lunes, 29 de marzo de 2021

Benidorm: moralidad en las playas, bikini, amenaza de excomunión y cruz expiatoria en Serra Gelada.


Entre 1950 y 1960 Benidorm pasó de pueblo agrícola y pescador a localidad turística. En esta década de cambio hay algunos hechos que casi todos los españoles conocen. Me refiero al bando de Pedro Zaragoza permitiendo el uso del bikini en las playas, a su enfrentamiento con el obispo por dicha causa, a la amenaza de excomunión y al viaje del alcalde en vespa al Palacio del Pardo para pedir al Jefe del Estado que interviniese a su favor porque los turistas internacionales aportaban unas divisas que el país necesitaba con urgencia. 
Es sumamente curioso que estos hechos, a pesar de ser casi contemporáneos y aunque aún viven personas que fueron testigos de ellos, resulten confusos cuando se intenta relatarlos de forma rigurosa. Se debe a la escasez o a la inexistencia de documentación oficial que sustente un intento serio de reconstrucción de los mismos. Nuestras fuentes son exclusivamente orales y con el paso del tiempo se han ido adornando, exagerando e incluso inventando algunos hechos.
Ante este panorama se dan diferentes posturas. Algunos, deslumbrados por la fascinante personalidad del alcalde Pedro Zaragoza, aceptan como verdaderos todos los relatos que circulan al respecto sin darse cuenta que algunos se contradicen. Otras personas, por el contrario los consideran “leyendas urbanas” inventadas y carentes de rigor, pero que se mantienen por el atractivo de toda esta mitología creada en torno al alcalde de un pueblo de tres mil habitantes que se enfrentó con ingenio, audacia y éxito a la entonces poderosa jerarquía eclesiástica. Finalmente hay una tercera postura, dentro de la cual me sitúo, que piensa que todas las leyendas tienen una parte de fabulación pero también un fondo de realidad y que es preciso intentar delimitar con claridad esas dos partes. 
En esta nueva entrada de HISTOBENIDORM intento explicar por qué y cómo sucedieron los hechos al principio señalados. Mi conclusión es clara: hay pocas cosas que podamos demostrar con absoluta certeza pero eso no nos exime de intentar buscar un relato lo más ajustado a la realidad que la escasez de documentación fiable nos permita.
Otra conclusión que he sacado es que estas creencias, tanto si son ciertas como si no, han constituido una gran promoción para Benidorm. Nuestra ciudad no fue ni la primera ni la única en la que las turistas extranjeras usaron el bikini pero ahora ya forma parte del imaginario colectivo, lo cual contribuye a incrementar su atractivo. 

Francisco Amillo


Es sobradamente conocido que el alcalde Pedro Zaragoza Orts tuvo problemas con su obispo por “hacer la vista gorda” sobre el uso del bikini en las playas de Benidorm, lo que le obligó a viajar al Palacio del Pardo. Para entender el por qué de este incidente examinaré la prevención de las autoridades civiles y eclesiásticas de aquella época hacia la entonces nueva prenda de baño. Presentada en Francia en 1946 se difundió en ese país pero experimentó rechazo en las católicas España e Italia. Y para ponernos en antecedentes es útil que hagamos antes un pequeño repaso a las prevenciones contra el baño que había en épocas anteriores.

Playa de Levante en 1968. Varias mujeres en bikini muestran el cartel anunciador del 10 Festival Español de la Canción. Pedro Zaragoza ya no era alcalde de Benidorm y el uso del bikini en la playa ya estaba aceptado. 


El baño: inmoralidad versus salud.

En siglos pasados tomar el baño era visto con recelo por algunos sectores religiosos porque consideraban que la desnudez y promiscuidad entre hombres y mujeres que implicaba podía derivar en acciones pecaminosas. El baño se toleraba por prescripción médica pero sólo era completo en casos graves. Si era factible, se ordenaban baños parciales como pediluvios y baños de asiento. Pero junto a esta tradición existía otra: en verano era costumbre desde hacía siglos bañarse en ríos y playas, juntos hombres y mujeres, sin utilizar prendas de baño. En el año 1626 un clérigo se quejaba de que en el Manzanares, en la noche de San Juan, “gentes del populacho, tanto hombres como mujeres, se lavan entremezclados con poco recato para el servicio del alma […] que en definitiva parece una arcadia, el Siglo de Oro respecto de la libertad y de la poca vergüenza”. En 1795 el botánico y sacerdote Cavanilles decía algo parecido respecto al baño en la playa del Grao de Valencia añadiendo que las autoridades no hacían nada para impedir el desorden moral que implicaba: “Allí acuden los de la capital á bañarse […] Júntanse allí en estío personas brillantes de ambos sexos, viven con libertad, sin etiqueta, y en una diversión continua; se suceden los convites, los bayles y alegría; pero al cebo de estos deleytes acuden gentes díscolas, que se introducen en la sociedad para corromperla. Ya se nota que la virtud más sólida queda expuesta á perderse, y que á la juventud se le presentan exemplos muy nocivos. Sin duda se ignora este desorden, ó no han llegado á conocer su gravedad los que tienen obligación de remediarle” (CAVANILLES, A.J.: “Observaciones sobre la Historia Natural, Geografía, Agricultura, Población y Frutos del Reyno de Valencia”. Madrid, 1795. Libro II, p. 143)
En el siglo XVIII se produjo un cambio en la actitud hacia los baños de mar: los médicos higienistas los recomendaron por sus beneficiosos efectos para la salud y las clases acomodadas empezaron a seguir su consejo. La nueva costumbre continuó difundiéndose en el siglo XIX y algunas playas de veraneo se hicieron muy concurridas, entre ellas la de Benidorm en la segunda mitad de dicho siglo. A partir de ese momento fue necesario compaginar el cuidado de la salud con la moral que consideraba obscena la desnudez. Por eso empezaron a bañarse completamente vestidos. Hasta 1860 no empezaron a popularizarse bañadores que tanto en hombres como mujeres cubrían gran parte del cuerpo. 
La necesidad de conservar la moralidad en el baño propició también la aparición de los balnearios marinos, de los que en Benidorm tuvimos un ejemplo con el Balneario Virgen del Sufragio, construido hacia 1870. Las personas accedían a él correctamente vestidas y utilizaban una pasarela de madera para no pisar la arena. Allí, en habitaciones separadas para hombres y mujeres, se cambiaban de ropa y por una escalera de madera se metían en el agua. Tomaban el baño pero pocos nadaban, sobre todo las mujeres, ya que con sus complicados bañadores resultaba difícil hacerlo. 


Fotografía de Mora Carbonell publicada por Vicente Sanjuan en el libro “Retrato del primer turismo de Benidorm 1918-1936”, página 79. Siguiendo las costumbres del siglo anterior a principios del siglo XX las indumentarias de baño, masculinas y femeninas, seguían siendo muy complicadas.



También en esta época se generalizaron las casetas de baño para dejar la ropa de calle y ponerse el bañador. Hay varias fotografías de principios del siglo XX en las que vemos la playa de Levante de Benidorm con dichas casetas.


Benidorm, playa de Levante poco antes de 1920. La casita pequeña es hoy día el Senabre Palais y parte de la casa grande el Hotel Bilbaíno. El camino de tierra es en parte la Plaça del Torrejó  y de la Avenida Virgen del Sufragio. Aún no han empezado a construirse los primeros chalets de los industriales alcoyanos. En la playa las casetas de baño para vestir el traje de baño. 



Las autoridades regulan el baño.

A principios del siglo XX la playa se convirtió sobre todo en lugar de descanso y de actividades lúdicas durante los meses estivales. En Benidorm el baño en el mar se convirtió en una práctica generalizada entre los veraneantes y los vecinos antes de que los industriales alcoyanos llenasen de chalets la playa de Levante. En una fecha tan temprana como 1907 se había vuelto tan habitual que el alcalde Vicente Zaragoza Soria (1905-1908) se sintió en la obligación de regularlo. Lo hizo a través del "Proyecto de Ordenanzas de Policía Urbana y Rural de la Villa de Benidorm" en las que dedicó tres artículos a la regulación del baño en las playas de Levante y Poniente. Se establecieron 6 zonas de baño, tres a cada lado de Canfali. Las dos que comenzaban junto al entonces pequeño casco urbano se destinaban a los hombres. A continuación venían las zonas de mujeres y finalmente las de las caballerías.
El objetivo de esta normativa era hacer compatible la moralidad de la época con los beneficios para la salud de los baños de mar y de sol. Por esa causa se prohibía pasear o detenerse en la zona donde hubiese bañistas del otro sexo. Durante el día era obligatorio el traje de baño pero no durante la noche, porque la iluminación artificial era casi inexistente y la oscuridad permitía tomar el baño discretamente. 
Conforme avanzaba el siglo el número de veraneantes aumentó considerablemente y el baño en el mar se generalizó tanto en la provincia de Alicante que a principios de la temporada estival los gobernadores civiles recordaban las normas de moralidad en las playas. El bañador sólo se permitía dentro del agua y en la arena se debía llevar un largo albornoz; al pisar la calle ya se debía ir totalmente vestido. 

Playa de Levante a principios de la década de 1930. Fotografía de Mora Carbonell publicada por Vicente Sanjuan en el libro “Retrato del primer turismo de Benidorm 1918-1936”, página 73. El bañador sólo podía usarse dentro del agua y en la playa era preciso usar albornoz. De acuerdo con las fotografías de la época esta norma afectaba más a las mujeres.


Tras la Primera Guerra Mundial, y sobre todo en la década de 1930, los trajes de baño se hicieron mucho más cómodos. Esta nueva moda encontró oposición en ambientes conservadores, que seguían aferrados a los modelos tradicionales. En la prensa se criticaba el descaro y desvergüenza de jóvenes de ambos sexos por su indumentaria “indecente”.


Playa de Levante a principios de la década de 1930. Fotografía de Mora Carbonell publicada por Vicente Sanjuan en el libro “Retrato del primer turismo de Benidorm 1918-1936”, página 67. Los bañadores femeninos se habían hecho algo más cómodos pero seguían entorpeciendo los movimientos. La playa de Benidorm, de arena y con escasa profundidad resultaba ideal para el baño en esas condiciones.




Playa de Levante a principios de la década de 1930. Fotografía de Mora Carbonell cedida por Vicente Sanjuan. En la década de 1930 los bañadores masculinos empezaron a hacerse más cómodos pero no todos los consideraban “decentes” y algunos seguían utilizando modelos del siglo XIX aunque con mangas y perneras más cortas.


Al acabar la Guerra Civil el franquismo vencedor recuperó la vieja moral respecto al baño. Con fecha 10 de julio de 1941 la Dirección General de Seguridad remitió una Circular “sobre disciplina de costumbres en las playas” que se recordó en años sucesivos. Se prohibía “en todo el territorio nacional bañarse en playas o piscinas sin vestir la prenda adecuada, y el uso de bañadores que, por su forma, o parte del cuerpo que deje desnudo, resulte ofensiva al pudor o decencia pública”. 

La población española debió seguir estas normas y si incumplimiento se detecta tras la Segunda Guerra Mundial con la afluencia del turismo internacional. La revista parroquial Aleluya recogía quejas porque en la playa la conducta  de algunos veraneantes extranjeros era poco decorosa en el vestir.
 
En 1952, es decir durante el segundo año de Pedro Zaragoza como alcalde, se volvieron a dictar otras normas de moralidad para las playas. Se indicaba que se castigaría a los infractores y su nombre se haría público. Un claro contraste con Francia donde el bikini era normal desde hacía ya seis años.
 Al acercarse la estación estival, y en defensa de la moralidad pública, esta Dirección General de Seguridad hace públicas las siguientes disposiciones, habiéndose cursado a las autoridades competentes instrucciones en el sentido de imponer sanciones a todos cuantos las infrinjan:
1º.- Queda prohibido el uso de prendas de baño indecorosas, exigiendo que cubran el pecho y espalda debidamente, además de que lleven faldas para las mujeres y pantalón de deportes para los hombres.
2º.- Queda prohibida la permanencia en playas, bares, bailes y, en general, fuera del agua, en traje de baño, ya que éste tiene su empleo adecuado y no puede consentirse más allá de su verdadero destino. 
3ª - Queda prohibido que hombres y mujeres se desnuden o vistan en la playa, fuera de la caseta cerrada. 
4ª - Queda prohibida cualquier manifestación de desnudismo o de incorrección, en el mismo aspecto, que pugne con la honestidad y el buen gusto tradicionales entre los españoles. 
5º.- Quedan prohibidos los baños de sol sin albornoz, con excepción de los tomados en solarios tapados al exterior.
Por la autoridad gubernativa se procederá a castigar a los infractores, haciéndose público el nombre de los corregidos”.


Playa de Levante de Benidorm hacia 1957. En esos años ya se aceptaban sin problemas modelos de bañadores femeninos mucho más aptos para la natación que los anteriores. Pero el bikini era una novedad que rechazaban muchas personas, entre ellas las autoridades.


En 1957, con el Plan General de Ordenación Urbana de Benidorm recién aprobado y con el turismo extranjero en auge en sus playas, el Boletín Oficial del Estado publicaba unas normas de moralidad similares a las anteriores. En ellas se añade específicamente la prohibición del “bikini”, denominado prenda de baño “de dos piezas” que en Benidorm se venía utilizando al menos desde dos años antes. Por tanto Pedro Zaragoza, al “hacer la vista gorda” incumplía esta normativa y se enfrentaba a las autoridades civiles y a la jerarquía eclesiástica. De ahí su necesidad de acudir a Franco. 

MINISTERIO DE LA GOBERNACIÓN.
CIRCULAR número 320 de la Dirección General de Seguridad por la que se recuerdan las disposiciones vigentes sobre trajes de baño y modo de permanecer en las playas y piscinas.
Excmos. e limos Sres.: La necesidad de mantener una acción constante de vigilancia en las playas, piscinas y márgenes de los ríos para la defensa de la moralidad, aconseja recordar a VV. EE. y VV. II. que siguen vigentes las normas contenidas sobre esta materia, y especialmente la número de la 3 del año 1952 del Ministerio de la Gobernación, sobre moralidad en la temporada veraniega en baños y espectáculos similares. Tales normas son, en síntesis, las siguientes:
Prohibir:
1.° El uso de prendas de baño que resulten indecorosas, como las llamadas «de dos piezas» para las mujeres y «slips» para los hombres. Aquéllas deberán llevar el pecho y la espalda cubiertos y usar faldillas, y éstos, pantalones de deporte.
2.° La permanencia en playas, clubs, bares, restaurantes y establecimientos análogos, bailes, excursiones, embarcaciones, y en general fuera del agua, en traje de baño, ya que éste tiene su empleo adecuado dentro de ella y no puede consentirse más allá de su verdadero destino.
3.° Que hombres o mujeres se desnuden o vistan en la playa, fuera de caseta cerrada, para cambiar el traje de calle por el de baño y viceversa.
4.° Cualquier manifestación de desnudismo o de incorrección en el mismo aspecto que pugne con la honestidad y el buen gusto tradicionales entre los españoles.
5.° Los baños de sol fuera de los solarios. Estos habrán de estar tapados al exterior y con la debida separación de sexos, siendo imprescindible el uso, dentro de ellos, de las prendas de baño permitidas. Tanto a la entrada como a la salida del solario será necesario el uso del albornoz.
6.° Y en general, cualquier extralimitación que con motivo de baños o mal entendidas prácticas higiénicas puedan menoscabar el decoro público o atacar a la raigambre moral del país.
Lo que comunico a VV EE. y VV. II., encareciéndoles el riguroso cumplimiento de lo anterior, esperando se sancione con todo rigor cualquier infracción. […]
Madrid, 6 de julio de 1957.— El Director general, Carlos Arias.
Excmos. Sres. Gobernadores civiles e Ilmos. Sres Jefes Superiores de Policía y Delegados del Gobierno.” (BOE 15-07-1957)



El incidente del bikini y su "leyenda urbana".

Está claro que en las décadas de 1940 y 1950 la obligación de los alcaldes era velar por la moralidad de las playas siguiendo las instrucciones de la Dirección General de Seguridad. Pedro Zaragoza dijo que dictó un bando autorizando el uso del bikini en la playa de Benidorm pero no hay ningún documento escrito que avale esta afirmación y por otro lado si lo hubiese hecho habría sido abierta desobediencia a las órdenes del Ministerio del Interior. Así que, con gran pragmatismo, probablemente optó por “hacer la vista gorda” ante esa prenda que utilizaban algunas turistas. Y tal vez también alguna española si es cierto que la alicantina Beatriz Ledesma empezó a utilizarla en 1955. 
La tolerancia hacia esta prenda le llevó a un enfrentamiento con la jerarquía eclesiástica. Curiosamente, y a pesar de su popularidad, no hay ninguna constancia oficial y escrita  del “incidente del bikini”. Su transmisión oral ha supuesto versiones diferentes y a veces contradictorias, con deformaciones o exageraciones y, según algunos, invenciones y leyendas urbanas. La fuente principal de información es Pedro Zaragoza que contó estos incidentes más de treinta años después. En estas condiciones es muy difícil llegar al esclarecimiento de todos los hechos. 
Un ejemplo es la fecha de ese choque con la jerarquía eclesiástica. Se ha escrito que sucedió en 1951, en 1952 y en 1953 cuando Benidorm pertenecía a la diócesis de Valencia de la que era arzobispo Marcelino Olaechea Loizaga. Fue el propio Pedro Zaragoza el que indicó en alguna entrevista, bastantes años después, que fue este obispo el que le quería excomulgar por instigación de dos ministros y lo situaba en 1953. 
Por otro lado existe otra versión de un colaborador suyo narrando un incidente con el obispo de Orihuela-Alicante Pablo Barrachina Estevan. Conviene recordar que el norte de la provincia de Alicante, Benidorm incluido, fue incorporado en 1957 a la diócesis de Orihuela. Por tanto, según este testimonio, el famoso incidente podría haber ocurrido ese año o poco después. Fue una conversación telefónica tensa a tenor de lo que sus subordinados oyeron desde la sala contigua al despacho del alcalde. 
Según esas mismas personas cuando acabó de hablar por teléfono Pedro Zaragoza salió del despacho y comentó: “El obispo dice que ha pasado por una calle y ha visto una mujer en bikini ¿Por qué calle habrá pasado que sólo ha visto una?”  Hay un detalle a tener en cuenta: el obispo no se quejaba del bikini en la playa sino en la calle y hacer “la vista gorda” en ese tema era más grave. 

El obispo de Alicante Pablo Barrachina en la toma de posesión de Pedro Zaragoza del cargo de Presidente de la Diputación Provincial el 13 de noviembre de 1969. Fuente: archivo de Pedro Zaragoza en la Universidad de Alicante. 

Estos dos relatos no se contradicen, pudieron ocurrir los dos en años diferentes. Queda claro que la falta de documentación escrita plantea muchas incertidumbres en esta historia del bikini. No está documentada la amenaza de excomunión por parte del arzobispo de Valencia, así que si existió debió ser sólo verbal. Ante tantas incertidumbres hay autores que dudan de su existencia y del viaje a Madrid en vespa para visitar a Franco sin pedir audiencia. El profesor de la Universidad de Alicante Juan Antonio Ríos Carratalá, en su obra “De mentiras y franquistas” (Editorial Renacimiento, 2020) considera esta historia una invención de Pedro Zaragoza aunque recalca que no lo hizo en provecho propio sino de su pueblo. Puedes comprobarlo en ESTE VÍDEO;  habla de Pedro Zaragoza desde el minuto 40 hasta el 46).


Año 1964, audiencia en el Pardo. Pedro Zaragoza fue recibido varias veces en audiencia por el Jefe del Estado en el palacio del Pardo. Este apoyo supuso un impulso muy grande al despegue de Benidorm como ciudad turística.

Otros autores han señalado que en el registro de audiencias del Pardo no consta ninguna a Pedro Zaragoza entre 1953 y 1956 como argumento para negar la existencia de la entrevista con Franco
Sea como fuere consiguió el apoyo del Jefe del Estado y el bikini siguió siendo tolerado en Benidorm. Las visitas a Benidorm de Carmen Polo, esposa del Jefe del Estado, empiezan el 30 octubre de 1960 (“Benidorm Boletín del Ayuntamiento de la Villa” nº 15) y continuaron en años sucesivos. 

  


Fotografía del año 1964 durante la audiencia de Franco al Ayuntamiento de Benidorm y patronato pro monumento a los muertos en el Mediterráneo. Fuente: Archivo fotográfico de Pedro Zaragoza en la Universidad de Alicante. 

Como dije al principio se debe intentar separar en esta "leyenda del bikini" los elementos fabulados de los reales por muy difícil que resulte. Mi opinión sobre los diversos elementos que integran esta leyenda es la siguiente:

- FECHA: En una entrevista Pedro Zaragoza me dijo personalmente que fue en 1953 y  acepté este dato como correcto. Sin embargo los contactos y la amistad con Franco se produjo más tarde, sin relación con la visita en vespa al Pardo. La primera referencia que tenemos sobre contactos con la jefatura del Estado es la estancia de tres horas en Benidorm el día 30 octubre de 1960, durante el viaje oficial de Carmen Polo a la provincia de Alicante, que puede interpretarse como el apoyo de Franco al alcalde Pedro Zaragoza y a la importancia que el turismo estaba adquiriendo en Benidorm. Las siguientes visitas de la esposa del Jefe del Estado tuvieron otro carácter; fueron de descanso, se iniciaron más tarde, en 1964, duraron varios días y se alojaron en la finca del Carrasco, propiedad de Pedro Zaragoza el cual no sólo gano el apoyo del Jefe del Estado sino la buena relación con su familia que ha continuado con sus hijos. Al menos desde 1962 la tolerancia hacia el bikini en las playas se convirtió en norma oficial porque las divisas que suponía el turismo internacional eran muy necesarias en la España del momento. 
 - OBISPO: De acuerdo con los relatos que se cuentan, tuvo problemas con dos obispos, el de Valencia y el de Alicante, aunque por diferentes motivos. Pero todos, incluido Pedro Zaragoza, han hablado de la amenaza de excomunión de un sólo obispo. En una entrevista del año 2002 indicó que en realidad más que la excomunión le preocupó la actividad de dos ministros cuyo nombre no quiso citar y que maniobraron por medio del arzobispo. Puedes verla aquí y comprobar que sitúa este incidente en 1953 tomando como referencia el año de nacimiento de su hija mayor. 
- BANDO AUTORIZANDO EL BIKINI: Aunque Pedro Zaragoza afirmó que lo dictó hacia 1953 o 1954, no se ha encontrado documentación escrita que avale esta afirmación a pesar de haberse buscado en el Archivo Municipal de Benidorm y en el archivo personal de Pedro Zaragoza donado a la Universidad de Alicante. Es normal que eso plantee dudas sobre su existencia. 
- EXCOMUNIÓN: La falta de testimonios escritos vuelve a ser determinante. Sólo tenemos la afirmación de Pedro Zaragoza, emitida bastantes años después de estos hechos. Por eso me inclino a pensar que si existió fue una amenaza meramente verbal que no le preocupó o una exageración posterior, dado que era un gran narrador que quería dar más emoción a su relato.
- VIAJE AL PALACIO DEL PARDO: Algunos han negado su existencia aunque es algo que no se puede demostrar con rotundidad pero hay muchas probabilidades que así fuera. Según la documentación disponible Pedro Zaragoza consiguió años después el apoyo de Franco para seguir adelante con  sus proyectos a favor de la actividad turística pero no hay nada que demuestre su apoyo al bikini en 1953.
 -VIAJE EN VESPA: Pedro Zaragoza se desplazaba a menudo en su vespa, no sólo por Benidorm sino también para ir a Alicante pero también utilizaba taxis de Benidorm. Viajar a Madrid en vespa era complicado. Resultaba más fácil desplazarse en tren desde la estación del ferrocarril de Alicante. Sin embargo él afirmó que lo hizo en su vespa saliendo muy de mañana para poder llegar a tiempo a su entrevista con Franco. No podemos verificar ese dato pero resulta más verosímil que se tratara de una exageración para hacer más interesante su relato.

Está claro que en torno a este incidente del bikini el propio Pedro Zaragoza, con su gran habilidad narrativa, creó los ingredientes necesarios para que surgiera la leyenda del bikini. Pero hay que tener presentes dos hechos. Primero que se trata de declaraciones hechas de memoria más de treinta años después con lo cual es normal que se cometan algunas imprecisiones. Por otro lado, y en mi opinión más importante, es preciso entender las circunstancias que le movieron a ello. Hoy día es un personaje admirado y respetado por su innegable contribución a la aparición del moderno Benidorm turístico. Su Plan General de Ordenación Urbana, que inició la nueva etapa de Benidorm, ha sido tan decisivo como las cartas puebla de Bernat de Sarrià y Beatriz Fajardo. Por eso hoy día es profeta en su tierra ya que se le realizó un homenaje en el Benidorm Palace, se le dedicó una calle y fue de los pocos personajes vivos cuya biografía se incluyó en el Diccionari de Benidorm.  Además en la Universidad de Alicante se creó una Cátedra de Estudios Turísticos que lleva su nombre y que en su web ofrece información sobre él. 
Pero hace años las cosas no eran así. Me entrevisté con él en el año 1999 para redactar su biografía para el Diccionari de Benidorm y me indicó que se sentía perseguido por personas influyentes de Benidorm y que en los primeros años de la democracia le despreciaban por su fidelidad al franquismo. También se lamentaba de que por esa causa el Ayuntamiento había destruido gran cantidad de dosieres con artículos de prensa sobre Benidorm recopilados durante su mandato. Me comentó que por ello no quería donar su archivo personal al Ayuntamiento de Benidorm sino a la Universidad de Alicante, cosa que efectivamente llevó a cabo. 
 A estos contratiempos se añadió, tras dejar la alcaldía, la pérdida de una parte de su patrimonio económico que atribuyó a la mala gestión de sus administradores y le dejó en una situación vulnerable. Según me indicó, algunas personas influyentes de Benidorm aprovecharon su necesidad de vender terrenos para comprarlos a precios muy bajos recalificándolos al poco tiempo. Por eso sentía la necesidad de reivindicar su memoria, algo que afortunadamente consiguió. Tal vez confundió o inventó datos y creó una leyenda, pero como ya he señalado al principio fue una leyenda afortunada que benefició la imagen de Benidorm.  Por eso creo que se le puede aplicar lo que dijo hace siglos Giordano Bruno: este relato “se non è vero, è molto ben trovato” ("si no es verdadero, está muy bien compuesto"). Puede que la leyenda no sea del todo verdadera, pero está tan bien narrada y es tan valiosa para Benidorm que debería haber ocurrido.



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