La
pandemia de cólera morbo del año 1885 en Benidorm.
La del año 1885 fue la
última gran pandemia de cólera de nuestra comarca. El terror que provocó
continuó vivo mucho después de haberla superado: 25 años más tarde el alcalde
de Benidorm Vicente Zaragoza Soria se refería a ella destacando los “dolorosos
estragos de tan terrible epidemia”. Se decía que la muerte se cebaba sobre todo
en mujeres y niños infectados.
También llama la
atención que en dicha pandemia hubiera negacionistas, antivacunas y rechazo a
los confinamientos, algo que hoy día nos resulta familiar con la pandemia de
COVID-19. Está claro que no es exclusivo de nuestra época.
Se han escrito muchos
artículos explicando la evolución e incidencia de la pandemia de 1885 en
diversos municipios o comarcas pero muy pocos sobre su impacto en Benidorm a
pesar de lo intensamente que afectó a nuestros antepasados. La presente entrada
de HISTOBENIDORM pretende aportar
algunos datos para remediar esta carencia de información.
Francisco Amillo
En el siglo XIX,
procedentes de la India, se produjeron varias pandemias de cólera (1834, 1854,
1859,1865 y 1885) que en nuestro país hicieron enfermar a muchas personas
muriendo un buen número de ellas. La Medicina de la época no tenía remedios
eficaces, sólo medidas preventivas como los confinamientos. Para evitarlos, las
personas que podían abandonaban las localidades contagiadas porque la
enfermedad se difundía rápidamente y quedarse era arriesgado. Además sus
síntomas eran muy desagradables: los enfermos sufrían vómitos y continuas
diarreas que provocaban su deshidratación y en muchos casos la muerte al cabo
de una semana.
El cólera se transmitía principalmente por el
contacto con los vómitos y la materia fecal en las manos y ropas de los
cuidadores. También por el agua y alimentos contaminados con la bacteria, algo
difícil de evitar en aquella época ya que desconocían sus mecanismos de
transmisión. A ello se sumaban las pocas facilidades para tener la mínima
higiene y la ausencia de medicamentos efectivos.
1. Fotografía fechada
hacia el año 1900 mostrando la calle Tomás Ortuño con un aspecto similar al de
1885. El edificio de la izquierda es actualmente la Casa Museo de l’Hort de
Colón. La higiene pública en Benidorm tenía el inconveniente de sus calles de
tierra transitadas por caballerías que la ensuciaban. Por eso se ordenaba que
los vecinos mantuviesen limpia la parte de calle que daba a su fachada. La
escasez de agua en muchos domicilios era otra dificultad para la higiene.
Fuente: “Benidorm” Comissió de Festes Patronals 1985.
2. La calle Pescadores
engalanada para las fiestas patronales. La fotografía es de mediados del siglo
XX pero su aspecto no sería muy diferente del de 1885.
3. El diario El Canfali
del 10/03/1883 criticaba otro de los elementos que en aquellos años contribuían
a la falta de higiene de las calles: su contaminación fecal que podía ser un
vehículo de transmisión del cólera.
Benidorm, como la
mayoría de las poblaciones de la Marina Baixa, sufrió las pandemias de cólera
del siglo XIX. El abastecimiento de agua se hacía mediante la Séquia Mare que
circulaba al aire libre en su mayor parte, permitiendo su contaminación fecal.
Además se utilizaba para a lavar las ropas de los enfermos de cólera y aunque
se obligaba a hacerlo en sitios apartados, no siempre cumplían esa norma y
contaminaban el agua con la que regaban verduras y hortalizas.
En el casco urbano el
saneamiento público era muy deficiente. Las calles constituían otro foco de
infección según el periódico El Canfali, ya que eran “asquerosas e inmundas
letrinas, donde cada quisque se permite actos punibles por la decencia y la
higiene […] alguno que otro cadáver de la raza canina ó gatuna va
descomponiéndose á su sabor y llenando de perjudiciales miasmas la atmósfera”
[1]. Los pozos ciegos también podían difundir el cólera ya que los de las casas
situadas en cotas más altas filtraban sus aguas negras hacia los aljibes de
agua potable de las más bajas. Y no todos tenían pozos ciegos, sobre todo las
casas de Canfali, que arrojaban las aguas negras a la playa del Mal Pas desde
el “tirador”.
Negacionistas,
antivacunas y protestas por los confinamientos.
En 1884 Robert Koch había descubierto el
origen de la enfermedad, la bacteria que hoy denominamos Vibrio cholerae pero
que en el siglo XIX denominaban bacillus virgula. Lo encontró en el intestino
de los enfermos del “cólera morbo asiático” y supo que se transmitía por el
agua y los alimentos contaminados. Así lo explicaba un médico de Alcoi: “Que el
veneno colejiriano se transmite del hombre enfermo al sano [...] principalmente
por todo aquello que tiene relación con los materiales diarréicos y los
espulsados por el vómito” [2].
En ese mismo año 1884 el
Instituto Médico Valenciano identificó el agente patógeno descubierto por Koch
como causante de la enfermedad. Uno de sus miembros, el doctor Amalio Gimeno
“habló de las ideas de Koch al admitir como causa específica el Bacillus
Virgula, que se encontraba en todos los casos de cólera y que se contagiaba por
vía digestiva”. En el Boletín de dicha asociación escribió: “podemos dar una
interesante noticia a nuestros lectores. Examinadas microscópicamente las
deposiciones de los enfermos en Beniopa, se ha logrado encontrar el bacilo
vírgula de Koch: hemos tratado de obtener cultivos y lo hemos conseguido en la
patata y en la gelatina con todos los caracteres distintivos. El Instituto
Médico Valenciano ha sido la primera corporación de España que ha podido
observar preparaciones microscópicas del célebre microbio colérico” [3].
Está claro que en Valencia había un grupo de
médicos que estaban al tanto de los últimos avances de la Medicina pero sus
ideas no llegaron a la mayoría de la población. Muchas personas se resistía a
aceptar la teoría microbiana de la enfermedad y se aferraban a la antigua
teoría de los miasmas. Según ellos las partículas procedentes de la
descomposición de la materia orgánica se transmitían por el aire y al
respirarlas causaban varias enfermedades, entre ellas el cólera. Así explicaban
que Altea fue la primera villa de la Marina Baixa que tuvo cólera porque las
muchas acequias de su término estaban “llenas de líquenes y materias orgánicas
en descomposición” que emanaban vapores
infectados. La mayoría de las precauciones contra el cólera que se tomaron en
la comarca estaban dirigidas a evitar elementos en putrefacción y sus gases
supuestamente infecciosos.
En la prensa de la época fue frecuente la
actitud de negar la existencia de la enfermedad. El aumento de enfermos con
vómitos y diarreas lo atribuían a otras enfermedades productoras de dichos
síntomas, no al contagio del cólera, y criticaban duramente a los médicos que
lo habían diagnosticado.
Tampoco faltaban los que seguían otra teoría,
aún más antigua, que veía la enfermedad como el castigo de Dios por los pecados
de los hombres: “Tras el cólera, inundaciones; tras las inundaciones
terremotos. ¡Ah! el mundo se ha apartado de los caminos del Señor; la blasfemia
y la profanación de los días festivos y el desprecio de las leyes divinas y de
la iglesia […] han provocado las iras de Dios que un día y otro castiga á los
pueblos prevaricadores con toda clase de plagas” [4].
4. Si el origen de la
enfermedad era la voluntad de Dios los remedios debían ser religiosos.
Publicidad del agua del Carmen, con las imágenes de San Juan de la Cruz y Santa
Teresa de Jesús, para curar el cólera y otras enfermedades. Imagen del diario
“El Constitucional”, 08/01/1885.
En 1885 España disponía
de una vacuna contra el cólera antes de que se propagara la enfermedad. La
había creado el médico catalán Jaume Ferrán i Clúa (1851-1929) que tras ir a
Marsella en 1884 para estudiar la epidemia de cólera que azotaba a la ciudad,
preparó unos cultivos atenuados de la bacteria descubierta por Koch. Tuvo
partidarios y detractores, ganando estos últimos a pesar de la evidencia de su
efectividad.
En 1884 el Dr. Ferrán
realizó vacunaciones contra el cólera en Alicante, la Vila Joiosa, Santa Pola y
Elx [5]. Al año siguiente vacunó a miles de personas en la provincia de
Valencia, que estaba sufriendo la epidemia, en las poblaciones de “Alzira, en
abril de 1885, dirigida por el mismo Jaime Ferrán […] población a la que sucedieron, a los pocos
días, Chiva, Cheste o la misma Valencia. No obstante, la vacuna de Ferrán choca
en aquellos momentos con importantes detractores como […] Santiago Ramón y Cajal”
[6].
5. El Dr. Ferrán
vacunando contra el cólera en Alzira en plena epidemia. La vacuna era efectiva
a partir del quinto día y hubo bastantes vacunados que ya habían contraído la
enfermedad lo que, en opinión de los detractores de Ferrán, indicaba que su
método era un fracaso. Fuente: revista La Ilustración Nacional, 1885.
La oposición a la vacuna
que manifestaron bastantes médicos se extendió a la clase política y el debate
llegó al Parlamento. Ante una interpelación de Emilio Castelar el ministro de
la Gobernación Francisco Romero Robledo indicó que se negaba a subvencionar las
investigaciones del Dr. Ferrán porque “la ciencia ha planteado el siguiente
problema: «¿Es el microbio causa de la enfermedad, o efecto de la enfermedad?».
Mientras este problema no se resuelva, no hay medios de conocer la verdad del
descubrimiento del doctor Ferrán.” [7].
También surgieron protestas por los
confinamientos en las localidades “invadidas”, que así denominaban en esa época
las infecciones. Los confinamientos se hicieron mediante “cordones sanitarios”.
Consistía en rodear el pueblo infectado con tropas y fuerzas del orden público
que debían impedir las entradas y salidas de personas y mercancías “sucias”, es
decir de las zonas afectadas por el cólera. Los cordones sanitarios suponían un
perjuicio económico grande para comerciantes y trabajadores en otras
localidades. Para todos implicaba desabastecimiento de productos de primera
necesidad que se volvían escasos y caros. Para los más pobres significó hambre.
El
preludio: la pandemia del año1884.
A primeros de junio de
1884 se supo en la provincia de Alicante que el cólera, el “horroroso huesped
del Ganjes”, había aparecido en Tolón y Marsella, lo que había motivado la
creación de un cordón sanitario en la frontera con Francia.
A principios del verano
la prensa quería dar sensación de tranquilidad: había peligro pero si se
tomaban medidas evitarían el contagio. Las autoridades locales
tomaron precauciones para prevenir la difusión de la enfermedad y así el alcalde
de la Vila Joiosa Antonio Esquerdo suspendió las fiestas de Santa Marta que
debían celebrarse del 24 de julio hasta el 1 de agosto [8].
La prensa informaba con
asiduidad de la situación epidemiológica en Francia e Italia y también se
escribieron artículos difundiendo las medida higiénicas preventivas que debía
tomar la población. Animó a los ciudadanos para que colaborasen con las juntas
de socorro locales donando dinero para ayudar a los más desfavorecidos en caso
de epidemia en la provincia.
Durante los meses de
julio y agosto publicaron insistentemente que el cólera no afectaba en absoluto
a España, calificando de absurdas algunas informaciones contrarias. Sin embargo
la realidad no iba por ese camino. Las medidas adoptadas no habían sido efectivas
y a finales de agosto el cólera morbo llegó al sur de la provincia de Alicante:
el día 31, al mismo tiempo que el diario El Constitucional publicaba “De cólera
morbo no hay caso alguno en España” se declaraba oficialmente su presencia en
Elche. A primeros de septiembre el diario El Graduador criticaba que las
autoridades hubiesen declarado la enfermedad en Monforte y en Novelda donde las
tropas establecieron cordones sanitarios [9].
El 4 de septiembre el
Gobierno declaraba la existencia de cólera en Alicante capital y tomaba medidas
drásticas que fueron duramente criticadas por El Graduador: “Los trenes que
salieron hace tres días de Alicante se hallan detenidos en Venta la Encina
esperando que se construya un lazareto […] y á los viajeros se les tiene encerrados
en los coches […] los pueblos que se creen infestados, han sido cerrados por un
cordón militar […] se ha prohibido que por las carreteras circulen mercancías,
y equipajes, y á los pueblos infestados no llegan, por consiguiente víveres de
ninguna clase” [10].
El miedo se extendió por la provincia y en
Orxeta alcanzó gran intensidad. El diario El Graduador criticaba con dureza que
en los pueblos de la comarca sin enfermos de cólera los alcaldes expedían
“patentes de sanidad” que, según la normativa oficial, permitían desplazarse a
otras poblaciones. Los vecinos de la Vila Joiosa, Relleu y Sella aceptaban esos
pases pero no Orxeta, cuya junta de Sanidad dispuso que ningún forastero podía
transitar por el pueblo. Eso cortaba la ruta de la Vila Joiosa a Alcoi por la
que las poblaciones de la Marina exportaban sus productos agrícolas y pesqueros
a la industrial Alcoi perjudicando a muchas personas por la pérdida de jornales
y ventas [11].
En Alicante capital el
brote de cólera morbo cesó pronto, continuando en Novelda, Elche y Monforte
hasta los primeros días de octubre. En estas localidades la infección había
durado alrededor de un mes con un número elevado de defunciones.
Al remitir el cólera
volvía la tranquilidad a la provincia y a la Marina Baixa. En Benidorm no
disponemos de las actas de los plenos municipales ni las de la Junta de Sanidad
de ese año 1884, por lo que ignoramos qué medidas se tomaron pero, por datos
indirectos, da la impresión que o no padeció cólera o lo hizo de forma muy
leve.
Pero la paz duró poco. Los primeros días de
noviembre la Marina Baixa sufrió un
temporal de lluvias tan intensas que provocaron graves daños en la agricultura:
“Nos escriben de Altea dándonos cuenta de los estragos causados en los campos
por las últimas lluvias; las primeras echaron á perder la elaboracion de la
pasa que constituye la principal riqueza de aquel pais, y las últimas se ha
llevado a la mar todos los sembrados en términos que los pobres labradores se
hallan arruinados totalmente. Iguales desdichas han sufrido muchos de los
pueblos de la Marina, entre ellos Callosa de Ensarriá, Benidorm, Nucia, Polop y
otros pues la tormenta ha sido general y lo ha devastado todo.” [12].
No poder elaborar las
pasas hizo perder los ingresos que se obtenían con su exportación por el puerto
de Denia. Otros daños importantes los sufrieron los olivos lo que supuso perder
los beneficios obtenidos con la venta del aceite. Para los agricultores eran
dos importantes fuentes de ingresos en efectivo, algo que tendría consecuencias
muy negativas en el año siguiente durante el confinamiento que sufrieron
Benidorm y los pueblos circundantes.
Por suerte no todo fue negativo. Los
carabineros, al vigilar el contrabando, evitaban también la arribada de naves
que podían introducir el cólera en la comarca al impedir el desembarco de
mercancías y personas de “procedencias sucias”. En Benidorm era tradicional la
existencia del contrabando y por dicha causa se reforzó la presencia de estas
fuerzas del orden creando un nuevo cuartel en la Cala, un lugar muy poco
poblado en aquellos años: “La Dirección de Carabineros, ha aprobado el
expediente para la construcción de una caseta de nueva planta en el punto
denominado «El Pino» distrito de Benidorm” [13]. Este cuartel, situado a los
pies del Tossal, se sumaba a los de Canfali, el Racó de l’Oix y Pla del Cuartel
en Serra Gelada.

6. Fotografía de la Cala
de Benidorm a principios de la década de 1950 que nos muestra un paisaje muy
poco poblado y similar al de 1884. Al fondo, a los pies del Tossal, el cuartel
de carabineros construido en 1885; tras la Guerra Civil fue entregado a la Guardia
Civil y más tarde se abandonó y demolió. Actualmente subsiste, en la plaza
Encarnació Lloret Devesa, el pozo que le surtía de agua potable. Fuente:
Archivo Municipal de Benidorm, fotógrafo Simeón.
La pandemia del verano
de 1885.
Pasado el brote de cólera de 1884 los
habitantes de la Marina encararon el nuevo año intentando recuperar la
normalidad aunque conservando el miedo extremo por el peligro de cólera de los
meses anteriores. En la Vila Joiosa a principios de año “se celebraron en ésta las
anunciadas funciones á Santa Marta en accion de gracias por habernos visto
libres del cólera morbo durante el otoño anterior. Fueron como es de presumir
casi exclusivamente religiosas”. Añadía que el pueblo en masa abarrotó la
iglesia de forma que no había espacio libre en ella para la misa y el Te Deum
de acción de gracias. Finalizados los
oficios religiosos “se distribuyeron por el Ayuntamiento raciones de pan á
cuantos pobres se presentaron, repartiéndose también á domicilio y á los
vergonzantes bastantes raciones”. Por la tarde “la música de la población
dirigida por D. José Serrano, interpretó las mejores piezas de su repertorio, y
por la noche se disparó un bonito castillo de fuegos artificiales” [14]. Estas
celebraciones tan multitudinarias eran consecuencia del gran pavor que el
cólera morbo causaba en todas las poblaciones.
Sin embargo en el verano el cólera volvía a
hacer acto de presencia en toda la provincia de Alicante, incluyendo las dos
comarcas de la Marina. Aunque la prensa intentaba minimizar su alcance para no
sembrar la alarma, la realidad de los hechos desmentía sus afirmaciones.
Los inicios de la epidemia en Benidorm los
podemos conocer a través de las actas de la Junta Municipal de Sanidad de 1885.
Esa junta era la encargada de recomendar al Ayuntamiento las medidas a tomar
para preservar la salud del municipio.
La junta renovó sus
componentes y se constituyó el 6 junio de 1885 por un período de dos años tal
como era preceptivo. Fue ella la que se debería haber enfrentado a la epidemia
que llegó poco después [15].
Las primeras noticias
sobre el cólera morbo se recogen en el acta del 8 julio de 1885 cuando el
médico municipal Eduardo Llorca Castells informaba de la presencia "del
cólera en poblaciones limítrofes á esta y el caracter esencialmente contagioso
en que se presenta a mas de la gravedad que en todos los casos se
observa". Recomendaba, y así lo aprobó la Junta, que en caso de “invasión”
(infección) de Benidorm los familiares tuvieran el menor contacto posible con los
enfermos de cólera, aislando sus ropas y pertenencias. También ordenaba
desinfectar encalando las paredes de las casas y fumigar su interior con
azufre. Además debían impedir la entrada de extraños en la casa y de los
conocidos sólo admitirían a los indispensables.
El médico municipal informaba algo tarde. A
primeros de enero la epidemia había empezado a extenderse por la provincia de
Valencia llegando a la Ribera del Júcar. Había muchos jornaleros de la Marina
Alta y Baixa que todos los años acudían a dicha comarca para trabajar como
temporeros en sus arrozales: “más de 1000 jornaleros de la Marina, regresan de
los pueblos ribereños del Júcar”. Algunos de esos temporeros se contagiaron y
al volver a sus hogares difundieron la epidemia en Pego y Altea porque allí no
se les obligó a guardar los 7 u 8 días de cuarentena que exigía la normativa.
En Altea la epidemia
empezó el 15 de junio en dos masías y en poco tiempo se difundió por todo el
pueblo de tal forma que a partir del día 24
se infectaba un promedio de 25 personas por día. Y no era el único: el
día 7 de julio el Boletín Oficial de la Provincia declaraba “procedencias
sucias” las personas y mercancías procedentes de l’Alfàs del Pi, la Nucia y
Polop por estar infectadas de cólera. El día 8 en l’Alfàs había 2 infectados,
en la Nucia 18 infectados y 8 fallecidos y en Polop 2 infectados y una
defunción [16]. En Callosa d’En Sarrià se indica el día 11 que ya habían
registrado casos de cólera.
Así pues en casi todos los pueblos en torno a
Benidorm se había declarado la epidemia con lo que las medidas de su junta de
Sanidad llegaban tarde y resultaron inútiles. En el acta del 16 julio el médico
Eduardo Llorca informaba que había atendido a un paciente, cabo de carabineros
de Benidorm, con "todos los caracteres de la enfermedad conocida con el
nombre de colera morbo asiatico" con lo que reconocía que la epidemia
había hecho acto de presencia en el Benidorm. La junta aprobó, como era
preceptivo, informar al gobernador civil y que la Alcaldía tomara “todas las
medidas que le aconsejan los facultativos en beneficio de la salud
publica".
En el acta del 23 de julio el alcalde
informaba que "por los partes diarios de los facultativos que se reciben
en esta Alcaldia se veia que el colera hiba tomando incremento en esta
población y se estaba en el caso de redoblar las medidas higiénicas que
aconsejan las circunstancias oido lo cual por la junta asi se acordo".
Sin embargo desconocemos
en qué consistieron esas medidas pero podemos suponer que serían las mismas o
muy similares a las que la junta de Sanidad recomendó al año siguiente: cumplir
la Real Orden y la circular del gobernador civil para que "se hiciere
saber al vecindario por medio de bandos públicos que cuidaran de la limpieza de
calles, cuadras, balsas, acequias y demas que exija la conservacion de la
higiene pública, como igualmente vigilar los comestibles, carnes y aguas
destinadas a la poblacion" (acta del 7 mayo 1886).
Si desconocemos el contenido exacto de las
decisiones de la junta de Sanidad en la epidemia de 1885 es porque no hay más actas de ese año. Es decir,
que nos faltan las de los momentos más duros de la epidemia. La explicación a
este insólito hecho la daba el diario El Serpis que ese mismo día 23 de julio,
cuando el alcalde anunciaba el incremento de la epidemia, publicó: “Parece ser
que del pueblo de Benidorm han huido la mayor parte de las autoridades, yendo á
parar á Puigcampana. El notario no se le vé por parte alguna, y eso que se le
busca con ánsia, asi es que la gente pregunta ¿Dónde está? Y el eco responde
esto mismo cuando se habla del Secretario del Juzgado Municipal. El señor Cura
D. Bernardo Galiana y el Secretario del Ayuntamiento, son los que han arrimado
el hombro á la carga” [17]. Desde Benidorm el sacerdote Juan Bautista Catalá
escribía una carta confirmando la deserción de la mayoría de los responsables
políticos: “En los días más tristes y aflictivos para este pueblo, cuando era
mayor el número de víctimas las pocas personas que habíamos quedado aquí para
hacer frente á la calamidad nos mirábamos apenadas y silenciosas” [18].
En ambos casos no se
dice nada de los médicos pero el hecho de que durante la epidemia se siguieron
diagnosticando casos de cólera y certificando defunciones nos indica que sí
estuvieron prestando su ayuda profesional. En el Registro Civil aparece el nombre del "médico-cirujano" Vicente Lanuza Llorca y del cirujano Pedro Vives Vila que acudieron para notificar el fallecimiento de un familiar.
Benidorm no fue el único pueblo que sufrió el
abandono de sus autoridades, hay otros casos, como por ejemplo Relleu y Altea
donde el alcalde, recién nombrado, no quiso tomar posesión de su cargo y huyó
al igual que la mayoría de concejales. Estos políticos hacían como muchas otras
personas: salían en los primeros momentos, antes de que las tropas acordonaran
la localidad, y abandonaban sus responsabilidades en el control de la epidemia.
Normalmente huían de la
población las personas que tenían medios económicos y posibilidades para
residir fuera de casa. Eso significaba que no colaboraron económicamente con
las juntas de socorro que ayudaban a las personas más pobres, las cuales no
tuvieron más remedio que quedarse en el pueblo a merced de la enfermedad en una
situación muy penosa. No tenemos datos numéricos de Benidorm pero serían
similares a los de otras localidades vecinas: la población de Altea, por el
abandono de sus habitantes, había quedado reducida a 400. En Sella, infectada
el 17 de julio, sus algo más de 2.000 habitantes se redujeron a 240 durante la
epidemia.
En el Archivo Municipal no constan los datos
de infectados y fallecidos en esta epidemia de cólera del verano de 1885. El
secretario municipal enviaba partes diarios al Gobierno Civil y la prensa,
especialmente el diario El Constitucional, daba cuenta casi diaria de dichos
informes. De acuerdo con esa información tenemos el siguiente listado de
“invasiones” y defunciones en Benidorm:
- 16/07/1885 1 0
- 17/07/1885 2 0
- 18/07/1885 6 4
- 19/07/1885 6 4
- 22/07/1885 8 9
- 23/07/1885 7 3
- 24/07/1885 11
3
- 25/07/1885 8 9
- 28/07/1885 10
5
- 29/07/1885 3 5
- 31/07/1885 4 4
- 01/08/1885 4 4
- 04/08/1885 13 7
En total tenemos 57
fallecidos por cólera entre mediados de julio y mediados de agosto. Pero estos
datos son fragmentarios porque faltan los de algunos días, sobre todo de la
primera quincena de agosto. No nos indican el verdadero alcance de la enfermedad
que tuvo que arrojar cifras más altas de defunciones. La mortalidad de ese año
y los dos siguientes fue mucho más elevada de lo normal según datos aportados
por Juan Antonio González, párroco de la iglesia de Sant Jaume y Santa Anna,
basándose en el libro parroquial de defunciones: “en 1885 se produjeron 133
defunciones y en 1886 fallecieron 130 personas; en 1887 la mortandad en
Benidorm baja a 65 fallecidos y los tres años siguientes 1888, 1889 y 1890 se
cierran con 43, 46 y 48 defunciones”.
Los datos del Registro Civil nos permiten completar estas informaciones. En esta dependencia el juez municipal y el secretario desempeñaron sus funciones sin interrupción. En julio, cuando ya se declaró la pandemia continuó en su cargo el juez Gaspar Orts que desde 1883 desempeñaba la función de juez suplente por indisposición del titular. También estuvo presente durante toda la pandemia el secretario José Saval. El 1de agosto de 1885, es decir cuando la pandemia aún no se había extinguido, se reincorporó el juez titular Miguel Pérez. En esos momentos el juzgado estaba abierto hasta las 22 y las 23 horas para registrar las numerosas defunciones que se producían.
En total se registraron los fallecimientos 82 personas, 56 en julio y 26 en agosto, indicando como causa el cólera morbo asiático. El primer caso se inscribió el 16 de julio y se trató del carabinero Jaime Berenguer Pérez, de 41 años, natural de Polop y destinado y domiciliado en Benidorm. El último fallecimiento por cólera fue el de un niño de 4 años que se registró el 17 de septiembre.
Pero resulta probable que antes de la fecha del 16 de julio ya se hubiesen producido fallecimientos aunque los médicos no diagnosticaron cólera sino como "gastro-enteritis coleriforme" (5 casos), "gastro-enteritis" (3 casos), o "enteritis" (2 casos) que antes del verano tenían escasa representación. Estos 10 casos se acumulan entre el 16 de junio y el 16 de agosto junto a 6 defunciones por otras causas. Habría que sumar también un caso cuya causa de muerte se deja en blanco el 11 de julio. En total 17 defunciones en un mes cuando lo normal en años anteriores era un promedio de entre 5 y 6 defunciones por mes. Así que suponer que esta sobremortalidad fue provocada por casos de cólera mal diagnosticados no parece descabellado y elevaría el número de fallecidos por cólera morbo a una cifra muy próxima a la de 94 personas.
Está claro que el
incremento de la mortalidad en 1885 fue por causa del cólera pero los
fallecimientos de 1886, muy altos, y los de 1887 bastante altos, no fueron por
dicha enfermedad. La hipótesis más verosímil es que el cólera acentuó las
dificultades de una población que desde 1884 arrastraba problemas económicos
por causas climáticas. La prensa alude a la mala situación económica de Benidorm en 1886. Su pobreza supuso malas condiciones de alimentación e
higiene además de peor asistencia sanitaria.
A principios del mes de
agosto la situación en los pueblos de la Marina Baixa empezó a suavizarse. El
día 4 de dicho mes Altea era declarada libre de infección. Según el diario El
Constitucional del resto de "los pueblos de la Marina tenemos las noticias más
consoladoras. […] Sella se encuentra relativamente bien; es el pueblo que más ha
sufrido, así como el que con mayor resignación ha sobrellevado el azote. Altea
hace ya tiempo que no registra en su triste crónica ninguna defunción e
invasión. Villajoyosa, aunque ha aparecido invadido de pocos días á esta parte,
á la fecha no acusa la epidemia ningún recrudecimiento, y todo hace esperar que
no ha de tomar proporciones alarmantes en vista de la apacibilidad del tiempo y
de la benignidad de la temperatura. En el mismo estado se encuentran Benidorm y
Teulada, de donde se reciben en el gobierno civil partes del decrecimiento
rápido de la enfermedad" [19].
A primeros de septiembre
se publicaba que Benidorm, Polop y la Nucia llevaban ya 15 días sin registrar
infecciones ni defunciones de cólera morbo por lo que “han sido declaradas
limpias las procedencias de dichos pueblos a contar del 1º del corriente” [20]. En el caso de Benidorm hemos visto que esta información de la prensa está en contradicción con los datos del Registro Civil.
A principios de agosto la pandemia hizo su aparición en la
Vila Joiosa y a mediados de ese mes en Orxeta y Relleu que hasta entonces no se habían
infectado. La infección duró hasta mediados de septiembre. Las fiestas de
Orxeta el 28, 29 y 30 de octubre tuvieron como elemento importantísimo la
acción de gracias por haber superado la enfermedad [21].
La
intervención de Juan Bautista Thous en la pandemia de 1885.
En aquella época las autoridades se preocupaban
de impedir la propagación del cólera pero no de los problemas que los cordones
sanitarios causaban a la población. Las ayudas económicas eran muy escasas o
nulas. Ante esta inacción del poder político los ciudadanos se organizaban
creando “juntas de socorros” que recibían dinero de los particulares para
aliviar la penosa situación de los vecinos más pobres. Se habían constituido en
1884 y se volvieron a constituir en 1885.
En Benidorm sabemos que
se constituyó a mediados de julio una junta de socorro presidida por el
sacerdote Juan Bautista Catalá. Como en los demás pueblos, la marcha de las
personas acomodadas hacía que sus recursos fueran insuficientes.
Afortunadamente Benidorm y otros pueblos vecinos pudieron contar con la ayuda
sumamente generosa de Juan Bautista Thous y Carrera (1815-1889).
En su juventud Juan
Thous había sido un elemento muy importante en la política comarcal de la que
se apartó tras los acontecimientos revolucionarios de 1868 dedicándose a sus tierras y a negocios como la construcción del tramo de carretera de Altea a Calpe con el difícil paso del barranco del Mascarat. Al estallar la
epidemia llevaba casi 17 años en la masía que había ordenado construir
en Lliriet, por lo que algunos le apodaron “el solitario de Lliriet”. En ese
aislamiento había influido también el fallecimiento de su esposa y de una de
sus hijas. Este gran terrateniente tenía entonces 70 años de edad y su salud se
resentía por la malaria que padecía pero recorrió a caballo las poblaciones en las que tenía tierras para
ayudar económicamente a los más necesitados.
7. El Mas de Thous, en
Lliriet, se mantuvo en pie hasta la década de 1950 en que se abandonó y
desmoronó. Fue construido por Juan Thous y allí vivió hasta su muerte.
Para Benidorm tenemos el
testimonio de la carta a la prensa de Juan Bautista Catalá. En ella indica que
Juan Thous al principio de la epidemia entregó a la junta de socorros 15.000
reales y puso a su disposición su casa en el pueblo para utilizarla como
hospital de coléricos. Esa casa estaba en la plaza de Castelar y fue en ella donde residió Emilio Castelar algunos veranos.
Además contrató como jornaleros a todos los braceros que se lo
solicitaron y “facilitó harina, aceite, leña y cuanto producen sus haciendas, á
los enfermos y desvalidos”. También creó “una cocina económica bien servida y
donde se reparten diariamente 400 raciones de pan y de arroz cocido con carne,
garbanzos y patatas, alimentándose más de 130 familias pobres”. Además puso a
disposición de la junta de socorro el importe de las aguas de la fuente y balsa
de Lliriet “que pueden calcularse en 25 ó 30 duros diarios” para así poder
distribuir limosna de entre 20 y 200 reales “á los pobres vergonzantes que se
encuentren en la situación más apurada, á consecuencia de la emigración en masa
de la gente acomodada y la paralización de todo trabajo” [22].

8. La balsa de Thous en
una fotografía del 22 de agosto de 1894. Las primeras cuatro fuentes públicas
de Benidorm se abastecieron durante unos pocos años de las aguas de esta balsa.
Después se dedicó al riego de las tierras de Juan Thous y también vendió agua a
los agricultores con un beneficio de 125 a 130 pesetas diarias, cantidad
importante para la época. Fuente: Archivo Municipal de Benidorm.
El importe total de lo aportado por Juan Thous
varía según los diarios desde 140.000 a 240.000 reales. El diario La
Correspondencia indicaba las siguientes ayudas:
- l’Alfàs del Pi 4.000 reales.
- Altea 15.000 rs.
- Benidorm 30.000 rs.
- Sella 40.000 rs
- Leña, aceite,
harina, etc., y agua balsa de Lliriet 20.000 rs.
- Jornales a desvalidos
y socorros a convalecientes 60.000 rs [23].
Esto supone un total de
169.000 reales pero como en la fecha de publicación de ese diario aún
continuaba la epidemia en varios pueblos de la comarca es probable que la
cantidad final fuese mayor.
Después
de la pandemia de 1885.
La pandemia de cólera de 1885 duró poco más de
un mes en cada una las poblaciones de la comarca, aunque con diferentes inicios
y finales. No fue por tanto muy larga pero sí muy intensa y sus consecuencias
económicas duraron hasta 1887. Su recuerdo perduró durante muchos años y ante
la posibilidad de que hiciera de nuevo su aparición por cualquier
circunstancia, las autoridades tomaron medidas que resultaron eficaces. Así en
el año de 1908, tras recibir circulares y telegramas del gobernador civil para
prevenir contagios del “Cólera Morbo Asiático, en Rusia”, el Ayuntamiento
decide publicar un bando y fijarlo en los sitios de costumbre:
- Prohibición de lavar
ropas y objetos en la Séquia Mare y que las balsas “estén limpias sin retener
las aguas […] más de veinticuatro horas”.
- Los vecinos limpiarán
sus calles y plazas y sacarán del casco urbano los estercoleros y establos.
- El Ayuntamiento
vigilará la venta de alimentos en mercadillo y tiendas para que estén en
condiciones higiénicas.
- “Mandar que actuen en
las letrinas para evitar el desarrollo de gases mefíticos, la cal disuelta en
agua ó el bromuro de cal por ser estos antisépticos más usuales”. Los gases de
los pozos ciegos no provocaban el cólera ni enfermedades infecciosas pero su
desinfección eliminaba los gérmenes patógenos de las aguas negras que se
infiltraban en la tierra y los aljibes [24].
A pesar de los avances
de la Medicina, que en 1885 ya conocía la verdadera causa de la enfermedad y su
transmisión, la mayoría de la población los ignoraba y por eso no se tomaron
las medidas adecuadas. Fallaron los mecanismos para difundirlos. Por eso se siguieron
utilizando los remedios tradicionales a pesar de su comprobada falta de
efectividad. Por otro lado la prevención contra los nuevos conocimientos
explica el triunfo de los antivacunas y los negacionistas ya que muchas
personas se guiaron más por lo emotivo que por lo racional.
En julio de 1885 la revista El Criterio Médico
escribió que la epidemia “está dando lugar a rasgos de sublime valor en unos
pueblos, de ridículo miedo en otros, de estoicismo admirable en algunos
individuos, y de ignominioso egoísmo por parte de algunos más”. En esta guerra
contra el bacilo del cólera hubo casos de abnegación, ayudando a los enfermos y
necesitados. Algunos, como Juan Bautista Thous, fueron muy alabados por la
prensa y vitoreados por sus vecinos. Pero la mayoría de ellos fueron héroes
anónimos olvidados muy pronto a pesar de haber cumplido su obligación en
circunstancias difíciles. Hubo también casos de cobardía, con personas
dominadas por el miedo que incumplieron sus responsabilidades y huyeron de los
pueblos infectados. Su castigo fue su procesamiento y destitución: “Han sido declarados procesados y por lo tanto suspensos de sus cargos, varios concejales de los Ayuntamientos de Benidorm y Relleu" "por abandono, en perjuicio de la causa
pública, en tiempo de epidemia” [25].
La del verano de 1885 fue la última de las
grandes pandemias del “cólera morbo asiático” del siglo XIX. A diferencia de
las anteriores, España se enfrentó a ella conociendo sus causas y su forma de
propagación, aunque en aquel momento, por desgracia, esos avances no fueron lo
suficientemente aceptados. Sí lo fueron en años posteriores y también en las
primeras décadas del siglo XX por lo que se tomaron precauciones al detectarse
el cólera en algún país próximo. Así pasó en los años 1910, 1911 y 1912 cuando
se detectaron brotes de cólera en otros países y regiones pero Benidorm se vio
libre de ellos. Posteriormente la amplia difusión de los mecanismos de
transmisión del cólera permitió tomar medidas preventivas que se completaron
con la vacunación que finalmente fue aceptada y fue la más eficaz. El cólera
dejó de ser el temido azote de siglos anteriores. Reapareció en el último
tercio de ese siglo (años 1971 y 1979) pero pudo controlarse de forma muy
efectiva y ya no suscitó el pánico de antaño. El país y su estado sanitario
habían experimentado, afortunadamente, cambios muy significativos. Hoy día el
cólera en Europa ha dejado de ser un problema aunque continúa siendo un
terrible azote en países subdesarrollados.
NOTAS
Las informaciones de la
prensa se han tomado de las hemerotecas digitales del Ministerio de Cultura y
de la Biblioteca Nacional.
[1] El Canfali
20/03/1883.
[2] Diario El Serpis,
25/07/1885.
[3]
https://www.uv.es/imeval/IMV_hist/colera.html.
[4] Semanario Católico,
10/01/1885.
[5] Eusebi Chiner Vives,
Diccionari de Benidorm, entrada còlera.
[6] Monge Juárez, M.:
“El método Ferrán y la inmunización contra el cólera en una ciudad del
Mediterráneo. Elche, agosto de 1891” en revista Cultura de los Cuidados, año
2020. En http://dx.doi.org/10.14198/cuid.2020.56.09.
[7] Periódico El Día
18/05/1885.
[8] Diario El Graduador
18/07/1885.
[9] El Graduador
03/09/1884.
[10] El Graduador
04/09/1884.
[11] El Graduador
11/07/1885.
[12] Diario El
Constitucional 09/11/1884.
[13] Diario El Serpis
22/11/1884.
[14] El Semanario
Católico 17/01/1885.
[15] Arxiu Municipal
Benidorm, libro actas Junta de Sanidad, 5185/5. Siguiendo la normativa la Junta
de Sanidad se constituyó con:
- Alcalde: José Fuster
Ivorra.
- Médico titular: Eduardo
Llorca Castells.
- Cirujano: Pedro Galindo
Such.
- Veterinario: José Mauri
Galiana.
- Vecinos: Miguel Climent
Bayona, José Pérez López, Miguel Ortuño Sanchiz (sic).
- Suplentes:
- Médico: Vicente Lanuza
- Cirujano: Pedro Vives
Vila
- Vecinos: Juan Bautista
Catalá; Jaime Martí Segarra; Francisco Orozco Ballester.
[16] El Constitucional
8/7/1885.
[17] El Serpis
23/07/1885.
[18] Diario El Guadalete
de Jerez de la Frontera, 10/09/1885. Que este diario andaluz publique la carta
nos muestra que el interés por Juan Bautista Thous trascendía a la comarca de
la Marina Baixa.
[19] El
Constitucional 05/08/1885.
[20] El Constitucional
03/09/1885.
[21] El Serpis
28/10/1885.
[22] El Guadalete
10/09/1885.
[23] La Correspondencia
05/08/1885.
[24] Acta de la junta de
Sanidad del 26/09/1908.
[25] El Serpis 25/03/1886 y El Graduador
25/03/1886.