sábado, 2 de octubre de 2021

 Y el Tossal de la Cala de Benidorm renació de sus cenizas convertido en un interesante elemento del patrimonio histórico de Benidorm.



Finalizadas en 2019 las excavaciones arqueológicas en lo alto del Tossal de la Cala, Benidorm ha recuperado una parte de su historia hasta entonces mal conocida. Pero además, el municipio lo ha preparado para poder ser visitado por el gran público y ha puesto en valor un elemento patrimonial capaz de atraer a los turistas. Así lo demuestra el gran número de visitantes que han acudido desde su apertura.

Sobre este yacimiento arqueológico se ha escrito mucho pero  creo que aún se pueden ofrecer datos que resultarán interesantes o como mínimo curiosos. Hemos aprendido muchas cosas gracias al concienzudo trabajo de los arqueólogos de la Universidad de Alicante pero por desgracia hay cosas que se nos escapan y que tal vez nunca podamos conocer a causa de los daños que sufrió este yacimiento en la segunda mitad del siglo pasado. A esas cuestiones dedico una parte de este artículo.

 La Universidad de Alicante comenzó sus campañas de excavaciones en julio de 2013. El primer día la arqueóloga sueca Solveig Nordstrom visitó el lugar. Habló a los miembros del equipo, en el que tuve la fortuna de participar, sobre una cerámica ibérica hallada allí en una excavación  anterior. Tenía el dibujo de un ave que interpretó como representación del mito del ave Fénix que moría entre llamas y de sus cenizas nacía un nuevo Fénix. Me pareció un símil muy adecuado para este yacimiento arqueológico, muerto entre llamas y que ha renacido de sus cenizas gracias a los trabajos arqueológicos. De ahí el título de este artículo que pretende ser también un póstumo homenaje de admiración y respeto a Solveig Nordstrom, insigne arqueóloga y gran mujer.

Francisco Amillo Alegre


1: La arqueóloga Solveig Nordstrom sentada en el centro hablando a los participantes en la excavación de 2013. Fallecida en este año 2021, tenía 90 años cuando se realizó la foto y era una leyenda de la Arqueología alicantina.




Se sabía desde hace muchos años que en lo alto del Tossal de la Cala, en épocas remotas, existió una población que acabó incendiada. Se creía que tenía un origen romano y que su existencia se prolongó hasta la época islámica. 

La información escrita más antigua sobre esta fortificación romana es un tanto imprecisa y procede de las “Relaciones geográficas, topográficas e históricas del Reino de Valencia hechas en el siglo  XVIII, a ruego de Don Tomás López” escritas hacia 1777: “A la salida de la plaia de Benidorm, partido de la "Cala", se halla una cordillera de monte, no mui alto y en ella se observan algunos edificios antiguos, assí de fortalezas, como de castillos”.   

En el siglo XIX encontramos en el año 1853 el testimonio algo más preciso de  un "Ingeniero del Cuerpo de minas", el alicantino Federico de Botella y de Hornos (1822–1899) autor de varias obras de Geología y de  un Mapa geológico de España y Portugal "trazado a partir de sus propias observaciones". Señalaba la existencia de las ruinas de un  antiguo pueblo con monedas romanas, plomo y gran cantidad de fragmentos cerámicos [1]. 

En 1892 Pedro María Orts Berdín escribió que en lo alto del Tossal yacían los “restos calcinados” de un pueblo cuyo nombre se desconocía, incendiado y destruido en época remota. Añadía que “en superficie se han encontrado pedazos de plomo labrado, sustancias ferruginosas maleadas, cimientos de cal, acueductos, restos de edificaciones”. También indicó que se habían encontraron “monedas celtíberas, romanas, árabes y otros útiles” con lo cual colocaba el final del poblado en época árabe [2] 



2: Al fondo, a la izquierda, el Tossal de la Cala en julio del año 2013, durante la primera excavación que llevó a cabo la Universidad de Alicante. El segundo día aparecieron los restos de la muralla lo que permitía declarar al conjunto como Bien de Interés Cultural. La fotografía se tomó desde el Hotel Bali.


En el año 1924 el diario “El Luchador” informaba sobre hallazgos arqueológicos en un cerro del que se extraía piedra para el puerto de Benidorm. No lo nombra pero podría tratarse del Tossal ya que la piedra se extrajo en sus proximidades. Indicaba que correspondía a una población muy antigua, anterior a la romana: “un cerro próximo a Benidorm, de donde se está extrayendo piedra con destino al puerto de refugio, se han hallado vestigios de edificación urbana, cuya época todavía no se ha precisado, pero que desde luego puede asegurarse se remonta a los primeros pobladores civilizados de la península” (13-9-1924).


En 1929 el alcalde de Benidorm Vicente Llorca Alós publicó un artículo en el que incluía una breve descripción del Tossal de la Cala que el denominaba monte Pino. A diferencia de Orts Berdín no alude a la ceniza del incendio que acabó con el poblado pero en cambio  añadió restos humanos: “nos produce tremendo escalofrío el crujir macabro de huesos humanos, que inopinadamente huella nuestras plantas”. Le atribuye una cronología romana: “bajo un extenso sudario de tierra, existen ruinas de un pueblo de origen romano. Sus vestigios, consistentes en objetos de cerámica, restos de armas, monedas, etc., hallados levantan el velo del pasado en sus últimas etapas” [3]. Pero a continuación el autor amplía lo expuesto por Orts Berdín afirmando que seguía activo en época visigoda e islámica hasta que fue destruido por el Cid, Rodrigo Díaz de Vivar. 


Mucho más interesante es la información que proporcionó en 1943 el sacerdote José Belda Domínguez (1890-1969), director del Museo Arqueológico de Alicante. Visitó el Tossal de la Cala acompañado por el hispanista alemán Adolf Schulten. Sobre esta visita escribió: “El castillo ibérico.- Las ruinas de este fuerte cubren, a modo de corona o casquete, la cumbre del precitado peñasco, denominado vulgarmente «Tosal de Polop» [de la Cala]. En este elevado sector del macizo afloran, por doquier, restos de ciudad diseminados por el suelo en ambas vertientes del recinto: murallas semiderruidas, paredes, tiestos, cenizas, etc. El doctor Schulten logró interesantes diseños de la planta de algunas edificaciones. Figura entre ellos el de la abertura o puerta de entrada a este hispánico castro, precedida, según parece, de escalinata. A juzgar por los restos de superficie, esta acrópolis debió fenecer con motivo de las guerras sertorianas” [4]. 

En este texto hay dos grandes aciertos de Belda. Primero habla del incendio del poblado a causa de las cenizas que se observaban a simple vista. Y en segundo lugar supuso que fue destruido durante la guerra civil romana de Quinto Sertorio en el siglo I A.C. Pero lo consideró como un poblado ibérico fortificado.

 

3: Excavación en el Tossal  en julio de 2013. Tras la remodelación del conjunto arqueológico el aspecto actual de esta zona es distinto.

Las excavaciones arqueológicas realizadas desde el año 2013 al 2019 por la Universidad de Alicante han demostrado que el final de ese pueblo no fue causado por el abandono de sus habitantes como se había supuesto hasta entonces. Se creía que se había construido en alto dada la inseguridad existente en época ibérica pero, tras el período de paz que supuso la conquista romana, se cansaron de vivir en un emplazamiento tan incómodo y bajaron a una zona llana. Eso habría supuesto un abandono lento, llevándose todos los objetos útiles. Sin embargo ahora sabemos, gracias a Jesús Moratalla, que sufrió un abandono súbito por la existencia de piezas relevantes [5]. Las excavaciones confirmaron que el “castellum” tuvo un final rápido y violento, destruido en el siglo I a.C., y que nunca más se habitó. 

También sabemos otra cosa muy importante gracias al equipo de trabajo que dirigió la arqueóloga Feliciana Sala: no era un poblado ibérico como se pensó durante más de setenta años sino un fortín romano construido hacia el año 77 a. C. por el ejército de Sertorio durante la guerra civil romana. El estudio de los materiales depositados en el MARQ realizado por Sonia Bayo [6] indicó la existencia de elementos puramente romanos y les llevó a formular esa hipótesis que se confirmó al encontrar en la primera excavación de julio de 2013 la muralla y fragmentos de cerámica romana entre el relleno de los muros. 

Sucesivas campañas en años posteriores permitieron comprender mejor la estructura del edificio. En el sector occidental, que sólo Belda había excavado antes, destacó el hallazgo de la puerta de entrada a la que se refirió en el texto antes citado. También fue muy importante la recuperación del ánfora fundacional que pretendía que las divinidades fueran propicias con el nuevo fortín y el hallazgo del relieve de una divinidad tallada toscamente en la piedra con idéntica finalidad protectora. 

4. El ánfora fundacional del “castellum”, uno de los últimos hallazgos en el año 2019 en la base de un muro, junto a la muralla occidental, la zona menos excavada. Las ánforas utilizadas en la ceremonia de fundación solían contener vino o garum como ofrenda para las divinidades protectoras. Una pieza muy interesante de casi 1 metro de longitud. Fotografía del Ayuntamiento de Benidorm.



5. Divinidad protectora del Tossal. Desde el punto de vista artístico este bajorrelieve tiene poco valor pero desde el punto de vista histórico y arqueológico es importantísimo. Lo más seguro es que se trate de una divinidad protectora de los soldados. Fotografía del Ayuntamiento de Benidorm.


Las excavaciones arqueológicas del Tossal de la Cala se iniciaron en 2013 bajo una corporación municipal del PSOE y fueron continuadas y culminadas en 2019 por una corporación del PP. Es gratificante comprobar que ambas pusieron mucho interés en la protección, la difusión y la puesta en valor de este importante elemento patrimonial de Benidorm. 

La Universidad de Alicante, durante sus campañas veraniegas, excavó todo lo que había quedado tras los daños infligidos por la creación de un camino de tierra hasta la cumbre, arrasada por la creación de un mirador, y años después con la urbanización Montbenidorm, que asfaltó y amplió la carretera y construyó una piscina en la cumbre. En el sector de poniente hay una parte del “castellum” bajo las casas actuales.


Finalizados los trabajos de excavación se han consolidado los muros de aquellas dos veces milenarias ruinas y  en algunos tramos se han elevado un poco utilizando piedras del mismo yacimiento. Es una forma de hacerlo más inteligible para los no especialistas ya que, desde el verano de 2020 estos restos arqueológicos se han abierto al público con paneles explicativos muy didácticos. Se puede visitar de forma individual todos los días o en grupos guiados a determinadas horas.

6. Uno de los paneles explicativos con el plano del "castellum". A la izquierda vemos el sector de Poniente, separado del resto por la carretera del año 1958, con dos hileras de edificios siendo el único sector donde se ha conservado la hilera superior. Ahí estaba también la entrada al fortín. Este sector se ha excavado dos veces: por José Belda y por la Universidad de Alicante. El otro sector se excavó también por Miquel Tarradell (1965) y Francisco García Hernández (1984), es decir en cuatro ocasiones. 


Vale la pena el esfuerzo de subir a pie la empinada carretera de acceso por la que sólo pueden circular los vehículos de los residentes en Montbenidorm. Al llegar al "castellum" vemos en primer término los restos de la muralla de 1 metro de anchura y que en su día alcanzó unos cinco metros de altura pero que hoy tiene menos de uno. A pesar de ello y de lo empinado del terreno no pudo proteger a los que allí vivían. 

Mediante los paneles explicativos podemos imaginar la vida cotidiana de aquellos soldados, probablemente dos centurias subdivididas en veinte “contubernia”. Podemos contemplar la puerta de acceso al recinto fortificado en la parte oeste que era el inicio de una calle que recorría el fortín de oeste a este y a cuyos lados se distribuían las distintas dependencias. En esta musealización se ha destacado la función de algunas dependencias con pavimentos de distintos colores. Así podemos comprobar que había un taller de fundición de plomo y un almacén con ánforas de vino y pescado en salazón, alimento de la guarnición. Destacan también los muros de las habitaciones a dos niveles que se salvaban con escaleras. Las más estrechas se trataban, probablemente, de los alojamientos de los ocho soldados que formaban un “contubernium”; tenían dos habitaciones a diferente altura. La superior debería servir para guardar las armas y cocinar (se encontró una de sus parillas de hierro) y la inferior para dormitorio. Una de las paredes de esta cámara inferior era la muralla por lo que su techo podría ser el camino de ronda de la muralla. Estos dormitorios adosados a la muralla no tenían ventanas y la luz y la ventilación provenían de la puerta de las escaleras. Los problemas de iluminación y ventilación debían ser más graves en las habitaciones que no disponían de escalera. La estructura del “castellum” es ahora mucho más fácil de apreciar gracias a estos trabajos de musealización. 




7. Cerámica ibérica del siglo II a. C. con pintura monocroma presentando un ave del estilo Elche-Archena o del estilo I ilicitano. Se conserva en el MARQ procedente del Tossal de la Cala.


En la cumbre del Tossal su altura de unos 100 metros nos ofrece otro aliciente: el espectáculo grandioso de las vistas a un amplio arco litoral que se extiende desde el Peñón de Ifach, Serra Gelada y la torre de les Caletes, sigue por las playas de Levante y Poniente y llega hasta la elevación sobre la que se alza la torre de l’Aguiló. Nuestros sentimientos son muy distintos a los de aquellos soldados del siglo I a.C. que no observaban el horizonte por su belleza sino para avistar la llegada de naves del ejército contrario que se dirigían a su base de Cartagena. Asaltar esas naves mercantes era una de sus fuentes de suministros y para ello Sertorio contó con la colaboración de los piratas cilicios que en la cala de Finestrat tenían un buen refugio. 

El Tossal de la Cala no estaba aislado: formaba parte de una cadena de fortines costeros a lo largo del litoral de las dos comarcas de la Marina cuya base estaba en el puerto de Denia. Los fortines podían comunicarse mediante señales de humo y se ubicaban sobre acantilados de difícil acceso para mejorar su defensa. Su misión era controlar el tráfico naval que en aquella época era de cabotaje.

Benidorm ha ganado mucho con la rehabilitación arqueológica de este espacio, un gratificante disfrute para los que en él vivimos y para los que nos visitan. Afortunadamente se ha impuesto la idea de que la preservación del patrimonio cultural y el fomento del turismo no están reñidos sino todo lo contrario.


Llegados a este punto me parece oportuno aclarar un detalle. Aunque ahora sabemos que fue un “castellum”, una fortificación romana, durante más de setenta años se pensó que estos restos del Tossal pertenecieron a un poblado ibérico. No sólo lo creyeron Orts Berdín y Vicente Llorca Alós, que eran legos en la materia, sino también José Belda que dirigió las primeras excavaciones en la década de 1940, y posteriormente especialistas muy prestigiosos como Miquel Tarradell o Enrique Llobregat. ¿Cómo fue posible mantener este error durante tanto tiempo? En las primeras excavaciones de Belda, en la década de 1940, las técnicas arqueológicas no estaban tan depuradas como en la actualidad y él era poco cuidadoso a la hora de consignar los datos. Los restantes excavadores rebajaron la cronología del yacimiento a los siglos II y I a. C. pero siguieron considerándolo poblado ibérico aunque en su descargo hay que decir que excavaron lo ya excavado por Belda. En el caso de Tarradell fue una campaña muy corta e insuficiente y pensaba que habría una segunda que nunca realizó; por eso publicó sus resultados veinte años después, en 1985. En cuanto a Enrique Llobregat, director de Museo Arqueológico Provincial, no excavó en el Tossal. Los datos que aporta en su clásico libro "Contestania Ibérica" provienen sobre todo de los informes de Belda.


Hoy día sabemos muchas más cosas sobre este yacimiento que en siglos anteriores pero no lo sabemos todo. Como en todas las ciencias, en Arqueología un descubrimiento resuelve un interrogante previo pero vuelve a plantear otros nuevos. Por eso nos surgen preguntas que tal vez nunca se puedan responder dado el maltrato que recibió el Tossal en la segunda mitad del siglo XX.

Una de ellas se relaciona con el final violento del "castellum". Las divinidades protectoras a las que invocaron hicieron oídos sordos a las súplicas de los que tuvieron la mala suerte de combatir en el ejército perdedor, el de Sertorio. Tampoco les sirvió la gran altura del Tossal, su difícil acceso y la muralla: el ejército senatorial acabó con el fortín utilizando, posiblemente, catapultas con material incendiario. No sabemos qué pasó con sus defensores. Dada la crueldad con la que los dos ejércitos romanos se trataron en aquella contienda civil es casi seguro que su muerte, si se produjo, fue muy cruel. Los casos de Valencia o Libisosa, que están bien estudiados, nos permiten suponerlo. Pero esa muerte cruel es sólo una conjetura que no cierra la puerta a otras posibilidades. La existencia de huesos humanos a la que aludía Llorca Alós debió ser un recurso literario del autor, prolífico escritor de artículos sobre Benidorm, porque en ninguna de las excavaciones se han hallado restos humanos.  

Otra pregunta que podemos plantearnos es ¿en la cumbre del Tossal sólo existió el “castellum” que vemos hoy día? Según José Belda, que lo excavó cuando aún estaba intacto, en los niveles más profundos había restos de cerámica griega e ibérica antigua, de los siglos IV y III a.C. También aparecieron algunos fragmentos en 2013 en una cavidad del suelo que los romanos rellenaron  con cascotes para crear un  pavimento horizontal. No es inverosímil sostener que hubo algún tipo de edificación de época ibérica. César Fernández de Bobadilla me comentó que en el solsticio de junio fotografió la salida del sol desde lo alto del Tossal y observó que lo hacía por encima del Peñón de Ifach y que en los equinocios sale por una especie de vaguada en el extremo SO de Serra Gelada. La arqueoastronomía ha revelado que muchos edificios ibéricos se construían siguiendo referencias y orientaciones astronómicas. Este hecho ha dado pie a que algunos defiendan la existencia de una especie de santuario ibérico similar al de la Malladeta (la Vila Joiosa). Posiblemente nunca podremos saber si es cierto pero no se trata de una hipótesis descabellada dado que en las proximidades del Tossal existieron instalaciones portuarias, una factoría y una necrópolis, todas ellas de esa época ibérica.

En las excavaciones también aparecieron restos de cerámica cartaginesa del período de los Barca, es decir durante las guerras con Roma en el siglo III a.C., las Guerras Púnicas. Sabemos desde hace pocos años que los restos arqueológicos de Serra Cortina, situados frente al Tossal, que durante mucho tiempo se creyeron pertenecientes a un poblado ibérico, corresponden en realidad a una fortificación cartaginesa de esta época. Está un tanto alejado de la costa y por tanto se puede suponer que habrían construido en lo alto del Tossal un recinto para vigilar el tráfico marítimo. Como no hay pruebas evidentes que confirmen su existencia sólo podemos hablar de una posibilidad.

Si estos hipotéticos enclaves, santuario y fortín, existieron realmente, fueron arrasadas por los romanos para construir su “castellum”. En aquella época los muros se construían con un zócalo de piedra de poca altura y el resto era de adobe. Fueron reutilizados por los sertorianos para su "castellum". 

Finalmente me parece útil señalar que hay un hecho curioso en este “castellum” y es la existencia de fragmentos de cerámica con inscripciones en alfabeto ibérico. Fueron realizadas con incisiones mediante un punzón o similar. Cuando se pensaba que era un poblado ibérico estos grafitos no suponían ningún problema: habían sido trazados por los iberos sobre cerámica romana importada.

Pero si fue un “castellum” la situación era diferente. Los soldados romanos hablaban y escribían en latín por lo que no es verosímil que fueran ellos los autores de dichos grafitos. Por tanto sus autores debieron ser personas que hablaban y escribían en ibero pero lo sorprendente es que lo realizaron en un recinto romano. La causa no está clara y de nuevo tenemos que recurrir a una hipótesis aunque en este caso muy plausible: junto a las dos centurias romanas habría también iberos enrolados como tropas auxiliares. 

Un problema distinto es el que nos presenta el significado de estos textos y hay varias interpretaciones discrepantes. Los especialistas pueden leer el alfabeto ibérico pero traducirlo está resultando complejo. Puedes conocer los intentos de traducciones que se han hecho en este enlace.

Si quieres conocer más detalles sobre este “castellum” del Tossal de la Cala puedes hacerlo aquí  y también aquí



NOTAS:

[1] https://lifeinbenidorm.com/2020/08/14/castellum-del-tossal-de-la-cala/

[2]ORTS BERDÍN, Pedro María: “Apuntes históricos de Benidorm”, 1892, pags   y 264)

[3] LLORCA ALÓS, Vicente: “Aromas de mi tierra” en Revista Virgen del Sufragio nº 6, junio 1929, pág 4; indica que es la reproducción del publicado en un diario del año 1924

[4] BELDA, José: “Notables hallazgos arqueológicos. Excursión a «la Cala» de Benidorm con el doctor Schulten”. Diario Información del 24-1-1943.

[5] MORATALLA JÁVEGA, Jesús: "Organización del territorio y modelos de poblamiento en la Contestania ibérica". Tesis doctoral, 2004. Disponible en http://rua.ua.es/dspace/handle/10045/3751 Participó activamente en lasexcavaciones del Tossal.

[6] BAYO FUENTES, Sonia: “El yacimiento ibérico de "El Tossal de la Cala"; nuevo estudio de los materiales depositados en el MARQ correspondientes a las excavaciones de José Belda y Miquel Tarradell”, MARQ 2010.



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