VICENTE LLORCA ZARAGOZA un benidormense destacado en el mundo de la cultura (Benidorm 4 de noviembre de 1913 – Madrid 17 de abril de 2009).
Francisco Amillo Alegre.
En Benidorm la donación al Ayuntamiento de la casa denominada “El Huerto de Colón”, construida en 1885, ha permitido al consistorio proyectar un centro cultural, cuya ejecución está bastante avanzada. Una buena noticia para esta ciudad que en el tema cultural va muy por detrás de su desarrollo turístico.
La donación fue realizada por los hermanos Vicente y María del Pilar Llorca Zaragoza el 20 de abril de 1988. Acordaron con el entonces concejal de urbanismo, Jesús Fuentes Granados, la cesión de la vivienda y de una parte del jardín a cambio de autorización para construir sobre el resto. Antiguamente el jardín era más bien un huerto, de ahí el nombre de “Huerto de Colón”, y disponía de balsa (con derecho agua de la Séquia Mare), noria, almazara de aceite con prensas de hierro, gallinero y cuadras. Tenía plantados árboles frutales y parras. En el momento de la cesión “el terreno estaba ocupado por el jardín, compuesto de árboles: pinos, palmeras, algarrobos, cipreses, granados y limoneros”, se indica en la página web municipal. El acuerdo de cesión se ratificó ante el notario José-Luis Ruiz Mesa, el 8 de noviembre del mismo año.
Tras el fallecimiento de Vicente Llorca Zaragoza, el ayuntamiento pudo disponer de la casa y la parte del jardín anexa que no se había urbanizado. Además, por su meritoria trayectoria en el mundo de la cultura, el ayuntamiento de Benidorm le concedió en 2012 la “Distinció Cultural Ciutat de Benidorm” a título póstumo.
Al conocerse en Benidorm la noticia de su fallecimiento, se publicaron en la prensa algunas reseñas sobre su biografía, la mayoría muy breves. Sin embargo hay una más detallada en el “Diccionari de Benidorm” redactado por mí en el año 2000.
Para redactar dicha biografía, como parte de la búsqueda de documentación, además de recurrir a fuentes escritas, recurrí al propio Vicente Llorca. Para mi sorpresa me envió una extensa autobiografía. La causa estaba en que ya nos habíamos conocido antes. Eso fue con motivo de la “II Semana Cultural” del entonces denominado Instituto de Bachillerato Pere Maria Orts i Bosch de Benidorm. Se celebró en el mes de febrero de 1988 y uno de los actos programados para el día 25 fue una charla sobre la historia de Benidorm. El conferenciante era Vicente Llorca, jubilado desde hacía cinco años y que ya podía dedicarse a leer e investigar sobre la historia de su ciudad. Aportó algunos documentos conservados en el Archivo del Senado, en el que había trabajado los últimos años de su vida laboral.
A los alumnos, cosas de la edad, la charla les pareció larga. A los profesores nos pareció corta y muy interesante y así se lo dijimos al finalizar. Vicente Llorca nos entregó una copia mecanografiada de la charla de las que hice unas fotocopias que aún conservo. En próximos días publicaré dicho trabajo en este blog.
Volviendo al tema de la autobiografía, resultaba demasiado larga para un diccionario por lo que redacté un resumen. Pero dado que no se si el “Diccionari de Benidorm” se publicará algún día y dado también el gran interés que ofrece, creo que este blog es un buen lugar para darla a conocer.
Vicente Llorca elaboró este escrito a finales del año 2000, o sea que tenía entonces 87 años. Os lo presento tal cual me lo entregó. Sólo he corregido algunos evidentes errores de mecanografía. Se observa claramente que intenta hacer la narración en tercera persona, pero con mucha frecuencia se le escapa la primera persona y eso también lo he respetado.
Posteriormente a la remisión del texto anterior, el 16 de febrero de 2001, me escribió una carta en la que añadía información interesante sobre su actividad cultural. Decía en ella:
“Distinguido amigo:
Las presentes líneas son una aclaración a nuestra conversación telefónica de ayer. En primer lugar, debo manifestarle que pertenezco a “ACCIÓ CULTURAL DEL PAÍS VALENCIÀ” desde enero de 1992 y cuyo número de carnet es el 3421.
En cuanto a la organización cultural denominada “COLLA TIRANT LO BLANC” es una especie de asociación constituida por un conjunto de valencianos formada por catedráticos, escritores, artistas y otras personalidades y cuyo fin consiste en la divulgación de la mentalidad valenciana, bajo los diversos aspectos culturales, políticos, económicos, etc., discrepando de los aspectos populacheros con los que hasta la fecha ha venido siendo conocida. Se halla organizada y presidida en la actualidad, por el político y escritor Francesc de P. Burguera, quien convoca y reúne regularmente en la casa de Valencia a personalidades tales como Manuel Vicent (escritor y novelista), Luis García Berlanga (director de cine), Jordi García Candau (ex Director General de Radiotelevisión), Joan Garcés (profesor y antiguo Secretario del presidente chileno Salvador Allende), Joan Genovés (pintor), Vicent Llorca (bibliotecari), Jordi Bañó (catedrático Universidad de Valencia) y otros muchos más, entre los que figuran Magistrados del Tribunal Constitucional.
Esta “colla”, fue la organizadora, junto con “Acció Cultural del País Valencià” de las Segundas Jornadas Culturales del País Valenciano, celebrada en Otoño de 1981.”
Y a continuación os presento el texto autobiográfico de Vicente Llorca Zaragoza. Como es un poco largo lo presentaré en dos entradas. Creo que suministra información interesante.
“Nació en Benidorm el 4 de Noviembre de 1913, transcurriendo los primeros años de su infancia en Barcelona, por ser costumbre muy generalizada durante el primer tercio del siglo XX y entre las familias oriundas de nuestro pueblo, residir en esta ciudad. Allí realizó sus primeros estudios en la Academia de un primo hermano de su padre, Ricardo Fuster, conceptuado como persona generosa y cordial e hijo del coronel carlista de igual nombre, cuya popularidad trascendió hasta el punto de que una calle del pueblo siga recordando la leyenda de sus pintorescos hechos bélico-políticos que acometió.
Regresada la familia a Benidorm en 1920, luego del fallecimiento de su padre, Don Maximiano Llorca Fuster, Capitán de la Marina Mercante, asistió a la Escuela Nacional del pueblo, regentada por aquel bondadoso pedagogo conocido popularmente por Don Antonio, bajo cuyas enseñanzas y dirección realizó el Ingreso en el Bachillerato.
El padre de Vicente Llorca, Maximiano Llorca Fuster (1880-1920). Imagen y más información en http://acdg56.wordpress.com/2012/10/13/maximiano-llorca-fuster-1880-1920/
Instalado de nuevo en Benidorm, tanto él como su madre, Doña Catalina Zaragoza Llinares y sus dos hermanas, Concha y María del Pilar Llorca Zaragoza vivieron en el pueblo bajo el apoyo y protección del, abuelo materno, Don Vicente Zaragoza Soria, hombre de una gran personalidad, quien en sus años mozos vivía absorbido por la política, promoviendo y organizando la candidatura por el Partido Liberal en las Elecciones de 1905 a Diputado a Cortes por el Distrito de Villajoyosa, de Don Niceto Alcalá Zamora. 1
Un esbozo significativo de este señor lo constituye cierta cuarteta anónima redactada en lenguaje macarrónico, que decía así: “Fo sa pasió la política, pero el poble inconscient s'el deixá, per no res, més d'una hora platica, ompli una fulla, fá un mon i el desfá”.
Vicente Llorca cursó los tres primeros cursos del entonces Bachillerato elemental en la Academia de Estudios Medios surgida en Octubre de 1927, al amparo del buen deseo y decidida voluntad de un reducido grupo de personas, diletantes en vocación profesoral y más aún en satisfacciones económicas ya que si alguno de ellos percibió en cierta ocasión por sus lecciones "magistrales" la honorable y paradójica cifra de veinticinco pesetas mensuales, constituyó motivo de honda alegría para el resto de sus colegas.
La eficacia global de este centro académico fue muy halagüeña, ya que de entre los que cursaron en el mismo su bachillerato, figuran médicos, notarios, profesores, químicos, maestros y otras profesiones más ,siendo muy logrado el impacto cultural y social en el Benidorm de aquellos tiempos, época mucho más inquieta por las preocupaciones culturales, sociales y políticas que otras posteriores.
Vicente Llorca prosiguió los estudios de Bachillerato Superior y Licenciatura de Filosofía y Letras, Sección de Historia, en la capital de nuestro país valenciano, al conseguir mediante oposición, la condición de becario en el Colegio Mayor de San Juan de Ribera, de Burjasot, en septiembre de 1931.
Resalta en aquel tiempo, la circunstancia de una clara inclinación por parte de los hijos de familias de marinos y profesiones afines, a cursar estudios universitarios, como es el caso de nuestro biografiado. Hijo, nieto y biznieto de marinos, destaca entre sus antepasados la figura de su bisabuelo, Don Vicente Zaragoza Ortuño, Capitán de la Marina Mercante y armador, cuya personalidad en los medios profesionales barceloneses e influencia en la vida económica de Benidorm son indiscutibles. Prueba de ello, son las numerosas casas que hizo construir en el Pueblo, entre ellas la que tituló "Huerto Colón" en la que vivió Vicente Llorca, junto con el resto de la familia.
Plaza “Del Torrejó” de Benidorm hacia 1935 o 1936.
Estallada la Guerra Civil, permaneció nuestro biografiado unos meses en Benidorm hasta que se incorporó al Ejército de Tierra en Marzo de 1937, siendo destinado a la 92 Brigada Mixta, que se hallaba sita en Andalucía, desempeñando las funciones de Maestro de la Compañía de Depósito de la citada Brigada. En Junio de 1938, cuando el avance de las tropas nacionales hacia el Mediterráneo, permanecía entre las dos líneas, pasando con las tropas a Castellón, hasta que fue destinado a una Bandera de choque en la que permaneció hasta el final de la contienda.
Finalizada la Guerra Civil, realizó en octubre de 1939 los exámenes finales de la Licenciatura en la Universidad de Valencia, obteniendo la calificación de Sobresaliente de Honor, con lo que pudo optar a una de las plazas que se cubrían en Institutos, Bibliotecas Públicas y otros centros educativos y culturales, logrando en febrero de 1940, ser nombrado, interinamente, Facultativo de Archivos, Bibliotecas y Museos, con destino en la Biblioteca Nacional, en donde permaneció un año, no deseando opositar a estas plazas, por no tener en aquellos momentos, preparación suficiente en materias lingüísticas clásicas.
Al renunciar a la Biblioteca Nacional, fue nombrado sucesivamente, bien como Profesor Adjunto, bien como Encargado de Curso, en el Instituto Nacional de Enseñanza Media Príncipe de Viana, de Pamplona, o ya en otros centros, hasta que forzado por las circunstancias económicas, terminó el periplo en un instituto de origen local, sito en un poblachón manchego, Villarrobledo, en donde pudo lograr la tranquilidad económica y la paz necesaria, para preparar las oposiciones a Profesores Adjuntos de Geografía e Historia, alcanzando el número 2 en las mismas y destino en el Instituto de Enseñanza Media de Alcoy.
La estancia en el Instituto de Alcoy duró desde el 15 de septiembre de 1947 hasta mayo de 1957. La ciudad era muy distinta del poblachón manchego en el que había permanecido algún tiempo. Se trataba de gente con una extraordinaria vida económica y cultural para aquella época y bajo la vida oficial, surgían las costumbres locales muy interesantes, ya que había muchas exposiciones, conciertos, cafeterías, bailes, etc., que le daban un carácter y aspecto muy distinto a la mayoría de las ciudades en las que había permanecido.
Entre los compañeros del Instituto se hallaba gente muy culta y animada que contrastaba con el proceder y actitud de otro grupo muy negativo tanto en aspectos pedagógicos como personales. Podía estudiar y a la vez, preparar oposiciones al Cuerpo Facultativo de Bibliotecarios.
Publicó diversos artículos tanto en la prensa provincial como local, destacando el que publicó en colaboración con otros escritores en una Miscelánea dedicada al famoso novelista Gabriel Miró titulada “El lugar hallado. Homenaje de Polop de la Marina al autor de Años y Leguas”. El artículo fue comentado elogiosamente por el escritor colombiano Antonio Escribano Belmonte en la Revista de la Universidad del Atlántico, sita en la ciudad de Barranquilla (Colombia).
Portada de “El lugar hallado…”, editado en Polop el año 1952.
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Nombrado Facultativo de Archivos, Bibliotecas y Museos en abril de 1958, fue destinado, en comisión de servicio, a los Archivos Históricos y Delegación de Hacienda de Murcia, durante un mes, para conocer cómo funcionaban los servicios de la Biblioteca Pública y Centro Provincial Coordinador de Bibliotecas, presintiendo los problemas que iban a surgir al llegar a Albacete. Durante la estancia en Murcia, trabó amistad con jóvenes intelectuales que editaban y colaboraban en revistas literarias, algunos de ellos profesores universitarios.
En junio de 1958 se trasladó a Albacete, tomando posesión de unos servicios bibliotecarios y archivísticos puramente fantasmagóricos y casi menos que inexistentes, lo que entrañaba una prueba de esfuerzo y tenacidad. Una exacta descripción de lo que era entonces la Biblioteca Pública de Albacete puede encontrarse en la obra de Antonio Martínez Sarrión, "Infancia y Corrupciones”, describiendo la figura del Facultativo antecesor, que llevaba más de diez años jubilado, tenía jaulas para ratones en la Biblioteca y otras lindezas por el estilo.
Creó el Archivo Histórico Provincial, que no existía, editando el “Fuero o Carta Puebla de Almansa”, recogiendo las Contadurías de Hipotecas existentes en los Registros de la Propiedad de la Provincia, formando la base del Archivo Histórico.
El local que ocupaba la Biblioteca Pública era desolador y la dotación económica para la adquisición de publicaciones era de 7.000 pesetas anuales, aunque las primeras y más eficaces gestiones eran la inauguración y puesta en marcha del Centro Provincial Coordinador de Bibliotecas, así como la Casa de Cultura, motivo de rencillas entre los politiquillos locales. Procuró entablar amistad con las autoridades locales, encomendando el Gobernador Civil y el Presidente de la Diputación las tareas de conferenciantes a un Ingeniero de Caminos, hombre muy versado en toros y Llorca, tareas discursivas sobre los toros y las principales bibliotecas nacionales como extranjeras, así como museos.
Para que la gente de Albacete pudiera conocer los fondos interesantes que poseía la Biblioteca Pública, organizó, con motivo de la Fiesta del Libro de 1959, una exposición de sus mejores fondos, entre ellos los dos incunables que poseía, así como otras publicaciones pertenecientes a los siglos XVI y XVII, publicándose un catálogo de ellas, exposición visitada por numeroso público. Con idéntica finalidad publicó un artículo titulado “La Biblioteca Municipal de Albacete. Problemas de carácter bibliotecario”, en la revista “Cal y Canto” de Albacete.
Uno de los principales objetivos de Vicente Llorca, fue la puesta en marcha del Centro Coordinador, para lo que tuvo que viajar por los principales pueblos de la provincia, logrando al creación de una Biblioteca Pública Municipal en Almansa y a continuación otra en Hellín y otros pueblos más modestos. La creación de la de Almansa tuvo una excelente acogida, asistiendo a la inauguración el Ministro de Educación, Sr. Rubio, el Director General de Archivos y Bibliotecas Sr. García Noblejas y otras autoridades.
Esta creación fue objeto de un artículo de Llorca, aparecido en el Boletín de la Dirección General de Archivos y Bibliotecas, mayo-junio 1961, titulado “La Biblioteca Pública Municipal de Almansa”, artículo y creación comentado en una recensión original de Mr. Bleton y publicado en el “Bulletin des Bibliothéques de France” (diciembre 1961).
Cumplidos los objetivos propuestos al llegar a Albacete, con la puesta en marcha del Centro Coordinador, la normalización de los servicios archivísticos, así como las tareas y gestiones imprescindibles para la creación de la Casa de la Cultura, creía tener aspiraciones para llegar a ocupar un Centro Nacional, además de razones familiares.
Tomada posesión del nuevo destino en la Oficina Técnica del Servicio Nacional de Lectura en Diciembre de 1961, inmediatamente se percató del salto cualitativo profesional que había alcanzado El Jefe de la Oficina Técnica era una de las personas más capacitada para llevar a buen término las funciones encomendadas a aquel organismo. Sus conocimientos en el terreno de la implantación y organización de un servicio que había de esta naturaleza, así como el conocimiento de las bibliografías tanto nacionales como extranjeras y las publicaciones de referencia y más factores y cualidades positivas, le caracterizaban como un buen Jefe. En dicha Oficina Técnica aprendió a catalogar y clasificar debidamente, al trato, a veces difícil, con editores y en especial a realizar gestiones con las autoridades pertinentes para el establecimiento de las redes bibliotecarias provinciales.
En esta Oficina Técnica había gente de muy diversas características, ya que pese a la actividad de algunos compañeros, había otros que escurrían el trabajo de la mejor o peor forma posible. Había una compañera, Concha Fernández-Luna, Premio Nacional de Literatura Infantil, persona inteligente y disparatada, mujer de mucha imaginación, a cuyas filias y fobias no se escapaba nadie. Era persona capaz de enjuiciar en una sola jornada, la enorme producción bibliográfica de los libros de carácter infantil y cuya reseña en el Boletín de la Dirección General era muy ingeniosa, pero no se correspondía con la realidad, ya que el juicio expuesto obedecía más a afecto o enemistad con el autor de la publicación. Concha andaba metida en andanzas políticas, a lo que le indiqué el peligro que entrañaba para el Centro que en el que trabajaba, debido a oposición de algunos compañeros, como así sucedió. Concha a la que Vicente Llorca sinceramente apreciaba, desapareció un buen día, fijando su residencia en Roma.
Otro compañero al que Vicente mucho apreciaba era Carlos Rodríguez-Juliá Saint-Cyr, persona culta, autor de novelas policiacas y en términos cordiales era un señorito cordial, generoso y educado.
Entre las funciones que se le encomendaron a Vicente Llorca, estaba la de realizar visitas de inspección a diversos Centros Provinciales Coordinadores de Bibliotecas, con el fin de comprobar el estado en el que se hallaban.
El primero que visitó fue el de Huelva, en el que se encontraba accidentalmente como Director del Centro, una persona que no era un bibliotecario profesional, sino Catedrático de Literatura del Instituto y Director del mismo. Persona extremadamente simpática y locuaz, reclamó ayuda para que le orientasen en la reorganización del Centro, ya que la mayoría de las Bibliotecas Públicas Municipales, creadas pocos años atrás, iban desapareciendo paulatinamente. Luego de visitarlas detenidamente pudo comprobar Llorca que si no se ponía remedio urgente, peligraba incluso la existencia del Centro Coordinador.
Entre las anécdotas que recuerda Llorca de aquel viaje, era la visita que realizó a la Casa de Cultura de Moguer, acompañado de Palma Chaguaceda. Esta Casa de Cultura era motivo de escaramuzas políticas entre los prebostes provinciales y locales y entre las discordias existentes figuraba que al crearse esta Casa de Cultura se le adjudicó por la Diputación Provincial el nombre de un frailuco oriundo de Moguer, completamente desconocido para la mayoría de los habitantes de la villa.
Era Director de esta Casa de Cultura, a la par que Alcalde de Moguer y Diputado Provincial, Juan Gorostidi, y su fino instinto político al husmear el nombramiento de Juan Ramón Jiménez como Premio Nobel de Literatura, propuso como personaje al que debía de adjudicarse el nombre de la Casa de Cultura el de Juan Ramón y no el del frailuco, propuesta que al cumplirse la designación de Juan Ramón como Premio Nobel, le permitió salirse con la suya y proseguir en todos sus cargos.
En la visita que realizaron Llorca y Chaguaceda a la Casa de Cultura comprobaron que apenas había rastros de los papeles y mobiliario de la estancia de Juan Ramón y su esposa, sino que gran parte del local permanecía abarrotado de los papeles que formaban el archivo personal del Ex-Ministro de la Monarquía, Sr. Burgos Mazo, cuyo hijo y heredero compartía todas las tardes con Juan Gorostidi los aperitivos que éste le ofrecía todas las tardes en una de las habitaciones que figuraba nominalmente como Salón Principal de lectura. Al insistir Palma en si había algún recuerdo personal del poeta, Gorostidi nos mostró unas zapatillas con adornos que afirmaba habían pertenecido a su esposa Zenobia, unos hatillos de paja en los que simbólicamente comería Platero y el libro "Marinero en tierra" de Rafael Alberti, Premio Nacional de Literatura en los años 20 y de cuyo Jurado Clasificador había formado parte Juan Ramón. A la dedicatoria sentida y afectuosa de Alberti, bajo la misma, Juan Ramón Jimenez había añadido el siguiente comentario: "Oropel, labio-marica, oropel”. Aquella lectura dejó consternados a Llorca y Chaguaceda.
Otro de los viajes realizados por Llorca lo constituye la visita que tuvo que realizar a Jaén, en donde se hallaba al frente de la Biblioteca Pública y Centro Coordinador de Bibliotecas, el bibliotecario Sr. Lamana, aragonés de pro, persona a la que, quizás debido a una situación de destierro o confinamiento político, se agregaba un carácter personal un tanto agresivo, teniendo frecuentes disputas con el Alcalde de un pueblo, Castillo de Locubín, persona muy impetuosa, brusca y de talante dominante. Ofrecía el Alcalde un local totalmente inadecuado, situado en un lugar inhóspito, alejado del centro del pueblo y en lo alto de una colina. Al observar el emplazamiento y condiciones tuvo Llorca que dar largas al asunto ya que era completamente absurdo.
Ante sus dilaciones a dar la conformidad, el Alcalde, persona corpulenta, daba saltos ante indecisión, todo ello, prometiendo Vicente Llorca consultaría con el Jefe del Servicio Nacional de Lectura, evitando la sospecha de cierta ascendencia del Alcalde con el Gobernador Civil, así como las posibles repercusiones con el bibliotecario Sr. Lamana.
Otro viaje que realizó Llorca durante el verano de 1962, fue visita efectuada a la provincia de Valladolid, con el de visitar algunas bibliotecas públicas Municipales. El bibliotecario, que a la vez era Profesor Ayudante de Geografía de la Universidad había sido en sus años mozos un fervoroso jonsista, pero al surgir discrepancias políticas con sus colegas, se había trasmutado en acérrimo enemigo de la situación.
La visita constituyó un grato viaje, pues el bibliotecario vallisoletano, como geógrafo que era, conocía perfectamente las circunstancias fisiogeográficas de las localidades visitadas. Una vez regresados a la capital, pude apreciar las características eróticas de nuestro compañero, ya que no pasaba dama o damisela a nuestro alrededor que no fuera objeto de una confesión sentimental del compañero bibliotecario local. Pero la paradoja de esta situación, según confesaron otros conocidos, era que al atardecer, su madre, dueña de una conocida casa de Pompas Fúnebres, le encomendaba la guardia y custodia de este lúgubre negocio.
Así mismo, efectué visitas de inspección a otras provincias, entre ellas Albacete, en uno de cuyos pueblos, Villarrobledo, tenía interés en que se creara una Biblioteca Pública Municipal.
En resumen, mi estancia en la Oficina Técnica del Servicio nacional de Lectura, tuvo efectos muy positivos en su formación profesional pues trató a editores y libreros así como a algunos autores, entre ellos a Carlos Barral, y una de las mayores satisfacciones que tuvo, fue la conversación mantenida con una de las mejores traductoras del francés, Consuelo Bergés, quien con su amena y culta charla, le dio a conocer a los modernos autores de la literatura francesa, autores casi desconocidos en España.
También tuvo que agradecer al Jefe del Servicio Nacional de Lectura, el nombramiento de Bibliotecario de la Escuela de Documentalistas (Archiveros y Bibliotecarios), durante los años 1962 y 1993, y los de Profesor de la citada Escuela en los Estudios de Ayudantes de Documentación y en las disciplinas de "Terminología, Clasificación e Historia de las Ciencias", durante los cursos 1964-1965 y 1965-1966 , así como las "Clase s Prácticas" y “Visitas a Centros", durante el Curso 1966-1967.
Lo de pertenecer a ACPV y lo del "lenguaje macarrónico" dice mucho sobre este personaje.
ResponderEliminarUn honesto intelectual.
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