. En la playa de Poniente, los hombres podrán bañarse desde las rocas [aún no habían construido el Paseo Colón ni el puerto] enfrente de la casa de D. Francisco Zaragoza, y las mujeres desde este punto hasta el primer puente [actualmente cubierto frente al edificio Marina San Pedro]. Las caballerías, en esta playa, podrán bañarlas desde este último que se menciona hasta «Las Fontanellas».
Las personas de un sexo no podrán bañarse en los parajes que en este artículo se señalan, para los del otro sexo, ni pararse o pasear por la orilla del mar en la parte que les esté prohibido bañarse.
Artículo 147. Ninguna persona podrá bañarse de día sin cubrirse decentemente.
Artículo 148. Los que bañen caballerías en los espacios que quedan señalados deberán hacerlo durante el día y antes de las seis de la tarde [las 20 h, en horario actual]."


Fotografía de Mora Carbonell hacia 1930 en el libro "Retrato del primer turismo de Benidorm". El uso de grandes bañadores dentro del agua y de albornoces en la playa eran algo muy habitual en la primera década del siglo XX . La moralidad vigente imponía unas normas muy estrictas para la estancia en la playa y para los baños y por esa causa se dictaron “bandos de moralidad” y también ordenanzas como en el caso de Benidorm. Todas eran muy similares y su finalidad siempre la misma: “que en la presente temporada de baños de mar no se lastimen el decoro y la decencia públicos”.  

Para cambiarse de ropa en la playa no siempre se disponía de casetas de madera como se observa en algunas fotografías de Benidorm. A veces se improvisaba con toldos, tal como lo muestra esta fotografía de Francisco Mora Carbonell del mismo libro que la anterior. También pueden observarse los peculiares bañadores de la época.
En "La bata rosa" del año 1916 Sorolla reflejó una de esas casetas de baño improvisadas con toldos y cañizo. 



Para alojar a sus visitantes Benidorm disponía de hostales, como por ejemplo La Mayora junto a la parada de las diligencias, que podían acoger veraneantes. También hubo algunas personas que, como Leonor Canalejas Morayta, prefirieron comprar casas en el pueblo para residir los meses estivales. Otra posibilidad, iniciada en el siglo XIX, era que los veraneantes alquilasen casas a vecinos del pueblo por uno o más meses. Al comenzar el siglo XX siguieron con esa costumbre. Pero es importante constatar que también se construyeron casas destinadas al alquiler turístico y algunas se anunciaban en la prensa alicantina. En 1907 el Diario de Alicante publicaba: “Veraneo en Benidorm. Se alquilan dos viviendas de reciente y moderna construcción, en el sitio más pintoresco del pueblo, con agua fresca de algibe. –Hermoso panorama abarcando la vista desde Alicante hasta Peña-Calpe.  – Facilidades de amueblarlas. – Dirigirse á Doña Violante Orts, BENIDORM.”   (23-7-1907). Importante el dato del aljibe: el punto débil del turismo de Benidorm era el agua y aunque en verano se vendía por las calles, transportada en carros con toneles, poseer aljibe propio (con agua de lluvia o de Polop) era muy importante, casi un lujo.


Los primeros alojamientos turísticos.
El mismo “Diario de Alicante” publicaba años más tarde otro de esos anuncios que se repitió todos los meses de mayo hasta septiembre. Aquí el dato interesante es que promocionaban las casetas de baño en la playa porque las personas acudían correctamente vestidas hasta ellas, se ponían allí el bañador y al finalizar realizaban la operación inversa. En aquel entonces era impensable ir en bañador por la playa (sólo se permitía el albornoz) ni muchísimo menos por la calle. El anuncio decía: “Para veranear. En Benidorm y en el sitio más fresco y pintoresco y con vistas al mar, hay varias casas amuebladas. También se han instalado bonitas casetas de baños. Para más detalles, dirigirse a D. José Saval” (25-6-1917). Posteriormente se promocionaban incluyendo además la electricidad.

Propaganda sobre el alquiler de viviendas para turistas en el diario valenciano “Las Provincias” del 07-05-1926.El precio de los dos meses estivales estaba al alcance de la clase media pero no de la baja.




Los visitantes.
La prensa de la época indica en bastantes ocasiones nombres de veraneantes que acudían a Benidorm. Se trataba de abogados, ingenieros, funcionarios públicos de alto rango, etc. Destaco uno de ellos: el pintor alicantino Heliodoro Guillén Pedemonti tal como consta en el diario “La Correspondencia de Alicante”, del 12 de julio del año 1904. Sus veraneos hicieron que su segundo hijo, Julio Guillén Tato, se vinculara con el pueblo de Benidorm ya que años más tarde compró una casa en la calle Santa Faz y luego en l’Almafrà. El almirante Guillén Tato fue un estudioso de la tradición marinera de Benidorm y llevó a cabo muchas acciones para preservar el Benidorm tradicional de su niñez y hacerlo compatible con la nueva ciudad turística de Pedro Zaragoza Orts, un empeño que en aquella época no se entendió. 
El 1 de agosto de 1912 se cita otro veraneante importante que acude a Benidorm, Oscar Esplá, al que bastantes años después se le dedico el auditorio del Parc de l’Aigüera. Su estancia fue corta, de una semana.
En 1907 el “Diario de Alicante” publicaba un artículo indicando que en el verano habían tenido numerosos visitantes, la mayoría de localidades próximas y también algunos de Alicante. Por su parte “La Correspondencia de Alicante” del 12-9-1907 indicaba que en septiembre de ese año acudieron algunos madrileños, entre ellos Ana, la hermana mayor de Leonor Canalejas Morayta. Era viuda y vino acompañada por su hija Gloria Reus. 

Para amenizar la estancia de todos esos veraneantes se había contratado una compañía de zarzuela. El articulista alababa la excelencia del pueblo y sus playas y se lamentaba de dos cosas: a) sus habitantes no hacían bastante promoción del lugar y b) las malas comunicaciones. Ambos factores impedían que acudiera a la villa mayor número de veraneantes y se buscó remedio años después. El artículo, sin firma, dice: “Benidorm. En el presente año ha estado animado el veraneo en este pueblo. Nuestras hermosísimas playas, con pocas rivales en el mundo –modestia aparte- se han visto muy concurridas por veraneantes de los contornos. Alicante también ha tenido su representación […] Una notable compañía de zarzuela formada de artistas valencianos, que dirige el inteligente maestro Sr. Tormo […] ameniza las veladas con las obras más escogidas del repertorio moderno […]  Lástima que las difíciles vías de comunicación, reducidas á la incómoda y arcaica diligencia y a la indolencia de sus habitantes en la propaganda de las condiciones de Benidorm para un tranquilo, divertido, barato veraneo, hagan que sea poco conocido para residencia estival.” (Diario de Alicante, 10-09-1907).

Entre los visitantes estivales de Benidorm, conviene señalar unos muy especiales: los niños de las colonias escolares, un instrumento educativo y social típico de la época. En dichas colonias los niños de familias sin recursos pasaban la temporada estival en lugares de playa o montaña. Los organizadores buscaban alimentarlos adecuadamente (cosa difícil para sus familias) y los beneficios del sol y del aire puro. Al mismo tiempo fomentaban su educación en contacto con la naturaleza y les inculcaban hábitos de higiene personal. El ferrocarril de la Marina había permitido su traslado por lo que es a partir de 1915 cuando se detectan las primeras colonias escolares en nuestras playas.
El “Diario de Alicante” del 7 de julio de 1919 recogía la llegada a Benidorm de una colonia escolar de niñas de Albacete indicando que fueron muy bien recibidas por sus habitantes “Fue agasajadísima por el vecindario de todo Benidorm”. La colonia había sido organizada por las “cantinas escolares” de Albacete presididas por la “vizcondesa de San Germàn”. En esa época se denominaban “cantinas escolares” a los comedores escolares. Dirigidas por tres de sus maestras permanecieron en Benidorm los meses de julio y agosto y su estancia se valoró muy positivamente: “Al frente de la expedición llegaron las maestras de las escuelas graduadas de aquella capital, doña María Bellvé, doña Lucrecia López y doña Catalina Monera. Formaban la expedición 32 niñas, que regresaron alegres y satisfechas, fuertes y robustas, después de su estancia en las playas de Benidorm” (“El periódico para todos” 2-9-1919).
Pero la de Albacete no fue la única colonia escolar. En 1921 un grupo de 30 niños alicantinos al cargo de una profesora de la escuela Normal de Maestras de Alicante, Catalina García Trejo, también pasó aquí la temporada estival. “Los gastos que origine el mantenimiento de esta cantina fuera de Alicante serán costeados por el importe de la recaudación de la fiesta de la Flor” (“Diario de Valencia” 06/07/1921). El texto nos indica un hecho muy frecuente: se organizaban actividades festivas para recaudar fondos y cubrir así los gastos de estas instituciones benéficas.



Fotografía posterior a 1910 y anterior a 1920. Hay una veintena de niños con el mismo tipo de bañador y podrían ser de una colonia escolar



Los chalets de la playa de Levante.
A partir de 1913 además de alquilar casas para el verano se inició la construcción de chalets en la playa de Levante, lo que indica la voluntad de volver todos los años a este destino turístico. En aquella época la playa Levante era una zona sin urbanizar con campos de cultivos llegando hasta la arena. Es un tema que ya he tratado en el prólogo al libro “Retrato del primer turismo de Benidorm” así que no es necesario repetirlo aquí. Simplemente recordar que el proceso se inició en 1913 con un chalet en el Rincón de Loix, “Villa Lucía”. Su propietario, oficial de Carabineros, había estado destinado en Benidorm y tras su traslado a Alicante veraneó varias veces en ese pueblo hasta que decidió construir el primer chalet de Benidorm. 
Pero el desarrollo de este tipo de edificaciones se originó en 1920 primero dentro del pueblo con el chalet-palacete de Miguel Payá, Marqués de San Jorge, y luego cerca de él con los chalets de Amadeo Arañó, Antonio Boronat y la familia Domenech, todos ellos de Alcoy. Entre los valencianos destacaron Enrique Senabre y la familia Puchades. Entre los alicantinos se hizo famoso el chalet de la familia del médico Eduardo Mangada.
A partir de ahí se fue ocupando la playa en dirección hacia el Rincón. Sus primeros protagonistas fueron algunas familias alcoyanas enriquecidas con el suministro de productos textiles a los países beligerantes durante la Primera Guerra Mundial. Una parte de esos beneficios se utilizó en construir chalets en la playa de Levante. Algunos de ellos como el citado de Payá, el de Senabre o el de Doménech eran de tales dimensiones que se podía considerar como auténticos palacetes. Hoy día sobreviven los dos primeros convertidos en hoteles. El tercero fue derribado pero antes de eso su gran tamaño había permitido que también fuera hotel por algún tiempo. Eso supuso veraneantes de clase alta que convivían con los de clase media que seguían acudiendo a Benidorm.
Hay que hacer mención especial del chalet de Payà porque es el que más impactó en su época. Tuvo invitados ilustres entre los que destacó el valenciano Juan Bautista Benlloch y Vivó, arzobispo de Burgos y cardenal desde 1921. En noviembre  de 1922, según informaba el diario “La correspondencia de Valencia” (7-11-1922) participó en las fiestas patronales de Benidorm celebrando la misa del domingo día 12 por la mañana y presidiendo la procesión de la tarde. Su nombramiento como hijo adoptivo de Benidorm contribuyó a dar a conocer las posibilidades turísticas de la villa. Su carácter afable le hizo gozar de simpatías y la prensa daba cuenta de sus viajes a Benidorm. El “Diario de Burgos” (13-7-1922) había publicado una entrevista en la que citaba la población turística: “Sí, gracias á Dios, me encuentro ahora muy bien; -me contestó- he estado en las aguas de Onteniente y luego he pasado unos días en la playa de Benidorm con mis amigos los marqueses de San Jorge. Y con la encantadora espontaneidad de su carácter me habló de aquella playa de Benidorm, enclavada en la hermosa provincia de Alicante”.
Veranear en aquel pueblo de unos 3.000 habitantes tenía una ventaja importante para las familias: sus playas de arena fina presentaban muy poca pendiente y los niños o las personas que no supiesen nadar podían disfrutar del baño sin peligro si no se alejaban mucho de la orilla. También facilitaba introducir y sacar del agua sus barcas de recreo. Otras ventajas eran que se trataba de un pueblo tranquilo, rodeado de hermosas vistas y que permitía pasear por sus calles donde sus gentes les dispensaban un trato amable y simpático. La alimentación, que podían adquirir en tiendas, casas particulares y el mercadillo, era natural, de excelente calidad y a buen precio. Además en las noches estivales se solían organizar veladas musicales en la Plaça del Castell primero y más tarde en la del Torrejó y la prensa recoge la presencia en ellas de estos propietarios de chalets. 


Las comunicaciones.
En 1914 la llegada del “trenet” de la Marina, oficialmente “Ferrocarriles Estratégicos y Secundarios de Alicante”, FESA, dio nuevas facilidades al turismo de Benidorm. Tal como vimos en la anterior entrada de este blog en el siglo XIX los veraneantes madrileños que llegaban en ferrocarril a Alicante después de un largo viaje (entre 15 y 20 horas según épocas) tenían que utilizar la diligencia para llegar a Benidorm. La velocidad de este medio podía alcanzar en ocasiones los 30 km/h pero lo normal era de 9 a 12 km/h dependiendo de las paradas y de las condiciones de la carretera que al ser de macadán (piedra machacada) resultaban incómodas por los baches y el polvo. Según un periodista de la época en 1907 acababa el viajero con “quebrantamiento de huesos, dolores de cabeza y encogimiento de piernas”. Respecto a la duración del viaje tenemos por un lado que la diligencia que iba de Alicante a Alcoy tardaba 5 horas y media (“El Constitucional: diario liberal” 22-7-1873) y por otro lado que “Cuatro horas y media tarda en llegar á Villajoyosa la diligencia que sale de Alicante por la carretera del litoral.” (“Las Provincias” 24-10-1904). Por tanto podemos calcular que trasladarse de Alicante a Benidorm suponía cinco horas de viaje y que la velocidad media era inferior a 9 km/h. Y curiosamente esta velocidad no evitaba accidentes. El diario “La Correspondencia de Alicante” del 7-8-1911 informaba sobre la creación de un servicio de Ambulancias en la provincia de Alicante y daba cuenta de una intervención en Campello en la que aparece Vicente Llorca Alós: “La ambulancia del Campello prestó auxilio […] á los pasajeros del coche diligencia de Villajoyosa que volcó cerca del puente conduciendo a los heridos, que eran Vicente Roig Berenguer, de 58 años; Vicente Llorca Alós, de 37, y Antonia Sellés Domenech, de 72, hasta el Campello, donde fueron curados”.

Las diligencias no pudieron competir con la velocidad, el confort, la seguridad y el precio que ofrecía el ferrocarril que acabó imponiéndose. En 1917 el tren correo mixto tardaba 2 horas para el trayecto Alicante-Benidorm, lo cual suponía menos de la mitad de tiempo que la diligencia. Pero había otros trenes que realizaban ese trayecto en 1 hora y 45 minutos. Posteriormente se redujo la duración del trayecto a hora y media lo que provocaría que las diligencias desaparecieran de las líneas principales. Sobrevivieron algún tiempo más en líneas secundarias como la que iba desde la estación del ferrocarril de Benidorm a La Nucia y Polop y de la de Altea a Callosa aunque finalmente fueron sustituidas por líneas regulares de autobuses. En 1926 ya existía la “Callosina” que hacía el trayecto estación de Benidorm a Callosa d’En Sarrià.
El “trenet” se convirtió durante algunos años en el principal medio de comunicación utilizado por los veraneantes que querían acceder a Benidorm. El propio viaje resultaba un atractivo turístico más tal como se señaló en la inauguración de la línea Alicante-Altea: “el viaje es delicioso, desplegándose ante la mirada de viajeros, hermosísimos panoramas, siendo de extraordinaria belleza, los que se contemplan al cruzar los montes Gigi, Las cañadas, Barranco de Aguas, y Puig-Campana. El mar solo se pierde de vista á cortos intervalos y es encantador el paisaje que ofrecen los pueblos de Benidorm y Altea” (“El periódico para todos” 29-10-1914).

Los primeros en aprovechar el nuevo medio de transporte fueron los más próximos, es decir los alicantinos que vinieron individualmente pero también en grupo ya que se organizaron algunas visitas de ciudadanos de Alicante a Benidorm. Sirva de ejemplo la realizada por más de 230 socios de Tiro Nacional el 11 de abril de 1915, es decir a los pocos meses de estar inaugurado. Se contrató un tren especial que invirtió en el trayecto 1 hora y 30 minutos y cuyo billete costó 2 pesetas ida y vuelta. Los objetivos que indicaban los organizadores ya eran turísticos: bellezas naturales, playa y gastronomía y es evidente que Benidorm era conocido por esos aspectos. Según informaban “El periódico para todos” (22 y 24 de marzo 1915) y “La Lealtad (13-4-1915) una banda de música amenizó el viaje y llegados a Benidorm fueron recibidos en la estación de forma entusiasta por sus habitantes. “Precedidos por la Banda, entraron los excursionistas en el pueblo, dirigiéndose a la poética playa, donde formaron, por familias, numerosos corrillos para saborear los manjares de las meriendas y la «mona» clásica. Muchos alicantinos, aprovecharon su estancia en Benidorm, para visitar el Castillo, la Iglesia y otros lugares de suma belleza por los paisajes que desde ellos se admiran. En la Plaza Mayor [¿de la Constitución?] hizo la gente joven mayor gasto de alegría, bailando a los acordes de la Banda”.  


La gastronomía como elemento turístico de Benidorm estaba ya presente en 1915, tal como indicaba un periodista del alicantino “El periódico para todos” del 22-3-1915.

La visita a la isla de Benidorm es otro de los atractivos que se mencionan en la época. En “El periódico para todos” del 12-6-1915 Narciso Villa Caballero publicaba un artículo indicando que los visitantes viajaron en tren hasta Villajoyosa donde alquilaron una barca que a la madrugada siguiente les llevó a la isla y luego a Benidorm: “favorecidos por la brisa reinante, enfilamos la proa a la isla de Benidorm. El espectáculo que disfrutamos era realmente encantador, pues hacía una noche de luna magnífica […] La incomparable hermosura del amanecer y salida del sol, en pleno mar, y la agradable brisa de la mañana nos hizo volver a la realidad al poco tiempo. A las cuatro y media [las 6:30 hoy día] fondeamos en la isla, saltando a tierra para visitarla, lo que hicimos, quedando gratamente impresionados de ello. Armamos luego la tienda de campaña, cobijándonos bajo ella para guarecernos del sol; pescamos a ratos y pasamos, en fin, la mañana, lo mejor posible. A las once [las 13], después que hubimos reparado las fuerzas con un suculento desayuno, embarcamos nuevamente, llegando a Benidorm a las doce”.

También es interesante constatar la visita que hizo a Benidorm, utilizando el “trenet”, la familia del marqués de Comillas (“Diario de Valencia” 8-10-1915). Como propietario de la Compañía Trasatlántica había dado trabajo a numerosos benidormenses como capitanes, oficiales, radiotelegrafistas, etc. Estas personas, agradecidas, consiguieron que el Ayuntamiento pusiera su nombre a la principal calle del pueblo, la travesía de la carretera Alicante-Valencia. La noticia, publicada en varios diarios, suponía una interesante promoción de Benidorm.
A partir de 1930 el transporte ferroviario sufrió la competencia del transporte por carretera porque se crearon algunas líneas de autobuses y se impuso el automóvil. El asfaltado de la carretera Alicante-Valencia aceleró el proceso. No insisto en este tema porque ya hablé de él en el libro “La II República y la Guerra Civil en Benidorm”.




1 comentario:

  1. SEGÚN LA TÉCNICA DEL PATRIMONIO DEL AYUNTAMIENTO DE BENIDORM,MARIA VICTORIA BLÁZQUEZ:En Benidorm se ha perdido poco o casi nada.Hay que pensar que donde ahora tenemos los grandes edificios no había nada🙄🤔😳😳😳😳😳😱. Ahí lo dejo...

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