viernes, 30 de abril de 2021

Benidorm 1938: un muerto de la Guerra Civil que molestó a republicanos y franquistas.



Durante la Guerra Civil de 1936-39 se implantó la trágica costumbre de eliminar físicamente a los adversarios políticos e ideológicos. Su rasgo más inhumano, practicado por ambos bandos, fue buscar a determinadas personas y matarlas abandonando sus cuerpos en lugares apartados a veces de otros municipios. No había tribunal ni juicio y la arbitrariedad y la precipitación fueron la norma.

En la comarca tenemos algunos casos como el de Nicolás Miralles Coloma de Relleu o el de José Beneyto Rostoll capturado en Altea y cuyo cadáver apareció a las puertas del cementerio de la Nucia. En Benidorm se dijo públicamente que no hubo ningún muerto de este tipo pero privadamente se decía que sí se encontró un cadáver en esas circunstancias. 

Francisco Amillo 



Fotografía aérea de Benidorm del año 1938 que nos muestra cómo era el pueblo en 1938. Hacia Poniente, en la parte baja de la imagen vemos el cuadrado que formaba el cementerio municipal, en esos momentos muy alejado del casco urbano.



Es normal que en un conflicto armado ambos bandos intenten honrar a sus partidarios muertos durante las hostilidades y que después de ellas conserven su recuerdo y les honren de diversas maneras. Lo extraño es que un bando ejecute o, si se prefiere, asesine a una persona del bando enemigo y que su muerte sea ocultada e ignorada por ambos bandos hasta el punto de borrarla de la documentación oficial. Eso es lo que ocurrió en Benidorm durante y después de la guerra de 1936-39. Para borrar la memoria de una muerte en extrañas circunstancias ambos bandos ocultaron la verdad y faltaron a ella en documentos oficiales eliminando la historia de una persona. Por su peculiaridad me parece interesante reproducir aquí este hecho de la Guerra Civil en Benidorm.

La “verdad oficial” sobre este caso, es decir su no existencia, se divulgó en una anécdota contada a propósito de uno de los viajes a Benidorm que María del Carmen Polo y Martínez-Valdés, esposa del entonces Jefe del Estado Francisco Franco. Fue a principios de la década de 1960 y en un momento indeterminado el alcalde de Benidorm Pedro Zaragoza Orts le comentó a la ilustre visitante que durante la Guerra Civil, en el pueblo, no se había producido ninguna muerte por razones políticas. “Un caso raro” dicen que comentó ella. 



Fotografía de Simeón. El alcalde Pedro Zaragoza con Carmen Polo durante una de sus visitas a Benidorm 


Si Pedro Zaragoza hubiese necesitado demostrar la veracidad de su afirmación con documentos oficiales habría podido exhibirlos con gran facilidad. Tal como expliqué en mi libro sobre la República y la Guerra Civil en esta ciudad, Benidorm permaneció en el bando republicano prácticamente durante toda la guerra y mientras duró los alcaldes y concejales de izquierdas protegieron y ocultaron a muchas personas de derechas. Quedaron atrapadas en la entonces villa de 3.000 habitantes inmediatamente después de la rebelión militar del 18 de julio de 1936. 


Tarjeta postal enviada desde Benidorm en julio de 1936 reproduciendo una fotografía de la actual Plaça del Torrejó, entonces denominada de Gabriel Miró. En temporada estival era un lugar muy concurrido por los veraneantes


Como todos los años muchos veraneantes habían acudido a principios de ese mes a las residencias de la playa de Levante. La mayoría eran propietarios pero también había algunos que, como el famoso torero Vicente Barrera, alquilaban un chalet en primera línea para la temporada veraniega. 


Chalet Miramar construido a finales de 1930 en primera línea de la playa de Levante. Su propietario Eusebio Pérez Fuster lo alquilaba por temporadas y en 1936 el inquilino fue el entonces famoso torero Vicente Barrera que supo ganarse la simpatía de los dos bandos. En Benidorm se ganó las simpatías de la CNT porque le prestaba su lancha motora siempre que la necesitaba.


A la inmensa mayoría de estos veraneantes el estallido de la guerra les pilló totalmente desprevenidos. A los que podían volver a sus hogares sin temer represalias el joven alcalde de Benidorm Jaime Ferrer Nomdedeu les facilitó salvoconductos para el viaje. Pero algunos temían regresar a sus localidades porque podían ser encarcelados o asesinados por sus ideas a favor de los militares sublevados. El alcalde Jaime Ferrer tuvo muy claro desde el primer momento que debían ser protegidos y ocultó su presencia a las autoridades de la capital alicantina. En otros casos se trataba de personas de otra provincia, por ejemplo Valencia o Albacete y autoridades de dichas provincias acudieron a Benidorm para llevárselas. Para prevenirlo el Ayuntamiento había montado un servicio de vigilancia y mientras unos milicianos del pueblo entretenían a los recién llegados, otros avisaban a los refugiados para que cambiasen de escondite. 

En esta atención a los veraneantes convertidos en refugiados políticos colaboraron también personas de derechas, en connivencia con las autoridades municipales. Destacaron dos, el secretario municipal Ramón Rodríguez Pérez y el ex médico municipal Cosme Bayona Fuster. 

Sobre el primero se indica en el Expediente de Depuración de funcionarios municipales realizado en 1940 que realizó "los esfuerzos necesarios para que no se cometieran, como no se cometieron, en las personas de esta población o que solían residir en ella, hechos criminales y sanguinarios de la naturaleza de los perpetrados en la mayoría de los pueblos de la zona roja, y que por virtud de tal manera de proceder, las personas de orden tachadas de afectas al Movimiento Nacionalista pudieron vivir si bien con el natural temor, y dedicarse a ocupaciones ordinarias, sin ser molestadas señaladamente". 

Se añaden en dicho expediente varios testimonios de personas que habían recibido su ayuda, entre ellas José Ferrandiz Belda, propietario de una fábrica de géneros de punto en Alcoi. Indicaba que el secretario municipal “estuvo siempre y en forma muy activa amparando, no sólo al firmante, sino a la totalidad de veraneantes, evitando con su discreta y decidida actuación que se molestara a personas de derechas, incluso cuando llegaban comités revolucionarios de pueblos de origen de algunos veraneantes”. 


Edificio del Ayuntamiento con fachadas a las calles Tomás Ortuño y Passeig de la Carretera. Durante muchos años fue también sede del Juzgado de Paz. 


El otro personaje de derechas que ayudó a los refugiados, Cosme Bayona, fue médico municipal hasta que en septiembre de 1936 fue expulsado de este cargo por su clarísima afinidad con los sublevados. Siguió ejerciendo la medicina privada en el pueblo lo que le permitió ayudar a varias personas. Miguel Riaza Marina, ingeniero de la Diputación de Albacete dio fe después de la guerra de que ayudó a personas de derechas, de Benidorm y de otras localidades: "Puede resaltarse que estando él perseguidísimo, no vaciló en acudir diariamente a las casas de los que no tenían radio para comunicarles las noticias de origen Nacional y alentarles con su ejemplo y optimismo. Como médico no vaciló en certificar cuando fue preciso para salvar a los entonces llamados facciosos, recordando, entre otros, el caso de D. Carlos de Lambea, inspector de Unión y el Fénix español quien gracias a los repetidos certificados del Sr. Bayona, pudo eludir el presentarse en Madrid, donde le hubiera ocurrido algo desagradable. Desde el punto de vista económico, he de decir que estando él arruinado por la horda no cobró a ninguno de nosotros sus honorarios, para ayudarnos a soportar nuestra indigencia y si alguna vez sus hijos pescaban ó le sobraba alguna cosa de comida, nos la enviaba a los más necesitados, aun quitándoselo él de la boca.

[...] he de añadir que estando yo muy perseguido y oculto, el Sr. Bayona se atrevía á ir por casa dos veces al día: por la mañana para comunicarme noticias mientras yo no tuve radio, ó á contrastar las que yo tenía y por la tarde á hacerme la tertulia y con ello más llevadero mi encierro. Me hizo valientes certificados Médicos gracias á los que no me sacó de casa la policía con ocasión de una redada de indocumentados (yo lo era) y á virtud de otro certificado y de informes verbales sobre mi salud que dio, evitó, de modo sorprendente, en aquel entonces, que una ronda de policía que fue á Benidorm con el exclusivo objeto de detenerme y ponerme a disposición del Tribunal Popular de Alicante, se me llevara, librándome seguramente de la muerte". 

Cosme Bayona ayudó mientras pudo porque finalmente fue encarcelado en Alicante y su liberación le llegó cuando las tropas franquistas ocuparon la ciudad el último día de la guerra.

Estos testimonios de que en Benidorm tanto derechas como izquierdas protegieron durante la guerra civil a refugiados adictos al bando sublevado no son los únicos; en mi libro presento algunos más. Por eso no hay duda de que lo que dijo Pedro Zaragoza a Carmen Polo tenía una sólida base: en Benidorm se cuidó y protegió a todo tipo de personas de ambos bandos, unas de izquierdas que huían de los bombardeos de sus localidades y otras de derechas que temían la reacción de sus convecinos. Por eso decir que en aquellos casi tres años de guerra no hubo muertos por razones políticas parece muy probable. 


Sin embargo en Benidorm, previa a esta anécdota, había circulado otra: un desconocido muerto a tiros cuyo cadáver apareció un día tirado a la puerta del cementerio Virgen del Sufragio, en aquel entonces alejado del casco urbano, no dentro de él como pasa hoy día. La información provenía sólo de personas que hablaban de oídas y por transmisión exclusivamente oral, sin ningún testimonio escrito. Para avalar su autenticidad busqué sin éxito en el Archivo Municipal. También obtuve permiso para investigar en el Registro Civil donde se custodian los libros de nacimientos, defunciones y matrimonios de esa época. Los datos obtenidos resultaron muy interesantes para conocer detalles de la vida de nuestros antepasados pero no para poder validar o desmentir el rumor sobre un muerto abandonado por la  noche junto al cementerio. Sin embargo encontré algo que me intrigó: en el Libro de Defunciones había un registro inusual: “Juan Sánchez Peña, 28 años, motorista artillería. Fallece en la carretera el 21-8-1938 por hemorragia pericardíaca por rotura de las arterias coronarias interna”. Estaba firmado por el juez de paz y el secretario del juzgado.


Fotografía de la puerta del Cementeri de la Mare de Déu del Sofratge, año 2016. Fuente: Benidorm Live en Facebook


Este fallecimiento habría pasado desapercibido, como un accidente de tráfico más, si no hubiese concurrido una circunstancia extraña: en el registro está tachada una parte de la segunda frase. Al margen está escrito que se ha tachado por orden del Juzgado del Partido de Villajoyosa.

Eliminando lo tachado el texto queda reducido a “Fallece por hemorragia interna”. Por tanto el juez de Villajoyosa no quiso que se incluyeran datos incorrectos en el Libro de Defunciones de Benidorm y lo que parecía el accidente de tráfico de un motorista fue eliminado, lo mismo que el tipo de hemorragia. Está claro que Juan Sánchez no murió en accidente de carretera lo que me lleva a pensar en una muerte por arma de fuego, aunque esto es sólo una suposición. 

Este intento de ocultar la verdad se produjo durante el período republicano. Al llegar la paz las nuevas autoridades franquistas hubiesen podido sacar a relucir esta historia para reivindicar el honor del muerto y culpar de su asesinato a quien creyeran conveniente. No lo hicieron y además ocultaron la existencia de su muerte en extrañas circunstancias. 

El secretario municipal Ramón Rodríguez firmó a veces como secretario del Juzgado en los libros de nacimientos y defunciones. Era comprensible por la falta de personal durante la guerra y facilitado por el hecho de que el Juzgado y el Ayuntamiento compartían edificio, que es el actual museo Boca del Calvari. 

Ramón Rodríguez tuvo que conocer el caso porque se comentó por todo el pueblo y también tuvo acceso al Libro de Defunciones así que podía haber aprovechado el incidente del registro tachado para reivindicar la figura del muerto o para perjudicar a las corporaciones municipales de la República porque la Causa General buscaba legitimar la sublevación de Franco en 1936 criminalizando a la República y a los que la habían apoyado.

Pero en Benidorm las cosas no sucedieron así y en el año 1940, durante la instrucción de la Causa General la nueva corporación afirmó que nadie murió asesinado por ideas políticas. El Ayuntamiento cumplimentó unos informes que se incluyeron, como los de todos los municipios, en la Pieza Primera de las once que consta la Causa General, en la Rama Separada número 129. Fueron firmados por el secretario Ramón Rodríguez  y por el alcalde el 22 de octubre de 1940; es decir como mínimo por un testigo directo, el secretario, y en fecha próxima a los hechos.


En el primer informe, denominado “Estado Número 1” se debía hacer constar la: “RELACIÓN de personas residentes en este término municipal, que durante la dominación roja fueron muertas violentamente o desaparecieron y se crea fueron asesinadas”. El secretario escribió “Ninguno” con lo cual certificaba que ningún residente de Benidorm fue asesinado por el bando republicano durante la Guerra Civil. 

En el “Estado Número 2” se debía hacer constar la “RELACIÓN de cadáveres recogidos en este término municipal, de personas no reconocidas como residentes en él, que sufrieron muerte violenta durante la dominación roja”. Tampoco aquí se consignó nombre alguno y el secretario volvió a escribir “Ninguno”.



Hoja de la Causa General cumplimentada por el Ayuntamiento de Benidorm indicando que en la villa no se recogió ningún cadáver de personas que sufrieron muerte violenta “durante la dominación roja”


Evidentemente estas afirmaciones oficiales contradicen la información oral que hablaba de un forastero alojado en el hotel Marconi de Benidorm, un establecimiento que acogía a personas de derechas. Un día, sin que las fuentes precisen más, apareció asesinado en la puerta del cementerio municipal. Gracias al Registro Civil conocemos su nombre y su función en el Ejército Popular Republicano pero hay otros antecedentes sobre personas que se registraron en el Hotel Marconi falsificando nombre y graduación militar así que en el caso que nos ocupa tampoco podemos estar seguros de su veracidad. Eso podría explicar por qué no tenemos datos sobre este personaje aparte del Registro Civil. 

Resulta llamativo que las izquierdas que gobernaban en 1938 y las derechas que lo hicieron en 1940 estuvieran de acuerdo en encubrir este tema y pasar por alto la verdadera causa de la muerte y la identidad del difunto. ¿Qué clase de persona era para que izquierdas y derechas estuvieran de acuerdo en ocultar estos hechos? 

Llegados a este punto sólo me queda añadir que la Historia no puede llegar más lejos pero que a pesar de todas las incertidumbres señaladas, estoy convencido de que la tradición oral es correcta aunque con los datos actuales sea imposible de demostrar. Sin embargo, como dijo Francesc Soldevila Sebastián, este final oscuro puede ser el origen de un brillante relato literario: “la base d'una idea potent per a escriure una narració. La trobada del cadàver a la porta del cementeri és una arrancada d'impacte segur. On s'acaba la ciència històrica, comença la ficció...


 

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