lunes, 18 de marzo de 2013


UN ALJIBE DE SERRA GELADA, EJEMPLO DE ELEMENTO HIDRÁULICO DE LA AGRICULTURA TRADICIONAL Y DE DESTRUCCIÓN DEL PATRIMONIO.




BEATRAIU FAJARDO DE MENDOZA pudo repoblar Benidorm  en 1666 gracias a que previamente había construido la acequia del Reg Major de l’Alfàs, popularmente conocida como Séquia Mare. Esta infraestructura impulsó el desarrollo agrícola y demográfico de dicha villa en ese siglo y los siguientes. 



Fotografía del cauce de la Séquia Mare en la partida de Coves, en Benidorm, por el que ya no circula el agua de riego. Se aprecia también el antiguo lavadero de piedra.

En la actualidad la Séquia Mare sobrevive sólo en La Nucia, donde se ha tomado esta fotografía, y parte de l’Alfàs del Pi. 

 ¿Por qué este regadío fue tan decisivo en el devenir de Benidorm? Porque a causa de las condiciones climáticas de nuestra zona,  caracterizadas desde hace siglos por unas lluvias escasas y espasmódicas, el regadío se convertía en una necesidad ineludible para el desarrollo de algunos cultivos. 

La producción del secano no era suficiente para asegurar la alimentación de la familia campesina y el regadío ha constituido, desde épocas muy remotas, un complemento indispensable para su supervivencia.



Cultivos de secano (algarrobos, almendros, olivos, vid, cereal, etc.) en laderas montañosas abancaladas, una forma tradicional de explotación de la tierra en nuestra comarca. Los bancales evitaban la erosión del agua de lluvia y la repartían por las tierras de cultivo. Pero esta producción del secano necesitaba complementarse con el regadío, del que se obtenían otros elementos básicos en la alimentación humana.


Por eso el mayor desarrollo agrícola durante la segunda mitad del siglo XVII se produjo en la zona que entonces se denominaba l’Alfàs de Baix o l’Alfàs de Benidorm, que comprendía las tierras más llanas y fértiles de su término municipal. Allí el regadío, gracias a la Séquia Mare, aseguraba una serie de cultivos que alimentaban personas y animales. Con esa agua y gracias a las buenas condiciones térmicas del invierno, de muy pocas heladas, se podía asegurar el sustento de los agricultores con varias cosechas anuales.

De esa manera la población empezó a crecer y se fueron roturando nuevas tierras, agotándose muy pronto las mejores. Este fenómeno sucedió hacia 1730. A partir de esa fecha, la población crecía, pero la tierra agrícola no. Así que una parte de los habitantes de Benidorm se dedicó a la actividad marítima, que a partir de entonces y hasta 1950, adquirió su mayor desarrollo: pesca,  almadraba,  corso, contrabando y su represión, marina mercante, etc. 


Barcas de pesca y barrio de pescadores a Poniente del casco antiguo de Benidorm, en lo que actualmente es Paseo Colón y Parque de Elche.

Durante los siglos en los que la actividad pesquera fue muy importante, Benidorm no disponía de puerto. Barcas y redes utilizaban el principio de la playa de Poniente.

 A pesar del gran desarrollo de la actividad marítima, de 1750 a 1950, el crecimiento vegetativo (el resultado de restar las defunciones a los nacimientos) era positivo y  la población crecía, pero una parte de ella no encontraba trabajo con lo que empezó la emigración: Norte de África, América, Europa... 

Y eso que se buscaron todas las soluciones posibles para evitarlo. Por ejemplo se ocuparon las tierras de peor calidad agrícola y sin riego, denominadas tierras marginales. 
En ellas el relieve de fuertes pendientes dificultaba el cultivo. Además su litología predominante de calizas y margas originaban suelos agrícolas poco profundos y fácilmente deleznables. 


Fotografía de  bancales en  la Serra Gelada, en el barranco que desagua en la cala del  Ti Ximo. Implican un enorme esfuerzo humano para obtener un escaso rendimiento agrícola. Se aprovechaba el agua que circulaba por las laderas del barranco, para que empapara la tierra de cultivo. De otra manera habría ido al mar.



Cultivo en las tierras marginales de Serra Gelada.

En Benidorm se cultivó la ladera norte de Serra Gelada, un buen ejemplo de tierras marginales aprovechadas al límite. Un brazal de la Séquia Mare, el braçal de Sanç que era el más largo porque llegaba hasta el mar, regaba sólo una parte de ella, la más baja. El resto parecía condenado a ser terreno improductivo. Pero no fue así: el tesón y la necesidad de las gentes de Benidorm las hizo productivas. 

Para compensar las escasas precipitaciones naturales y la imposibilidad del regadío tradicional, se aprovecharon al máximo las lluvias otoñales y primaverales, a menudo de carácter torrencial. Eso se consiguió con la construcción de bancales y terrazas en las laderas de la montaña, obteniendo así tierras de cultivo.

Con este sistema conseguían también controlar la capacidad erosiva del agua de lluvia, impidiendo que arrastrara la escasa tierra de las laderas. Además la aprovechaban toda, no dejando que fluyese hacia el mar tan preciado líquido. 

Así en los antiguos terrenos improductivos pudieron cultivar olivos, algarrobos, almendros y también algunos cereales poco exigentes en agua que debían estar en rotación con el barbecho. 

Estos cultivos arbóreos, que configuraban el paisaje agrario del secano,  desarrollan unas raíces profundas y de gran extensión, con lo que podían captar mejor la humedad del subsuelo y sobrevivir al durísimo verano, cosa que no pueden hacer los cultivos herbáceos.  
El cultivo asociado de arbolado  y cereales minimizaba  el impacto de un año de escasas precipitaciones: la baja cosecha de cereales se compensaba con la de los cultivos arbóreos. Y en años secos o muy secos, ésta última era la única cosecha posible.

Pero para que este tipo de cultivo fuera posible había hecho falta modificar previamente la pendiente del terreno mediante la construcción de bancales de piedra que se rellenaban de tierra, a veces traída desde muy lejos. Fue el fruto de cuantiosísimos esfuerzos del agricultor, sólo con su trabajo personal, ya que su instrumental era muy escaso.

Así se creaba un sistema de terrazas planas en las laderas, uno de los más antiguos y eficaces para disminuir la erosión e infiltrar el agua en la tierra en vez de correr ladera abajo. El suelo retenía así una parte importante del agua de lluvia y las cosechas podían ser viables.



Esta captura de Google Maps permite apreciar los numerosos bancales y terrazas de Serra Gelada. Los muros de piedra seca de los bancales son las líneas oblicuas que cruzan la imagen. También se aprecia que al ser tierras muy alejadas del casco urbano, se construían pequeñas casas que servían de hábitat temporal y de refugio durante las temporadas de trabajo. En la imagen se aprecian los restos de tres de ellas.


Las terrazas remontan así las pendientes como graderías que ascienden en ocasiones hasta la misma cumbre y, como norma general, hasta el límite ecológico de los cultivos. Su construcción implica un ímprobo esfuerzo, pues, la rotura de las pendientes obliga, a menudo, a brutales desmontes para crear las parcelas y, en otras, al transporte del suelo desde los lechos fluviales hasta las laderas.” (“La cultura del agua en ámbitos semiáridos: valores paisajísticos, ambientales y culturales” artículo de María Hernández Hernández y Enrique Moltó Mantero)

Este trabajo de abancalado modeló laderas y cauces hasta límites insospechados. Como dijo el geógrafo Deffontaines “el campo es aquí, sobre todo, arquitectura”. Su existencia sólo se entiende por el “hambre de tierras” que dominó en Benidorm en los siglos XVIII y XIX a causa del enorme crecimiento demográfico. 




El aljibe de Sierra Helada.

El "secano mejorado" (expresión utilizada por Antonio López Gómez, uno de mis profesores de la Universidad de Valencia) es un sistema típico de las zonas de clima árido del Sureste español y Benidorm está entre ellas. 

Los agricultores habían observado que un pequeño riego algunas veces al año aumentaba notablemente la producción del secano, sobre todo en el caso de olivos, almendros y cereales. Se aseguraba una parte de la producción casi todos los años, al no depender exclusivamente de la irregularidad de las lluvias.

El agua para estos riegos podía obtenerse recogiendo en aljibes y balsas la que circulaba por torrenteras y barrancos y en la comarca tenemos algunos ejemplos de esta arquitectura hidráulica. La cantidad de agua aportada con este sistema era escasa por lo que no se puede hablar de regadío.

En el caso del aljibe que voy a comentar, el agua de lluvia en él recogida se dedicaba al consumo de los carabineros que tenían el cuartel muy cercano y posteriormente al riego. Está destruido y si en alguna ocasión hubo alguna acequia de tierra, ha desaparecido también. El volumen de agua almacenado era escaso y el riego con ella, nunca pudo considerarse regadío sino secano mejorado.

De todas formas, en estos momentos ya da igual el uso que tuvo. Lo importante es que constituía un elemento clave en la supervivencia de las gentes que tan duramente trabajaron en esa zona para ganarse el sustento.

El aljibe estaba situado muy próximo a la última estación de bombeo que sube el agua hasta la depuradora, un poco más al norte. Aunque actualmente está destruido, en los mapas de Google todavía aparece porque, afortunadamente, están sin actualizar. En el año 2004 hice algunas fotografías pero cuando volví en el 2010, para tomar medidas de sus dimensiones, ya estaba destrozado, ignoro la causa. 


El círculo amarillo muestra la situación del aljibe de Serra Gelada. Se puede acceder desde el Camí dels Torrers o desde el camino que sale, en dirección hacia Altea, desde la última estación de bombeo de aguas depuradas en la calle Nápoles, en realidad una de las dos carreteras que conduce a la EDAR.

Captura de Google Maps que muestra la casa de campo  y el aljibe antes de ser destruido.

Año 2004: aljibe visto por su cara norte. Detrás la casita de campo, en realidad un refugio, que hoy también está casi destruida.

Año 2004: aljibe visto por su cara sur.

Podemos comprobar por las imágenes anteriores que su estructura es la de una balsa rectangular cubierta con una bóveda de cañón (medio cilindro) un tanto irregular. Sus dimensiones interiores eran 6,35 metros de largo y 2,80 metros de ancho. Sus dimensiones exteriores hay que incrementarlas con el grosor de los muros que sólo he podido medir en un punto, resultando 0,56 metros. 

Esta estructura tenía pocas aberturas para que el agua se mantuviese sin luz y por tanto en mejores condiciones. El lado menor que daba al sur era totalmente macizo. En cambio el lado que daba al norte tenía una ventana, cuyo tamaño no pude medir. Servía para extraer agua manualmente y permitía entrar para los trabajos de mantenimiento y limpieza. La existencia de un marco de madera permite suponer que se cerraría con una puerta de una hoja. 

En el lado mayor que daba al Este, muy próximo al lado que tenía la ventana, había una pequeña abertura cuadrada de casi 30 centímetros de lado. Servía para que entrase el agua. 


Año 2013: canal de 30 cm de ancho que llevaba el agua desde la balsa de decantación hasta el aljibe, hoy día ya destruido.


Las marcas del agua en el interior del aljibe indicaban cual era el nivel máximo, que no pude medir. Tras su destrucción medí una parte, sin llegar al fondo que estaba lleno de cascotes. Obtuve una altura de agua de 81 centímetros, pero seguro que era algo mayor. Por tanto el volumen de agua recogida estaría entre los 15  y los 18 m3, insuficiente para un riego normal.
Interior del aljibe en 2004. Al estar en desuso, el fondo estaba lleno de piedras, botellas, latas y otros objetos tirados por visitantes desaprensivos.


El material constructivo era el tradicional de la zona, que en documentos del siglo XVII se denominaba "cal y canto": piedras sin trabajar cogidas con un mortero de cal y arena. Era un material barato y muy duro, pero fácilmente degradable por la erosión atmosférica así que tenía externamente un enlucido de cal y arena. Para el recubrimiento interior del vaso del aljibe se utilizó mortero hidráulico. También se observan en algunos puntos reparaciones hechas con cemento que indiscutiblemente pertenecen al siglo XX.

El aljibe captaba el agua de un pequeño barranco que desembocaba junto a él. Actualmente ese barranco está parcialmente cubierto con cemento, para que el agua llegase más limpia, aunque eso se trata de un arreglo del siglo XX. Un poco más arriba los bancales están hechos de forma que el agua circulante se dirija hacia dicho cauce. 

El agua de lluvia que corría por el barranco llegaba, justo antes de entrar al aljibe, a una balsa de decantación de forma rectangular y recubierta de mortero hidráulico. 


Año 2004: final del barranco, balsa de decantación e inicio del canal que llevaba el agua hasta el aljibe.


Me resulta imposible decir cual pudo ser la fecha de construcción de este aljibe. Sus materiales constructivos y su forma son los tradicionales, es decir que se emplearon durante muchos siglos. Así que, al no tener referencias escritas, sólo puedo suponer que sería, como muy antiguo, de mediados del siglo XVIII aunque también podría ser de mediados del XIX. El el "Diccionari de Benidorm" indicaba que daba servicio a los carabineros así que mediados del XIX es la fecha más probable.

En la segunda mitad del siglo XX se abandonó ese cuartel y se produjo el paso de la economía agrícola a la turística. Eso supuso que se fuesen abandonando las tierras de cultivo. Las primeras en sufrir este abandono fueran las de secano ya que exigían un esfuerzo brutal y daban unos beneficios muy escasos. Por eso vemos que las laderas de la Serra Gelada, antaño cubiertas de algarrobos, almendros y otros cultivos propios del secano, han ido perdiendo esas especies y en su lugar ha crecido la vegetación natural de arbustos y pinos.
Esta cubierta vegetal es muy importante para mantener el equilibrio de los suelos y son el hábitat de numerosas especies botánicas y de fauna. Serra Gelada ha dejado de ser un lugar de duro trabajo y se ha convertido en una zona verde de alto valor ecológico que ciudadanos de Benidorm y visitantes utilizamos como zona de paseo y de deportes varios. Eso es muy positivo.

Lo que resulta incomprensible es la destrucción de este aljibe y del abandono de otras estructuras de la zona, como el cuartel de carabineros, en grave peligro de destrucción. Es la evidencia, una más, del poco respeto que tenemos por un patrimonio que es testimonio de otros tiempos y otras actividades económicas que no deberíamos olvidar. 

Cicerón escribió que la Historia era "testigo de los tiempos, luz de la verdad, vida de los recuerdos, maestra de la vida" ("Historia vero testis temporum, lux veritatis, vita memoriae, magistra vitae, nuntia vetustatis, qua voce alia nisi oratoris immortalitati commendatur?")

Espero que esta mirada retrospectiva a un aspecto olvidado de nuestra historia nos enseñe a apreciar y respetar nuestro patrimonio histórico y natural y por tanto a ser mejores ciudadanos. Así la Historia habrá sido de verdad magistra vitae.
Estado actual del aljibe tras la destrucción de su bóveda y paredes. El vaso del aljibe está casi completo, pero totalmente colmatado con los cascotes. La vegetación está cubriéndolo como si la naturaleza quisiera recuperar un espacio que antaño fue suyo...




2 comentarios:

  1. Querido Paco: A partir del lunes pondremos en nuestros enlaces recomendados, el bolg tuyo ¿Harás tu lo mismo erespecto a Diario Top Turisme - www.topturisme.com?

    'Un abrazo!
    Juan POrtolés

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