El castillo de Benidorm, un importante elemento de la defensa del litoral valenciano y una de las claves de la existencia de la ciudad.
Francisco Amillo
Hace pocos días publicaba la prensa que el Ayuntamiento de Benidorm había solicitado la inclusión del castillo de Benidorm en la lista de Bienes de Interés Cultural (BIC) con lo cual podría obtener el grado máximo de protección legal.
Una iniciativa interesante y digna de elogio, aunque por desgracia llega con 200 años, casi exactos, de retraso: el castillo fue bombardeado al final de la Guerra de la Independencia y años más tarde se derribó lo que se mantenía en pie. Así que sólo quedan el nombre de Plaza del Castillo, algunos muros en las caras sur y oeste que debieron servir para nivelar la cumbre del promontorio donde se asentaba y restos arqueológicos enterrados esperando futuros estudios.
Repito que es un loable empeño el intentar preservar lo que queda de este antiguo conjunto militar. Ojala en tiempos de Catalán Chana hubiesen tenido las autoridades municipales la misma sensibilidad; no se habría construido allí un edificio que es un atentado a la estética del entorno y la historia del promontorio.
Por mi parte, contribuyo a esta iniciativa publicando una parte del capítulo que dedico al castillo en mi libro de “Historia de Benidorm”. Es un resumen de los dieciséis folios del original, cuya lectura recomiendo a las personas interesadas por este tema de la defensa del litoral valenciano.
El castillo de Benidorm estaba en la parte más alta del promontorio de Canfali, que es la sur. Su defensa se completaba con la muralla que rodeaba la villa.
Su función histórica ha variado a lo largo de los siglos. En la Edad Media servía para controlar a los musulmanes de la comarca. Posteriormente, y especialmente durante la Edad Moderna, predominó la función de defensa contra los enemigos exteriores, sobre todo los corsarios argelinos.
El castillo de Benidorm estaba en el extremo sur del promontorio de Canfali, en la parte que más se adentraba en el mar. Era inaccesible por tres de sus cuatro lados. |
1. El castillo medieval.
Tras la conquista cristiana de la Marina Baja a mediados del siglo XIII el rey Jaume I permitió que los musulmanes permanecieran en sus tierras. Para garantizar su sumisión se utilizaron los castillos como elemento de control. Desde ellos un grupo de cristianos, dirigido por un "alcaid", administraba y controlaba el territorio en nombre del rey. Obtenía un sueldo anual, deducido de las rentas cobradas en la zona de influencia del castillo.
Ignoramos la fecha de la construcción del castillo de Benidorm. Jaume I no lo nombra en su crónica. Cuando en 1249 se reparten las tierras de la alquería de Liriet tampoco se nombran Benidorm ni su castillo. Por tanto parece probable que no existiera en aquellos momentos iniciales de la conquista y que se edificara en un momento indeterminado entre 1249 y 1321.
El desconocimiento que tenemos de los orígenes del castillo explica que se hayan escrito versiones poco correctas. Muchos autores hablan de un castillo islámico que pasó a manos cristianas. Juan Mateo Box y Quereda Sala dicen que entre 1270 y 1272 Jaume I dio la fortaleza de Benidorm a Beltran de Belpuig, permaneciendo en manos de esta familia hasta que pasó a la casa de los Fajardo. No es preciso insistir en lo erróneo de esta afirmación que olvida la existencia de Bernat de Sarrià. Por otro lado Juan Mateo Box en 1953 y Joaquín Fuster en 1971 aceptaron como válidas las falsas "Trobes" de Mosén Jaume Febrer sobre la conquista del castillo de Benidorm aunque hoy sabemos que ese relato fue una falsificación del siglo XVII.
Por tanto, no hay, de momento, referencias fidedignas sobre el castillo de Benidorm anteriores al siglo XIV.
Como hipótesis podemos pensar que Benidorm y su castillo se edificaron a partir de 1312. En ese año Bernat de Sarrià perdió Villajoyosa y necesitando una villa cristiana como capital de sus dominios de la Marina Baja, creó Benidorm. No sabemos cuando lo hizo pero en 1321 ya se citan el pueblo y el castillo de Benidorm. La Carta Puebla de 1325 daba valor jurídico a algo que ya se había hecho con anterioridad.
Las murallas de la villa de Benidorm, que completaban la defensa del castillo, datan como mínimo de 1325, el año de la Carta Puebla. Poco después, en 1328, Bernat de Sarrià estableció la fundación de un convento de agustinos en la villa y en carta al prior provincial de Cataluña decía que el monasterio se debería edificar junto a las murallas “construidas o por construir”.
En el siglo XV hay una referencia eclesiástica al castillo de Benidorm. Nos informa sobre una capilla dedicada a Santiago, el cual sería posteriormente el patrón de la villa. Dice así: “Benidorm, año del nacimiento del señor 1414, jueves trece de septiembre. [...] En el castillo de Benidorm hay una capilla de Santiago con un altar y un retablo, pero el altar está vacío y no hay ornamentos aunque el teniente de alcaide Miguel Ramírez dijo que el día de Santiago se prepara el altar y se celebra”.
En ese mismo siglo, en 1438, se autorizó a Ruy Díaz de Mendoza, señor de Benidorm, y a la municipalidad del lugar, a cargar con una sisa por un período de cinco años la venta de pan, vino, carne y otros artículos. El producto de este impuesto sólo podría dedicarse a fortificar la villa reforzando sus murallas.
Aunque esta remodelación de 1438 debió suponer una mejora importante en la seguridad, su eficacia fue escasa porque en 1447 un grave ataque de corsarios musulmanes dejó la localidad casi despoblada.
2. El castillo en la Edad Moderna.
En los siglos XVI y XVII, debido a la intensificación de los ataques de los corsarios musulmanes, hay un gran interés de Carlos I y Felipe II por el sistema defensivo costero, conservándose abundante documentación sobre este tema.
Hacia 1520, durante la crisis de las Germanías, la guarnición del castillo abandonó Benidorm. Según la documentación la villa también estaba despoblada y su abandono permitió que pueblo y castillo fueran ocupados por corsarios musulmanes durante una corta temporada. Antes de abandonarlo destruyeron todo lo que pudieron. Este hecho puso de relieve su valor estratégico y la necesidad de reforzar su defensa.
El siglo XVI.
Por eso en el siglo XVI surgieron dos proyectos para adecuar las fortificaciones de Benidorm al uso de la artillería. Los conocemos gracias al trabajo “Proyectos y obras de fortificación en la Valencia de Carlos V” de Juan Francisco Pardo Molero.
El primer proyecto es de 1525. Lleva como título “Memorial de las obras que tiene necesidat el lugar e fortaleza de Benidorm”. El “batlle general” de Valencia había ordenado a Luis Palau que, en compañía del artillero y experto en fortificaciones Pedro Alvarado, acudiese a Benidorm y presentara un informe del estado de las fortificaciones y de las obras que convendría realizar.
Escribieron que el lugar estaba indefenso y que dada su estratégica situación, era peligroso dejarlo así ya que podía caer en manos de los corsarios como había sucedido hacía pocos años.
La villa conservaba las murallas y el foso, pero necesitaban reparaciones. En el interior, el castillo estaba en ruinas y sólo se mantenía en pie la torre del homenaje aunque su sistema de captación de aguas de lluvia para llenar el aljibe estaba deteriorado.
El informe recomendaba centrar la atención en las murallas de la villa, sobre todo en el sector norte, donde estaba la puerta, que probablemente estaba situada donde actualmente arranca la Calle Mayor. Convenía labrar un portal de piedra picada con dos puertas, la exterior forrada de hierro y un puente levadizo para el foso.
Desde el ángulo de levante hasta la puerta el muro tenía 3,20 metros grosor pero su parte exterior se había derrumbado sobre el foso. Por eso proponía reforzar el muro y crear troneras a ras de tierra a intervalos regulares combinadas con lombarderas en la parte superior de la muralla, en el camino de ronda, creando unas almenas de 4,6 metros de anchura. Las lombarderas eran aberturas para unos cañones de gran calibre denominados “lombardas” o bombardas.
El objetivo era según Pardo Molero “defender el lugar contra corsarios, no contra grandes ejércitos; de ahí su moderado coste de quinientas libras, a lo que debían añadirse cuatrocientos ducados por las reformas que precisaba el castillo.”
Como Alfonso Fajardo, señor de Benidorm, reclamaba una indemnización por los daños que los agermanados le habían causado años antes, los oficiales reales le ofrecieron la cantidad que Alvarado había estimado como valor de las obras: novecientas veinte libras. Pero debía emplear el dinero en las reformas proyectadas.
El segundo proyecto de fortificación fue obra de Joan de Cervelló en 1534, durante el virreinato del duque de Calabria. Se habla del castillo pero las obras de fortificación se centraron en las dos torres, muralla y puerta de acceso a la villa que estaban al norte de Canfali. Aunque el castillo y la villa de Benidorm eran propiedad de la familia Fajardo, la corona se ocupaba de su fortificación porque a causa de la despoblación, el señor no tenía vasallos suficientes para defenderlos.
Se comisionó a Joan lvanyes, batlle de Villajoyosa, para que vigilara las obras de fortificación que había iniciado en el mes de agosto el maestro de obras Martí de Donapetro. Contrató peones de Villajoyosa y 20 arcabuceros para proteger las obras de un posible ataque corsario.
Se ahondó el foso hasta los cuatro metros y medio de profundidad y siete de anchura. También construyeron un horno de cal para las dos torres que deberían sustituir a otras de menor tamaño. El muro de estas torres debía tener casi 3 metros de ancho y unos 8,5 metros de altura arrancando desde el fondo del foso. En el interior de cada una de ellas debían habilitarse un par de casamatas abovedadas con troneras que cubriesen desde el suelo del foso hasta el campo circundante y el mar. Asimismo debería prepararse la plataforma superior de los torreones para hacer fuego artillero.
Por otro lado la muralla debía reforzarse levantando una pared nueva a una distancia de entre 2,76 y 3,45 metros del muro viejo, llenando el espacio entre ambos con la tierra sacada del foso, convenientemente apisonada.
El foso se acabó en Navidad y luego se pusieron los cimientos de una de las dos torres. Pero el 14 de abril quedó interrumpida la campaña. De los mil ducados del presupuesto, se habían gastado en la obra setecientos y el resto se destinó al pago de la guarnición enviada a la fortaleza por el virrey. Se destinó al castillo una compañía de 50 soldados, bajo el mando de un capitán, que estuvo acantonada hasta de la década de 1540.
Felipe II también se preocupó de la defensa del litoral y encargó varios informes. En ellos encontramos una serie de descripciones del sistema defensivo en los que se cita el castillo de Benidorm.
Del año 1575 tenemos un interesante dibujo de Benidorm, de momento el más antiguo que conocemos. Mide 29 x 43 cm. y fue realizado por el virrey Vespasiano Gonzaga para acompañar el informe que enviaba a Felipe II. Se ha dicho que su autor fue el ingeniero y arquitecto militar Juan Bautista Antonelli pero hoy día los indicios apuntan a que fue obra del virrey, un experto en fortificaciones.
Se observa que el recinto amurallado rodea completamente la ciudad. El extremo sur de Canfali está ocupado por el sector militar formado por el castillo y a continuación una gran plaza de armas. El castillo está dibujado como una estructura amurallada cuadrada que cierra un patio también cuadrado. Los lados oeste y norte presentan una construcción de dos alas, en forma de “L”, que se abre al mencionado patio. El edificio del norte está precedido por una galería porticada que daba a dicho patio, bajo el cual había un aljibe subterráneo que no aparece en el dibujo. Comparando esta estructura con la descrita en 1525, donde sólo quedaba una torre del homenaje, vemos que se había reparado.
A continuación del recinto militar viene el civil en el que hay una serie de edificaciones cuya finalidad no es fácil adivinar. En el sector norte estaba la puerta de la población, que tenía una torre encima. Sin embargo estos dos elementos no aparecen en el dibujo. En su lugar hay un gran sistema defensivo, cuya construcción se propone a Felipe II: una gran muralla con dos baluartes en ángulo, típicos de las fortificaciones del siglo XVI. Al norte de esos baluartes un foso permitía el paso del agua del mar conectando las playas de Levante y Poniente y convirtiendo a Benidorm en isla. Por esa causa la puerta de acceso a la villa que se propone estaba en el mar, en el lado oeste, algo muy eficaz desde el punto de vista defensivo pero muy incómodo para sus habitantes.
El escrito de Vespasiano Gonzaga en el que se incluía el dibujo está firmado en Valencia el 30 de septiembre de 1575. Según dice “Benidorme […] podriase facilmente hazer isla. [...]Tiene agua de algive. Parece que se deve reparar, de suerte que resista a un assalto de galeotas. Y se deveria ver como se pudiesse habitar.”
Preocupado por la defensa, el virrey planteaba la posibilidad de derribar el pueblo y su castillo en caso de no repoblarse. Eso habría originado, probablemente, la desaparición definitiva de nuestra ciudad. Afortunadamente, Luis Fajardo, señor de Benidorm no aceptó la sugerencia. En un escrito explicaba a Felipe II que por las características físicas del lugar, su defensa era fácil. En lo concerniente a su despoblación dice que no era total porque un grupo de pescadores vivía allí con sus mujeres e hijos. Además, había cinco personas encargadas de la defensa del castillo: dos "atalladors" a caballo que vigilaban el término y tres soldados que defendían el castillo. El escrito concluye pidiendo ayuda económica para su reedificación. No se recibió porque no era el momento oportuno: aquel mismo año se produjo la segunda bancarrota de Felipe II. Pero tampoco se derribaron las murallas de la villa ni su castillo.
En 1586 el virrey Francisco de Moncada, marqués de Aitona, indicaba en carta a Felipe II lo útil que había sido no destruir Benidorm ya que la guarnición del castillo había repelido un ataque de corsarios musulmanes
El siglo XVII.
En el siglo XVII tenemos varias referencias al castillo de Benidorm y en su segunda mitad se produjo la repoblación de la villa y la reparación de sus defensas.
Una referencia es la de Gaspar Escolano que habla de un castillo muy bien preparado para defenderse de ataques marítimos y terrestres a causa de su emplazamiento en un promontorio que se adentra en la mar.
Años más tarde, en la toma de posesión de Beatriu Fajardo como señora de Benidorm (7-4-1654) se cita a Josep Linares “alcaide per sa magestat del castell de dita vila”, lo cual nos indica que el reino continuaba encargándose de la defensa del castillo por su importancia estratégica y por la escasez de pobladores, sólo 10 vecinos.
Eso había cambiado unos años después, en la toma de posesión de Rodrigo Baltasar de Puigmarín y Fajardo (15-6-1687). La villa se había repoblado y el castillo aparece dirigido por un representante del señor, Jaume Orts que ya no tiene el título de "alcaid" sino de "tinent del batle", lo cual indica que ha sido nombrado por el señor territorial que se encarga de la defensa de la villa. Jaume Orts entregó las llaves del castillo al procurador del señor el cual abrió y cerró las puertas en señal de dominio, recorrió las murallas e inspeccionó los cañones.
La repoblación de Benidorm por Beatriu Fajardo en 1666 había supuesto mejorar las murallas y el castillo. En la documentación de 1668 se dice que “así mismo parte de la muralla de dicho lugar de Benidorm está derruida y abierto aquel. Y estando como está en la costa y siendo fortaleza es preciso renovar y reparar dichas murallas.” Era preciso construir “dos puentes que sirvan de defensa de la fortaleza de Benidorm y reparar los que están destruidos sobre los fosos [...] y al presente se ha gastado y se han hecho las obras siguientes, [...] dos puentes de madera en la primera y segunda retirada de la fortaleza de Benidorm en lo que se han gastado ochenta libras, y se ha reparado la muralla de dicha fortaleza y circuito de calicanto en lo que se han gastado quinientas libras.”
La primera y la segunda retirada se refieren a dos murallas, una interior, la del castillo que acababa junto a la actual iglesia de Sant Jaume, y otra exterior, cada una con su correspondiente foso y puente de madera. Las cuarenta casas que, según la Carta Puebla, deberían construirse dentro de la villa lo hicieron en el plano inclinado de la parte norte de Canfali. Allí estaban la iglesia antigua (en la actual plaza de la Senyoria) y la puerta de acceso a la población.
El siglo XVIII.
El siglo XVIII comenzó con la Guerra de Sucesión, que para Benidorm y la mayoría del Reino de Valencia finalizó en junio de 1707, poco después de haberse conquistado la capital. En el sur del Reino la revuelta continuó hasta septiembre de 1709, cuando se conquistó Alicante. Pero la guerra continuó en Cataluña y las islas Baleares, que permanecieron en manos austracistas hasta el 11 de septiembre de 1714, cuando capituló Barcelona. Por eso, durante dichos años, el gobierno borbónico tomó precauciones para defender el litoral.
El coronel gobernador Pedro Corbí inspeccionó la zona defensiva de la circunscripción de Villajoyosa, que incluía el litoral desde la mencionada villa hasta Altea inclusive.
Dispuso que la persona encargada de coordinar la defensa, “el requeridor”, debería ser “buen vasallo de el Rey para que se evite el comercio con los rebeldes de las Yslas [partidarios del archiduque Carlos en las Baleares], y que no se puedan introdusir en el Reyno desembarcando en las calas, lo que pueden executar con facilidad si no ay gran cuydado.”
Además estableció lo que cada población de la Marina debería aportar para financiar la defensa. Sobre el castillo de Benidorm dice que se deberá pagar al alcaide y a dos soldados, porque los otros dos no cobrarían nada, dado que los pondría la población de Benidorm a cambio de perdonarle un impuesto de 20 reales al mes que pagaba anteriormente. Todos los vecinos deberían alternarse en la defensa del castillo
En este documento se indican también los nombres de las personas que había en el castillo el 2 de julio de 1709 y una relación del armamento. Resulta sorprendente que la mitad de las balas de cañón no aprovecharan por ser de diferente calibre al de las piezas que las deberían disparar; además, había nueve mosquetes estropeados
A principios de este siglo XVIII hay un uso pacífico del castillo por parte de la corporación municipal. Se utilizaba como sala de reuniones del consejo municipal porque “esta villa no tenia cassa para Sala Capitular”. La situación cambió en 1732 cuando el municipio adquirió por 39 libras la casa de Gaspar Barber para celebrar sus reuniones; este fue el primer local del Ayuntamiento de Benidorm.
En el siglo XVIII el incremento de la defensa marítima activa con una eficiente marina de guerra dotada de artillería más efectiva hizo que las defensas pasivas, como las torres de vigía y el castillo, no fueran tan necesarias como en siglos anteriores. Por eso se descuidaba su mantenimiento. En 1782, el castillo tenía tres cañones de calibre mediano y continuaba necesitando reparaciones. En 1797, se produjo el desprendimiento de una parte de los muros del castillo, que fue necesario reparar.
Juan-José Chiner planteaba un problema surgido con la construcción de la iglesia actual que implicó, en su opinión, variación de los límites de la fortificación. El autor decía que, si entre 1761 y 1780 comenzó la fábrica de la iglesia, no estaba claro cuando se construye el arco que une las plazas de Castelar y Sant Jaume. Este arco no tiene ningún sentido si no está unido a una muralla como puede comprobarse en estructuras similares de la comarca (Polop, Altea, etc.) La solución se encuentra según él, en una carta marítima de 1782 de la rada de Benidorm, bastante exacta topográficamente. En ella sobre el morro de Canfali no hay ninguna edificación, excepto el antiguo castillo. Además, se ve que el área está separada de la parte de abajo por una muralla que cruza siguiendo la línea de la Plaza de Sant Jaume. Es decir, que tenemos testimonio documental de la separación física del recinto militar del resto de la población. La conclusión que obtiene es que el viejo arco de comunicación entre las plazas de Sant Jaume y Castelar es de finales del siglo XVIII y que marcaba el final del recinto militar. El recinto civil comenzaba en la iglesia y plaza de Sant Jaume y continuaba por el plano inclinado teniendo como eje la Calle Mayor.
3. El castillo en el siglo XIX.
La ocupación francesa.
A principios del siglo XIX, el castillo de Benidorm fue ocupado por las tropas napoleónicas durante la Guerra de la Independencia.
Pedro María Orts Berdín lo narra haciendo referencia al fuerte o castillo, y a una torre circular que denomina el rollo de Piera, situada en poniente, cerca de la iglesia. Nos dice que la ocupación del castillo y la colocación de una batería de artillería en tierra, en la playa de Poniente, se produjeron en 1812, sin especificar el mes. Respecto a su retirada dice que fue posterior al “desastre de Moscú”, es decir a la ocupación de esa ciudad por Napoleón (del 14 de septiembre al 19 de octubre de 1812). Por tanto, de acuerdo con esa información, la ocupación habría durado escasos meses, todo lo más un año.
También indica que a causa de la brevedad de la ocupación no pudieron completar el sistema defensivo planeado, que suponía resucitar el viejo proyecto de Vespasiano Gonzaga de hacer de Benidorm una isla.
Durante la ocupación francesa de Benidorm apenas se registra actividad bélica en la localidad. Destaca un pequeño ataque británico a la batería de cañones de tierra y al castillo. Fue llevado a cabo por ocho hombres y, a pesar de jugar con el factor sorpresa, se saldó con el lógico fracaso porque se enfrentaron a 80 soldados genoveses y a 200 franceses. Sorprendentemente los británicos sólo tuvieron un muerto. El incidente admiró tanto a los mandos franceses que invitaron a comer al capitán británico y le devolvieron los siete marinos que habían sobrevivido, ponderando su enorme valentía. El historiador William James, que en 1826 narró este ataque casi suicida, lo calificó como “Acción en Benidorm”.
Destrucción del castillo y de las murallas de Benidorm.
Según Orts Berdín en los momentos finales de la Guerra de la Independencia, en fecha por determinar (entre 1813 y 1814), los ingleses destruyeron parcialmente el castillo de Benidorm y el baluarte de Poniente: “Más tarde nuestros aliados los ingleses, faltando a los tratados establecidos, bombardearon el fuerte y rollo, ó torre de Piera, [...] lo minaron y volaron arrojando al mar sus cañones.”
Parece ser que ni castillo ni torreón se volvieron a reparar ya que en años posteriores se aludirá a sus ruinas.
Un problema distinto es el de las murallas de la ciudad, sobre todo el torreón de levante, la muralla norte y la puerta con su torre encima. Con el crecimiento demográfico de la villa las murallas que la rodeaban constituían un obstáculo para su expansión urbana, por lo que se procedió a su derribo en fecha que desconocemos. Es un fenómeno que se produjo también en muchas localidades españolas a lo largo del siglo XIX pero que es posible que en Benidorm se produjera antes.
Así en el plano de 1782 al que ya he aludido, el castillo y la muralla del recinto militar están perfectamente dibujados, pero no así el torreón de levante y el muro norte con su puerta y torre, y da la impresión de que no existen. Lo mismo ocurre con el plano de Francisco Catalá y Gaspar Massa, del año 1807, titulado "Plano de la rada de Benidorme" donde ya no aparecen estos elementos. En 1826, según el diccionario de Sebastián Miñano, la muralla del sector norte, donde estaban la puerta de acceso a la ciudad y su torre, había desaparecido desde hacía tiempo: "se hallaba antiguamente cerrada con una cortina y dos robustos torreones que la flanqueaban, pero en el día no existen."
Por tanto es muy posible que en Benidorm la destrucción de la muralla norte se realizara en el siglo XVIII. En un plano de 1717 aún se ven dibujados estos elementos por lo que el proceso se debió producir entre 1717 y 1782.
Pero las ruinas del castillo permanecieron en pie bastantes años después de su destrucción. El diccionario de Madoz de 1845 diferencia perfectamente entre el castillo y las murallas de la villa. Estas ya no existían, pero aún se mantenía en pie una parte del castillo: “Visto por el mar y desde el islote que tiene fronterizo, presenta una perspectiva agradable, avistándose en primer término el castillo medio arruinado, de que dejamos hecho mención, por encima del cual se levanta la cúpula de la iglesia. Por toda esta parte que lame el mar, es inaccesible, y aunque los demás extremos de la población están hoy en día abiertos sin muralla alguna que lo defienda, tenían sin embargo antiguamente una cortina y dos robustos torreones que constituían un punto bastante fuerte.”
En el plano de Benidorm de Benidorm de 1859, dibujado por Francisco Coello, aún se indica que sobre la punta de Canfali estaba un "Castillo arruinado".
Finalmente también se derribaron esas ruinas, aunque de nuevo ignoramos la fecha exacta. Por eso del primitivo castillo ya no queda nada o tal vez sólo el aljibe sobre el que actualmente hay un pozo que decora la plaza del Castillo. La remodelación del año 1928 borró toda la estructura y sólo subsiste la plaza que lleva su nombre. Esta obra se hizo en tiempos del alcalde Vicente Llorca Alós e incluyó la balaustrada de cemento que se convirtió después en su elemento característico. Había sido diseñada en el pueblo, en el taller del maestro de obras “el ti Santonja”.
La remodelación de la zona del castillo en 1928 borró la antigua estructura defensiva. Sólo sobrevive el nombre. Es posible que el pozo actual esté sobre el antiguo aljibe. |
Muchas gracias por tomarte tu tiempo en escribir sobe la historia de Benidorm, ¡es muy interesante!
ResponderEliminarMuy interesante y documentado, gracias.
ResponderEliminarEstupendo, muy bien argumentado. Es un placer visitar Benidorm y poder conocer parte de su historia. Quería saber concretamente el porqué del pozo donde el castillo.
ResponderEliminarMis agradecimiento por compartir su trabajo de investigación sobre la historia del Símbolo de nuestra ciudad. Un saludo.
ResponderEliminarMuchas gracias!
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