jueves, 6 de febrero de 2025

Benidorm 1834: primera epidemia de cólera morbo.

 

 En siglos anteriores la epidemia más temible en la Comunitat Valenciana fue la peste bubónica, causante de grandes mortandades desde sus inicios en la Edad Media (1348) hasta el siglo XVIII en que desapareció de Europa. Pero, la intensificación del comercio mundial en el siglo XIX hizo que aparecieran nuevas epidemias, destacando la fiebre amarilla y sobre todo el cólera. Esta última, procedente de Asia, infectó Europa a partir de 1831, año en el que se inició en Londres y que se difundió por otros países. En España se inició en 1833 y coincidió con la primera guerra carlista. La epidemia se reprodujo en 1854-1855, 1865 y 1885. Esta última fue la más grave y si te interesa saber cómo afectó a Benidorm puedes consultarlo aquí:  VER.

Francisco Amillo Alegre

 

 


Fotografía de Benidorm desde la playa de Poniente muy a principios del siglo XX con las barcas de pesca varadas en la arena. Durante la epidemia de 1834 el pueblo debió ofrecer una imagen muy similar.

 

 

Para conocer aspectos importantes de la epidemia de cólera de 1834 en Benidorm he utilizado el “Libro de Oficios...” de dicho año, conservado al Archivo Municipal [1]. Se trata de la recopilación de los oficios enviados a diferentes autoridades por el alcalde y la Junta Municipal de Sanidad. Desgraciadamente no consta el nombre de dicho alcalde, pero a través de sus escritos sabemos que era totalmente afecto a la reina Isabel II y a su madre la Regente en una época en la que se estaba desarrollando la guerra carlista. Había tomado posesión del cargo a principios de año sustituyendo a Antonio Mateu y Borja [2]. 

El Archivo Parroquial de Benidorm, al no haberse creado aún el Registro Civil, es otra fuente de información interesante ya que recogió las defunciones por cólera durante los dos meses que duró la epidemia. 

También he consultado la Gaceta de Madrid (actual BOE) a causa de los informes remitidos por el gobernador civil de la provincia en 1834 y 1835, que nos permiten situar el alcance y consecuencias de la epidemia en el marco provincial. Destaca el informe del 15 de marzo de 1835 [3].

 

Medidas preventivas.

Antes de que se viera afectado, Benidorm tuvo temprano conocimiento de las infecciones de cólera en otras localidades de España y sobre todo de la provincia de Alicante. A principios del mes de junio sabía que la epidemia había “invadido” Oriola mientras el resto de la provincia se mantenía libre. Se conocían y temían sus efectos dado que se calificaba de “terrible calamidad” y se tomaron medidas de protección. Como pensaban que el peligro en aquellos momentos podría venir sobre todo por mar, lo primero que hicieron fue impedir el desembarco de personas y mercancías infectadas en el litoral comarcal.

El proceso empezó cuando el gobernador civil de Alicante envió a Benidorm y otros municipios de la provincia un oficio con fecha 28 de junio recordándoles que debían extremar la vigilancia del litoral. De acuerdo con esas instrucciones, el día 30 el alcalde escribió al Ayuntamiento de Finestrat comunicándole que el gobernador civil había ordenado que los municipios se pusieron de acuerdo con los otros del litoral o muy próximos a él para el mencionado control del mar de forma que: “se destierre el temor de que pueda propagarse el azote del cólera=morbo asiático evitando el desembarco clandestino de personas o efectos de cualquier naturaleza. Benidorm solicitaba a Finestrat que continuara con la antigua costumbre de colaborar con un vigilante en la Cala como ya se había hecho en otras circunstancias: “para precavernos de la terrible calamidad que nos amenaza”.

 

El miedo a la nueva epidemia era muy grande y el alcalde de Benidorm tomó muy en serio el tema de la vigilancia. El 11 de julio informaba al gobernador civil que la milicia urbana de dicha villa llevaba más de veinte días vigilando el mar conjuntamente con los carabineros. Pero añadía que lo hacían: “sin más armamento que unas malas escopetas y unos cuantos fusiles que se prestan unos a otros”.

La vigilancia del litoral implicaba, además del aspecto sanitario, controlar desembarcos carlistas y, especialmente, el de contrabandistas, lo cual explica la queja del alcalde por la insuficiente cantidad y calidad del armamento.

El contrabando era muy importante en Benidorm y la comarca desde el siglo anterior. Ni la Guerra de la Independencia ni la Carlista lo habían detenido por lo cual, tras fracasar otras medidas, se creó el Cuerpo de Carabineros en 1829. Hacia el 1830 se había instalado una compañía en el litoral de la Marina Baixa para reprimirlo. Sabemos que, a pesar de esto, el contrabando continuó muy activo. El alcalde de Benidorm informaba que el 28 de agosto de 1834, con Altea y Villajoyosa infectadas por el cólera, se aprehendieron tres fardos de tabaco de hoja de Virginia que se entregaron a los carabineros. Ignoramos si este contrabando tuvo consecuencias sanitarias, que es la cuestión que ahora interesa destacar. Sí sabemos que las hojas de tabaco se rociaron con vinagre y se puso en cuarentena al miembro de la milicia urbana que había estado en contacto con el tabaco. El 1 de septiembre la milicia se incautó de otros  tres bultos  de tabaco que también entregaron a los carabineros.

 

Ayuda económica voluntaria para los desfavorecidos en caso de epidemia.

En el mes de julio se tomaba otra precaución impuesta por una Real Orden del día 11: recoger fondos, con carácter voluntario, para ayudar económicamente a los desfavorecidos si por desgracia Benidorm era víctima de la epidemia. Poco después, el día 26, el Ayuntamiento de Benidorm informaba que había cumplido esa disposición y había un compromiso de pagar 1.510 reales:

[…] para atender al socorro de  los Pueblos afligidos por el cólera morbo […] reunió esta corporación a los sujetos más pudientes de esta villa y se suscribieron y ofrecieron para en el caso de ser invadida esta población de la epidemia reinante socorrer a los menesterosos de este fondo que por ahora asciende a 1.510 reales”.

Pero más adelante no todos cumplieron con el compromiso adquirido. El 1 de septiembre el alcalde informaba al capitán requeridor de la costa que todas esas personas se habían comprometido a pagar 100 reales y cuando se pidieron 50  para medicinas todos los pagaron excepto José Llorca de Máximo. También se habían comprometido a entregar otra cantidad para los salarios de los miembros de los cordones sanitarios y también se negó a pagar aduciendo su fuero militar como teniente de alcalde de la torre de Les Caletes. Ante los requerimientos de alcalde se negó, chillándole e insultándole. En el fondo de esta actitud estaba su simpatía por la causa carlista. Por esa causa acudía a su superior, el capitán requeridor, para que obligase a su subordinado a asumir sus compromisos. El tema se solucionó meses más tarde pagando lo que había prometido tal como reconocía el alcalde en un oficio del 20 de noviembre:

[…] habiendo terminado con  la entrega de los 100 reales que tenía ofrecidos para el socorro de los pobres enfermos del cólera morbo aunque perturbó bastante las miras de esta Junta de Sanidad en beneficio del pueblo”.

La necesidad de estas ayudas de los más económicamente pudientes estaba clara. Además de los gastos médicos estaba el problema del hambre. Cuando se declaraba la epidemia en una localidad se procedía a crear un cordón sanitario, es decir que había hombres armados que garantizaban el aislamiento del pueblo impidiendo que nadie entrara o saliera del mismo. Eso implicaba que no se podía importar ni exportar productos, las empresas (cordelería, cerámica, etc.) cerraban provocando paro obrero, los alimentos se encarecían y los menos favorecidos económicamente necesitaban ayuda para sobrevivir.

 

El cólera en la provincia de Alicante.

El cólera se había introducido en nuestro país el año anterior coincidiendo con la Primera Guerra Carlista (1833-1839). Los movimientos de tropas, se decía, contribuyeron a su difusión. En el caso de la provincia de Alicante, según informe de la Junta de Sanidad de la provincia publicado en la Gaceta de Madrid, la epidemia había empezado en Oriola a principios de junio por dicha causa:

[…] siendo voz pública que un batallón de la guarnición de Málaga que salió con destino á otros puntos, fue uno de los conductores del germen epidémico. Que la época en que se presentó en la expresada ciudad fue á primeros de Junio, progresó y se extendió por toda la provincia hasta fines de diciembre, en que terminó de todo punto, habiendo dejado muy pocos pueblos en este período sin recorrer”.

Desde Oriola la epidemia se extendió hacia el norte, llegó a la capital provincial a principios de agosto y continuó afectando como mínimo a 83 pueblos. Añadía que había afectado más intensamente las clases sociales más desfavorecidas: “es un hecho bien averiguado ser mayor la mortandad a proporción que son menores los recursos[4].

 

El cólera en Altea y la Vila Joiosa.

A principios de agosto la villa de Altea estaba infectada. Lo sabemos por un oficio del día 6 remitido al corregidor de Alcoi por el alcalde de Benidorm. Informaba sobre la actuación de la milicia urbana del pueblo que además de reforzar con 6 hombres la vigilancia de los carabineros en el litoral “tiene ahora que redoblar la fatiga estableciendo rondas para vigilar la observancia del cordón sanitario puesto a la villa de Altea”.

Al día siguiente el alcalde de Benidorm escribía al de Altea indicándole lo que había establecido la Junta Municipal de Sanidad para la entrega de la correspondencia oficial, no sometida a restricciones. Se llevaría hasta l'Alfàs de Polop, actual Alfàs del Pi, entonces una pedanía de Polop, a la que perteneció hasta 1836 en que fue declarado municipio independiente. En l’Alfàs el alcalde pedáneo se encargaría de que alguien la llevase hasta el límite con Altea:

Para que la correspondencia del Gobierno no reciba entorpecimiento ni retardo alguno, mientras dure la circunstancia que aflige a esa villa [de Altea] ha determinado esta Junta que el conductor del correo se dirija por el Alfas de Polop y entregando al Alcalde Pedáneo de dicho caserío Miguel Nadal la correspondencia de esa villa la dirija éste al punto más próximo a esa villa y línea del cordón en donde, con la precaución sanitaria, se entregue al cartero de Altea, o persona que usted comisione al efecto, volviendo las contestaciones por el mismo conducto para que a la hora correspondiente se entreguen por esa alcaldía del Alfas al conductor del correo. Debiendo dirigir esta misma tarde al mencionado Alcalde del Alfas la llave de la valija por si no viene abierta. Ayer a las 6 de la tarde se recibió un oficio de usted para la Junta Provincial de Sanidad que se remitió al momento."

También le comunicaba que el municipio de Benidorm estaba dispuesto a socorrer al de Altea con todo lo que pudiera necesitar, salvaguardando siempre las medidas sanitarias de prevención.

Pero el pánico a la infección originó un problema: el cartero se negó a llevar y traer la correspondencia. Lo sabemos porque ese mismo día 7 de agosto el alcalde de Benidorm escribía a la persona encargada del correo lamentando que hubiera presentado su renuncia y le indicaba que durante la epidemia todo el mundo debía contribuir al bien común. Finalizaba indicando que daría parte a las autoridades de su acción.

He visto con sentimiento […] que se niega a contribuir personalmente o por sustitución al servicio sanitario del cual no creo exceptuada ninguna persona ni corporación por privilegiada que sea, mayormente en las apenadas circunstancias en que nos hallamos y la grande fatiga que soporta día y día el común de vecinos y milicia urbana”.

 


La playa de Poniente y Benidorm al fondo en una fotografía de L. Soler de fecha 17/07/1894. Exceptuando la carretera que se ve a la izquierda, el resto del paisaje era bastante similar al de 1834.

 

La Vila Joiosa también había sido invadida por el cólera a principios de agosto. El día 11 el alcalde de Benidorm contestaba a un oficio remitido por el alcalde de la Vila indicándole que no podía acceder a su petición de cambiar la línea del cordón sanitario establecido conjuntamente con el Ayuntamiento de Finestrat. No obstante permitiría que los agricultores de la Vila propietarios de tierras en la Cala de Benidorm recogiesen sus cosechas sin entrar en el Murtal:

[…] paréceme no debo extender más la línea de incomunicación […] pero haciéndome cargo de las razones que V. alega a favor de los vecinos de esa Villa que tienen tierras en el término de esta, considerando deber proporcionarse cuantos alivios sean compatibles con la salud pública a los que tienen la desgracia de padecer la epidemia he dispuesto se permita a los vecinos de esa Villa que tengan tierras a la parte de acá del cordón, sin que lleguen a las partidas del Murtal, entrar a recoger los frutos”.

Pero ponía dos condiciones:

a) Los propietarios irían acompañados por miembros de la milicia urbana del cordón sanitario que impedirían “el roce y comunicación con los de fuera de la línea” y los gastos de esta vigilancia los pagarían los propietarios.

b) Dichos propietarios, como condición ineludible, tendrían que pagar la contribución de 1834 y los atrasos del año anterior.

 

Problemas con Polop por causa del confinamiento.

Los cordones sanitarios causaban problemas y no todos estaban convencidos de su utilidad por lo que algunas personas intentaban burlarlos. Así sucedió cuando el alcalde de Benidorm lo impuso a l’Alfàs de Polop cortando el camino que comunicaba ambas poblaciones en la zona del Saltet, es decir en el límite justo entre ambas poblaciones.

 


Plano de Juan Carbonell y Vicente Pérez Calbo, de 1824, representando la partida del Saltet. En el recuadro: «Plan topográfico que demuestra la localidad de la Acequia Mayor titulada de Polop: parte del brasal del Albir y Terrenos limitrofes, siendo otro de ellos el que posehe Dn. Juan Bautista Perez, en el que esta construyendo un Molino Arinero».

 

El 12 de agosto  Ramón Such intentó entrar en Benidorm a pesar del cordón sanitario y al impedírselo la milicia manifestó que:

pronto se verán obligados los vecinos de esta villa a subir al Alfaz con el sombrero en la mano y pedir perdón por haber puesto el cordón sanitario: habiéndose dejado decir que cortarán el puente por donde pasan las aguas del Riego Mayor de esta villa para privarla de ellas, y obligar de este modo a quitar el cordón sanitario”.

Posteriormente llegó a ese punto una partida de diez hombres armados que abrieron fuego contra los benidormenses del cordón, que se retiraron hasta un lugar fuera del alcance de los fusiles. Pasó por allí el estanquero de l’Alfàs y les indicó que los autores de los disparos eran miembros de la guardia urbana de Polop.

Al alcalde de Benidorm le preocupó mucho la amenaza de cortar el suministro de la Séquia Mare y escribió al de Polop indicándole que debía impedir esa amenaza porque peligraba la cosecha de maíz. El cultivo de dicho cereal sustituía en parte al trigo que tenía una zona de cultivo más restringida porque el terreno de Benidorm no era adecuado para él y era frecuente importarlo por mar. El botánico Cavanilles indicaba a finales del siglo anterior había quedado sorprendido por el gran tamaño que alcanzaba el maíz en la zona de l’Alfàs de Benidorm [5]. Según el alcalde dicha cosecha podría desaparecer:

Dos mil cahices de maíz [6] están pendientes del beneficio de este riego, y en tan crítica situación que se perderían irremediablemente por la falta del agua en estas dos tandas indicadas, llevándose para sí los afanes, sudores y esperanzas de los desgraciados labradores, que privados de su producción agrícola no podrían subsistir ni contribuir a las cargas del estado”.

Finalizaba diciendo que en cuanto se supo que la enfermedad estaba en l’Alfàs, la corporación municipal tomó “bien a su pesar” el incomunicarse con dicha población y recomendaba a la autoridad de Polop que hiciera lo mismo “para conservar la Sanidad de ese Pueblo, y de este que tantas relaciones tienen entre sí”.

 En vista que el cordón sanitario de l’Alfàs suponía dificultades para enviar el correo a Altea, el 13 de agosto el alcalde de Benidorm escribía al de dicha villa indicándole que instalase vigilancia en el Camino Real (Camino Viejo de Altea) por la parte del Albir para que allí lo recogiesen:

Para que esta Justicia [alcalde] pueda estar en comunicación pronta en cuantos asuntos puedan concernir al mejor Servicio de la Reina Nuestra Señora e intereses de todo ese vecindario mientras duran las circunstancias que separan estas dos villas del trafico y comunicación, será muy conveniente establezca V. una guardia inmediata al apostadero situado en el Camino [Real] de esta villa por la parte del Albir para que por medio de un individuo reciba V. los pliegos del Real Servicio y los vecinos de esa villa las cartas y demás noticias que puedan interesar.

 

Ese mismo día el alcalde y presidente de la Junta de Sanidad de Benidorm respondió a un oficio del Alcalde Mayor de Polop. Lo calificaba de harto desafortunado ya que le reprochaba la creación del cordón sanitario con l’Alfàs de Polop de manera arbitraria y atropellada, inventándose una enfermedad inexistente. La Junta le recordaba que era el organismo encargado de velar por las leyes sanitarias y la salud dentro de su municipio y que tomó tal medida asesorada por el médico José Pérez, vocal de dicha Junta. El facultativo

había observado en el camino del Alfaz de Polop, un caso del cólera […] y haber además ocurrido en el día anterior otro igual caso en Miguel Such, que fue víctima de él, con otro que también murió días antes con todos los síntomas del cólera”.

De eso ya les había informado a él y al alcalde de la Nucia y también de dos muertes “cuasi repentinas” con idénticos síntomas. A una de ellas el sacerdote le dio la absolución “desde la puerta de su casa” por miedo al contagio. Añadía que la descripción que dicho facultativo hizo del estado de los enfermos no era invención, sino realidad ya que informó de:

haber presenciado a una enferma con vómitos y diarreas pertinaces, hipo, calambres, sed devoradora, voz sepulcral, ojos hundidos al interior de sus orbitas, frialdad marmórea, y sensación al tacto como de rama, síntomas todos que según los profesores del arte de curar caracterizan al verdadero cólera”.

Concluía la Junta defendiendo que su decisión: “no acredita más que un buen celo de esta Junta por la conservación de la salud pública”.

A su vez la Junta de Benidorm reprochaba al alcalde de Polop que, para evitar la impopularidad que implicaba poner en aislamiento a los vecinos de l’Alfàs, que querían convertirse en municipio independiente, había preferido no declarar la epidemia y los estaba poniendo en peligro. La situación se agravaba porque había autorizado que los alteanos con tierras en la pedanía de l’Alfàs pudiesen entrar en ella para recoger su cosecha y había puesto el cordón sanitario con Altea dentro de l’Alfàs con lo que muchos vecinos corrían serio peligro de infectarse.

La Junta de Benidorm finalizaba diciendo que estaría dispuesta a quitar el cordón sanitario si l’Alfàs estuviese libre de cólera como aseguraba el alcalde de Polop. Para ello los médicos de los pueblos circundantes deberían examinar los casos sospechosos y emitir un informe en ese sentido. Mientras tanto seguiría el cordón: “y en el ínterin que esto se verifique, parece muy conforme el que se incomunique esta villa con el referido caserío [de l’Alfàs]”.

El alcalde de Polop aceptó dicha propuesta y los pueblos de Callosa, Polop, la Nucia y Benidorm encargaron a sus respectivos médicos ir a l’Alfàs de Polop e inspeccionar los casos sospechosos de cólera. Así lo hicieron el día 16 Mariano Blanquer de Callosa, Vicente Linares y Vicente Mayor de Polop, Antonio Llorens de la Nucia, y el citado José Pérez de Benidorm.

Al día siguiente los cinco médicos se reunieron en el camino de l’Alfàs y levantaron un acta indicando por unanimidad: “no haber hallado síntoma alguno que pudiese inducir la menor sospecha del cólera y que el estado sanitario de dicho caserío es de satisfactorio”.

Por tanto se levantó el aislamiento de l’Alfàs de Polop y se informó de todo a la Junta Provincial de Sanidad. En la documentación no se indica pero es muy normal preguntarse si en el diagnóstico de los médicos pesó más el evitar el quebranto económico que significaría para el pueblo la rotura de la Séquia Mare que las precauciones sanitarias.

 

Cólera y comercio marítimo.

Los cordones sanitarios ocasionaban dificultades al comercio y por tanto escasez de bienes y alimentos. Eso afectaba también a los barcos mercantes que traían productos importados ya que no podían desembarcarlos en las localidades infectadas. Por eso el 13 de agosto el alcalde de Benidorm comunicaba al de Altea que le adjuntaba la patente de sanidad del barco Virgen de los Dolores cuyo patrón era Ramón Devesa. La nave había pasado 9 días de cuarentena en Denia con lo que estaba libre de cólera. Como Altea estaba infectada Ramón Devesa solicitaba descargar su nave en Benidorm. Al alcalde le parecía conveniente, antes de darle autorización, consultarlo con las autoridades alteanas y que éstas lo aprobasen en ese caso y en otros similares: “que interesen al comercio y navegación, previas las formalidades de visita de expertos [sanitarios] y demás que corresponda”.

Algo similar se le propuso el día 18 de agosto al municipio de la Vila Joiosa por parte de la Junta de Sanidad de Benidorm. Le indicaba que la Vila y Altea estaban incomunicadas por tierra y por mar a causa del cólera y como ambas estaban muy próximas a Benidorm podrían descargar ahí “en cuarentena los frutos y pescados no susceptibles de contagio”. Opinaba que seria positivo que mientras la Vila siguiera en aislamiento su Junta de Sanidad permitiera descargar en Benidorm “los cargamentos que no procediendo de parajes invadidos del Cólera tengan que desembarcarlos”, algo que beneficiaría al comercio de ambas localidades.

 

El 25 de agosto las autoridades de Benidorm remitieron un oficio “Al Sr. Presidente de la Junta Superior de Sanidad de la Provincia” informándole que el día anterior había fondeado en la bahía de Benidorm la goleta española “La Cleopatra” cuyo capitán era José Orts. Había salido del puerto de Santa Cruz de Tenerife el 24 de Julio, había tocado puerto dos días después en Gran Canaria: “gozándose de salud cumplida en dichas Islas, según la patente”. Transportaba un cargamento de atún con destino a Tarragona y durante toda la travesía no hubo problemas de salud entre la tripulación ni contacto con buque alguno. Al enterarse el capitán José Orts que en Tarragona se padecía el cólera morboha suspendido el viaje a dicho Puerto y a cualquiera otro de los habilitados de este Reyno por las circunstancias actuales [el cólera]”.

La Junta de Sanidad de Benidorm pedía al gobernador civil le informase sobre la cuarentena que debía imponerse a dicha nave.

 Ese mismo día se enviaba otro oficio a la misma autoridad indicando que también estaba fondeado en la rada de Benidorm el laúd “La Fortuna” cuyo patrón era Antonio Llorca, de Benidorm (“de esta matrícula”), proveniente de Ceuta con cargamento de pescado salado. Había estado en cuarentena en el puerto de Alicante desde el día 19 hasta el 23 de agosto y salió de allí porque la Junta Municipal de Sanidad de dicha ciudad lo envió a Benidorm con la obligación de permanecer incomunicado. La autoridad de Benidorm preguntaba cuantos días más debía permanecer en la bahía en cuarentana.

 

Bandoleros en la sierra de Bèrnia.

El verano de 1834 estaba resultando muy duro. Las dificultades causadas por la guerra carlista y los confinamientos de los pueblos infectados crearon problemas económicos que propiciaron la aparición del bandolerismo. Así lo refería el alcalde de Benidorm al gobernador civil el 8 de septiembre:

Los malhechores que se abrigan en la Sierra de Bernia y hace pocos días robaron en la misma a D. Ignacio Salvá vecino de Altea hallándose en su heredad […] y  en los mismos días salieron en el Collado de Bernia para robar”.

Indicaba que tenían escondites en Polop, “tienen también sus madrigueras en el término de Polop” y que en la noche del día 6 intentaron robar en  una heredad de Benidorm situada “a la línea divisoria del de Polop”.

Continuaba explicando que la milicia de Benidorm se habría podido dedicaro “con el auxilio de los demás pueblos al exterminio de estos infames”, pero la necesidad de mantener el cordón sanitario con Altea y la Vila Joiosa se lo había impedido. Como en Altea estaba finalizando la epidemia ya podría tomar medidas para “el exterminio de esa otra plaga” que eran los malhechores que habían “osado pisar el término de esta villa”. Pero las posibilidades económicas del municipio eran tan escasas que no podía pagar los sueldos de la milicia ni comprar las municiones por lo que solicitaba ayuda al gobernador civil: “para que tenga a bien facilitar las que pueda al comandante de dicha Milicia […] en defensa de las personas y bienes de estos vecinos.

 

El cólera también llega a Benidorm.

Durante los meses estivales Benidorm se vio libre del cólera a pesar de que las vecinas Altea y Villajoyosa lo padecieron. Sin embargo a punto de iniciarse el otoño, el 18 de septiembre, la epidemia se manifestó violentamente con 7 defunciones según registró el párroco Agustín Galiana en el Archivo Parroquial. El pánico a la epidemia se extendió por Benidorm y muchos vecinos huyeron del pueblo. Era un  caso habitual ya que cuando se declaraba oficialmente la epidemia en una localidad se producía un gran miedo y todas las personas que podían huir lo hacían para evitar el contagio y el confinamiento.

El 6 de octubre el alcalde comunicaba al corregidor de Alcoy que  “Los estragos que […] está causando el cólera en esta villa la han dejado casi desierta”. El corregidor reclamaba el pago  del tercer trimestre de un tributo y el alcalde le indicaba que era imposible hacerlo en el plazo tan ajustado que exigía “pero se efectuará tan luego como desaparezca dicho mal y vayan regresando los contribuyentes”.

Ignoramos a donde marcharon los benidormenses. En dicho informe el alcalde indicaba que era una localidad eminentemente marinera y muchos de sus habitantes estaban fuera cuando estalló la epidemia porque habían ido a pescar a otras localidades. El diccionario de Madoz añade otro dato:  algunas familias pasaron el tiempo de la epidemia en la isla de Benidorm en condiciones bastante precarias:

[...] en 1834, cuando Benidorm y Villajoyosa estaban sufriendo el cólera-morbo, se trasladaron algunas de sus familias al mencionado punto, para evadirse de tan triste plaga, y vivieron en chozas formadas con las velas de los barcos hasta que aquella cesó.”[7]



La isla de Benidorm en una fotografía anterior a 1950 cuando los chalets ocupaban la playa de Levante. El aspecto y las condiciones de habitabilidad de la isla eran muy similares a los de 1834.

 

El 12 de octubre el alcalde escribía un informe en el que no consta el destinatario. Parece que se trataba del presidente de la Junta Provincial de Sanidad que era el gobernador civil. El dramatismo de la situación se trasluce a pesar de la frialdad de la prosa administrativa, destacando que de 4 al 11 de dicho mes habían fallecido más de 100 benidormenses:

Sigue en esta villa la enfermedad del cólera su curso ordinario sin haber llegado todavía al período descendente. En los ocho días anteriores ha [hecho] estragos esta terrible enfermedad arrebatando más de cien víctimas”.

Ante situación tan desesperada la junta de sanidad de Benidorm intentó traer al médico Vicente Orts:

En medio de este desconsuelo la Junta de Sanidad de esta villa ha hecho el último sacrificio que podía, mandando expresamente al veloz falucho el Rayo para la ciudad de Málaga a fin de conducir a ésta al acreditado Profesor de Medicina Dn. Vicente Orts, que según la voz pública ha tratado con el mayor acierto la enfermedad del cólera en Vélez Málaga y sus contornos, haciendo curaciones prodigiosas”.

Como la situación económica de la villa era deficiente solicitaba a la Junta de Sanidad de la provincia la ayuda necesaria “para sacar a los vecinos de esta desgraciada villa del conflicto en que se halla”.

 

Posteriormente el alcalde daba respuesta a un escrito del día anterior remitido por comandante de Carabineros de Benidorm pidiéndole que la milicia urbana vigilase también de noche para evitar el desembarco de alijos de contrabando. El alcalde se negaba porque muchos miembros de la milicia estaban enfermos y además carecía de fondos para pagar ese servicio extraordinario. Lamentablemente no consta la fecha de dicho escrito, pero debió ser en la primera semana de octubre. Indicaba el alcalde que al cólera se sumaba el paludismo (“calenturas intermitentes”), una enfermedad endémica de la zona. En circunstancias normales causaba baja mortalidad aunque dejaba a los afectados inútiles durante los días de fiebre pero al coincidir con el cólera resultaba más grave.

La enfermedad asiática que hace dos meses aflige a esta población con la epidemia de calenturas intermitentes de que por desgracia se halla plagada la misma, han reducido a todos sus habitantes al estado más deplorable de salud, particularmente a los individuos de la milicia urbana que habiendo practicado el servicio de los cordones sanitarios, de sus resultas no hay siquiera uno de los pertenecientes que no padezca de aquellas o se halle convaleciendo del cólera”.

 

El día 7 de noviembre el alcalde enviaba un oficio al corregidor de Alcoy recordando que la Junta de Sanidad de Benidorm había pedido ayuda económica para combatir el cólera y la respuesta había favorable. Por tanto pedía que se le entregase dicha ayuda:

[…] se servirá V.S. entregar a Antonio Vives y Orts, portador del presente oficio, 370 reales que han correspondido a esta villa por el donativo que la benéfica Reina-Gobernadora se ha dignado hacer a todos los de esta provincia que han sido afligidos por el cólera morbo.

 

El final de la epidemia en Benidorm.

El 15 de noviembre el alcalde remitía al párroco de Sant Jaume una relación de las personas que habían fallecido en Benidorm desde el 17 de septiembre hasta dicho día “época en que ha reinado en toda su extensión la enfermedad del cólera morbo”. Indicaba que la relación no era completa “por haber sido invadido con esta enfermedad el día 1 de octubre el secretario de este Ayuntamiento” y también porque algunos vecinos no habían declarado la enfermedad de sus familiares. En aquella época aún no se había creado el Registro Civil y los fallecimientos se registraban en el libro de defunciones de la parroquia.

A continuación el alcalde daba una información muy esperada: según el doctor don Vicente Orts la epidemia del cólera había finalizado y el Ayuntamiento tomaba la medida habitual en estos casos que era ordenar que al día siguiente se comunicara al público y se celebrara un tedeum cantado para “tributar gracias al Todopoderos por tan grande beneficio […] con un repique general de campanas.” Los actos se celebraron el 16 de noviembre, el mismo día que se inscribía en el Archivo Parroquial el último fallecimiento por cólera.

 El júbilo generalizado de Benidorm se muestra de manera mucho más expresiva en el oficio que se envió al gobernador civil al siguiente día 17 de noviembre:

Esta Junta de Sanidad tiene la satisfacción de participar a V.S. que habiendo desaparecido de esta villa por la Divina Providencia la enfermedad del cólera morbo, que tantos estragos ha causado en ella, se halla dicha villa en perfecto estado de Salud. Por tan singular beneficio se dieron en el día de ayer las debidas gracias al Ser Supremo cantando un solemne Te Deum”.

Seguía resaltando “el mérito contraído por el acreditado profesor de Medicina Dn. Vicente Orts” al que calificaba de intrépido y filantrópico y que “ojalá lo hubiera llamado más pronto y no llorarían tantas familias”. Destacaba

"[…] su acertado método curativo contra el cólera y singular caridad para todos los enfermos […] el ningún  temor que le causa la epidemia reinante, la hábil destreza con que sabe combatirla […] y a los pobres medicina gratis que se trajo de la ciudad de Málaga”. 

Por todo ello rogaba al gobernador civil que informase a las autoridades de todo lo expuesto por considerar que podría ayudar a otras localidades afectadas.

 

En total durante el tiempo que Benidorm tuvo la declaración de “invadido” se anotó en el libro parroquial la defunción de 189 personas aunque es probable que hubiera más casos ya que en sus inicios algunos debieron quedar diagnosticados de otros males. Oficialmente el primer día de epidemia fue el 18 de septiembre con 7 defunciones registradas lo que significa que la infección ya estaba con anterioridad. El día de mayor número de defunciones registradas fue el 14 de octubre, con 16 entierros. El último entierro se produjo el día 16 de noviembre con una única defunción.

La mortalidad afectó mucho más a las mujeres, 116 defunciones, que a los hombres, 73 defunciones. Eran ellas las que ordinariamente atendían a los enfermos, los aseaban y lavaban sus ropas con lo que la posibilidad de infectarse era mucho mayor por el contacto directo con los vómitos y diarreas que caracterizan esta enfermedad.

 

Consideraciones finales.

La Medicina de la época desconocía el origen microbiano de todas las enfermedades y en particular de ésta, causada por la bacteria Vibrio cholerae: “son enteramente desconocidas las causas que producen el desarrollo, intensidad, mortandad y prolongación de esta epidemia”, explicaba La Junta de Sanidad provincial.

Se desconocía también su transmisión y creían que era por vía respiratoria cuando en realidad era a través del agua, alimentos y ropas infectadas. Por tanto los remedios que tenían no eran eficaces. La bacteria provocaba abundantes diarreas y vómitos que infectaban sobre todo a los familiares. Si se lavaba la ropa de los enfermos en la Séquia Mare, utilizada también para beber, se difundía la enfermedad a otras familias.

 El remedio más utilizado en esta epidemia fue el tratamiento a base de una mezcla de varias plantas secadas y reducidas a polvo. Su ingrediente principal era la “Echium vulgare”, popularmente denominado viborera, que se había utilizado tradicionalmente como antídoto contra las picaduras de víboras por lo cual la mezcla que se administraba se denominaba “polvos viboreros”. Según la Junta Provincial de Sanidad  era un remedio eficaz que lograba buenos resultados y se lamentaba porque: 

escaseaban en razón de que habiéndose experimentado los saludables efectos que producen, sabiendo aplicarlos con oportunidad, eran muchos los pedidos que de ellos-se hacían”.

Posteriormente se seguía creyendo en su eficacia y el diccionario de Madoz escribía en 1846:

[…] los polvos conocidos en el país con el nombre de la viborera, los cuales por su cualidad sudorífica, sirvieron de eficaz remedio durante el cólera-morbo; remesándose en gran cantidad á todos los puntos de España atacados de aquella enfermedad” [8].

 

 

Echium vulgare en floración. Según Wikipedia recibe muchos nombres y uno de ellos es la de planta viborera porque se utilizó durante siglos para curar las picaduras de víbora porque sus semillas tenían forma parecida a la cabeza de dicho reptil. Hoy se sabe que es muy tóxica por lo que ya no se ingiere.

 

El gobernador civil de Alicante enviaba informes a la Junta de Sanidad Nacional que se publicaban en la Gaceta de Madrid. Se referían principalmente a la capital provincial y apenas se informaba sobre el resto de localidades. El 10 de septiembre informaba:

Con fecha 6 del corriente avisa su gobernador civil que […] se socorría a la gente menesterosa con todo lo necesario para vencer el mal, así en los domicilios como en los hospitales: que en la mayor parte de los pueblos invadidos iba desapareciendo la enfermedad, excepto en Bocairente, Gandía, Cocentaina, Beniopa y Villajoyosa”.

Era un informe optimista porque la epidemia duró en la provincia hasta diciembre. Probablemente lo redactó así para no incrementar el miedo que ya existía, y los informes posteriores continuaban esa línea. El 18 del mencionado mes indicaba que en la capital continuaba la epidemia aunque mejoraba en el resto de poblaciones afectadas: “[...] los demás de la provincia que habían sido invadidos iban quedando Iibres del mal que los afligía”. Sin embargo fue en ese momento cuando en Benidorm acababa de comenzar la infección.

El 4 de octubre, cuando la epidemia en Benidorm estaba alcanzando gran virulencia, informaba que “[…] en los demás pueblos de la provincia no ocurría cosa notable, y que en todos iba á menos la enfermedad”. 

El 25 de octubre es la única vez que se cita a Benidorm como infectado: “Dice su gobernador civil, con fecha 21 del presente, que todavía sufrían el cólera los pueblos de Alcoy, Aspe, Benidorme, Gandía, Gijona, Monovar, Muchamiel y San Juan”. 

El día 28 informaba que en las poblaciones costeras se presentaban casos de paludismo o tercianas que adquirían más gravedad en las poblaciones en las que todavía había casos de cólera. A finales de diciembre la epidemia había desaparecido de la provincia según dicha fuente de información.

 

La epidemia de cólera de 1834 estimuló que se tomaran medidas para favorecer la higiene pública, especialmente en cuanto a las infraestructuras sanitarias y el abastecimiento de agua potable. Este último aspecto se intentó en Benidorm en 1844 cuando, por primera vez, el agua de Lliriets llegó a tres fuentes públicas de Benidorm en condiciones de salubridad. El diccionario de Madoz indicaba que estaban intentando:

Para surtido de los vecinos tiene 3 fuentes dentro de la villa, y por la escasez que muchas veces han sentido de tan necesario artículo, tratan de conducir ciertas aguas que nacen en las heredades del Liriet, casi al Norte de dicho pueblo y media legua de él aproximadamente” [9].

Desgraciadamente, este suministro duró poco de tiempo y la Séquia Mare continuó como principal fuente de suministro de agua potable. Pero tenía varios inconvenientes tal como señaló Orts Berdín: el cauce era abierto en la mayor parte del trayecto, se lavaba en ella las ropas de sanos y enfermos y existía la costumbre de arrojar a la acequia “objetos putrefactos” [10], un eufemismo para indicar la inveterada costumbre de hacer las necesidades fisiológicas en ella. Finalmente se cortaron estos abusos y se estableció el llenado de los aljibes en el mes de enero en el que se prohibía el riego, el lavado de ropa y cualquier otra actividad. Más información https://histobenidorm.blogspot.com/2016/03/cuando-benidorm-bebio-de-la-sequia-mare.html

 

NOTAS:

 

[1] AMB “Año1834 Libro de Oficios de esta Villa”, D1/4873/1.

[2] La ortografía castellana del “Libro de Oficios” es muy diferente a la actual por lo que, para facilitar su lectura, la he actualizado.

[3] Gaceta de Madrid Nº74, 15/03/1835. Consultado en la edición electrónica.

[4] Ibidem

[5] VVAA: “Les observacions de Cavanilles  200 anys després”, Bancaixa 1977, pags 280-282.

[6] Un cahíz, “cafís” en valenciano, equivalía a 12 “barcelles” de 17 litros y por tanto 2.000 cahíces equivalían a 34.000 litros de maíz. Un litro de maíz pesa 0,77 kg.

[7] MADOZ, P.: “Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar”, Madrid 1846, 2ª edición, volumen 3, pág. 213.

[8] Ibídem, vol. 1, pág. 256.

[9] Ibídem, vol. 3, página 212

[10] ORTS BERDIN, PM.: “Apuntes históricos de Benidorm”, año 1892, pág. 227. 

lunes, 16 de diciembre de 2024


 La avenida de Europa, una palmera y un paisaje del Benidorm tradicional que desapareció.

 

 

Francisco Amillo Alegre.

José María Bolufer Cano, nieto de Quico Boquilla.

Ángel Vives Cano, nieto de Joan Boquilla.

 

 

Este artículo surgió a partir de un poema titulado «La palmera de Boquilla» redactado por algún miembro de la familia de Francisco Cano Ivorra, conocido por Boquilla, el apodo de su familia. En épocas anteriores era muy habitual designar a una persona con el apodo en vez de con su apellido. El poema está dedicado a una palmera, la más alta de Benidorm según me indicó José Zaragoza Casamayor, que estaba situada en la finca de Francisco Cano. Su nieto, José María Bolufer, lo encontró entre antiguos papeles de su abuelo y me indicó que lo recordaba de cuando era niño y en Benidorm se celebraban certámenes poéticos y las primeras ediciones del Festival de la Canción. No consta la fecha de su redacción pero parece evidente, por su contenido, que se escribió a finales de la década de 1960 o a principios de la siguiente, cuando la “ciudad vertical” de los rascacielos estaba cambiando de manera irreversible la fisonomía del Benidorm tradicional.

 

Los antecedentes de la familia Boquilla se inician en la Nucia con José Cano Cano (1867-1915). Era tratante de ganado mular, recorriendo España y las dos Marinas. También, como acredita su pasaporte, hizo tratos en las ciudades entonces francesas de Orán y Argel donde había un nutrido grupo de emigrantes de la Marina Baixa.

Casó con Antonia Ivorra Ivorra (1875 - 1957) y tuvieron 3 hijos: Francisco (“Quico”), Joan y Pepe. Vivieron en la Casa dels Boquilles en el carrer Major núm. 2,  en la Plaza Mayor, frente a la Iglesia y junto al Ayuntamiento.

 

A la derecha de la imagen vemos la casa de la familia Boquilla en la Nucia, construida en el año 1766. José y Antonia la habían comprado a principios del siglo XX a la Sra. Salomé, descendiente de una familia de indianos adinerados. Era el domicilio familiar con cuadras para el ganado que compraban y vendían. Fotografía del libro “La Nucia apuntes para la historia” de Miguel Guardiola Fuster, págs. 84 y 91.

 

 José Cano Cano falleció en 1915, a los 48 años de edad, y sus hijos mantuvieron el negocio paterno hasta la década de 1960. Solían comprar el ganado en las ferias de Baza, Caniles, Valle de Arán, etc., lo traían en vagones de tren y andando por caminos, hasta las cuadras de la “casa dels Boquilles”. A la hora de vender un animal Antonia se sentaba en la galería del primer piso escuchando con atención. Si tosía significaba que estaba conforme con el precio de venta y los hijos formalizaban el trato. También vendían los mulos en los pueblos de la Marina y del Marquesat de Dènia, donde tenían prestigio de tratantes honestos. Entre viaje y viaje se dedicaban a la agricultura, explotando las propiedades agrícolas de la madre.

 

El primer “Boquilla” que se instaló en Benidorm fue Francisco Cano Ivorra (1895-1986).

Su segundo apellido y el primero de su esposa, Josefa Ivorra Devesa (1899-1971), aparecen escritos “Iborra” en la documentación municipal pero sus descendientes afirman que es un error. Josefina, como la denominaba la familia, era miembro de una familia originaria de la Nucia que vivía en la provincia de Castellón. Antes de trasladarse a la Nucia con su esposo decidió vender a sus hermanos la parte de herencia que le correspondía, y con ese dinero compraría en abril de 1929 la finca de Benidorm, denominada “El Huerto”, en la partida de Fluixà. “Al casar-se va vendre la seva part de l’herència als germans i amb eixos diners compraren la finca a Benidorm […] A la família sempre hem dit que la finca era de l’àvia”.

La compra se hizo en 1929 según consta en la escritura conservada por la familia. El notario Lamberto Castells indicaba que Francisco Cano había autorizado a su esposa para adquirir por 30.500 pesetas la finca que vendía Juan Fabian Zaragoza Pelufo. Tenía una extensión de 3,34 hectáreas. La mayor parte estaba al sur de la entonces carretera N-332 (hoy calle Alfonso Puchades) pero también tenía una pequeña parcela al norte de dicha vía de comunicación.

Según dicha escritura la finca estaba “distribuida en bancales cuyo plantío existente en la actualidad es de almendros y olivos en su mayor parte pero posee algunas higueras y algarrobos”. En 1963 consta que estos cultivos tradicionales se habían sustituido por naranjos, más rentables en aquella época. Eran naranjos de producción tardía que compartían el espacio agrícola con limoneros y también con olivos, almendros, higueras y algarrobos gigantes ya que tenían el mismo riego por inundación que los cítricos.

El paso del regadío tradicional al intensivo de cítricos fue posible por la existencia de agua subterránea que en 1929 se alumbraba mediante una noria situada en la parte norte, la más alta, lo que permitía “ser regados todos los bancales”, según la escritura. Por la parte sur estaba la noria “de Colagüet de la que solo poseía el derecho a dos días de agua”.

 

Detalle de la fotografía aérea de 1966 donde se aprecian la casa de Boquilla. La balsa original era de forma rectangular pero tras la explanación de la futura avenida Europa se recortó y quedó de forma trapezoidal. La propiedad agrícola quedó dividida en dos por la misma causa. Entre los naranjos se intercalaban otras especies arbóreas. Fuente: Ayuntamiento de Benidorm.

 

Posteriormente la noria se sustituyó por un pozo al que se accedía por una galería que descendía a bastante profundidad, unos 30 metros, hasta llegar al nivel freático. La galería se iluminaba a tramos con bombillas eléctricas y el agua se bombeaba con un motor eléctrico hasta una balsa.

La vivienda en 1929 era una “casa de campo […] compuesta de dos pisos y ciento veinticinco metros cuadrados” de planta. En la planta baja, en la primera crujía, había dos habitaciones y en la segunda crujía un salón grande con chimenea donde se hacia la vida en invierno, una escalera que daba acceso al piso superior y al fondo, la cocina y el baño que se habían añadido posteriormente. En el primer piso, había dormitorios, baño, una cocina hecha después, y una terraza cubierta en la fachada anterior de la casa por encima de la puerta principal de entrada, y que se continuaba con un porche de cañizos y parras.

 


Comida familiar en la masía de Boquilla, casa agrícola similar a las muchas que se repartían por el término municipal de Benidorm. A la izquierda el hijo mayor de Quico, José con su esposa Maruja y al  lado Josefa. A la derecha Quico. Fuente: archivo familiar.

 

Alrededor de la casa había 2 grandes pinos, muchas plantas ornamentales y la palmera datilera que acabó inspirando el poema antes aludido. La segunda persona por la izquierda es Vicenta Company, maestra que durante la Guerra Civil se trasladó a Benidorm donde impartió clases a las niñas en la escuela de la partida de La Valenciana. Estaba casada con Joan, hermano de Quico que está situado a la derecha de la fotografía y a su lado está a Antonia, que fue maestra de niñas en la Escuela Nacional Leonor Canalejas. En el centro Josefina, la esposa de Quico. Fuente: archivo familiar.

 

Francisco y Josefina vivían en la Nucia y pasaban el verano en su finca de Benidorm por lo que tenían una persona encargada de su cultivo. En 1936, tras el estallido la Guerra Civil, Francisco, como primogénito y cabeza visible de la familia Boquilla fue amenazado por las autoridades anarquistas de La Nucia, que le incautaron los pagares que tenia de la venta de ganado mular de años anteriores. La adquisición de la finca resultó providencial porque pudieron trasladarse a ella ya que en Benidorm estaban seguros, puesto que sus autoridades protegieron a todas las personas sin importar ideologías, No tuvieron ningún problema durante el conflicto. Aunque había un cartel que indicaba que su propiedad había sido incautada por la UGT de Benidorm, continuaron viviendo en ella como siempre. No fue la única finca protegida por las autoridades de Benidorm que querían evitar daños personales y materiales a los propietarios. Finalizada la guerra civil, Francisco y Josefina tuvieron una deuda de gratitud y afecto con Benidorm, viviendo a caballo entre ese pueblo y la Nucia.

 

Fotografía de Francisco Cano y su esposa Josefina Ivorra en la playa de Levante en la zona que actualmente corresponde al hotel Cimbel. No se indica fecha pero es anterior a 1956 por la edad del matrimonio y porque la playa muestra todavía un aspecto anterior al PGOU. Al fondo el chalet Miramar y el nido de ametralladora de la Guerra Civil del centro de la playa de Levante. A la izquierda la caballería y el carro, probablemente propiedad de José Cano. Archivo familiar.

  


Vista aérea de la playa de Levante sobre la que se observa el trazado de varias calles aún sin asfaltar, destacando las futuras avenidas de Europa y Mediterráneo. Al norte de esta vía se aprecian la  finca de Francisco Cano con su arbolado, la casa , situada entre la carretera y la futura avenida y el camino de acceso a la casa desde la carretera. Fuente: Archivo Municipal.

 

 En 1956 el Plan General de Ordenación Urbana acabaría cambiando la vida de la familia Boquilla porque declaró urbanizable la zona de la partida de Fluixà en la que estaba su finca. El proyecto de la avenida de Europa que figura en el PGOU se corresponde casi exactamente con el trazado actual. El problema para Francisco Cano fue que su propiedad quedaba dividida en dos partes. La casa y la balsa de riego quedaban dentro de su propiedad pero el pozo, imprescindible para la explotación agrícola de la finca, quedaba en el centro de la nueva vía con lo que podía perderlo.

Durante seis años no se hizo gran cosa pero finalmente en 1962 el Ayuntamiento empezó los trámites para la urbanización de la avenida número 5, futura Avenida de Europa. Un primer paso, y muy importante, fue conseguir que los vecinos cediesen voluntariamente los terrenos al municipio indicándoles que esa era la forma más barata para ellos y con la promesa de que en las contribuciones especiales de su urbanización se tendrían en cuenta los metros cuadrados cedidos. Los propietarios afectados entregaron una cantidad de metros muy dispar, entre 172 y 4.212 m2 (ver anexo 1). Esta última cantidad era la que correspondía entregar a Francisco Cano, el más perjudicado con la creación de esta  avenida.

 

Todo esto le disgustó enormemente y así lo manifestó al alcalde Pedro Zaragoza. Concertaron una reunión en la finca a la que también acudirían el topógrafo y el concejal encargado de estos trámites pero finalmente el alcalde no pudo acudir. Por dicha causa le escribió una carta explicando las circunstancias de su no comparecencia e intentando convencerle de los beneficios económicos que le reportaría la urbanización de dicho terreno agrícola.

La carta estaba redactada en un tono cordial y conciliador pero no debió agradar al interesado. Probablemente la rompió en pedazos que luego alguien pegó con cinta transparente que, pasados tantos años, se desprendió dejando marcas sobre el papel. José María Bolufer me la entregó para que le diera el uso más conveniente y yo la doné al Archivo Municipal. Es interesante conservarla allí para constatar que el proceso urbanizador no fue tan idílico como algunos presentan. En el expediente y en las actas del los plenos municipales se escribió que eran cesiones voluntarias pero eran otros tiempos y sólo unos pocos, como Francisco Cano, se atrevieron a protestar por la pérdida de un modo de vida que la revalorización de los terrenos no les compensaba.

 

La carta de Pedro Zaragoza fue desgarrada y pegada con cinta transparente que marcó el papel pero es perfectamente legible. Archivo Municipal de Benidorm.

  

La transcripción de la carta es la siguiente:

 

12 enero 1.963

Sr. D. Francisco Cano

BENIDORM

 

Mi querido amigo:

 

Le había prometido al Concejal, don Miguel Bayona, estar el domingo por la mañana en su compañía y en la del Topógrafo don Guillermo Campos, en su finca para tener el gusto de saludarle y agradecerle personalmente todas las facilidades que nos está dando para poder llevar a cabo la apertura de esa gran avenida que será el orgullo de Benidorm.

Casualmente don Fermín Sanz Orrio me anunció su llegada y he de estar con él todo el domingo visitando alguna de las obras de las que vamos a recibir ayuda económica del Banco de Crédito Local, del cual es Presidente.

Créame que comprendo perfectamente el gran esfuerzo que ha de costarle desprenderse de unos naranjos tan queridos, más que por su valor material por lo que representa un árbol para aquel que lo planta, y comprendo este sacrificio porque yo también en el Carrasco, me encuentro en el mismo caso, y pese a que la apertura de estas calles económicamente me revalorizan de una forma extraordinaria dicha finca, como yo nunca la compré para transformarla en solares sino explotarla agrícolamente, quizás el beneficio no compense el sacrificio moral que representa.

Ahora bien la única satisfacción que como Vd. tendré es haber mutilado parte de nuestra querida tierra en beneficio de la comunidad.

Creo que así cumplimos una vez más, sin presumir, con un deber moral de cristiano.

Le ruego, pues, perdone mi falta de asistencia a esta reunión y confío me brinde oportunidad de saludarle personalmente lo mismo que a su hijo, tan buen amigo mío, y con las gracias anticipadas en nombre de Benidorm me despido cordialmente.

Suyo afctm. amigo y s.s.

F/. Pedro Zaragoza Orts

El enfado de Francisco Cano fue grande y no aceptó ceder una parte de su propiedad para la construcción de la avenida de Europa. En el acta del pleno municipal del 18/02/1963 se aprobaba la cesión de terrenos para nuevos viales en proyecto por

los propietarios de terrenos afectados por el Plan General de Urbanización vigente, por las que ceden al Municipio gratuitamente y libre de toda carga, la superficie que queda dentro de la zona destinada a vía pública, según croquis que en cada una se acompaña”.

Figuran los nombres de propietarios de terrenos en varias calles afectadas, entre ellas la avenida de Europa, pero no aparece el nombre de Francisco Cano ni tampoco el de su esposa Josefa Ivorra. Finalmente, catorce meses más tarde, Francisco Cano tuvo que ceder. En el acta del pleno de 15 de mayo de 1964 podemos leer:

Aceptar la cesión de los terrenos afectados por viales, ofrecidos por D. Francisco Cano Iborra [sic], en una extensión de cuatro mil doscientos doce metros cuadrados en la partida de Fluixá, para la apertura de la Avenida de Europa respetando el derecho del cedente para la utilización del pozo y acueducto existente en el subsuelo de la finca que ocupa la Avenida.

 

El documento de cesión lo firmó Francisco Cano ese mismo día. Al final especifica:

OTROSÍ DIGO: que a consecuencia de las obras de urbanización de la referida Avenida de Europa, queda situado dentro del trazado de la misma, un pozo para el servicio de riego de la finca de que se segrega el terreno objeto de esta cesión, la cual cesión quedará condicionada en cualquier momento al respeto del derecho de utilización del expresado pozo y del acueducto y galerías a él conducentes para la propiedad y riego de la finca restante, siendo los caudales que de él se obtengan de la exclusiva propiedad del cedente propietario de la finca matriz” (AMB 4910/1).

Francisco Cano es el único propietario que puso condiciones a la cesión de terreno para la futura avenida Europa, en este caso el derecho a conservar el pozo y utilizar su agua.

 Consumada la cesión de terrenos siguió el proceso administrativo. En abril de 1964, cuando aún faltaba la cesión de Francisco Cano, ya se había confeccionado el “Entronque Avenida Europa y Carretera General” (AMB 4946/6). 

En julio de 1966 se confeccionó un primer proyecto de “Pavimentación de la Avenida de Europa” formado por una memoria y cuatro planos. Se especifica que la anchura total será de 30 metros, que tendrá dos calzadas de 9,25 metros cada una, para los dos sentidos del tráfico, con dos carriles cada una. Las calzadas estarían separadas por una mediana con seto de 1,50 metros. El espacio restante se reservaría para las aceras. Las obras de apertura y explanación ya se habían hecho con  anterioridad (AMB 6779/3).

El 30 de octubre de 1967, cuando ya era alcalde Jaime Barceló Pérez (Pedro Zaragoza dejó el cargo el 12/10/1966) se hizo una Acta de replanteo del proyecto de pavimentación que modificaba ligeramente las dimensiones (reducía el seto central a 1 metro e incrementaba las calzadas a 9,50 metros) e incluía el presupuesto de gastos e ingresos que ascendían a 12.089.701,33 pesetas (ver anexo 2). En dicha Acta de Replanteo se incluía una carta al Gobierno Civil fechada el 11 de febrero de 1967 solicitando la aprobación del presupuesto y rogando máxima celeridad en la respuesta porque “pretendemos que [los trabajos] estén realizados para próxima campaña de verano”.


 


La avenida de Europa en construcción (¿1967?) con la parte subterránea, las dos calzadas y la mediana ejecutadas pero faltando aún las aceras. Situada casi en el centro de la playa de Levante, daba acceso a ella desde la carretera nacional. Fuente: Archivo Municipal.

 

 A Francisco Cano se le había respetado el derecho al agua del subsuelo que quedó debajo de la avenida. Esta compensación no evitó la nostalgia por lo perdido que se materializó en el poema al que aludía al principio de este artículo.

Su protagonista era la alta palmera de su finca. Describe cómo era antes del proceso urbanizador y su posterior decadencia, cuando la altura de los rascacielos no permitía verla desde el pueblo y desde la finca tampoco se divisaba el pueblo. Pero ella resistía y como Francisco Cano "no se doblega al progreso de la vida y ella firme aguanta donde está”.

Un poema que transmite nostalgia por un mundo que se extinguía, un sentimiento que entendemos porque lo han experimentado muchas personas que conocieron aquel Benidorm tradicional. Es también muy interesante porque nos presenta dos épocas muy distintas de Benidorm: antaño la palmera daba dátiles y permitía que los gorriones anidasen y se alimentasen en ella; estaba llena de vida, de palmas muy verdes, alta y esbelta como dama elegante.

Pero en su segunda época los altos edificios turísticos cortaban la comunicación visual entre palmera y pueblo y las grúas de hierro que construían rascacielos competían en altura con ella y le superaban. Sólo le quedaba la compañía de la balsa mientras pasaban los años y envejecía resistiendo los cambios.

El poema refleja la añoranza de Francisco Cano por el pueblo tradicional que desapareció al transformarse en la gran urbe turística. Lo transcribo literalmente, respetando su ortografía original que no siempre coincide con la normativa:

 

LA PALMERA DE “BOQUILLA”

 

Arrelada en la terra resseca,

des del dia que la van plantar,

aguaitant avatars de la vida,

orgullosa la pots contemplar.

 

És esvelta de palmes molt verdes

esbrinada i alta com dona elegant,

era avans visible del poble

al mirar de ponent a llevant.

 

Fins i tot que la pell te seca,

com vella que del mon se’en va,

no es doblega al progres de la vida

i ella ferma s’aguanta on està.

 

Es refugi de l’ocell que bola

es rebost que li dona menjar.

Al seu tronc amorossa li deixa

a l’astut teuladí el nial.

 

Ella altiva mirava orgullosa

de les cases la seua teulada

important-li molt poc que mil vents

la pugueran posar doblegada.

 

Fil d’aram molt punxós protegia

el seu fruit de precisa pedrada

d’aquell jove que abans ja tenia

d’altres arbres la lliço ensenyada.

 

Ara es veu ultrajada pel ferro

de la grua que creix a mansalva

i ja no te pardalets amorosos

aniant al redos de la palma.

 

No pot vore teulades del poble

són més altes les cases que ella

sols li queda el consol de la basa

mentres pasen els anys i es fa vella.

 

Hay una tercera época que no aparece en el poema en la que el asfalto y el cemento reemplazaron finca agrícola de naranjos y algarrobos. Comenzó con la desmembración de la propiedad y siguió el derribo de casa, palmera y balsa para la construcción del edificio San Francisco 1. La finca se mantuvo íntegra hasta 1980. A partir de esa fecha los herederos de Francisco Cano fueron desmembrándola y vendiendo parcelas que contribuyeron a pagar la urbanización de los dos viales que la cruzaban, la calle Esperanto, la ya comentada avenida de Europa y posteriormente la calle Juan Llorca. En la década de 1990 la familia se quedó con la propiedad del edificio San Francisco 1, donde estaba la palmera del poema. Desde su sótano se podría acceder al pozo que se conserva en el subsuelo de la Avenida de Europa.

 

Quico Boquilla con su nieto mayor Pepe, en la casa de Benidorm.

 

Francisco y Josefina vivieron en su casa de Benidorm hasta que, ya mayores, lo hicieron con su hija Antonia. Sus hijos estudiaron primero en el instituto Jorge Juan de Alicante y luego en la universidad, en Valencia y Madrid. Antonia (1919-2005) se estableció de farmacéutica en Teulada y José (1922-2015) de médico cirujano en Valencia. José y Antonia, aunque nacidos en la Nucia, siempre pasaron las temporadas estivales en la finca de Benidorm, hasta que llego el “triste” momento, para la familia, de trocear la finca. Hubo que ir vendiendo parcelas para pagar la urbanización de calles y avenidas. En las distintas parcelas vendidas se construyeron el Principado Europa, Complejo Fuster San Francisco y Paraíso Centro. Los campos que quedaron en el lado este de la Avenida Europa fueron los primeros que se vendieron para completar otras urbanizaciones.

 

ANEXO 1.

Propietarios afectados por la construcción de la Avenida de Europa y m2 de tierra que entregan. El orden de las parcelas comienza en la futura Avenida del Mediterráneo y finaliza en la Carretera Nacional. La mayoría de propietarios firmaron la entrega de solares el 18/02/1963 pero Francisco cano hizo su cesión el 15 de mayo de 1964 según consta en “Expedientes de cesión de viales” de 1962-63 (AMB 491071).

·       Jesús Ridruejo Ruíz Zorrilla                          2.736

·       Rosa Orts Pérez                                               297

·       María Grau Orts                                                172

·       Julián Magro Villalba                                     1.783

·       Emilio Ruzafa Roig                                           887

·       Francisco y María Llorca Zaragoza               1.527

·       José Meseguer Guillamón                             3.410

·       Luis Meyer Sivaregne                                       656

·       Herederos de Ignacio Orts Salvá                  2.408

·       Rosa Orts Pérez                                            1.344

·       Pedro Rodríguez-Ponga y Ruíz de Salazar 1.500

·       FRANCISCO CANO IVORRA                      4.212

·       Josefina Orts Bosch                                      3.513

·       José Meseguer Guillamón                             1.296

 

 

ANEXO 2.

Presupuesto de ingresos y gastos del “Proyecto de Pavimentación de la Avenida de Europa" (AMB 9965/6)

 

A) Gastos (en pesetas):

·       Pavimentación                                   7.968.731,93

·       Obras abastecimiento agua               1.025.346,21

·       Alcantarillado                                        665.899,64

·       iluminación                                            832.043,30

·       aceras y alcorques                             1.579.680,25

 

B) Ingresos (en pesetas):

·       Contribuciones especiales                 10.880.731,20

·       Aportación  municipal                          1.208.970,13